👑 Capítulo 8👑
La recepción había pasado y con ella una semana en Nardinkath. Una semana donde intenté adaptarme a la escuela, las clases, los desplantes de Angie cada vez que intentaba hablar con ella y puse todo mi empeño en hacerle creer a Korra que comenzaba a gustarme esta vida rodeada de la realeza. Cuando me cruzaba con ella por los pasillos le daba mi mejor sonrisa falsa, comencé a prestar más atención a clases para que los profesores le hablaran bien de mi comportamiento. Pero no olvidaba mi vida, mis padres y mi sueño de poder estudiar música. Tía Sarah me prestó una de sus guitarras y todas las noches antes de dormir toco un poco para Katlin —ella dice que tengo un gran talento—, a mí eso me ayuda a liberar todo el angustiante estrés que llevo encima.
He pasado todo el día de una clase a la otra: Modales y etiqueta, Postura, Moda, Economía —como si no hubiese tenido suficiente con las escuelas a las que me mandaba mi padre—, la clase de baile es un respiro para todos después de semejante día, aunque tengo que lidiar con los pisotones que me daba Dalton todo el tiempo. La profesora es una mujer de estatura pequeña que me mira con seriedad cada vez que me equivoco en un paso, pero un ángel comparada con el tirano de Solomón, el profesor de etiqueta, que planea hacerme los días más imposible en esta escuela.
Cuando la campana anunciando el fin de las clases por hoy suena, se escuchan los suspiros de alivio en todo el salón y no pude evitar reír. Si algo aprendí esta semana es que aunque muchos de los que están aquí son engreídos y creen ser la octava maravilla del mundo, también hay otros que se parecen mucho a cualquier chico o chica de la sociedad, como mis nuevos amigos y compañeros de aventuras Adele y Dalton.
—Antes de salir, les recuerdo que solo faltan tres semanas para el baile anual de Nardinkath —anuncia la profesora y todos se emocionan.
—¿Eso que se supone que es? —le susurro a Dalton.
—El evento más importante de la nación —me susurra de vuelta.
—Deben escoger su pareja para el baile —explica la profesora mientras comienza a recoger sus cosas—. La próxima clase comienzan los ensayos.
Adele llega hasta nosotros y juntos salimos del salón, los pasillos se encuentran bastante concurridos ya que todos salen de clases. Kylliam pasa por nuestro lado y no puedo evitar sentirme un poco mal cada vez que lo veo, no hemos vuelto a hablar desde lo que pasó con su padre. Los primeros días Katlin se encargó de cubrir bien el golpe con maquillaje o por lo menos lograba disimular bastante el inmenso moretón que cubría mi mejilla, para todo el que me preguntaba había sido una caída en la ducha. Él no me había dirigido ni una sola mirada o palabra cuando nos encontrábamos en clase y prefiero que siga así, no quiero añadir más problemas a mi lista.
—¿Con quién vas al baile, Eva? —me pregunta Ade, ella y Dalton ya habían quedado en ir juntos antes de que llegara a la escuela.
—No creo que asista.
—¡¿Qué?! —exclama Dalton y algunos de los compañeros que caminan cerca de nosotros lo miran como si estuviese loco—. No puedes faltar a este evento.
—Dalton tiene razón, es el evento más importante del año.
—¿Por qué se supone que es tan importante? —les pregunto rodando los ojos.
—Es el cumpleaños del príncipe Jared —me responde Ade.
—¡Genial! —exclamo con sarcasmo—. El misterioso príncipe cumple un año más, mal por él, se hace más viejo.
—¿La asesinas tú o yo? —le pregunta Dalton a Adele y río—. No solo es eso, vienen todos los reyes de las naciones más importantes, nuestros padres...
—Presidentes de muchos países —continua Ade—. Una representación de los ciudadanos de Nardinkath, después de 13 años el príncipe Jared será coronado oficialmente como príncipe de la nación y conoceremos su rostro.
—¿Cómo que conocer su rostro? —pregunto confundida— ¿Nadie lo ha visto?
—Solo su familia y los empleados cercanos a él —responde Dal.
—¿Por qué? ¿Es una ley o algo así?
—Te contaremos luego todo el drama de la corona de Nardinkath, ahora ve a alistarte, te recojo en media hora.
Adele y yo hemos quedado en salir a la ciudad, ella necesita hacer unas compras y su madre había pedido autorización para ambas, por supuesto como estaba portándome bien, Korra había concedido nuestro permiso. Voy a la habitación, cambio mi ropa y un rato más tarde ella y yo estamos en uno de los autos de la escuela rumbo a la ciudad.
Cuando llegamos ella se adentra en un centro comercial a por ropa y yo decido darme un vuelta por los alrededores y conocer un poco. Primero entro a una heladería y finalmente puedo disfrutar de un delicioso helado de chocolate, la comida en la escuela es todo ensaladas y cosas saludables. Luego entro a una pequeña tienda de artesanías donde veo un colgante muy hermoso y por supuesto que lo compro.
