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Capítulo 5 (I/II)

Nadie te dice lo difícil de estar casado, de soportar griteríos matutinos todos los días y reclamos por mierdas que tienen solución. Ser padre es otra cosa, si Nas fuera mujer me resolvería un par de buenos problemas, incluyendo los niños que están a nada de reventarle el útero a Kenna.

Nunca me gustó el fútbol ¿En que momento me convertí en un buen goleador?

—¿Quieres dejar de moverte? —refunfuño jalando las sábanas que mi mujer se empeña en quitarme.

—No.

De un solo empujón me tira de la cama acurrucándose en medio con la gran almohada que le da la vuelta. Tiene una bata de dormir color morado, le queda de maravilla, pero desde su punto parece que fuera una maldita uva.

Antes de dormir hizo todo un drama. Kenna siempre fue una mujer segura, sabe lo que tiene y en donde lo tiene, de no ser de esa manera nunca se saldría con la suya como habitualmente lo hace. Fuera de sus encantos maquiavélicos se encuentra su belleza inexplicable y la mala manera en la que manda a todos a volar pero sigue teniéndolos a sus pies.

Es raro. Mucho, a decir verdad.

—Ya estoy cansado de esto —enciendo la lámpara del velador—. Si no me pateas, me muerdes o me aprietas a media noche ¿Y ahora me sacas de mi propia cama?

—Puedes ir a dormirte a los muebles si te molesta —no saca la cara de entre las cobijas.

—Quiero dormir en mi cama, con mi mujer y con mis hijos —señalo su panza—. Pero tal parece que la madre no quiere cooperar.

—No soy yo, son ellos —abre un ojo de la nada haciéndome pasar saliva—. Te tienen repulsión.

La camiseta blanca me pica sobre el pecho. Aprieto los puños escondiéndolos en el pantalón chándal.

—Eso no se lo cree ni el perro de Max —bramo—. Si fuera así no me dejarías acercarme cuando tenemos sexo.

—Tienen momentos —suelta simple—, yo no tengo la culpa.

Se acomoda dejando el culo a la vista. Me hizo una jodida pelea por la manta y ahora solo la deja de lado mostrando sus piernas blancas con algunos lunares de por medio.

Mis ojos no se hacen idiotas cuando busco el gran bulto de su cuerpo, por alguna extraña razón tengo la necesidad de siempre poner mis manos sobre este. Hace mucho que fui padre, pero mentiría si no dijeses que cada vez es más emocionante.

No estuve presente en el nacimiento del inútil de Nas mucho menos de Bella, el único parto al que asistí fue de Azael, sin embargo, esto es otra cosa. Nunca me atrevería a menospreciar a los demás por no ser de sangre igualitaria, pero estos niños son míos.

Míos y de ella solamente. Creo que ya era momento.

—Te conozco lo suficiente para saber que no es así. Habla —no se mueve, así que haciéndole creer que le sigo el juego tomo la almohada y me paso para el mueble.

Cuando menos se lo espera, tengo sus cabellos azabaches rodeando mi muñeca y tirando su cabeza hacia atrás para que me mire.

—Habla.

Me mira mal clavando sus uñas en mi brazo. Duele, pero ya estoy acostumbrado a ello.

—No lo voy a volver a repetir —gruño e inesperadamente ella gime—. Me sorprende las veces que mis maltratos te ponen caliente...

—Estoy en aguas.

—No es necesario que me aumentes el ego, Clyte.

—Idiota.

A malas me jala la cabeza para meterla entre sus piernas y corroborar que está mojada. Me cuesta entender al principio puesto a que tenia el deseo encendido en todos lados, sin embargo, luego de que logro entender su estado lo primero que hago es tomar el celular y pedir el médico.

—Llévame a la maldita clínica—quiere sentarse, pero se lo prohíbo quitándole todas las almohadas. Para estos últimos meses me ha necesitado a su lado hasta para abotonarle la correa de los tacos.

Porque si, usó tacos hasta hoy antes de dormir.

