Mayo 22
[...]
78 días antes de la picadura.
—¡Señoras y señores!, ¡niñas y niños! — se escucha de repente un grito proveniente del cielo.
París grita horrorizado al ver a la araña gigante que corre con agilidad entre los edificios. No es una, o dos, son decenas y decenas que recorren las calles.
Hay en los techos, en los parques y en las paredes, algunas empiezan incluso a hacer telarañas con diseños preciosos.
El enmascarado se para en el Palais Garnier, saluda irónico a los transeúntes y cuando puede divisar y escuchar al helicóptero de las noticias saluda también a la cámara.
—Queridos parisinos, ¡vengo con buenas noticias! — menciona emocionado. — ¡No hace falta temer más!, París está libre de akumas para siempre.
Ve como la figura de Lordbug y Chat Noir se acercan rápidamente. Hace una señal a sus arañas para que les detengan. Se forman en línea delante de ellos, y con razón, los héroes se detienen al verlas porque son terroríficas. No los culpan, nadie, ¿quién además del loco que tienen de dueño sería capaz de pararse cerca de semejantes mostruos gigantes?
Las cámaras que enfocaban al villano enfocan ahora a Lordbug, en busca de respuestas, tal vez. Todos se mantienen confundidos y escépticos a las palabras.
—Tu mismo eres un akuma, ¿cómo puedes decir semejante cosa? — le reta el moteado.
El villano ríe, dejando ver unos colmillos sobresalirle; como los de una araña. Más allá de este detalle, parece ser un hombre común, sin una akumatización tan monstruosa como otras. Usa un pantalón negro y una camisa de vestir roja, casi tinta, con los últimos tres botones sin abrochar; tiene unos guates negros cortos y sobre su rostro un antifaz negro como un abismo sin fin. Su piel blanca y cabello cenizo le dan un toque descuidado. Su voz ronca parece resonar en los oídos de las personas. Toda su presencia parece decir una sola cosa; es un demente.
—No, no, no...— niega, sin dejar de reír. —No soy un akuma, ellos lo son. —señala al ejército de arañas frente a él.
La rubia parece confundida.
—Eso es absurdo, ellos te obedecen. — dice. —Y si ellos fueran akumas, entonces tu...
—¿Sería Papillon? —completa por ella, y en un gesto de burla, endereza el cuello de su camisa mostrando que de ella cuelga algo.
Un broche en forma de mariposa.
Todos quedan en silencio. Aún con la distancia, el villano es capaz de ver cómo las pupilas del superhéroe se dilatan con incredulidad.
—Imposible.
—¡Milagro! — ironiza entonces. —¿No es asombroso?
Se apresura a brincar hasta quedar aún más cerca de ellos, pero no lo suficiente como para iniciar una batalla.
Claro que no, es lo último que deseaba.
—¿Es algún aliado de Papillon? — indaga ella.
—No, querida, yo derroté a Papillon y tomé su prodigio.— presume —¿No es asombroso?— repite. —¿No merezco un reconocimiento de parte tuya?
— ¡Mientes! —grita el héroe. —¡Es imposible que lo hayas hecho!
— ¿Cómo lo sabes?, ¿acaso tú lo intentaste antes? —el tono que usa es filoso, acusador incluso. —¡Me tomó menos de un mes averiguar todo! —le sonrie. — ¿Y tú cuánto llevas haciéndolo?, ¿casi diez años?
Siente como las cámaras lo enfocan. Lordbug siente que de pronto, una gran piedra le presiona el pecho. Se siente paralizado, inmóvil, como si hubiera sido envenenado de repente.
—¡Es falso!, si fuera posible descubrir la identidad secreta de Papillon, Lordbug ya lo habría hecho.—habla la heroína.
—¿Es eso así? —suelta una risita burlona. —Porque, insisto, yo descubrí a Papillon e incluso más en menos de un mes.
Gira su vista a las cámaras que hay en los aires; en los helicópteros, se fija en la primera que entra en su campo de visión. Chasquea los dedos y con sólo ese gesto, las arañas se encargan de aprisionar a los héroes con telarañas.
Lordbug parece seguir inmóvil. Tan inútil.
La chica, en cambio, se remueve inquieta. Y cuando la araña, el hombre que hasta hace poco estaba en el techo, ve que activa su cataclismo se apresura a ella de un salto. En un movimiento que nadie fue capaz de ver o predecir saca su bastón, ese que hasta hace poco no era más que una pequeña rama que solo parecía ser un accesorio en la coleta de su cabello corto, con el golpea la mano de la chica y guía el poder destructivo al suelo; este de deteriora y agrita. Sin más.
