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20.

I don't need anybody else
'cause i can break my heart myself

Jungwon, por favor...

—No, Ni-ki.

—Jungwon...

El menor se restregó la cara con sus manos, apoyándose en la puerta del baño mientras pensaba en una manera de hacer que Jungwon saliera.

—¡Es que no lo entiendes, Ni-ki! "¿Crees que puedas intentar describir lo que sentiste en esos momentos?" ¡¿Quién mierda pregunta eso en su primera visita?!— se quejó el mayor mediante gritos. Ni-ki cerró los ojos y suspiró.

—Ella sólo está tratando de ayudarte...

—¿En serio? Porque si de verdad quisiera ayudarme, tu papá no le estaría pagando para que lo haga.

Ni-ki ya no sabía qué hacer o decir para hacer entender al mayor las cosas. Desde que salió del consultorio de su psicóloga, Jungwon había estado tan enfurecido e irritante como lo estaba en esos momentos. Ni-ki entendía su punto de vista, no le parecía correcto que la doctora hablara sobre la situación de Jungwon desde el primer día, preguntándole lo que había sentido desde los seis cómo si fuera un tema ligero y fácil. Sin embargo, no le gustaba que el mayor se encerrara —literalmente— con él de esa forma. Habían acordado poner ambos de su parte, salir de esto juntos, pero Jungwon no estaba cumpliendo eso en este momento. Ni-ki no podía ayudarlo si no podía verlo.

Decidió deslizarse por la puerta y sentarse en el piso apoyando su espalda contra ella. Esperó a que las cosas estuvieran un poco calmadas entre ellos —suponiéndolo— para poder hablar nuevamente.

—Entiendo tu frustración. No puedes decirle a alguien lo que pasaste siendo que te tomaste todo este tiempo para decírmelo a mí, y no te culpo. Sé que no es fácil para tí, lo entiendo, pero no puedo sentirlo. Es por eso que necesito que me mires, por favor. Quiero que me dejes entrar para poder sentirte por completo.

Segundos después de haber soltado todo lo que tenía por decir, el seguro de la puerta hizo un pequeño sonido que hizo que el menor se alejara de ella. Posteriormente vió cómo Yang abría la puerta con dificultad y se encontró con la viva imagen de sus ojos y nariz pintados de un color rojizo debido al llanto. Ni-ki ni siquiera lo había oído llorar en silencio.

Rápidamente se acercó a él y lo atrajo a su pecho, envolviendo su cuerpo con sus brazos cómo tanto acostumbraba hacer. Jungwon enrolló su cintura de igual manera levantando levemente el bastón.

—S-sé que dije que intentaría ser positivo... y te juro que lo intento,— su voz salió quebrada —Yo solo... no puedo ahora. No quiero que me ayuden así. No teniendo que recordar todo lo que sentí.

—No tienes que hacerlo. Esto no es culpa tuya, no pienses así. Buscaremos a alguien más, ¿de acuerdo? Te prometo que todo saldrá bien en tu próxima visita— trató de consolarlo con voz suave.

Jungwon se separó un poco y se apoyó de nueva cuenta en su bastón, el cuál estaba comenzando a dominar.

—¿Quieres ver algo?— Ni-ki le sonrió en grande antes de voltearse repentinamente.

Jungwon no necesitó responder porque ya había visto frente a él el tatuaje en la nuca de Ni-ki. Sus labios se separaron levemente produciendo un sonido de sorpresa, sus ojos sin moverse de la palabra escrita frente a él.

FATE.

E-es...

—Es igual al tuyo— dijo con una sonrisa —Lo hice el mismo día que me teñí— regresó a su posición inicial viendo ahora al más bajo de frente, quién seguía sorprendido.

—No, Ni-ki... el mío fue una estupidez, algo que no debió pasar...

—Pues ahora ya no más— dijo todavía sonriendo —Porque ahora cada vez que lo mires pensarás en mí, en que una parte de tu vida está escrita en mi piel.

