Agosto 8
Una araña me picó.
Tal vez toda su vida ocurrió por este día en específico. Todo sus esfuerzos, sufrimientos y deseos se verían culminados hoy.
¿Acaso Dios lo estaba viendo?, le pedía entonces que por favor no apartara sus ojos de él; solo unos momentos serian suficientes.
Lordbug y Chat Noir luchan a la par, uno con uno; apoyándose y siendo un equipo como hacia mucho no eran debido a sus discusiones sin sentido. La química seguía estando ahí, para sorpresa de ambos; mas para él, siendo sinceros. Chat Noir había tenido grandes problemas con él últimamente; dudando y siendo hostil como nunca había visto.
Le alegraba que ella pareciera confiar una vez mas en él, se aseguraría de no volverla a decepcionar. No quería perder a su compañera y amiga de nuevo, no por alguien como el villano que se había metido con ellos.
El akuma al que se enfrentaban desde hace unos minutos estaba dando más batalla que los anteriores. Era bueno y sus habilidades agiles, saltaba y soltaba golpes certeros. Aun así, era obvio que esa araña maldita seguía burlándose de ellos. Primero los akumas extremadamente débiles y ahora que por fin daba uno que era digno de combate, este usaba referencias a mariposas.
Obvio y de mal gusto, si se lo preguntan.
Un bastón como arma principal, un traje morado y esa máscara en sus ojos como gigantes alas eran una parodia total a su enemiga original. Les está gritando sin siquiera hablar que siempre estarían luchando contra Papillon.
Lordbug esta seguro de un último mensaje subliminal; la araña se jacta de que no serían capaces de vencerlo; ni siquiera a esta copia mal hecha de ella.
Molesto, decidido y sobre todo, esperando que ese hombre lo estuviera viendo desde donde quiera que este, dirige el plan perfecto para derrotarlo. Se asegura de que ninguno de los dos use su ataque especial.
Lo vencería, sin ayuda extra; lo vencería como si no fuera nada. Porque para Lordbug, no lo era en realidad.
Un golpe final; heroico en todo su esplendor, hace caer a la mariposa al suelo aturdida. Chat Noir se asegura de robar el objeto maldito y se lo entrega a Lordbug con un lanzamiento impecable.
Lo purifica, sonriendo feliz.
La chica deja caer a sus pies un pequeño mapa en cuanto su versión monstruosa desaparece. Él se apresura a tomarlo y cuestiona a la mujer frente a él.
- ¿Qué es esto? - se acerca para mostrarlo.
-Un mapa... - dice después de unos segundos, en los que parece querer obligarse a recordar todo. Toma incluso su cabeza con ambas manos porque le ha comenzado a doler.
- ¿Un mapa de qué? - insiste, tomándola del hombro con desespero.
-Me lo ha dado un hombre, me dijo que si iba a esa dirección me daría el dinero que debo; después de ir ahí no recuerdo nada... me akumatizó y... después aquí...
- ¿Lo hizo?, ¿te demonizo cuando lo encontraste aquí? - la sacude levemente, para que ella logre reaccionar un poco más. - ¿Después de que fueras a este lugar? – La ve asentir, confundido.
-Si... eso creo...
- ¡Chat! - se apresura a buscar a su amiga, dejando a la mujer de lado - ¿Sabes lo que esto significa?
- ¿Lo tenemos por fin? - parece ansiosa.
Tal vez ante la posibilidad de estar equivocados una vez más.
-Si. – asegura, la toma del brazo tratando de ser cálido. – Solo debemos ir a este lugar y terminar con todo.
Ella asiente, nerviosa.
-No puedo creer que lo encontraras. - le toma la mano sobre su brazo.
-Que lo encontráramos. – le corrige él. - Somos un equipo, gatita.
Ella le sonríe, nostálgica.
-Lo siendo tanto, Lordbug...
- ¿Por qué?, ¿de qué hablas?
-Por todo lo que hice y que probablemente haré.
-No tienes que pedir perdón; sé que la situación fue horrible para ambos, pero... nos tenemos el uno al otro ¿no?
-Siempre. - se apresura a decir.
Ambos se acercan a la víctima para reconfortarla un poco más, en lo que las ambulancias llegan. Preguntan más detalles, pero ella insiste en que no sabe nada. No quieren presionarla, Chat parce nerviosa por el inminente enfrentamiento y él no quiere abrumarla demasiado.
