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Agosto 3

[...]

5 días antes de la picadura.

Mira con confusión y terror desde su balcón como nubes de humo negro comienzan a salir de distintos puntos de la ciudad. Los noticieros están en la gran televisión y los escucha de fondo, aunque no logre entender lo que dicen. Llevaban mucho tiempo sin akumas, ¿por qué ahora?, ¿lo había hecho a propósito?, ¡mierda!, ¡es obvio que sí!

No tenía conciencia, Papillon era...

No.

No lo era, él no era Papillon.

Muerde con ansias sus uñas, él no era el villano que acostumbraban a combatir, él era un lunático del que desconocían sus límites. ¿Hasta dónde llegaría él?, ¿qué es lo más cruel que hace?, no tiene idea.

Y le preocupa.

Lo ve atravesar el cielo entonces, Lordbug se apresura en dirección al akuma antes de que suene la alarma. Ella corre a su sofá para poder verlo.

Ayuda a la gente, evacua y actúa como siempre. Una pequeña voz en su mente le presume orgullosa; "¡Ves, él es un buen héroe!"

Lo es.

Pero ¿por qué no la ha buscado?, no ha dado miradas a los alrededores buscándola ni le ha dejado un mensaje en televisión abierta para pedirle ayuda. Lo está habiendo todo solo y sin problemas.

Como si ese akuma no fueran más que un juguetes para él.

—Vamos, date cuenta...—susurra.—Date cuenta de que no estoy.

—No lo hará. — le responde esa voz.

Esa maldita voz.

Se levanta bruscamente y a la defensiva.

—¿Cómo entraste? — pregunta.

—La ventana está abierta, ¿no era esa una invitación después de todo?

Sin más, ella, cegada por el enojo que guarda dentro de su ser, se lanza a golpearlo. Él solo se limita a esquivar, incluso a juguetear un poco con ella.

— ¡Voy a derrotarte! —amenaza.

—¿Con tus manos humanas? —responde. —Porque prodigio no tienes, ¿o sí? —le ríe en la cara. —Oh, no, ese lo tengo yo, ¿verdad? — le enseña la mano, lo está usando sin cuidado en su dedo por sobre el guante. No está activado, solo es un simple accesorio por ahora.

—¡Lordbug lo recuperará!

—¡Él ni siquiera sabe que no está! —grita de vuelta. —Alguien tan egoísta como él nunca se daría cuenta de que faltas, ¿sabes por qué?

—No quiero escucharte.

— ¡¿Sabes por qué, Adrianne?!

—¡Cállate!

MmPorque para él, tú no eres nada. —escupe.

Ella siente su corazón temblar.

—¡Eso no es así!, ¡él me quiere!, ¡él confía en mí!

—Si te tuviera estima como dices, ¿no crees que hubiera sido más consiente?, ¿no crees que Colín seguiría a tu lado?, ¿qué me dices de tu mamá?, ¿hubiera yo podido morder si no es por culpa suya?

—¡No te atrevas a mencionarlos!

—¿Por qué no?, ¿te aterra confirmar lo que sabes?

—Colín está bien.

— ¿Lo está?

—¡Cállate!, ¡juro que voy a matarte!

—Oh... —susurra. —¿Vas a matarme?, ¡esa es una amenaza interesante! —da unos pequeños aplausos. — ¿Sabes cómo se siente asesinar a alguien?, yo eh visto morir a muchos, pero ¿matarlos con mis propias manos?, ¿se siente igual que cuando le atravesé el pecho a Colín hasta que sus ojos se opacaran?, ¿o es más bien como aquella vez que apuñale a tu madre hasta que su garganta se rompió por gritar y escupió sangre hasta caer inconsciente?

Adrianne queda congelada. Sin poder procesar sus palabras.

—Tu...

—Dime, mi niña, ¿cómo vas a matarme?, ¿sufriré tanto como ellos?

—¡No!... ¡no es cierto! —sus ojos tiemblan de miedo y se inundan en lágrimas. —¡Ellos no están...!

— ¡¿No fui yo el culpable?!— corre hacía ella y la toma del mentón con fuerza. —¿No soy yo el villano según ustedes?

—¡Lo eres!, ¡eres un monstruo!

—No. No lo soy. Es solo que los héroes convencionales como ustedes me parecen estúpidos. Dime Adrianne, ¿nunca creíste, ni un poco, que todo lo que dije es verdad?

—No. —niega con rapidez.

—No te creo.

—No me importa tener tu confianza.