—Solo hay dos más como este —me comenta la señora—. Cuenta la leyenda que las otras dos personas que los tienen, están rotas y la que posea este colgante —lo levanta y lo pone en mi mano—, podrá traer luz a sus vidas.
Asiento algo apenada porque no creo mucho en las leyendas esas, guardo el colgante en mi cartera y salgo de la tienda, pero al salir termino chocando con alguien.
—Estamos destinados a encontrarnos por lo visto —me dice el chico riendo.
—¿Seguro que no eres un psicópata y me estás siguiendo?
—Prometo que no —dice levantando su mano como juramento.
Le sonrío, el destino por lo visto se empeñaba en hacerme coincidir con el chico que me había llevado a casa borracha, que resulta vive en Nardinkanth, esto parece algo irreal.
—¿Cómo te llamas? —le pregunto.
Él se tarda unos segundos en responder, hasta llego a pensar que no va a decírmelo, pero responde sonriente.
—James —me brinda su mano y se la estrecho—. Tú eres Eva.
—Si.
—Princesa ¿no?
—Eh...si
Odio tanto esa palabra, pero tanto.
—¿Qué tal tu estadía en Nardinkath?
—Si fuese por mi, estaría a kilómetros de aquí.
—¿No te gusta?
Miro a mi alrededor, no es una ciudad fea, simplemente no encajo aquí.
—No he visto nada que me guste —le respondo y me mira arqueando una ceja.
—¿Absolutamente nada?
Vale, definitivamente eso fue un coqueteo.
—No —la risa me sale sola y seguramente estoy sonrojada.
—Creo que puedo hacerte cambiar de opinión —me toma de la mano y comenzamos a caminar.
—¿A dónde me llevas?
—Ya verás.
Después de caminar por varias calles llegamos a lo que parece un bar, pero tiene el cartel de cerrado, pero James lo ignora totalmente y entra. Hay una tarima con varios instrumentos musicales, mesas adornadas con luces de neón, una barra donde una chica ordena las botellas y una señora barre mientras tararea alguna canción.
—¿Qué haces aquí a esta hora? —le pregunta la chica de la barra y me mira detalladamente.
—Traje a Eva —le responde como si la chica ya me conociera.
—Bienvenida —me da una sonrisa amable y gesticulo un gracias.
James me lleva a una mesa y me siento algo nerviosa, luego se acerca a la señora que está barriendo, la saluda y acto seguido sube a la tarima donde toma una guitarra y se acerca al micrófono.
—En medio de tu parloteo borracha —me dice—, me confesaste que te gusta mucho la música.
Siento que el corazón se me quiere salir del pecho. ¿Cuántas cosas le había confesado a este chico?
—Tranquila, todo lo que me confesaste esa noche está a salvo conmigo —asiento riendo—. Espero que después de esto te guste un poco más Nardinkath.
Comienza a tocar una melodía que desconozco en la guitarra y luego su voz es todo lo que puedo escuchar.
Tal vez esta noche nada salga bien,
Tal vez otra vez la herida ha empezado a doler,
Pero tu estás aquí,
No te has ido,
Aún siendo un monstruo, me has elegido.
Otra vez te miro a los ojos y no me encuentro perdido
Tu mirada le ha dado a mi vida rumbo fijo
Llegaste de nuevo iluminando todo
Aquella noche me diste esperanza
Fuiste un ratito de paz entre tanta guerra
Y sin saberlo, calmaste a la fiera
Gracias a ti, hay un poco menos de oscuridad en mi.
Ni siquiera me doy cuenta cuando la chica de la barra se sienta a mi lado, me sorprendo un poco cuando me habla.
—¿A que canta bien? —me pregunta y asiento sin despegar mi mirada de James.
—¿Hace cuánto lo conoces? —me pregunta.
—Muy poco.
—Tienes suerte entonces —comenta.
—¿Por qué? —cuestiono intrigada.
—James no se relaciona con todo el mundo, la mayoría del tiempo anda solo.
Simplemente asiento, sin saber muy bien que decirle, James termina de cantar y se acerca a nosotras.
—¿Qué te ha parecido?
—¡Es hermoso! —exclamo emocionada—¿Cantas aquí?
—Ya quisiera el dueño —responde la chica por él.
—No, solo vengo cuando no hay nadie. ¿Nos vamos?
Le doy mi mano y salimos del bar. Afuera el atardecer ha comenzado a caer, pero aún Adele no me llama para irnos, así que tengo un poco de tiempo antes de que tengamos que marcharnos, miro hacia James que me observa.
—¿Puedes mostrarme un poco de la ciudad?
—Eso sería un placer.
(…)
Alguna vez leí en un libro, que para cada persona en el mundo existe otra capaz de otorgarle paz y tranquilidad, había llegado a pensar que esa persona en mi vida era tío Alessandro, pero justo ahora estando con James en esta biblioteca siento que he estado equivocada todo el tiempo.
