6- Ilusión y desengaño
Kanon saltó en su lugar ante el agudo grito del español. Lo que fuera que hubiese esperado como reacción, no era eso.
Shura cayó sobre sus rodillas, se acurrucó con los brazos sobre la cabeza y sollozó.
Arnold comenzó a cerrar la bolsa pero Kanon lo detuvo y se acercó para tener una última visión de Aioria y su respiración quedó limitada.
No era Aioria. ¡No era Aioria!
La excitación ante el descubrimiento urgió a Kanon a reaccionar.
-¡Shura!
El gemelo gritó, arrodillándose a su lado.
-¡No es él!¡No es Aioria!
Shura murmuró algo entre sus lágrimas y Kanon lo tomó de los hombros para enderezarlo.
-No puedo entenderte, Shura! Deja de llorar y escúchame. No es Aioria, no es él!
-Lo sé...
Continuaba sollozando, sus lágrimas eran quitadas de su rostro pero pronto eran reemplazadas por otras.
-¿Lo sabes? ¿Entonces por qué estás llorando?
Kanon lo miraba perplejo
-De felicidad, supongo...
Sobó su nariz, una sonrisa de alivio tratando de aparecer en su rostro cansado y ojeroso, mientras elevaba su mirada para encontrar la de su amigo.
Arnold le dio tiempo para que se tranquilizara, lo llevó a su oficina y le pidió llenar el papeleo.
Luego le entregó los objetos que habían estado en posesión del hombre, los que obviamente, pertenecían al castaño.
Shura guardó en su bolsillo la billetera de Aioria y se puso sobre sus hombros la campera de cuero negro de su adoración.
Tras firmar aún más documentos de la oficina de aduanas, Shura y Kanon abandonaron el lugar, sus corazones más tranquilos y relajados que cuando habían entrado.
El gemelo llamó a Camus para darle las buenas nuevas mientras iban en un taxi de regreso al hotel.
Camus se quedó paralizado con la noticia, hasta Shura podía oír su respiración desde el otro extremo de la línea. Feliz y saliendo de su shock, preguntó cuando volvían a lo que el español le contestó
-¡A toda prisa, ya mismo!
Por lo que ahora sabía, Aioria podía estar tratando de conseguir una manera de volver a su hogar en ese mismo momento.
Ese solo pensamiento hacía que quisiera apresurar las cosas tan rápido como fuera posible.
Retiraron sus maletas de las habitaciones y firmaron su salida del hotel.
El camino en taxi hacia el aeropuerto pareció durar una eternidad, lo mismo que el pequeño viaje hacia el aeropuerto internacional.
Su estado de energía y excitación era contagioso, Kanon compartía su felicidad.
Conversaron amigablemente durante todo el viaje, Shura seguro que su adoración estaba esperándolo en su hogar o que pronto lo estaría.
'Demonios!' ¿Por qué no había pensado en llevar su celular? ¡Tal vez Aioria estaba tratando de llamarlo en ese mismo instante!
Se aferró a la campera de su adorado castaño, enojado consigo mismo por su falta de previsión.
Ambos pudieron descansar un poco durante el vuelo, lo que era bueno, porque las noticias viajan rápido en el mundo de las estrellas y los medios amarillistas estarían esperando.
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Tratar de escabullirse en el aeropuerto fue casi un espectáculo, porque la noticia del cuerpo hallado y su estado, el hecho que se presumía que se trataba de Aioria Leoni, el atleta estrella de Grecia, se había filtrado.
Kanon negó con la cabeza y gruñó.
-Bueno, al menos pudimos llegar bastante lejos sin tanto periodismo molesto.
Seguridad fue llamada para que los escoltaran hasta el auto de Camus, que ya los esperaba.
Shura aún estaba sonriente. No podía evitarlo. Hubiese querido tener el periódico de mañana para ver cuántas tonterías transferirían en las revistas de espectáculo y deportes.
Una vez que Camus tomó el camino de la autopista, Shura se acomodó en su asiento, la esperanza crecía dentro suyo.