— ¿Y qué dices de la de Lordbug?, ¿te importa tener la suya?, ¡míralo! —le grita y la obliga a girar bruscamente al televisor, que lo muestra sonriendo y recibiendo elogios sin parar porque ha derrotado al villano por su cuenta.

Adrianne no sabe que pensar.

— ¿Viste una sola vez que te buscara, que te necesitara?

—Él...—dice, con la voz ronca y a punto de romperse.

—No te necesita. —completa con frialdad.

—Somos un equipo...— trata de bajar la vista, pero la araña no la deja.

—Eres un ayudante, ¿no lo ves?

—Pero...
—-Es un egoísta, Adrianne, entiéndeme un segundo; no quiero hacerte daño, estoy de tu lado. —su voz se suaviza. —Yo puedo ver a la perfección tus increíbles habilidades con el combate cuerpo a cuerpo, tu agilidad con la espada y bastón, tu audacia y tu carisma. — elogia, acariciando con cuidado su mejilla. —Yo lo sé, él no...

Ella niega llorando.

—Eres el malo.

—Solo busco justicia. -explica. -Lordbug es el verdadero villano de ésta historia, Adrianne; se está robando tu protagónico, ¿no lo ves?

—Él salva a París altruistamente...— excusa.

La araña sabe que lo hace para convencerse a sí misma más que para defenderlo.

Sonríe complacido.

—Él no escucha al pueblo, solo se glorifica en él. Siempre salva a los parisinos privilegiados, ¿nunca has visto la miseria que se vive en los barrios pobres? Pasamos hambre, frío, miedo...—le dice, soltando su agarre y dándole un poco de espacio. —Sé que para ti en este momento soy el malo pero, a ellos cuestiónales quién es el héroe; quién les da las herramientas para salir de su pobreza, ¡pregúntales quién les da el poder para hacerse valer!, ¿Lordbug?, ¡¿tu?!—lanza el sillón con el pie con fuerza hasta hacerlo alejarse bruscamente unos metros. —¡No seas ingenua! —intenta acercarse de nuevo a ella lentamente, con cuidado porque la nota nerviosa y aterrada.

—Nosotros somos héroes...

—Si. Nosotros. Tú y yo...—dice convencido, como si ella por fin hubiera llegado a su epifanía. —Podemos derrotar a Lordbug, a su tiranía, hagamos un París justo para todos. Uno en el que tu madre pueda despertar y vivir una vida tranquila sin que tenga la necesidad de un milagro.

Esas palabras parecen devolver a la rubia a la realidad. Sus ojos se afilan y se llenan de odio.

—Tu mataste a mi madre.

—No, no, no... -se apresura a corregir. —Yo le di una oportunidad de descansar, ¿no sabías acaso que sufría de anemia por el trabajo extra, de migraña por el estrés y de depresión desde lo del señor Agreste? — la toma de las manos, pese a que ella intenta alejarse. Entrelaza sus dedos después de forcejear un poco. —¿No las ves más vida desde que murió?, su piel tiene color, su cuerpo está nutrido y no sufre la ausencia de su esposo mientras se recupera. Haz un París hermoso para cuándo despierte. ¿No quieres a tu mamá y a tu papá juntos de nuevo?

—¿Cómo sabes tu todo eso?

—Te dije que investigué y derroté a Papillon, ¿no es así? - siente como ella empieza a corresponder su agarre con miedo.

— ¿Qué?

—Te lo dije desde el primer día, yo nunca te he mentido Chat Noir. No soy como el idiota de Lordbug...

Ella asiente con lentitud. Él no puede ocultar la gran y horrenda sonrisa que se forma en sus labios al verla hacerlo.

—Lordbug... todo... es su culpa después de todo, ¿no? Colín... mi madre... ¿todas mis desgracias son culpa de él?

—Yo puedo arreglarlo. —ofrece. —Quítale el prodigio al villano de la creación y te daré el deseo. Será tuyo, yo no lo quiero.

Lleva ambas manos, pequeñas y delicadas hasta sus labios, en donde deja un pequeño beso y después, una mordida leve.

Para cuándo Adrianne reacciona, la araña ha desaparecido.

Pero sus palabras, las marcas de sus colmillos en su mano derecha y el prodigio de la destrucción en la izquierda no. Entiende que, por primera vez en su vida, alguien le está dando la opción de hacer lo que quiera.

La araña le ha devuelto su prodigio, ese que su compañero ni siquiera notó que se había ido. Le había devuelto la opción de hacer de la vista gorda a todo lo que dijo y la oportunidad de seguirse engañando con la idea de que era una heroína.

La araña solo le había pedido una cosa; que lo pensara.

Y para ser sincera; Adrianne no sabe que responder.

[...]

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