50- Extra: Asignatura pendiente
Cuando la avioneta privada dejó suelo griego, Aioria tomó las manos de los dos hombres que compartían su vida y las apretó con fuerza.
Estaría nuevamente haciendo el recorrido que casi le cuesta la vida, pero esta vez, no estaba solo, sus dos amores lo acompañaban.
Era una asignatura pendiente que le quitaba el sueño, varias noches atrás había soñado con sus dos niñas de onix negro, como solía llamarlas.
Tras la descarga emocional que había sido el 'reencuentro' con Shura y la adición de Camus en sus vidas, su cama y, sobretodo, sus corazones, la necesidad de hacer las paces con su conciencia lo estaba matando.
Habiendo callado su sentir, sus amantes pronto entendieron que algo estaba mal en el jovial griego, que ahora se mostraba apesadumbrado y triste.
Tras una sesión de sexo donde Shura y Camus le negaron el orgasmo hasta casi hacerlo desfallecer, mientras los veía retozar como artistas porno delante suyo, tomándose uno al otro, haciendo caso omiso a sus súplicas por ser tocado, por que le quitaran el amarre que lo sujetaba a los postes de la cama, no tuvo más remedio que abrir su corazón y liberar su angustia.
Lloró como un niño contando lo mucho que le dolía no haberse despedido de esas niñas que lo fueron todo en esos meses, donde no sabía ni quién era...
Camus lo besó en el rostro, acariciando sus rizos, entendiendo sus sentimientos y queriendo paliar su dolor.
Le fue soltando los amarres y se colocó debajo suyo con la idea de que Aioria lo tomara, pero el rubio se sentía demasiado vacío y tenía especial debilidad por cabalgar al galo, ser llenado por su cimiente mientras él explotaba en olas de pasión.
Aún hipando, besó a Camus y éste limpió el rastro de lágrimas con dulces caricias. Amaba a ese chico como jamás lo hubiese creído posible pero ahí estaba, lo sostenía de su cintura mientras el griego se empalaba sobre su virilidad.
Shura los miraba con hambre, enternecido y agradecido al destino porque le había devuelto a su amor y le había regalado otro, que era igual de importante para él.
Cuando Aioria comenzó a dar rienda suelta a su libido, él se colocó detrás suyo y lo fue recostando sobre Camus, acariciando su espalda para relajarlo y sin interrumpir su cabalgata.
Aioria tembló en anticipación cuando el español acarició al mismo tiempo, su entrada ya ocupada y el miembro de Camus, y un dedo se hizo espacio en su interior.
Podía sentir como se estiraba su piel pero lejos de doler o molestar, lo excitaba aún más.
Detuvo sus movimientos cuando el español, apoyó su espada en la entrada, quitó los dedos y la empujó, valiéndose de la lubricación del otro falo.
Los dos hombres que lo penetraban aullaron al unísono, el poco espacio, la opresión era increíble y apenas si se podían mover uno junto al otro.
Aioria se había quedado estático, creyendo que lo partirían en dos con sus enormes virilidades en su interior, el calor se convirtió en fuego y necesitaba más fricción, quería más.
Shura lo fue levantando de a poco mientras Camus se sentaba, Aioria quedó sentado sobre ambos y la sensación era increíble para los tres.
El español repartía besos en su espalda mientras tomaba su cintura para invitarlo a moverse sobre ellos.
Camus había atacado su boca con desesperación, su mano tiraba de sus rizos para que echara la cabeza hacia atrás y diera espacio para lamer su largo cuello. Su otra mano, envolvía el falo desatendido entre ellos.
Aioria era un desastre de gritos y suspiros, saltaba sobre las dos espadas y se sentía en el paraíso sabiendo que estaba complaciendo a sus dos amores al mismo tiempo. Quería darles todo de sí y demostrarles no sólo con palabras, sino también con su cuerpo, lo mucho que los amaba.
El sudor perlaba sus pieles, sus cabellos mojados y sus rostros ensimismados
El clímax era inevitable y Camus apuró sus movimientos mientras besaba su lampiño pecho, hasta hacerlo explotar en un orgasmo intenso, que hizo que su canal se contrajera, apretando sus músculos y arrastrando a los elíseos a sus partenaires.