Cuando por fin se ven libres de los inconvenientes menores, Lordbug ingresa la dirección en el mapa y empiezan su recorrido.
La dirección en realidad le resulta más familiar de lo que espera, pero no le da demasiada importancia.
Aun así... ¿Por qué el corazón le late angustiado?
Con cada calle, con cada indicación, la ansiedad en ambos héroes se retuerce en su pecho; confusa y dolorosa.
¿Por qué los alrededores les parecen tan familiares?, ¿acaso estaban yendo en dirección a donde intuían?
Imposible.
No hay nadie en casa; no debería haber nadie ahí dentro.
La mansión Agreste llevaba un tiempo abandonada, ¿por qué el mapa que los llevaría a la guarida de la araña los llevaba al hogar de los Agreste?
- ¿Qué? - se sorprende el chico en cuanto están afuera de la gran casa.
- ¿Qué hacemos aquí? - pregunta esta vez ella, confundida y, si Lordbug pudiera decir su opinión, diría que hasta asustada.
-Aquí está él.
Ella niega.
-Imposible, ¿por qué estaría aquí? – ella se apresura a entrar, como si conociera el camino.
Están en el jardín trasero, pero no hay señales de vida.
Lo ven entonces, ambos, como una sombre jugando con ellos. Hay algo moviéndose con rapidez a su alrededor.
Como un fantasma.
Lordbug, harto y hastiado de todo, le sigue con agilidad un par de metros. Los héroes lo siguen hasta entrar a un extraño cuarto, al que rápidamente pueden reconocer como lo que era; una especie de guarida.
- ¿Esta es...? - intenta hablar ella, consternada.
- ¿La guarida de Papillon?
Ambos parecen olvidar por un segundo al espectro que los guió hasta allí, se pierden en sus alrededores y exploran con su vista.
Tenia una vibra tan nostálgica y anhelante. Flores como si se tratara de recinto, velas como si de santuario se hablara. Había algo más, Lordbug puede presentirlo.
Da unos pasos, dejando de lado a su compañera, que se queda embobada en unas flores en específico.
Hay algo raro, jura ver algo en el suelo; difuso y como si una mancha mal borrada estuviera frente a él. Se enfoca en ella unos segundos, uniendo las líneas de lo que parece ser, y que espera con el alma que no sea, sangre seca. Un dibujo; simple, aburrido, sin gracia. Una araña.
Lordbug siente escalofríos; hay una araña de sangre seca en el suelo.
Unos aplausos les interrumpen la exploración. Son ensordecedores y con un eco profundo, les asustan y, por, sobre todo, les hacen volver a la realidad.
Son tres aplausos; tres golpes, tres latidos que se sienten como daga en el corazón.
- ¡Buen intento Papillon! - escuchan a esa voz, esa maldita voz, hablar. Sigue siendo siniestra, profunda, lejana; como un susurro de inframundo. -, pero sabemos quién es el malo; no invirtamos los papeles. Sin ti, ninguna víctima inocente se habría transformado en villano. – los héroes lo buscan entre las sombras, pero no logran ver a nadie. La voz suena en cada esquina, por lo que es imposible saber de donde viene realmente. -Papillon, no importa cuánto nos lleve, te encontraremos y tú nos entregarás tu prodigio.
Empieza a reír entonces, satírico e infernal.
- ¡Muéstrate! - grita Lordbug. - ¡Déjate de juegos y sal de tu escondite!
- ¡Les prometeré algo! - sigue hablando, ignorando las órdenes del azabache. Su voz es alta y finge ser protectora. - ¡No importa quien les quiera hacer daño!, ¡Lordbug y Chat Noir harán lo posible por mantenerlos a salvo!
- ¿¡De qué estás hablando?!- grita interrumpiendo.
- ¿¡De qué estabas hablando tú?!- le devuelve el grito aún más fuerte. Una sombra sale de un oscuro rincón, asustando y golpeando fuertemente al héroe. - ¡¿No fue ese tu discurso?!- lo ve alejarse en la oscuridad de nuevo. - ¿¡No fueron esas tus palabras hacia los parisinos?!, ¿¡no son esas todas las mentiras que escupiste ese día?!
- ¡No son mentiras! – responde, sosteniendo su estómago, pues es donde le golpeó- ¡Me he dedicado a cumplirlas al pie de la letra!
Las sombras ríen.
- ¡Mientes!, ¿no dijiste que detendrías a Papillon?
