II| La tormenta llamada Anthon
Cole.
Al otro día cuando llegué al colegio, era todo un alboroto, se sentía un aura de misterio y miedo, así como en las películas de terror cuando el protagonista está por entrar al ático de la vivienda. Y no era para menos, cruzando las puertas de la oficina del director salían dos chicos y una chica y ustedes pensarán «¿Qué es lo raro en eso?» Digamos que si ves a tres pandilleros salir del despacho del director no es muy buena vista.
Entre ellos se encontraba el chico de ayer, mismo cabello blanco, misma sonrisa coqueta, mismo tatuaje con el corazón negro, misma aura misteriosa. Algo en él me atrae pero no puedo saber que es, ¿Será su figura sexi o sus músculos bien trabajados? Sea lo que sea, me atrae.
Pase por al lado de ellos, con la mirada fija enfrente pero sin prestarles atención.
—¡Ey tú, el chico del gorro!—. Escuché la voz de Anthon en mí espalda.
Giré un poco. Mi cuerpo viendo hacia el frente pero mi vista hacía ellos.
—¿Si? —murmuré fastidiado.
—Tú nos darás el recorrido por la escuela. —dijo la chica con una sonrisa media torcida debido a su piercing.
Les juro que sentía mí mandíbula tocar el piso, mis labios se entreabrieron apenas por la sorpresa.
—Em...yo. —balbuceé un poco, miré de lleno hacia la puerta del director— Si, esperen un segundo, le tengo que entregar unos papeles al director, enseguida regreso.
Sin esperar respuesta me adentre al despacho del director —alias mí tío—, él es la razón por la que aún no me han echado de este colegio.
—¿¡Se puede saber por qué yo tengo que darles el maldito recorrido a esos mafiosos!?—. Trate de que mí voz no saliera elevada pero con el enojo que llevaba era imposible.
—¿Hola?—. Me saludó extrañado por mi arrebato. —¿Puedes calmarte? Vamos Cole, no es tan malo, solo muestrales la escuela y te dejo faltar a la clase de matemáticas ¿Si?—. Maldito viejo, me está chantajeando.
—Está bien—. Bufé claramente molesto—. Y gracias, no soporto al de matemáticas. —dije ahora sonriendo, llámenme bipolar por favor.
Me despedí de mí tío y salí del despacho, afuera me estaban esperando los “DREK”. En el pueblo hay varias pandillas, y todas tienen su nombre distintivo, y los Drek son con quienes no deberias meterte nunca a menos de que seas tan idiota como para querer terminar muerto en un decampado.
—Andando, tenemos tiempo. —dije comenzando a caminar.
La chica se situó a mí lado y al lado de ella el otro chico, que por cierto no conozco sus nombres, y al otro lado se situó Anthon.
—¿Cómo se llaman? —pregunte para aligerar el ambiente.
—Mí nombre es Clary, él es mí hermano Jess y él es Anthon—. Me presento a cada uno, aunque a Anthon ya lo conocía.
—De acuerdo, comenzaremos por las aulas de abajo, y luego las de arriba y terminaremos en las canchas. —dije mostrándoles el laboratorio.
Hicimos justo lo que dije, al terminar con las aulas de arriba, salimos hacia el patio en donde estaban las canchas, las cuales estaban repletas de chicos sudorosos. Diría que son sexis pero no lo son.
—Y bueno, este es el fin del recorrido, allí está el equipo de fútbol por si les interesa entrar. —dije señalando para nada disimulada la cancha.
Un chico notó nuestra presencia, por lo que el entrenador se acercó a hablarnos.
—Jóvenes ¿Qué hacen acá? Deberían estar en clases—. Se cruzó de brazos sacando pecho. Ja.
—Les estoy mostrando las instalaciones, entrenador. —dije indiferente.
—De acuerdo. Miller, la próxima hora tengo clases con tu curso, te quiero ver en esta cancha, si no olvídate de aprobar. —dijo yendo hacia sus "jugadores estúpidos"
—Si, claro —murmuré sarcástico. Bufé pateando una piedrita invisible, cuando recordé que debía guiar a los nuevos a sus clases.
—Díganme qué clases les tocó. —dije mirándolos.
—6-A. —dijeron los tres a la vez.
Apreté la mandíbula, viejo imbécil.
—Síganme.