Jungwon sólo pudo ver al más alto con una expresión indescriptible, entre sorpresa, admiración y agradecimiento. ¿Cómo podía existir alguien cómo Lee Riki? ¿Es que acaso era un ángel que había caído del cielo para cuidarlo particularmente a él?

—Eso es tan tonto— contestó por fin con una sonrisa que contradecía a sus nuevas lágrimas —Tonto, tonto, tonto.— se fue acercando nuevamente para volver a abrazarlo.

Ni-ki correspondió de inmediato y hasta agachó su cabeza para poder esconderse él esta vez en la curvatura de su cuello, sintiendo cómo el mayor recorría la piel de su nuca con pequeñas caricias.

Ellos estaban creando un nuevo destino.
Su propio destino.

Uno en el que definitivamente estarían destinados a estar juntos.

—Lo siento, señor, pero su entrada está denegada.

Cuándo Yang escuchó esas palabras, un destello de furia y odio pasó por sus ojos, sin embargo, los hombres frente a él seguían viéndole con seriedad.

—¿Qué? Soy cliente frecuente y no necesito invitación.— intentó dar un paso pero los contrarios rápidamente lo detuvieron, tomando sus armas en forma de amenaza.

—Nuestro jefe ha ordenado no permitirle su entrada a ninguno de sus clubes. Incluso si era cliente VIP, ya no podrá poner un pie aquí nunca más.

Junsu ahora sí frunció el ceño. ¿Que ya no podría entrar a Dark Moon decían? ¿Qué clase de estupidez era esa?

—¿Qué carajos? ¿Quién es su maldito jefe? ¡Tráiganlo ahora!

—No hace falta. Yo estoy aquí.— anunció Heeseung parándose a sus espaldas. El hombre volteó y se encontró con el rostro serio del contrario.

—¿Qué carajos está pasando aquí? ¡¿Por qué no puedo entrar a tu tonto club?!

Heeseung lo asesinó por un momento con la mirada, sin embargo, su expresión cambió repentinamente a una simpática, claramente fingida.

—Oh, ¿quieres entrar? Mis empleados debieron entender mal mis instrucciones. De hecho, cómo eres un cliente frecuente, tu entrada ya no es más por aquí. Sígueme, te llevaré al lado por el que entran solamente las personas dignas de mi aprecio.— le sonrió al hombre y pasó por su lado, con sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón.

Junsu pareció confundido al principio pero de igual manera siguió a Lee hacia un lado del edificio hasta rodearlo y llegar a dónde no había nada más que una pared. El club estaba al lado de otro edificio, por lo que ahora ambos estaban parados en medio de un callejón dónde definitivamente no había una entrada especial o siquiera algo más que un contenedor de basura.

—Oye idiota, ¿qué es este lugar-

No pudo terminar de decir lo que tenía planeado porque Heeseung lo había tomado del cuello de su camiseta y lo había estrellado contra la pared, haciendolo cerrar los ojos mientras se quejaba del dolor.

—¡Maldito bastardo! ¿Qué mierda-

—Escúchame bien, tú, pequeña mierda. No volverás a poner un pie en mi lugar, ¿escuchaste? Ni aquí ni en ningún otro de mis clubes porque juro que te mato.— amenazó en voz baja.

Sus ojos era escalofriantes en este momento, sus venas remarcándose en sus manos hechas puños e incluso en su cuello.

—¿Entendiste o prefieres que te lo repita con más fuerza?— al decir esto apretó su agarre en el hombre y ahora sus manos estaban puestas en su cuello, comenzando a asfixiarlo.

Junsu trató de respirar con su boca, adaptando un tono rojo rápidamente por la acción del contrario sobre él. —Tú no... conoces una mierda de mí.— apenas pudo decir.