-Voy a detenerte hoy.
La sombra sale de nuevo y le golpea; tan fuerte que Lordbug puede jurar que han sido más de uno.
-Yo no soy Papillon, imbécil.
-Pues igual de cobarde que ella, si eres.
Sale una vez más solo que a diferencia de las ultimas veces, Lordbug lo ha visto. Lo esquiva y trata de devolver los golpes.
Una batalla empieza entre ambos hombres entonces. Lordbug puede notar que su vestimenta es distinta a otras veces; su camisa ya no es roja tinto, sino negra. Oscura, ligera; como traje de funeral.
Lordbug nota algo raro, hay golpes que, si bien le duelen, los siente bastante comunes y otros, duelen como el infierno. Hay muchos, no sabe muy bien de dónde vienen, es como si lo estuvieran golpeando de dos lados distintos al mismo tiempo. Ve que Chat Noir se acerca un par de veces a la araña, con los ojos afilados en adrenalina; pero no la ve acertar ningún golpe en su contra.
También, como desde la primera vez, él solo se dedica a esquivarle. No la golpea, ni hace la mínima seña de querer dañarla; como si ella no fuera enemiga suya.
Claro que no, desde el día uno ese hombre perverso ha estado detrás de él.
Le alegra, en parte, tener esa sensación de que al menos Chat Noir no saldría herida por nada en el mundo. No dejaría que la lastimaran; hoy menos que nunca, estaba dispuesto a protegerla con su vida. Después de todo, el único que tenia un labio roto y un dolor punzante en el estómago es él, así que estaba bien.
Se pregunta las razones, en cambio, por las que a pesar de estar dando todo de si, estaba en condiciones tan desfavorables. Adolorido, golpeado, cansado y él... como si se tratara de un vals cualquiera.
- ¡¿Cuál es tu jodido problema?!- pregunta por fin, tratando de recuperar el aliento.
-Tu. - responde directo. - ¿Es que todavía no lo entiendes? - le da un ultimo golpe directamente en el rostro, pues ha logrado acercarse con rapidez.
¿Cómo?, ¿por qué esta frente a él?, ¡es imposible que un villano pueda acercarse de esa manera a él!, ¡Chat Noir siempre le respalda y cuida para que nadie se acerque!, ¡sus habilidades siempre previenen los pasos de los akumas!, ¿¡por que contra él se siente como un inútil que no logra hacer nada bien?!
-Yo no te he hecho nada. – le recrimina.
-Tu me hiciste todo, Lordbug. – acusa.
Sus ojos son distintos a los de la ultima vez. Opacos, desalmados... cual cadáver que no tiene vida en ellos, unos fríos orbes le ven directamente y Lordbug siente que esta vulnerable a ellos.
Los ha visto antes en otro sitio.
¿Pesadillas tal vez?
- ¡Chat! - le llama, asustado y en pánico. - ¡Tu cataclismo! – pide. No logra pensar en otra cosa capaz de detenerlo.
Se siente como si estuvieran peleando con un demonio.
- ¡Si! - acata ella.
La ve pasar a su lado con rapidez. Su cabello baila con la brisa de su correr y justo cuando esta frente al monstruo; ella gira bruscamente hacia él.
La ve a los ojos, por una fracción de segundo; verdes brillante, cual esmeralda en bruto, inundados en miedo, enojo, ansiedad e incertidumbre.
En arrepentimiento.
Gira a él, con la única intención de darle un fuerte y certero golpe con su bastón en la cara.
Su vista se nubla, siente nauseas e incluso se marea unos momentos. Cae al suelo, aturdido. No sabe que le ha dolido más, si el golpe o que ella haya sido la responsable de darlo.
-Bien hecho, bonita. -escucha entre zumbidos la voz masculina felicitarla.
Esta confundido, ¿en que momento?, ¿por qué?, no lo entiende, no lo hace.
¿Chat Noir estaba poseída?, ¿akumatizada?, esa era la única explicación que se le ocurría.
¿Por qué otro motivo estaría ayudándolo a él?
- ¿Chat? - intenta incorporarse, pero sus piernas y brazos; cuerpo entero en realidad, no le obedece.
Quiere vomitar.
-No entiendo porque seguías ordenes de este imbécil si tu sola podías con todo. – lo ve acariciarle suavemente el cabello. – Dame tu prodigio.
