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5- Enfrentando la realidad

El ruido de las ruedas al bajar por la compuerta, listas para aterrizar, sobresaltaron a Shura.

Buscó a Kanon a su lado quién, por la expresión de su rostro adormilado, también había estado durmiendo...

La azafata habló por el intercomunicador

-"Señoras y señores, les solicitamos que permanezcan en sus asientos con cinturones de seguridad abrochados hasta que arrivemos al aeropuerto.
Son las 7.30 hora Este y el clima es agradable.
Si tienen viaje con conexión, habrá asistentes que podrán dirigirlos. Los celulares, GPS, y demás artefactos electrónicos pueden ser usados de nuevo a partir de ahora.
Esperamos que hayan tenido un viaje agradable y que vuelvan a elegir esta aerolínea cuando viajen nuevamente."

Shura trataba de dar mayor circulación de sangre, frotando sus manos en su rostro. Se sentía entumecido tras el largo viaje.

Vio que Kanon encendía su celular y marcaba un número. El gemelo lo miró de reojo mientras esperaba que le respondieran al otro lado de la línea.

-¿Camus?

Shura ya se imaginaba a quién había llamado.

-Sí, recién llegamos...

Kanon le dio una mirada cariñosa al español

-Lo está llevando bien, Cam... Sí, se los daré... gracias... adiós.

Tan pronto Kanon cortó la llamada, la asistente de vuelo apagó la luz de los cinturones de seguridad y ambos se pararon para descender del avión, tomando sus pertenencias del compartimiento de equipaje.

Shura se sentía todo menos bien. Hicieron su camino dentro del aeropuerto, dirigiéndose a la ventanilla donde chequearon que su vuelo partiría a su destino final en una hora.

-Debí haberle dicho al funcionario de aduanas que vendríamos en dos días, no 'mañana'...

Shura murmuró, pasando sus dedos entre su cabello. La fatiga del viaje, sumado al cansancio emocional que estaba sobrellevando, le agregaban cerca de diez años al rostro del español.

-No tenías cómo saber que este viaje tomaría tanto tiempo, amigo

Kanon le contestó como si fuese una obviedad

Un asistente de las oficinas de la compañía aérea, los escoltó hasta la terminal donde esperarían por el avión más pequeño.

El viaje duró sólo alrededor de cuarenta y cinco minutos. Un viaje corto en taxi hacia el hotel donde se hospedarían y luego de las mínimas cortesías con el empleado de la mesa de entrada, se dirigieron a sus habitaciones.

Shura pasó la tarjeta magnética por el sensor y ya con la luz verde encendida, miró a Kanon y dijo suavemente

'Mañana'

El gemelo asintió y entró a su habitación, que estaba al lado de la suya.

Shura arrojó el bolso al suelo y observó todo el cuarto. No tenía nada diferente a cualquier otro cuarto de hotel en el que ya hubiese estado. Tal vez las figuras exóticas en la cama y las cortinas, pero no una gran diferencia.

Una cama, mesa y silla, mesita de noche, televisor y guardarropa era todo lo que había.

Como artista tendía a ser muy observador pero, en ese momento, no había nada en el mundo que le llamara la atención, sólo deseaba saber lo sucedido a su amada musa inspiradora.

Mientras llamaba al servicio a la habitación, encendió el televisor. No le sorprendió que lo primero que apareciera fuese un canal de noticias.

Los políticos debatían sobre la economía de la región y, en cualquier día normal de su vida, Shura se hubiese interesado...

Pero no esa noche, no estaba de humor para políticas.

Se sentó en la cama, quitándose los zapatos y medias, poniéndose lo más cómodo posible hasta que la cena llegara.

El jet lag lo golpeó instantáneamente. Se restregó los ojos y bostezó.

'¿Qué será lo que le toma tanto tiempo para hacer la comida? Estaré dormido antes que me la traigan a este paso'

Evitando otros canales de noticias, encontró una película de Tom Hanks y se apoyó contra el respaldo de la cama, perdiéndose por un momento en otro mundo...

El suave golpe en la puerta lo asustó, despertándolo. ¿En qué instante se había dormido?

Pasando una mano sobre su cabello, fue a la puerta y preguntó quién era. El servicio al cuarto se identificó y Shura abrió la puerta.

Un joven castaño, de hermosos ojos verdes sostenía la bandeja y el español, por un breve instante, hubiese jurado que tenía a Aioria frente suyo...

Un flash de sorpresa que se convirtió en vergüenza, al ver cómo ese chico lo observaba expectante, mirándolo fijo con una sonrisa coqueta.

Tomó la bandeja y le agradeció, mientras el joven le recordaba que el desayuno se servía en el lobby en la mañana. Le agradeció y dio su propina, dando las buenas noches.

Al probar la comida, Shura se dio cuenta de lo hambriento que estaba. Había estado todo el día sin una comida real en su estómago y la hamburguesa con queso y papas fritas pronto desaparecieron de su plato.

Habiendo dejado la bandeja de lado, se quitó el resto de su ropa y se metió bajo las cobijas.

El aroma del suavizante de las sábanas le dieron al español un confort que pronto se transformó en un sueño profundo...

La televisión aún encendida, olvidada por completo.

************************************

El sonido de un quejido, un lamento, penetraba sus oídos. Cuando su sinapsis comenzó a disparar, Shura reconoció el ruido del teléfono.

Intentando quitar los últimos resquicios de sueño, tomo el teléfono.

-¿Aló?

Murmuró, restregando sus ojos con su mano libre.

-Shura, estaba empezando a preocuparme.