Perdió el sentido por un instante y, al volver en sí, Camus lo estaba aseando, teniéndolo entre sus brazos, mientras Shura repartía besos y caricias por todo su pecho.
-¡Estuviste magnífico, bebé! ¡Eres un volcán en constante erupción!
Halagó Shura
-Te amamos Aio, nunca te dejaremos solo con una tristeza...
Camus lo tenía aún entre sus brazos mientras Shura los envolvía a ambos al mismo tiempo.
Aioria sonrió cansado pero satisfecho y no supo de nada más hasta el día siguiente, que fue despertado con dulces besos a ambos lados de su rostro.
-Hora de levantarse, cielo, nos vamos de vacaciones...
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Sentado en el asiento de la avioneta, Aioria miraba por la ventanilla y podía ver la sucesión de islas que iban apareciendo al frente.
Un anhelo acongojó su corazón, Jason había sido muy amable al trazarle la ruta exacta que habían hecho hasta llegar a la isla desierta.
No había podido evitar las preguntas del porqué quería volver allí, pero la respuesta había sido contundente y creíble.
Deseaba llevar a sus parejas al lugar dónde había despertado tras el accidente.
Las coordenadas marcaron la pequeña isla en medio del mar, desde el aire se podía ver la vasta vegetación, el espeso follaje y la nula presencia humana.
Aioria sonrió feliz, el piloto era Albafica, hermano de Afrodita, y jamás contaría el secreto del lugar.
Al aterrizar, Aioria intentó en vano reconocer el espacio donde estaban, nunca había estado del lado de la playa más que cuando lo rescataron.
Tal vez estaban del otro lado de la isla y debían rodearla.
Camus y Shura veían cómo se debatía internamente el griego, hasta que un grito gutural llegó a sus oídos.
-¿Tiyot? ¡Tiyot! ¡Aioria!
Una pequeña figura se descubrió de entre el follaje, largos cabellos rizados y tan oscuros como la noche, como su piel color del ébano.
Sus bracitos se estiraban como queriendo abrazarlo desde dónde ella venía corriendo a toda velocidad y tanto el español como el francés no pudieron evitar que sus pechos se llenaran de emoción.
Aioria corrió a su encuentro y al alcanzarla, la elevó por el aire, riendo entre el llanto, besando el regordete rostro de Nika.
-¡Nika! ¡Cuánto has crecido! ¿Cómo estás?
La pequeña acariciaba su rostro y sus ahora cortos rizos rubios.
-¡Tiyot! Has vuelto...
Al percatarse de la presencia de dos personas más, el miedo la invadió y quiso bajar de los brazos de Aioria, no servía hablarle porque no le entendería.
Camus, de manera cautelosa, se acercó y tomó del brazo al griego, sonriendo a la niña y hablando perfecto inglés.
-Hi sweet Nika! We are Aioria's friends and it's nice to meet you... my name is Camus and he's Shura...
Nika observó al español y sonrió, un vago recuerdo de ese nombre en boca del rubio, llegó a su mente.
-Shura... you are Tiyot's boyfriend!
Camus no pudo más que reír y asentir ante el comentario de la niña, mientras el pelinegro los observaba en silencio, sin entender.
Estaba caminando hacia sus amores y la niña, cuando su visión periférica le mostró una hermosa muchacha, idéntica a la pequeña pero con el cuerpo acorde a una adolescente.
Corría desesperada ante el inminente peligro en que estaba su hermanita, sin llegar a reconocer a los hombres que la tenían rodeada.
-¡Nika! ¡Nika!
Sus palabras se atragantaron en su garganta cuando Aioria giró con Nika en brazos.
La sonrisa del muchacho se ensanchó y Nori se perdió en ella. Estaba diferente, lucía ropas nuevas de colores vibrantes, usaba calzado y su cabello estaba corto... pero su sonrisa y el brillo en sus ojos eran los mismos.
No sabía si correr, acercarse... sus dudas fueron bien captadas por los tres jóvenes y Aioria les hizo un gesto de que se quedaran con la pequeña.
Se acercó despacio, con miedo a que ella lo odiara por haberla dejado de ese modo, su corazón latía con vehemencia y empezaba a hiperventilar.
Al estar frente a la joven, sólo cayó a sus pies, llorando todo lo que tenía atragantado en su alma.
