Febrero 17
[...]
173 días antes de la picadura.
La discusión había sido bastante fuerte, pese a que sentía que el único afectado por las palabras del otro era él.
Solo él, como siempre.
Lordbug, su héroe favorito, aquel al que admiraba y estimaba había llegado a su balcón después de un atentado akuma como siempre, pensando erróneamente que era obra suya. Le gritaba una y otra vez, sin más explicaciones, que alguien como él nunca podría ser un héroe.
Colín se pregunta, mientras los gritos del azabache incrementan, en el significado exacto de "alguien como tú".
No entiende que tienen de malo ser él.
Era inteligente, apuesto, sabía y dominaba las artes marciales y, además claro, de un léxico y oratoria de envidiar. Era hijo de una política, claro que el convencimiento corría por su sangre y ser completo.
Le había explicado muchas veces que él ya no era causante de akumatizados; que estaba mejorando para que le diera oportunidad de demostrarle sus habilidades, en que le dejara luchar con él, aunque sea una sola vez más
No sabía ya cuántas veces le había insistido al chico por una sola oportunidad, no necesitaba más, estaba seguro de que una bastaría.
Creía fielmente que, si lo dejaba mostrarle sus talentos, aquellos que llevaba puliendo tantos años, Lordbug se daría cuenta de que él, Colín Bourgeois, era un increíble aliado.
Lucharían hombro a hombro, iniciarían planes para detener a Papillon, traerían paz a París y, sobre todo, inculcarían esperanza en aquellos que necesitaran de ella. Justo como el héroe de rojo había hecho con él.
—Déjame mostrarte que... —insiste.
—¡No, Colín, entiende! — le responde. — ¡No puedes ser un héroe!, ¡nunca podrías serlo!
— ¿Por qué no?, si sólo vieras lo que puedo hacer y...
— ¡Sé perfectamente lo que eres capaz de hacer!
—No es así, yo puedo...
—Solo sabes crear caos. — le corta. —Destrucción y horror. Escúchame Bourgeois, eres todo lo que quieras, pero un héroe no.
Colín muerde su labio inferior, para evitar que se exteriorice lo mucho que le ha dolido el comentario.
—Ya te demostré en ocasiones pasadas que podemos ser un equipo...— dice, bajando la voz.
Lordbug suelta una carcajada seca, sin gracia y hasta burlona.
—No eres un héroe. Nunca lo serás, entiéndelo.
— ¿Por qué no?, solo dame una razón por la que no debería insistir más y yo...
—Hay personas que saben que fuiste King Bee. — interrumpe.
Colín intenta hacer memoria. Recuerda aquel día en el que tuvo la oportunidad de ser un héroe, como había soñado siempre.
Si, era verdad, algunas personas le habían visto quitarse el traje y dejar en visto su identidad, pero solo había sido así de descuidado porque Lordbug insistió en que le regresara el prodigio con urgencia, como si fuera a ser robado o peor.
Colín admite que, en un principio, su plan iba a ser el pedir reconocimiento, que todos vieran lo espectacular que podía llegar a ser si se lo proponía, quería que su padre le viera como algo más allá de un error.
Y, aún así, recordaba a la perfección que no lo hizo.
Quiso devolver el prodigio, pero fue interceptado por el villano y orillado a usarlo, de hecho y aunque nadie le creyera, solo lo hizo después de que el pequeño kwami le insistió en ello.
Porque por más que él dijera que podía ser un buen héroe, la verdad era que él mismo dudaba profundamente de eso. No era tonto, por supuesto que no, y por lo mismo, sabía que su personalidad era pésima.
Aún así, ¿no era ese el primer pensamiento de un héroe?, el querer redimirse y ser mejor.
Colín no aspiraba a ser mejor, claro que no, no pedía por milagros. Él solo aspiraba a ser alguien.
Quién fuera.
Y mientras luchó al lado de los dos héroes se sintió útil, por primera vez en su vida. La emoción de saber que estaba haciendo lo correcto sin que nadie pudiera malinterpretar sus intenciones fue la sensación más linda que pudo haber sentido nunca. Por unos minutos, Colín pudo deshacerse de lo que más odiaba en este mundo.