—No, correrían demasiado riesgo allá —le toco la frente, ella me manotea.

Me exaspera que se ponga en plan caprichoso. El pecho me late a mil y pareciera que unas espinas se adueñaron de la garganta, además de que las manos me sudan.

¿Qué clase de mierda absurda es esta?

—Llévame a una clínica —aprieta las sábanas, pero no murmura otro sonido de dolor.

—Kenna no puedo arriesgarlos, es demasiado tiempo que...

—Por un demonio, no recordaba el nivel de dolor que implicaba esto —toma mi mano y se las arregla para colocarse de pie con el mentón en alto. Se tarda un poco, pero se recupera exhalando siendo la mujer a la que todos temen—. Me importa mierda lo que digas, mis hijos no van a nacer en la casa.

—Es un castillo —corrijo haciendo mención al lugar en Rusia— Además, también son mis hijos.

Voltea a verme con ira pura. Por mi parte logro ocultar todo recostándome sobre la puerta del baño.

En las terapias que tomamos dijeron que era mejor que caminara y tal vez pueda hacer que se quede aquí diambulando como alma en pena.

Practicamos dos protocolos, así que no se alterarian las cosas.

—Muy tuyos y todo lo que quieras —se dobla apoyándose en la puerta—, pero a ti no se te está desgarrando la vagina.

El humor se me destruye por completo cuando toma el aire suficiente para seguir avanzando hasta las escaleras y bajar una por una. En cuestión de nada tengo mi celular y el reloj de muñeca para acompañarla hasta la flota de autos que se arma frente al castillo queriendo resguardarnos.

La subo alzada y a medio camino le logro cambiar la ropa por una que Fallon me tiró desde el segundo piso. De las maletas se encargó mi hermana, estuvo hablando como lora durante los almuerzos de las últimas dos semanas de lo que pondría o no.

—Tengo que llamar a Annelise, ella tiene que venir y entrar con nosotros a la sala de partos en caso algo se complique —paso saliva marcando el número.

—No —Kenna me quita el celular conectando nuestras miradas. Hay algo que va a decir y que no me va a gustar en absoluto—. No soy una jodida defectuosa que siempre va a depender de ella o de sus inventos, quiero tener algo normal con ellos.

Intento morderme la lengua. Es inútil decirle que no es por los niños que quiero a la mayor de los Bennedetto aquí.

Sé muy bien que la loca puede vivir perfectamente sin mi presencia, pero yo no podría hacerlo sin ella a mi lado. Dentro de todo el caos, su azul es mi hogar.

—No la quiero a ella por Egan y Aden —le vuelvo a arrebatar el celular—. La quiero aquí por ti.

Marco cinco veces y luego de tres mensajes adicionales, logro ponerme en contacto con la bioquímica. Conversamos unas cosas puntuales que debo remarcarle al médico, planeamos esto hace un par de meses para no salirnos de contexto e improvisar ya que Kenna no tiene un sistema inmunológico normal y algunas cosas pueden alterar su bienestar.

Media hora después los blindados aparcan en la parte frontal de la clínica con todo un cuerpo médico esperándonos en la puerta para empezar a monitorear a Kenna que luce normal pese al dolor que se niega en demostrar que tiene.

No me le despego ni un solo segundo hasta llegar a la sala en donde se supone traerá a los mellizos al mundo. Me visten rápido y luego estoy a su lado viendo la pantalla 4D en donde se muestra a los niños.

—Esta vez puedes tomarme de la mano —susurro para nosotros, me mira mal así que vuelvo a agregar: —Y luego la polla.

Naroki la desaparecida del siglo, pidoperdon!!!!!

Esta es la primera parte del nacimiento de los mellizos. Quiero aclarar que la segunda será narrada por Kenna, quise dividirlo así porque quería abarcar ambos puntos, además de que apenas pude terminar este en mi rato libre.

Os amo y espero me entiendan.

Ahora lo único que me apetece es comer y dormir, pero la vida de adulto ta' complica'

Besitos :")

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