-Lo siento tanto, Nori... no me fue posible despedirme sin que ustedes quedaran al descubierto...
Y Nori comprendió que lo había hecho por ella y los suyos. Se arrodilló y lo abrazó con fuerzas, sintiendo una alegría tan profunda que le asustaba.
Aioria había vuelto pero no estaba solo.
El griego entendió su miedo, la tomó de las manos y ambos se levantaron; sin soltarla la condujo hacia donde su hermana y los demás estaban.
-Nori, he is Shura and he is Camus, my best friends.
El reconocimiento brilló en el rostro de la muchacha.
'Él es su pareja, a quién recordó primero'.
Lo observó detalladamente, su altura, físico, rasgos masculinos y su mirada, tan filosa y hermosa como la de Aioria.
Entendía que el griego no se hubiera fijado en ella, si tenía a alguien tan apuesto en su vida.
No estaba segura de acercarse a aquellos jóvenes pero sus ojos se hicieron enormes cuando Shura se acercó tranquilo, apenas una tímida sonrisa que se transformó en una mueca cuando sus lágrimas llovieron y sin mediar palabras, la abrazó.
Su abrazo era tierno, lleno de sentimientos y lo oyó recitar palabras que entendió perfectamente.
-Gracias... gracias por curarlo, cuidarlo y quererlo... te debo todo, que él siga a mi lado, con vida...
-You're welcome, Shura...
Camus se unió al abrazo susurrando, balbuceando su agradecimiento y Nori comprendió que él también era pareja de Aioria.
No los juzgó, en la isla se practicaba la poligamia y supuso que en la civilización sería común también.
Llamaron a Albafica para que se uniera a ellos y fueron bajando los regalos que les llevaban.
-Nika, this is for you
La muñeca era alta como ella y sus rizos rubios caían en cascadas hasta la cintura.
-Can I name her Aioria, Tiyot?
El griego asintió sonriendo, mientras de una cajita sacaba un colgante tejido en hilo rústico negro, con una piedra color esmeralda engarzada.
-This is for you, Nori, for you to remember me as I'll remember you forever...
-I would never forget you, Aioria...
Su sonrojo se transformó en sonrisa cuando el griego colocó el collar en su cuello.
Presentes para toda la tribu que los recibieron con alegría sincera, sabiendo que el joven que habían salvado era buena gente, que les estaba agradecido y jamás develaría su existencia...
Todo un fin de semana pasaron allí, Camus y Shura se vieron envueltos en una celebración donde su máximo e imposible sueño se hizo realidad.
Sin que ellos lo esperaran, Aioria fue traído ante ellos vestido con ropas propias de la tribu y, ante el jefe del lugar, fueron unidos en matrimonio.
No comprendían las palabras pero sí su inmensidad y el amor se disparó cuando los tres dedos anulares de sus manos izquierdas, fueron tatuados con un cintillo idéntico.
La emoción, las lágrimas y el agradecimiento hacia esas personas que recién conocían y quizás jamás volverían a ver, pero que les habían entregado por segunda vez, a su chico de fuego.
Nori bailaba con Aioria junto a la fogata de la ceremonia y, por una milésima de segundo, el griego vio dos ojos posarse en su compañera de baile.
-Creo que tienes un enamorado, amiga mía...
-Lo sé, es mi prometido...
La mirada de felicidad de Aioria era contagiosa y pronto Camus y Shura se unieron a la danza con Nika, que estaba encantada con el cabello largo y aguamarina del francés.
La vida está hecha de momentos, es un viaje que te lleva a conocer personas diferentes, que siguen tu camino, otras se alejan, pero todas dejan su huella en tu corazón.
Sus vidas fueron marcadas por la tragedia, pero tras la tormenta llegó la calma y con ella, nuevos rostros, otros caminos...
Lo que fue malo, se volvió bueno... lo que ya era bueno, fue aún mejor...
Así es la Antítesis de la vida.
FIN
NOTA DEL AUTOR:
El Ónix es una piedra que tiene muchos usos y que está muy relacionada con el esoterismo en general. Uno de los más utilizados es el Ónix negro. Brinda protección, ayuda a meditar, estar más concentrado, limpiar el aura, liberar el estrés y tener mayor estabilidad emocional.
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