Lordbug arde en enojo al verlo. ¿Por qué esta tan cerca de ella?, ¿por qué la toca y acaricia con esa confianza?, ¿quién mierda se creía que era?
- ¡Aléjate de ella! - grita tan fuerte que la cabeza le punza. - ¡Chat Noir, no lo escuches! - pide.
¡No podía!, ¡esa no era ella!, ¡su compañera, su amiga, nunca le traicionaría de esa manera!, ¡ella no era así!
Lo ve dedicarle una mirada de superioridad aterradora. Lordbug hace un sobre esfuerzo por levantarse, pero una repentina luz verde le ciega unos segundos y después; la incredulidad le mata.
Chat Noir le había obedecido.
Adrianne le había entregado su prodigio a la araña por voluntad propia.
No, no, no, es imposible. Debe ser una ilusión, no puede haber otra explicación.
Intenta levantarse de nuevo, aunque siente el vértigo aun en su ser. El golpe en la cabeza o la ansiedad en el pecho, ¿que lo volvería loco primero?
El aroma a sangre le invade de pronto, ¿de él?, probablemente. Siente algo espeso y cálido caer desde su frente.
Se apoya en su rodilla, para darse impulso.
-No...- logra murmurar.
- ¿Por qué sigues levantándote? - le reprende con cansancio.
De nuevo, le golpea. Una patada directo en su lado derecho, sobre el oído. Cae hacia a la izquierda y esta vez no puede contener un pequeño vomito debido al impacto.
Vomita sangre justo a su lado. Un pequeño charco de muerte a su costado.
Los zumbidos incrementan, el mareo se intensifica y la luz comienza a molestarle. Adrianne no se atreve a mirarlo, tiene los ojos cerrados con fuerza, asustada; tal vez evitando verlo para no arrepentirse.
Pasan unos momentos hasta que logra reincorporase levemente.
Siente que se vuelve loco con el paso del segundero.
- ¿Qué quieres lograr con esto? - habla, pero no esta seguro de si su voz es audible. Sabe, con seguridad, que sigue consciente gracias al poder sobrehumano que le da el prodigio. -, ¿crees que vas a ganar?
De nuevo lo escucha reír. Escucha el ruido con eco, no esta seguro de si es el lugar o sus oídos a punto de colapsar.
-Yo no quiero ganarte, Lordbug. - le confiesa, agachándose hasta quedar a su altura en el suelo. Lo ve con burla una vez más. - Solo quiero que pierdas.
Ve claramente las intensiones del otro, pero por más que desea detenerle o devolver todos los golpes recibidos; no le quedan fuerzas... ni físicas ni de voluntad.
El ardor es fuerte, pero se siente como nada comparado a todo lo que ya ha pasado. Siente como sus aretes son arrancados de sus oídos.
No hace falta ver para saber que ahora también sangra de ahí; más si es posible.
- ¿Qué? - escuchan la voz de Adrianne en un lamento. - ¿Mario?
Ella entra en pánico.
¿Qué estaba haciendo?, ¿Mario?, ¿qué hacia él aquí?, todo este tiempo... ¿había sido él?
-Adri...- le responde, débil.
Ella no lo soporta más y se lanza a socorrerlo. A detener su rostro entre sus manos con delicadeza y preocupación. Sus ojos lagrimean y se inundan en desespero y arrepentimiento. Mario tose un par de veces, escupe sangre en todas ellas; sin los prodigios el dolor ha incrementado a magnitudes inexplicables.
-Las personas como ustedes me asquean tanto...- habla de nuevo el que sigue en pie, con genuina decepción. -Mírense, se traicionaron y aun así creen fielmente en que se van a salvar uno al otro.
-No lo traicioné...- dice, excusándose. - Yo solo quería salvar a Col...
-No puedes salvar a los muertos. - le interrumpe seco.
-No, no es cierto... - llora ella. Mario no entiende de que hablan.
Las manos que le sostienen tiemblan. ¿Qué había hecho la araña contra Adrianne?, ¿con que la había sobornado?
- ¿Por qué haces esto? - pregunta él, cuando el dolor le permite formular una frase sin doblegarle.
-Estaba aburrido. - dice sin más.
¿Aburrido?, todo lo que había provocado y hecho... ¿era porque se aburria?, ¿qué clase de psicópata estaba frente a ellos?
-Detente ya, por favor...-pide la rubia. -Ya basta... por favor.
- ¿Detenerme?, ¿de qué?, aun no les he hecho nada.
