
Abril 8
[...]
122 días antes de la picadura.
Su madre había estado débil los últimos días, pero, aún así, mantenía su fe intacta.
Al menos lo intentaba.
Ni siquiera se esforzaba por ir al hotel, ¿tenía acaso algún motivo para ir?, ¿por qué volver a su casa si su hogar agonizaba en una cama de hospital?
Día tras día y noche tras noche estuvo aquí, a su lado, esperando que volviera en sí. Que abriera sus ojos y pudiera verse reflejado en ellos de nuevo.
No importaba cómo lo mirara, no le importa en absoluto, sólo rogaba a Dios por verlos una vez más. Había prometido tantas cosas al ser divino en el que todos creían; ser mejor persona, hacer caridad, perdonar a todo mundo, incluso disculparse con su padre por no ser lo que esperaba, lo que fuese; no importaba si tenía que matar su orgullo o principios.
Él sólo quería que su madre despertara.
Insistía en hablarle por las noches, pidiéndole perdón por todo y prometiéndole que, si volvía, sería el hijo perfecto que nunca pudo ser. Se esforzaría, lo lograría incluso, solo pedía una cosa a cambio
Que no lo abandonara ella también. No se sentía capaz de soportarlo.
Aún si lloró en silencio y bajó a la capilla del hospital cada medio día a orar, incluso sin ser creyente, parecía que todo iba en su contra.
Tal vez Dios también lo odiaba.
Es creyente de una cosa; de las reencarnaciones y en vidas paralelas. Le gustaba creer que en alguna otra su madre le quería.
Imaginaba que, en esas otras, él no tendría que estar parado frente a su madre inerte en la morgue para hacer el reconocimiento del cuerpo oficialmente.
Aún mejor, tal vez en esas otras ni siquiera tenía que presenciar eso nunca.
La ve, mientras el médico arregla unos papeles, estando tan pálida y delgada, incluso más que cuando la trajo aquel día.
¿Anemia?, ¿intoxicación por sobre ingesta de pastillas y químicos?, ¿qué era lo que el medico había dictado como causa de muerte?
Muerte.
Su mamá estaba muerta.
Quería reír de la absurda situación; se sentía tan fuera de sí mientras veía el rostro de lo que alguna vez fue la alegre Andrea de Bourgeois. Esos labios resecos, ¿cuándo fue la última vez que sonrieron?, esos ojos cerrados, ¿cuántas lágrimas habían derramado?
Ese corazón sin vida, ¿había latido alguna vez por él?
Cada latido del rubio, esos que daba incluso cuando él deseaba que no lo hiciera, eran todos de su madre.
Él había vivido toda su vida en contra de su voluntad por ella, entonces, ¿por qué ella no había hecho lo mismo?
¿No era egoísta?, ¿era él único que pensaba en eso?
¿Por qué ella se había rendido así?, ¿y él?, ¿dónde quedaba él?, ¿ella habría pensado siquiera en lo que le pasaría a su hijo una vez no estuviera a su lado?
No.
Seguramente el rostro de Colín ni siquiera cruzó por su mente.
Ah... ¿tan poco era entonces?
— ¿Tiene alguna duda respecto a los trámites?
—¿Cuándo me la entregaran? —pregunta sin despegar su vista de ella.
—Ya que se incinerará, tardará unos días.
—Bien.
Pasan unos segundos en silencio, el médico da unos pasos incómodo.
— ¿Puedo ayudarle en algo más?
—¿Puedes revivirla?
El joven queda unos segundos pasmado por la petición.
—No, señor.
—Entonces no me eres útil. —dice.
Da unos pasos hasta llegar a la puerta de la morgue y sale sin ver atrás.
¿Qué se supone que haría?, ¿llorar?
Si, era lo normal, debería estar triste... ¿Por qué no lo estaba?
Solo un profundo odio y rencor estaban en su pecho.
¿Por qué?
Era tan injusto.
Siente su mente perdida mientras sube las escaleras. Todo a su alrededor parece borrosos y ni siquiera es capaz de reconocer sonido. Es como si alguien le estuviera manipulando desde afuera.
Sus ojos duelen un poco por la repentina luz que hay detrás de la puerta que ha abierto.