Cruzamos toda la cancha, yendo hacia las aulas de abajo, cuando di con el aula correcta la abrí sin previo aviso.
—¿Pero qué...? —El profesor de Matemáticas dejó la oración a medias. Su mirada cambió de sorpresa a irritación.
—Le dejo a estos tres, son nuevos, no los enferme con tantas ecuaciones. —dije empujando a los tres hacia dentro.
—Ustedes tres adentro, y usted joven Miller...—Le corte enseguida para evitar su estúpido sermón.
—Ahórrese su sermón Berni, tengo permiso del director para faltar a su aburrida clase. Así que, arrivederci. —dije cerrando la puerta con una sonrisa.
Mi pan de cada día, pasé el resto de la hora en la biblioteca, alejados de todos, pero hay una sola cosa que me hace salir de la cueva: El hambre.
Me puse mis auriculares y salí de aquella sala. Pase por el área de arriba hasta llegar a la parte de abajo en donde estaba la hermosísima cafetería.
Abrí la puerta y ahí estaba la mayor hipocresía de todas: Los diferentes grupos sociales divididos en pequeños grupos sacándose el cuero entre ellos.
Los populares, los nerds, los marginados, el resto de la cadena alimenticia.
Por suerte, yo no pertenecía a ninguno. Busqué mi desayuno (Un jugo con galletitas) y me senté en la mesa en donde nadie podía molestarme, me coloqué mis auriculares y saqué mi libro favorito, la cafetería se fue llenando hasta que el ambiente se convirtió en puro bullicio, adolescentes iban y venían, hasta que el lugar quedó sumergido en un profundo silencio. Clary, Jess y Anthon entraron llevándose toda la atención, las personas le tenían miedo por eso le daban sus lugares en la fila.
"Patético" pensé.
Después de unos minutos parecía que todo se había calmado, pero como siempre me equivoque. Sentí una mano apoyada en mí mesa, alcé la mirada encontrándome con la estúpida cara de Stefan Rey.
—¿Qué quieres? —espeté con indiferencia y sacándome los auriculares.
—Esa no es forma de tratar a la gente, perdedor, ¿Qué estás leyendo? Seguro puras tonterías.
—Vete a la mierda, ¿Por qué no te vas y me dejás en paz?
—Escuché el pequeño rumor de que anduviste entre las piernas de Jeremy. —dijo acercándose a mí oído. —Pero eres tan perdedor que no pudiste evitar que el rumor se disperse como un gas, eres patético intento de malote.
Su voz sonaba tan repugnante que no pude evitar levantarme y agarrarlo de su estúpida ropa.
—Vuelve a repetir lo que dijiste, pedazo de mierda. —dije llamando la atención de todos los presentes. —Opinas mucho Stefan, dime ¿Acaso quiere ocupar el lugar de Jeremy? —dije alzando mis cejas.
Stefan apretó su mandíbula mirándome con rabia, pero vamos, yo no tengo la culpa de que sea tan imbécil.
—Prepárate Miller, eres hombre muerto. —dijo tirando un puñetazo ¡Ja! Que aprenda a golpear primero.
Por suerte mí padre se tomó la molestia de enseñarme a pelear, por si algo llegaba a pasarme.
Agarré su brazo y le hice una llave arrinconando su cuerpo sobre mí mesa, esto le pasa por interrumpir mí momento de paz.
—¡Cole Miller! —Escuche la voz de mí tío a mis espaldas. Maldición.
—¿Qué pasó? —pregunte indiferente sin mirar al viejo.
—Suelta a ese joven y ven a mí oficina. —ordenó con determinación.
—Te salvó el viejo. —dije dejando ir a Stefan y juntando mis cosas, antes de salir del lugar eche un vistazo hacia la mesa de Anthon y lo pesqué observando la escena . Decidí intentar algo y antes de girar mí rostro le guiñé un ojo.
Salí sintiéndome triunfal y me dirigí a la oficina del viejo.
Toqué tres veces la puerta y espere unos segundos hasta que me dejó entrar. Mí tío me observaba serio, me senté en la silla esperando el regaño.
Pasaron unos cinco minutos de total silencio, hasta que decidí romperlo.
—Tío... —comencé tratando de buscar excusas pero fui interrumpido.