De sí mismo.
—No todos lo hacen, fueron solo las personas del vagón de tren... —explica. —Estoy seguro de que no fueron más de seis personas y si quisieran obtener algo por esa información ya me habrían contactado por dinero o...
—No. —sentencia.
Colín siente miedo entonces. Todas sus oportunidades de volver a ser libre bajo esa mascara se estaban esfumando frente a él sin que pueda poner objeción alguna.
No, no era justo.
Trata de entender las razones que puede llegar a tener el héroe, pero no encuentra alguna. Su mente no logra aceptar ninguna, en realidad.
— ¿No?
—Ya te lo expliqué, es peligroso que luches de nuevo porque París ya sabe tu nombre y pueden lastimarte.
Colín suelta un pequeña risa incrédula.
—Aseguras que París sabe que fui héroe, ¿y por eso me quitas el prodigio?, ¿por qué pueden lastimarme? — repite la información para que Lordbug pueda ser capaz de ver el terrible error que está cometiendo.
El héroe asiente, convencido.
—Así es.
Colín cree que es una broma.
Por supuesto debe serlo, él es un héroe grandioso y capaz, es imposible que diga terribles idioteces sin pensar en las posibilidades negativas que pueden traer sus decisiones precipitadas; porque era lo que parecían ser. ¿No se daba cuenta de los huecos de su plan?, ¿de lo riesgoso que era para los dos?
¿Por qué Lordbug; el gran héroe y protector de París, de repente parecía ser un imbécil más?
— ¿Estas escuchando lo que dices?
—Dije que no serás héroe, no te daré el prodigio de la abeja.
—No, no, no, Lordbug, ¿es en serio? — pregunta una vez más, tratando de contener su risa.
—Estas cansándome, Colín.
—Estas cansándome tu a mí. —dice por fin. —No puedo creer que no te des cuenta de lo idiota que estás siendo justo ahora. — ve al héroe fruncir el ceño molesto. —Dices que es peligroso porque me conocen y pueden venir a por mí, ¿y me dejas desprotegido sin prodigio?
El héroe se cruza de brazos, desinteresado.
—Ajá, ¿y?
—No es posible. —se niega a creer lo que escucha. —Si lo que dices es cierto y vienen a atacarme, ¿cómo piensas que me defenderé?, ¿debo tratar de sobrevivir hasta que llegues o qué?
—Si hace falta sí.
De nuevo, el rubio no es capaz de entender nada.
¿Por qué actúa como si ese escenario fuera alguna fantasía suya?, ¿esperaba acaso que algo malo le llegara a ocurrir?, ¿por qué a veces sentía que Lordbug le odiaba?
Si bien sabía que los rumores sobre su persona no eran desconocidos para nadie, nunca fue grosero o se comportó de manera detestable con él, al menos no que supiera. Al contrario, estaba seguro de que siempre fue sincero en sus palabra y actuar. Nunca mintió, hizo y hace todo lo que él ordena porqué sabe que sólo busca lo mejor para él.
¿No es así?
—Aquel día dijiste que lo pensarías. — le recuerda, para tratar de cambiar el tema porque siente que si escucha otra falacia salir de sus labios su percepción sobre él cambiaría y eso era algo que no quería.
—No hace falta pensar nada. No hay, ni habrá nunca más otros héroes en la ciudad además de Chat Noir y yo. Nunca.
—Pero ¿y si el villano es muy fuerte?
—Puedo encargarme de eso. — Colín ve como lentamente se forma una sonrisa altanera en el héroe. Una que le hiela la sangre por un segundo. —Después de todo, yo sí tengo un prodigio, ¿no?
Queda en silencio analizando sus palabras.
¿Por qué parecían ser meramente para lastimarle?
No entiende, no lo hace, ¿por qué es así?, ¿acaso fue un intenso como fan?, ¿acaso le había hecho algo sin darse cuenta?, ¿por qué este héroe parecía feliz ante sus ojos temblorosos?, ¿por qué parecía disfrutar de su dolor y situación?
Lo había pensado hace un tiempo, pero se regañó a si mismo por ser grosero e infantil, pero hoy de nuevo el pensamiento atraviesa su mente; ¿acaso le divertía que le rogara por atención?