-Entréganos los prodigios, no hagas esto, sé que no quieres esto...
- ¿Qué puedes saber tú de lo que quiero o no, Adrianne? - le corta, con brusquedad. - No me conoces.
-Aun así, no puedes usar los prodigios contra dos civiles, ¿o sí? - intenta convencerle de cualquier modo.
- ¿Debo recordarte lo que le ocurrió a tu madre o a Colín?, ¿aún dudas sobre lo que puedo hacer?
Ella muerde sus labios al escucharlo.
No, no era cierto, él mismo había dicho que Colín estaba bien, que solo lo tenía cautivo en garantía. Su madre seguía en el hospital. Intentaba asustarla solamente. Él no se atrevería a matar a nadie.
-No te creo...
-Tienes buenos instintos, debo reconocerte eso. – confiesa sínico. -No los usaría contra civiles, por eso mismo; no estoy usando ninguno, ¿o sí?
"Imposible", piensan los héroes.
¿Un civil había dejado en tan mal estado a Lordbug?, era inhumano pensarlo siquiera.
-Mentiroso. – logra articular el azabache, que sigue sin poder moverse. Le arde y duele la existencia misma.
-Se llama estrategia; plan, técnica, táctica, fuerza... cosas que dejaste en claro que no tienes desde hace mucho. – se burla. -Te venció un simple humano.
-Eres un asesino, no un humano. – escupe Mario con furia, tratando de levantarse una vez más. Adrianne es la que lo detiene al verlo quejarse.
- ¿¡Yo?!- grita incrédulo, comenzando a caminar de nuevo entre las sombras del lugar. - ¡Aquí los únicos asesinos son ustedes! - el de negro les lanza un montón de carpetas y papeles a los pies. Papeles que hasta hace nada descansaban en uno de los rincones del lugar.
- ¿Qué es esto? - pregunta la chica, recogiendo unas cuantas.
Son hojas con fichas de información de distintas personas, una en cada hoja. Jóvenes, niños, adultos, ancianos, hombres, mujeres... son muchos y diversos.
- ¿André Bernand? - lee el nombre del señor en la hoja.
-Esposo... ex -esposo, en realidad. - se corrige divertido. - De la viuda Leia Bernand. - le presenta. - Le cayó el techo de su casa encima mientras ustedes luchaban contra un akuma y destruían edificios sin cuidado. Muerto por culpa de... ¿adivinan de quién?
-Es imposible, el prodigio lo repara todo... – habla esta vez Mario, incrédulo. Viendo las cientos de hojas que hay frente a él.
Todas esas hojas eran... ¿personas?
Adrianne le unas cuantas, sintiendo que unas arcadas quieren invadirle.
-Lo material, claro. - le da la razón. - ¿Acaso creías que las vidas humanas también se reparaban?, ¿te crees un dios todopoderoso? – patea las carpetas a ellos con furia, para que no pierdan detalle alguno de las fotografías, esas que parecen verlos directamente. - No eres más que un asesino inmundo.
-No lo soy...
- ¡Lo eres! - grita. –¡Casas derrumbadas, choques de autos, explosiones, caídas, la torre Eiffel colapsando, el tren desplomado!, ¡¿sabes cuantas vidas arrebataste sin que les dieras importancia!?, ¿cuántos amigos robaste?, ¿a cuantas familias destruiste?, ¿cuántos sueños dejaste inconclusos? – escupe.
- ¡No!, ¡no es cierto! - grita, aunque le mate hacerlo. - ¡Mientes!, ¡el prodigio lo devuelve todo!, ¡el prodigio lo repara absolutamente todo! - lleva ambas manos a su cabeza, sintiendo que le va a explotar.
¿Cuántas personas eran?, ¿por qué nunca se le informó de esto?, ¿por qué la araña tenía esa información?
¿Por qué...?
Despegó sus ojos de ella un segundo, solo uno. Su distracción por la crisis que empezaba a tener no duro mucho, un pestañeo.
Escucha los pasos agresivos acercarse, escucha el quejido, la piel crujir, la sangre gotear y para cuando eleva la vista; el hombre de negro tiene a Adrianne entre sus brazos con una gran daga clavada en su garganta.
Los ojos de la chica se opacan al instante. Su boca se llena de ese liquido carmesí y la ve toser con dificultad un par de veces.
Quita el arma y la mujer cae al suelo inerte; sin vida, sin nada.