Camus preguntaba por todos los detalles que el español estuviera abierto a compartir.
Shura no sabía quién era la pobre alma que descansaba en aquella fría morgue, pero estaba más que seguro y agradecido de que no fuera Aioria.
Las lágrimas amenazaban con salir de nuevo cuando cayó en la cuenta de que Aioria aún estaba por allí afuera... en algún lugar.
Yendo por el camino hacia la casa de Shura, Camus le preguntó si necesitaba compañía.
-Gracias amigo, pero creo que puedo manejarlo a partir de aquí.
El español sonrió, dándole una palmada amistosa en el hombro, mientras tomaba sus llaves.
Bajó del auto, permitiendo que Kanon pasara al asiento de copiloto. El mayor le dio un abrazo fuerte y sentido antes de subir nuevamente al coche.
Shura le sonrió sinceramente.
-Voy a estar bien, Kanon.
Habló con resolución, tomando su maleta del portaequipajes.
-Sí... yo creo que lo estarás. Pero, de necesitar algo, alguien, lo que sea, espero ser el primero a quién llames. ¿Entendido?
-Entendido.
Shura sonrió nuevamente mientras estrechaba la mano del gemelo a través de la ventanilla.
Camus le gritó un "¡Cuídate!", mientras que volvían a la carretera y el español los despedía con sus manos.
Puso la llave en la cerradura y giró, la expectativa de una cálida bienvenida haciendo temblar todo su cuerpo.
En tanto estuvo dentro, llamó a Aioria. La casa estaba en silencio, excepto por el ruido constante del split.
-¿Hay alguien aquí?
Llamó de nuevo, una parte de sí aún guardando la esperanza de una respuesta.
Ninguna llegó.
Shura soltó la valija que traía aún en la mano, la que fue a dar al suelo. Aceptaba lo tonto que había sido al ilusionarse con la posibilidad de que Aioria estuviera en casa para recibirlo.
Todos los pensamientos de los muchos escenarios que se había imaginado en los que Aioria le daba la bienvenida, la calidez de los abrazos que podrían compartir, el sentimiento de poder tenerlo nuevamente en su cama, escuchándolo hablar hasta el cansancio sobre cada presentación suya en el torneo, poder quedarse dormidos en la penumbra de su habitación, abrazados y sin miedo a nada...
Todo parecía demasiado infantil, sin mencionar que hasta había imaginado cómo sería hacer el amor después de tantos días de estar lejos...
Shura negó varias veces con la cabeza en desesperación, aún parado en la arcada que daba paso al living.
'Tonto. Idiota. Imbécil. Soñador sin remedio y romántico. ¿Cómo pude ser tan estúpido? Si hubiera vuelto a casa, alguien lo hubiera sabido y llamado a Kanon.'
Seguía retándose a sí mismo, pasando sus manos a través del corto cabello, tironeando de ellos a la altura de la nuca, sintiendo la tensión elevándose dentro suyo... Su corazón empezaba a romperse.
Su línea de vida, la que lo unía al mundo se había ido... su segundo latido, su atadura a la belleza y la bondad del universo se había desvanecido.
En tanto la comprensión, el entendimiento de su pérdida comenzó a golpearlo, cayó de rodillas. Mirando el techo, buscando por un Dios, aunque no estaba seguro si aún creía en él, las lágrimas desbordadas cayendo por sus mejillas como un aguacero torrencial... y gritó
-¿Dónde estás? ¿No puedes enviarlo a casa junto a mí? No me dejes solo aquí...
Continuó llorando, hipando, ahogándose por las contracciones de sus órganos que no le dejaban recibir el aire cada tanto...
La falta de oxígeno lo alcanzó y la habitación comenzó a dar vueltas a su alrededor.
Se desplomó hacia adelante, sin tener nada cerca que detuviera su cuerpo, cayendo lentamente hasta quedar de plano acostado boca abajo, el frío piso de madera rozando su rostro.
Antes que la oscuridad lo envolviera entre sus brazos nuevamente, Shura dio un grito suave y lleno de angustia:
'Aioria...'
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