Dijo Kanon, aunque no lo demostraba en la calma de su voz.

-Estoy contento de que hayas tenido el descanso que necesitabas.

El español murmuró algo sobre que era la primera vez en siglos y el gemelo sonrió para sí.

-¿Tomarás el desayuno?

-Sí, seguro...- confirmó, buscando un reloj

-Bueno, son casi las ocho. Esperaba que pudiéramos tomar algo en un rato.

Shura se quedó sin palabras, tratando de recordar la última vez que había dormido hasta tan tarde.

'Cada mañana que no estabas solo en la cama, cabrón'

Su consciencia se burlaba de él.

-Seguro, Kanon, déjame dar una ducha y nos encontramos en treinta minutos?

-Está bien, gracias Shura.

La comunicación se cortó y el español dejó el teléfono en su lugar.

Viendo hacia la ventana, notó que el sol estaba brillando. Sería un hermoso día... lo sería de no ser por la dolorosa experiencia que estaba a punto de vivir. Suspiró pesadamente.

Se duchó y afeitó, se vistió con jeans, una camisa y zapatos cómodos. Estaba presentable al menos, normalmente andaba descalzo todo el tiempo en su casa...

Se lavó los dientes, se peinó el corto cabello, tomó su billetera y la tarjeta de la habitación y se dirigió escaleras abajo.

El desayuno fue rápido y llenador y, rápidamente, Kanon estaba pidiendo un taxi que los llevara a la estación de policía local.

Una vez allí, Shura tuvo problemas en subir las escaleras de entrada al edificio.

Sentía su corazón latiendo salvaje en su pecho. Pronto todo eso acabaría, de una manera u otra.

Trató de controlar sus nervios y su ritmo cardíaco pero era inútil, no lograba hacerlo...

Kanon puso su mano en su hombro como apoyo emocional, mientras lo guiaba hacia la puerta.

Una joven sentada en el escritorio, levantó su mirada y un indicio de reconocimiento cruzó su rostro.

-¿Puedo ayudarlos?- preguntó sonriendo

-Soy Shura Valladares. Fui llamado el otro día para identificar...

Su voz se cortó, su garganta estaba estrangulada por la angustia creciente

-Oh sí, señor Valladares, mi jefe me dijo que lo estaba esperando...

La joven los condujo hacia un par de sillas del otro lado del salón y les ofreció sentarse.

-Él está hablando por teléfono, ya se desocupa y no tarda en venir.

Kanon asintió y agradeció a la mujer, mientras se sentaban a esperar. Se les ofreció algo de beber pero ellos declinaron.

La joven volvió a su escritorio pero cada tanto los miraba de reojo. Shura la ignoraba, estaba perdido en sus propios pensamientos, viajando a través de memorias de su amor y los momentos especiales juntos.

El chillido de la puerta al abrirse lo sacó de sus cavilaciones. Un hombre alto, de cabello oscuro, unos cuarenta años, luciendo un uniforme marrón claro, entró al lugar. Shura observó su piel bronceada y físico trabajado con apatía. La secretaria le hizo un gesto señalándolos y el hombre asintió, caminando hacia ellos.

Se presentó como el director de aduanas Arnold, extendiendo su mano hacia Shura, quién le recibió el saludo y se puso en pie, junto con Kanon.

Dudando, el hombre dijo

-Bien... estoy seguro que querrá terminar con esto rápido. Lamento que su visita a estas hermosas tierras sean bajo tan terribles circunstancias.

Comenzó a guiarlos por un pasillo y la adrenalina en Shura comenzó a bombear más rápido. Entraron a un cuarto pequeño con mesas de acero inoxidable; el español sintió la temperatura bajar varios grados.

Arnold se acercó a una pared donde se encontraban muchas puertas y que Shura reconoció por las series de drama que veía con Aioria, como el lugar donde preservaban los cadáveres.

La tensión creció en el español, cerrando su mente. Cuando el hombre tomó la manija de la portezuela, la respiración de Shura se igualó a su pulso acelerado.

Abriendo la puerta, Arnold sacó la bandeja de acero inoxidable con una bolsa negra con cremallera.

Shura no podía respirar y extendió su brazo hacia Kanon, quién tomó la mano de su amigo y la apretó fuerte.

Arnold lo miraba, una profunda consternación creciendo en él.

-¿Va a estar bien?

Shura sólo pudo asentir. Su garganta estaba cerrada, su respiración se había detenido. El golpeteo en su cabeza era su pulso errático. El tiempo se congeló mientras él miraba de pie, el cuerpo cubierto.

Rostros susurrando frases de amor y felicidad se sucedieron rápidamente a través del ojo de su mente. ¡No podía hacerlo!

La necesidad de salir disparando de ese lugar lo estaba superando, cuando la voz suave de Kanon le dijo

-Debes de hacerlo, amigo.

Kanon asintió hacia el hombre, aún apretando la mano de Shura, quién estaba sudando abundantemente y todo su cuerpo temblaba con miedo.

-Hágalo...

Shura logró decir con voz ronca, casi apagada.

Arnold abrió el cierre hasta la mitad, separando las partes de la bolsa para que el español tuviera buena visión de la persona dentro.

El artista en él notó primero, el tono pálido de la piel, compensado por el toque de tinte azulado en los labios. Los alguna vez claros ojos cerrados ahora en el sueño eterno. Cabello oscuro rodeaba el rostro angelical y él se acercó para tocar la belleza fantasmal, cuando su mente finalmente aceptó la contundencia del cuerpo que tenía ante él.

Shura respiró hondo ... y gritó.

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