Lo admitía, esa era una cosa a la que estaba acostumbrado a hacer desde pequeño.
Rogaba atención de su madre, que estaba ocupada siempre en sus campañas, hotel y trabajos infinitos que parecía tener.
Rogaba por la de su padre, que prefería tener viajes de negocios innecesarios con tal de no estar en casa.
Rogaba por la atención de su amiga de infancia, quien a veces actuaba como si ser amiga suya fuera solo otra de sus actividades obligatorias diarias.
Rogaba por la atención de su único amigo en la actualidad, quien a la mínima oportunidad le dejaba de lado y traicionaba.
Vaya, era tan patético que incluso a veces rogaba por la atención de Mario, su enemigo jurado, haciéndole la vida miserable solo para sentir que tenía aún algún motivo para ir a la escuela y levantarse de su cama.
—Pero...
¿Está siendo un tonto por insistir y aferrarse a un deseo imposible?
—Colín, escúchame...— se acerca a él y lo toma del hombro.
El rubio desvía la mirada, no quiere ver sus ojos porque desde el primer momento en el que los vió fijamente, supo que escondían algo. Lordbug lo toma del mentón, y lo obliga a verlo sin importarle si era de su agrado o no.
No quiere, no sabe cómo explicarlo, pero al hacerlo, siente que no mira al admirable chico al que ama y aspira a ser, sino a algo monstruoso.
— ¿Qué? —obedece y lo mira por fin.
—Lo hago por tu bien, lo sabes, ¿no?
—Me estas poniendo en peligro a propósito.
—No es así. Yo me encargaré de cuidarte, ¿sí?
—Pero...
— ¿Confías en mí, Colín?
Quiere decir y gritar que no. No estaba seguro de hacerlo, en este punto, solo sabe que le genera ansiedad y terror tenerlo cerca. Se siente ahogar en sus ojos.
—Con mi vida entera. — le responde.
—Buen chico.— felicita antes de saltar del balcón en el que hablaban.
Siente que le fallan un poco las piernas, pero finge fuerza.
Se sentía morir, y no precisamente por el hecho de que por culpa del héroe podía hacerlo literalmente cualquier día.
Entra a su habitación unos minutos después, cuando se siente más tranquilo. Nota que es justo la hora de cenar. Su madre le ha pedido que lo hagan en el restaurante privado que hay en el último piso, pues su padre dijo que volvería a casa unos días.
Puede que, para algunas personas, el ver a tus padres después de que algo horrible te haya pasado era reconfortante, pero no para él.
Oh, solo los dioses sabían que no.
¿Tendría que oír los discursos de odio de su padre contra él después de oír el discurso de Lordbug?
De verdad, sentía que todo era injusto.
Mientras recorre el pasillo del hotel que lo guía a su familia piensa que no es posible que la situación empeore, tal vez su papá había vuelto para quedarse esta vez por siempre, podrían ser una familia feliz después de todo. ¿Se había dado cuenta por fin de que él y su madre eran lo suficientemente buenos?
— ¿Divorcio? — escucha en cuanto entra a la habitación.
—Si, Andrea, quiero que firmes los papeles, entiende que no quiero volverte a ver a ti ni a tu hijo bueno para nada.
—Pero, Andrew, estoy segura de que podemos arreglar...
— ¡Que no! — le grita.
Colín siente que tiene cinco años de nuevo, solo que no tiene a su oso de peluche para que lo proteja justo ahora. Se queda paralizado al lado de la puerta.
—¡¿Cómo es posible que me pidas eso en nuestro aniversario?!
—¿¡Debo recordarte entonces qué tengo en Nueva York?!— grita como amenaza — ¡Una familia que si me merece!
Colín se siente perdido, como si su cuerpo y mente fueran ajenas a su persona. Ve como su padre se levanta de la mesa y pasa su lado como si no existiera, sin verlo ni tocarlo siquiera, y se marcha.
De nuevo.
Lo está abandonando otra vez.
No, no solo lo está dejando a él sino que también está dejando a su madre devastada y ahogada en lágrimas con esos papeles en mano que ahora sabía bien que eran.
[...]
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