Nota que las cúpulas de los edificios están por debajo de él, y es cuando nota que ha subido a la azotea del hospital sin siquiera notarlo.
La fría brisa le pega y le devuelven un poco a la realidad, aún así, no se siente del todo real.
Ve un precioso atardecer morado frente a él.
—A mamá le gustan estos atardecer...— dice, acercándose a la orilla. —A mamá le gustaría verlo...
Aprieta con fuerza el barandal frente a él.
—Mamá... —susurra.
Da un golpe.
Era una cobarde.
¿A quién podría culpar?, ¿a ella por aferrarse a un hombre que no la amaba hasta el final?, ¿a su padre por no quererla y haber estado con alguien más?, ¿a él mismo por ser la principal causa de todo?
Quiere hablar con alguien, decirle a quién fuera que su madre se había ido, pese a que él hizo todo lo que estuvo en sus manos para salvarla. Contar que había sido cansado estar ahí, agonizante ante la expectativa de que cualquier cosa podría pasar, que no había dormido en días esperando por noticias, que había tenido pesadillas cuando lograba conciliar el sueño en las que su madre no lo lograba.
Que ese peor escenario se había cumplido por fin, sin que él pudiera evitarlo. Quería contarle a alguien que estaba solo, que lo habían dejado otra vez.
Quería darle la noticia a alguien de que su mamá había muerto y que ese alguien le abrazara con fuerza para que no se rompiera.
Pero estaba ahí, roto y sin nadie a su lado.
¿Podría llamar a Samuel, quién no le había mandado ni siquiera un mensaje de texto desde que le llamó la otra vez?, ¿podría llorar en los brazos de Adrianne, quién a pesar de saber por Gabriela la situación, no había ido a verlo ni una sola vez?
Les daría dinero, si es lo que pedían, solo no quería ser victima de ese horrible sentimiento de vacío en el pecho.
¿Su mamá... no... Andrea estaría descansando por fin?, por ahora, ese es el único pensamiento que le puede impedir saltar desde ahí.
¿Algo podría evitarlo realmente?
No, esperen un momento... toda esta situación, ¿podría haberse evitado?
¿Qué fue lo que ocurrió?, ¿dónde empezó a irse todo a la mierda?, ¿en qué momento?
Una voz resuena en su mente, asustándolo.
—¿Quieres vengar a tu madre?
—Si.
—Todo es culpa de tu hermanastro, ¿no es así?, él obtuvo todo lo que siempre quisiste sin esfuerzo, ¿no es injusto?
— ¡Lo es! —gruñe.
—¡Todo es culpa de esa familia ajena!, ¡yo puedo ayudarte!, ¿no quieres que Zoel sufra lo que tú?
—No... —susurra. — Él debe sufrir aún más que yo.
—Puedo hacerlo, puedo darte el poder suficiente para que hagas que se arrepienta de haber robado lo que te pertenece por derecho...— la voz de la mujer ríe burlona. —Solo necesito que me des los prodigios de Chat Noir y Lordbug y podrás...
Colín deja de escuchar la voz de la villana en cuanto menciona ese nombre.
Lordbug.
Claro, ¿cómo pudo dejarlo de lado?
Si él no le hubiera quitado el prodigio de la abeja su padre pensaría que él era un buen hijo. Si él no le hubiera dado ese mismo prodigio a Zoel su madre no le hubiera dado la razón a Andrew de que él era un bueno para nada.
Tal vez si le hubiera dejado el prodigio como prometió, su padre y madre se darían cuenta de que él valía algo.
Y tal vez serían felices.
Y tal vez, no le hubieran dejado.
No importa por dónde lo mire, el culpable era Lordbug.
Ese imbécil había sido la causa de todo. La loca de las mariposas no era más que una fanática en comparación.
Lordbug era el verdadero villano de esta historia, ¿no?
Toma en sus manos a la mariposa, de la que se había librado una vez más. La aprieta y deja caer a sus pies, y una vez ahí, la pisa con lentitud y desagrado.
¿Se podía purificar algo que estaba muerto?
[...]
Actualización especial por el cumpleaños de mi amix Nich ♡♡
No maté a Colín, ¿viste? ♡
FELIZ CUMPLEAÑOS, :D
Que disfrutes tu día y que esté lleno de alegría y sonrisas <3
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