—Eso fue tonto. — le dice. — Tu transformación acabara pronto.
—¿Cómo sabes eso?
—Oh, vamos, ¿quién no lo sabría?, creí que todo París había utilizado un prodigio al menos una vez para ayudarte. — Lordbug frunce el ceño. —¿Por qué no le diste un prodigio a alguien para que hiciera el trabajo importante si es que te sentías incapaz de hacerlo tu?
—No todos pueden ser héroes. —escupe ante la acusación.
—En eso coincidimos, querido, no todos pueden o deben serlo; tú, por ejemplo.
El héroe esta a puno de reclamar, de hablar y de pelear tal vez. El cenizo le hace una seña de silencio, para callarlo, una araña cercana le lanza una telaraña en la boca para evitar que interrumpa a su amo.
— ¡París! —grita de nuevo. — ¿Nunca se preguntaron porqué Papillon seguía atacando día con día?, ¿nunca creyeron tonto el tener que implementar alarmas antiakumas en lugar de deshacerse de los akumas de raíz?, ¿no creen que Lordbug tenía el deber moral de siquiera intentar detener al villano y no solo derrotarlo? — suelta una carcajada fuerte, sonora y burlesca. —¿Aún creen que Lordbug es un héroe ejemplar?, ¡no lo es!
Toma su bastón como si fuera un bate de beisbol y toma impulso, solo para darle un fuerte y certero golpe en el estómago al héroe, haciéndolo doblarse del dolor. Escucha a Chat Noir soltar un quejido de sorpresa.
— ¡Déjalo en paz! —grita ella, defendiéndole con desesperación.
— ¡Lo haré!, pero dime, gatita, ¿no crees tú también que es un imbécil más?
—¿Por qué creería eso?
—Tantos años, ¿no te cansas de ser su ayudante?
—No soy su ayudante, soy su compañera.
— ¿Lo eres?, entonces, ¿por qué no propusiste una investigación?, ¿por qué no pediste que terminaran con todo y que la gente parisina pudiera tener paz por fin? — se acerca a ella y la toma del mentón, para obligar que sus ojos avergonzados no huyeran de él. —Oh... eso es porque eres como él, ¿no? Ustedes sólo buscan la gloria.
—¡No es así!, ¡Lordbug es un buen héroe!
—Si lo fuera... —se acerca a ella, tanto que sus labios rozan por un segundo su oído. —...la araña no hubiera mordido a mamá, ¿no crees? — le susurra.
Los ojos de la chica se abren con sorpresa, con enojo y con confusión.
— ¿Qué? — logra decir.
Él se aleja de nuevo.
—Papillon ya no está. — grita a las cámaras. —Yo lo derroté, porque sus héroes no querían hacerlo para poder seguir aumentando su ego. Ellos no se preocupan por ustedes, sólo por si mismos, son unos egoístas.
Señala de pronto al reportero que está cerca, con el bastón.
—Veelo, grábalos, comparte con París que no son capaces de liberarse de una simple telaraña. Papillon no era un peligro real, ellos nunca podrían defenderlos de un peligro real porque, para empezar, ni siquiera les importa su seguridad. ¿A ellos confían su vida?
La última pregunta parece retumbar con eco entre las calles, entre los televisores y entre los corazones de la personas.
¿Confían su vida a...?, ¿Quiénes?, ni siquiera sabían quiénes eran sus protectores.
El de camisa tinta, sin más que decir por el momento, se encarga de liberarlos. El chico cae al suelo adolorido aún por el golpe y la chica se queda atónita mirando al suelo, con miles de emociones dentro de su ser.
—Yo no soy una amenaza, París. —dice. —Ellos sí. Solo piénsenlo un segundo, París tiene héroes y villanos, pero ¿quién es quién? —las arañas gigantes que habían estado repartidas por la ciudad y que no habían hecho nada más que estar quietas se encogen hasta desaparecer por completo. El hombre, al que los noticieros habían empezado a llamar por el simple apodo de "la araña", les hace una leve reverencia.
Su persona y existencia habían desaparecido frente a todos. Todo su ser se fue, menos la incertidumbre que había logrado sembrar en todos.
París, por primera vez, dudaba de sus héroes.
[...]
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