Estaba muerta. No hacía falta ser un médico experto para saberlo.
Habían asesinado a sangre fría a Adrianne Agreste frente a sus ojos.
Y él no había hecho nada.
Mario esta en shock por las imágenes, por la situación. Siente sus manos temblar, la garganta cerrársele y un escalofrío de infierno invadirle. Su cuerpo no responde.
¡Haz algo!, ¡ayúdala!, ¡salvala!, ¿por qué sus pies no obedecían a su cerebro?
El hombre frente a él, aún con la daga en mano, le avienta sin cuidado los prodigios de la catrina de regreso. Quedan estos a unos pasos de él.
Entre él y el cadáver.
Pero no hay reacción alguna.
-Revívela con el poder del prodigio de la creación. -reta. Después le lanza el anillo de Chat Noir. -Anda, usa el poder absoluto y regresa al amor de tu vida a la vida. ¿Puedes?
Mario se levanta por fin impulsado por la adrenalina y el odio. Grita, desgarrador e inhumano hasta que logra tomarlo del cuello.
Da golpes, pero le otro los esquiva. Si en su estado normal no había logrado nada, ahora cegado por sus emociones era aún más inútil.
Inservible.
Sin embargo, el hombre se queda quieto en uno. Lo deja darle un solo golpe en la mejilla que logra romperle el labio levemente.
Le sonríe altanero.
Forcejean un poco y Mario logra tumbarse al suelo con él. Lo acorrala en el suelo, le arrebata el estúpido antifaz de los ojos que usaba y que ahora de cerca, era notorio que había comprado en una tienda de disfraces. No dejaba de burlarse de él ni un solo momento.
Era cierto después de todo; él no usaba prodigios contra civiles.
Lo ve.
-Eres... – balbucea tontamente.
-Una araña. - completa por él.
Mario lo siente, sabe que lo han apuñalado en su costado derecho.
¿Por qué?, ¿qué sentido tenía?, ¿por qué había decidido llegar tan lejos?
-Tranquilo, Mario, no morirás con eso...- le asegura, cariñoso. -Solo quiero que te quedes quieto. – le toma de las manos y lo obliga a tomar el arma; lo obliga a removerla un par de veces él mismo.
Sonríe al escucharlo quejarse y lloriquear por el dolor.
- ¿Co...
- ¿Sabías que uno de los depredadores naturales de la catarina y las mariposas son las arañas? - cuenta con emoción, como niño presumiendo lo que acaba de aprender. - ¿Sabías que una mordedura puede ser tan venenosa como para matar también a un gato? - ríe burlón. - ¿Sabes que es lo mejor, Mario?, que el mundo les tiene miedo. Nunca nadie corre tras ellas para hacerlas pagar. Solo las dejan irse. Pobrecitas, ¿no crees que las subestiman demasiado?
-No... te dejaré ir...- habla. Se siente ahogar en su propia sangre. -Voy a matarte. - sentencia.
-Dudo mucho que una catarina sea capaz de eso.
-Voy a matarte. - le repite.
-Sálvate a ti mismo primero. - saca el arma sin cuidado. Aburrido por la reacción tan predecible. Esperaba algo distinto; ¿odio?, ¿caos?, ¿una lucha final formidable?
Lo ve desmayarse unos segundos después.
Tan decepcionante. Hasta el final Mario y Lordbug eran de lo más inservible que existía.
Se levanta con tranquilidad, camina lento hasta los prodigios y los recoge sin muchas ganas.
Esta exhausto; no físicamente claramente, solo... exhausto de... ¿todo en general?
Se sienta a unos pasos del cadáver de la rubia. Saca su celular de su pantalón y marca el número de emergencias.
Le peina y acomoda con cuidado el cabello mientras los tonos de espera suenan.
- ¿Hola? – habla al instante en que se escucha que la llamada ha conectado. Se muestra agitado, mostrando en su voz un temor palpable.
-Hola, ¿cuál es su emergencia?
-Él... la asesino... él hizo...- cuenta entre cortado, para dramatismo.
-Señor necesito que se calme, por favor. ¿Puede proporcionarme su nombre y dirección?, mandaremos una patrulla a la brevedad.
-Si... estoy en la mansión Agreste...- explica los detalles de la ubicación con rapidez, ansioso.
- ¿Su nombre? - pide de nuevo, la escucha teclear un par de veces guardando los detalles.
-Colín Bourgeois.
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