—Silencio, Cole, solo haz silencio. —dijo haciendo un gesto con su mano. —Mira Cole, se que estás atravesando un momento difícil pero esto no puede seguir así, has estado seis veces en esta oficina desde que comenzó el año y recién vamos dos meses, recibo innumerables quejas por parte de tus profesores, en especial de Matemáticas.
—Berni me odia. —fue lo único que dije.
—Basta de intentar buscar excusas Cole, mira, se que no es fácil pero debes manejar ese temperamento, no puedes buscar pleito a cada instante.
—Ellos se lo buscan, se meten conmigo cientos de veces y siempre el que termina acá soy yo.
—De acuerdo, vamos a calmarnos, no quiero tener que recurrir a llamar a tu padre, Cole, por eso necesito que trates de mejorar tu comportamiento y seas un buen chico, si no lo haces por mí o por tu padre, hazlo por tu madre, a ella no le gustaría ver el camino que intentas tomar.
Suspiré llevando mí mano hacia mí cabello, aunque me moleste aceptarlo, mí tío tiene razón, intentaré alejarme de los problemas al menos por un tiempo.
—Está bien tío, intentaré comportarme.
—Y cuida tu comportamiento en Mates, eres un buen alumno, no desaproveches tu potencial sobrino. —dijo saliendo de su porte de director y se metió en el papel de "tío amoroso"
—Ya comprendí tío, no te preocupes, solo mantén alejado de mí a Stefan Rey, llámale la atención o algo, si no tendré que arreglar las cosas de otro modo.
—De acuerdo, yo me encargo, cuídate Cole, sabes que te quiero. —dijo abrazándome de la nada.
Lo abrace apenas y pasando unos segundos ya se había puesto algo incómodo.
—Ya tío, deja el melodrama.
—Lo siento, ve a tu clase de Educación Física, el profesor debe estar esperando.
Bufé asintiendo. Me levanté de la silla y agarre mis cosas saliendo de la oficina. Siento demasiada impotencia, siempre era lo mismo.
Suspiré con pesadez, estaba cerrando la puerta cuando una voz me asustó.
—Buena pelea, chico malo—. Giré mí cabeza y encontré al mismísimo Anthon parado con la espalda apoyada en la pared.
—¿Qué quieres? —dije frunciendo el ceño.
—Nada en especial, solo pasaba por aquí y recordé que te habías ido con el director por eso decidí venir a ver qué onda.
—Bueno, lamento decepcionarte pero no pasó nada emocionante, ahora sí me permites debo ir a clases. Bay.
Di media vuelta y comencé a caminar en dirección a los baños para poder cambiarme. Sentía la presencia de alguien siguiéndome por lo que gire encontrándome con Anthon. Suspiré frustrado e ignorándolo ingresé al baño perdiéndolo de vista.
Me coloque mi remera y mis shorts para hacer ejercicio, cuando estaba juntando mí ropa vi a Anthon entrar al baño.
Ignore su presencia, estaba por salir cuando su mano me impidió el paso.
—¿Qué pretendes? —dije suspirando frustrado. Lo miré a los ojos y encontré una sonrisa divertida en sus labios.
—Mm, déjame pensar, eres un chico interesante pero puedo observar que tu no te interesas por mí. —dijo acorralándome contra la puerta.
Fruncí el ceño, suspiré por décima vez en la mañana y lo miré directo a los ojos.
—Escúchame con atención, intento de bad boy. —dije acercando mí rostro al suyo. —Entiendo que estés acostumbrado a tener a cualquiera ante tus pies, pero yo soy diferente, no me interesas y nunca lo vas a hacer.
Me aleje y sonreí con satisfacción al ver su ceño fruncido.
—¿Qué pasó? ¿Herí tu orgullo? —espeté con burla.
—Para nada, solo analizaba el tiempo que me llevaría tenerte en mí cama. —dijo con una sonrisa divertida.
Mierda, así que iba por ese camino.
—Jamás. —dije cruzándome de brazos.
Él me ignoró y fue acercándose hasta quedar apenas unos centímetros alejado de mí rostro.
—Creo que no me va a llevar mucho tiempo. —dijo alejándose por completo. —Nos vemos, Cole.
Me aleje de la puerta atónito mientras él se iba con una sonrisa divertida en el rostro.
Mierda, doble mierda.
Ni siquiera ha pasado una hora y parece que ya me he metido en problemas.
Lo siento tío, pero creo que romperé rápido mi promesa, ya que Anthon es un jodido sinónimo de problemas.
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