Los ojos de Heeseung oscurecieron —Oh no, conozco de tí más de lo que debería y desearía.— se acercó al rostro del hombre de modo que pudiera susurrar contra uno de sus oídos lo siguiente que diría —Y es por eso... que te estoy pidiendo amablemente en este momento que te largues de este lugar y no vuelvas nunca más.— se volvió a alejar y sonrió —Y no sólo hablo de mis clubes, por supuesto. Quiero que te vayas lo más lejos posible de Seúl, y no te atrevas a volver, porque si algún día te encuentro— intensificó su agarre haciéndolo acezar —eres hombre muerto.

Soltó al hombre abruptamente haciéndolo caer al suelo mientras intentaba recuperar el aire. Heeseung caminó un par de pasos más hasta que Junsu pudo visualizar sus impecables zapatos a su lado con miedo. Heeseung levantó uno de sus pies y lo llevó al hombro del contrario, empujándolo con fuerza contra el suelo mientras lo pisaba.

Junsu prácticamente lloró de dolor cuando sentía cómo el contrario movía su pie contra su hombro, regresando a su antigua pose con sus manos en los bolsillos cómo si estuviera tranquilo.

—Así que, ¿qué es lo que harás?— preguntó en un tono bajo pero demandante.

—¡Me iré, me iré!— respondió rápidamente. Heeseung lo pisó con más fuerza —¡Aghhh! ¡Lo juro, señor! ¡Me iré tan pronto recoja mis cosas!

—No, te irás ahora mismo, con solamente el dinero que planeabas gastar en mis bebidas. Te tendré en la mira, así que si me entero de que regresaste a tu casa o aún no te has ido de aquí antes de las siete, voy a encontrarte y haré que te arrepientas de haberte metido con mi familia.

El hombre pareció algo confundido por lo último pero no pudo tomarle mucha importancia luego de una amenaza de ese tipo.

—¡De acuerdo, de acuerdo, lo haré! ¡Lo juro!

Heeseung finalmente se alejó y dejó que él se levantara con algo de dificultad mientras Lee simplemente arreglaba su ropa cómo si nada. Luego de unos segundos el hombre lo quedó viendo con algo de temor así que Heeseung volvió a dirigirle la mirada.

—¿QUÉ MIERDA ESTÁS ESPERANDO? ¡LARGO!

Y no tuvo que repetirlo. Junsu salió corriendo tan pronto como lo vió acercarse. Heeseung lo siguió con la mirada y una vez lo perdió de vista, sacó su celular para pedirle a uno de sus guardias que lo siguiera de cerca.

Levantó su vista del aparato cuándo escuchó un carraspeo. Se encontró con Jake, quién lo veía con una expresión tranquila.

Heeseung había esperado algún tipo de regaño por parte del más bajo —por más injusto que le pareciera— o un sermón de porqué no debía hacer ese tipo de cosas. Pero contrario a todo eso, el australiano caminó con pasos lentos hasta estar parado frente a él y abrió sus brazos para luego acercarse al mayor y terminar abrazándolo con fuerza.

Heeseung se confundió primero pero terminó aceptando gustoso el gesto. Jake pegó su cabeza al pecho del mayor viendo hacia un lado.

—Gracias.— finalmente habló —Gracias por lo que hiciste.

—Jaeyun, no tienes que hacerlo-

—Lo haré porque probablemente nadie más lo haga.— se separó un poco para ver al mayor a los ojos —Eres una gran persona, Hee, y yo aprecio cada cosa que has hecho por Jungwon hasta ahora.

Heeseung utilizó su mano para acomodar un poco del cabello de Jake detrás de su oreja —No es sólo por él. Lo hice también por Ni-ki y por tí. Lo hice incluso por nuestra Dani.

Jake asintió —. Sé que lo haces por todo nosotros. Gracias por eso.

Jungwon yacía sentado a un lado de la tina desde hace ya más de una hora aproximadamente. Por obvias razones no podía moverse por su cuenta y es por eso que usaba la tina para bañarse, ya que suficiente vergüenza sentía ya cómo para pedirle a Ni-ki que lo ayude con eso en la ducha.

Sus ojos no se movían del suelo. Hoy era de esos días en los que deseaba que el mundo se detuviera por un momento. Sólo necesitaba un pequeño respiro, pensar un rato y ver si podía encontrar una salida por su cuenta.

Se dió cuenta que la tina ya estaba lista, así que con mucho cuidado tomó el bastón, se levantó y se acercó a la llave para cerrarla. Comenzó a desvestirse cómo podía y se adentró con algo de dificultad. Una vez estuvo sentado se permitió cerrar sus ojos por un momento y disfrutar de la sensación.

Pero su mente se encargó de recordarle lo que había pasado esa mañana con su psicóloga, y sin siquiera darse cuenta, ya se encontraba admirando su cuerpo en el agua. Decidió comenzar a restregarse para distraerse, pero no podía. Incluso cuando se encontraba pasando la pequeña esponja con jabón por sus brazos no podía dejar de pensar en eso.

Así que comenzó a llorar en silencio.

No importaba cuántas veces se restregara el cuerpo, las manos de él seguían ahí.

No importaba cuánto jabón usara o cuánto intentara borrarlo, sus sucias y asquerosas manos seguían ahí cómo huellas.

Aún podía verlo encima de él, aplastándolo con su cuerpo y haciéndolo sentir pequeño porque no podía hacer absolutamente nada. Aún podía escuchar su voz y sus estupidas promesas cómo que no dolería o que sería la última vez que lo haría.

Pero eso no había pasado. Nunca hubo una última vez porque él siempre volvió.

Y volvería. Lo sabía. Él volvería a él tarde o temprano porque siempre encontraba la manera de hacerlo.

¿Su doctora quería saber que fue lo que sintió en cada una de esas ocasiones? Porque esto fue lo que sintió.

Sintió cómo si en su interior, alguna parte de él se cortaba. No sólo era malditamente doloroso, era asfixiante. Sintió que el mundo entero desapareció de repente porque nadie se daba cuenta de lo que pasaba. Se sintió usado de sobremanera, hundido y roto. Dejó de escuchar los sonidos, y su al rededor ya no tenía importancia. Sus uñas se clavaron en las palmas de sus manos de lo mucho que trataba de soportar eso. De su boca salían gritos y llanto de dolor, junto a sus constantes súplicas para que se detuviera.

Y en la última vez, cuándo estuvo en la casa de su abuela, él ni siquiera puso resistencia. De todas maneras sabía que no podía ganar.

Jungwon recuerda todas y cada una de esas veces. Pero la peor, la que definitivamente lo convenció de que nada iba a cambiar para él fue esa última vez, porque esa fue la vez en la que sintió que había dejado de vivir.

Su corazón seguía latiendo y su respiración, aunque fuera errada, estaba bien; sin embargo, él estaba comenzando a morir lentamente con cada estocada que daba.

¿De qué habría servido intentar alejarlo?
De todas maneras ya estaba muerto.

Luego de salir y vaciar la tina, se cubrió con una toalla y salió hacia la habitación de Ni-ki. Se encontró con el menor ya durmiendo sobre su cama, así que intentó hacer el menor ruido posible al dirigirse a su armario y comenzar a sacar su ropa para vestirse.

Una vez estuvo listo, volvió a caminar hacia la cama y se recostó al lado de Lee. Se metió entre las sábanas y volteó hacia su lado para verlo dormir, pero el contrario se removió aún dormido y ahora estaba encarando el balcón. Jungwon iba a cerrar sus ojos para comenzar a dormir, sin embargo, se encontró nuevamente con el tatuaje de su novio.

FATE.

"Ahora cada vez que lo mires pensarás en mí, en que una parte de tu vida está escrita en mi piel."

Era increíble cómo ese chico siempre lograba hacerlo sentir de esa manera.

A salvo.

Se dijo a sí mismo que no importaba cómo se haya sentido en el pasado por culpa de su padre, porque Ni-ki ahora podía hacerlo sentir de otra forma muy diferente. Podía hacerle ver el mundo de otra forma, su propio cuerpo de otra forma y él le había prometido intentar vivir por él.

Así que no lo defraudaría.

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