Caminamos entre las estanterías en silencio, algo que no resulta incómodo, sino reconfortante. Miro con una sonrisa como se acerca a cada libro y lo ojea con detalle y concentración, como frunce el ceño cuando no le gusta y lo devuelve a su sitio. Es algo raro que me sienta tan a gusto con alguien que acabo de conocer.
Llevábamos dos horas caminando por las calles, me ha llevado a varios sitios maravillosos, pero creo que el más significativo fue la casa hogar, me sentí muy mal de ver a tantos niños pequeños sin una familia y sobre todo las condiciones del sitio, tanto que no pude evitar maldecir a Gerad por no hacerse caso de las necesidades de su pueblo, y por supuesto que también mencioné a mi futuro marido por ser un zombie incapaz de actuar por sí mismo, James solo río fuerte y me dijo que estaba un poco loca.
Estaba cansada de caminar así que entramos a esta biblioteca para llevarme algunos libros y así entretenerme en el castillo en mis tiempos libres, él dijo que iba a escogerme los mejores y llevamos cerca de 15 minutos caminando las estanterías y no se acaba de decidir.
—Puedes por favor terminar —le digo rodando los ojos, Adele debe estar al llamarme para regresar.
—No seas impaciente Eva, hay que elegir uno bueno.
—Ya casi debo marcharme James.
Él se gira y me muestra su perfecta sonrisa, seguramente me sonrojo, así que aparto mi mirada hacia la enorme fila de libros.
—¿Puedes solo elegir uno? —insisto.
—Un libro puede cambiarte la vida, Eva —me dice mirándome fijamente y me pierdo en sus ojos—. Solo me encargo de que el cambie la tuya, sea el correcto.
Luego toma uno, agarra mi mano y me guía hacia entrada donde está la encargada.
—Llevamos este —le informa y saca unos billetes de su bolsillo.
—No es necesario.
—Tranquila, es un regalo —me sonríe y procede a pagar.
La chica guarda el libro en una bolsa de colores y se lo entrega, aún no he visto el nombre del libro, así que cuando me da la bolsa la abro para verlo, pero él me detiene.
—Aquí no, cuando llegues a casa revísalo.
Asiento y salimos de la biblioteca, mientras caminamos recibo un mensaje de Adele, ya está esperándome para irnos.
—Ya debo irme —le anuncio.
—Vamos, te acompaño.
Caminamos de regreso al centro comercial donde Adele me espera y atravesamos por un callejón para llegar deprisa, la noche ya había comenzado a caer y admito que me daba un poco de miedo el callejón. James aún sostiene mi mano mientras caminamos y se me detuvo el corazón cuando un persona se apareció frente a nosotros impidiéndonos el paso.
—¿Pero que tenemos por aquí? ¿Una parejita? —pregunta burlonamente un chico.
—Tenemos prisa —le dijo James serio y el chico se acerca hasta pararse frente a mí, me mira de pies a cabeza, me tenso apretando las manos de James.
—Lamento entonces decirte que tenemos un problema —se gira hacia James.
Siento algo de tensión entre ambos, estoy confundida de si se conocen o no.
—¿Qué pasa? —le pregunta con el rostro serio y la voz ronca, parece otra persona cuando habla, no el chico que estaba hace un rato junto a mí.
—No puedo decirte delante de ella —me señala con la cabeza.
—Tranquilo, es de confianza.
Escuchar eso me reconforta y me hace sentir cosas inesperadas, un escalofrío me recorre el cuerpo. El chico asiente y procede a hablar.
—El príncipe ha mandado a desalojar la casa hogar.
James toma una profunda respiración y suelta mi mano rápidamente, se gira hacia un grupo de cajas amontonadas en la calle y las patea con rabia. Me sobresalto por la sorpresa, mientras el tiene una expresión bastante furiosa.
—¡Mierda! —grita furioso y me asombro un poco al verlo así, pero también entiendo la situación.
—¿Qué vamos a hacer? —le pregunta el chico.
—¡¿Por qué sigue jodiéndolo todo?! —da un golpe en la pared del edificio con su mano y esa es mi señal para acercarme, pero el chico me toma de la mano.
—Será mejor que no lo hagas —me advierte, pero lo ignoro y camino hasta James.
—Hey —toco su hombro y me asusto cuando se gira bruscamente, pero su mirada me transmite serenidad—. Cálmate, con golpear cosas, no resolverás nada.
Pienso que va a calmase y ponerse a pensar en una solución, pero entonces camina hacia donde está el chico y me mira con frialdad.
—Será mejor que te vayas, Eva.
Me quedo algo choqueada por el repentino cambio de actitud, pero decido dejar que soluciones sus cosas y asiento comenzando a caminar lejos de ellos. Mientras llego donde Adele mi cabeza es todo un revoltijo de pensamientos sobre James y la forma en la que actuó, pero como es difícil que volvamos a vernos, dejo esos pensamientos absurdos en un segundo plano.
Finalmente regresamos al palacio, Adele está emocionada por todas las cosas que ha comprado. Fuimos a la ciudad por un vestido y regresa con alrededor de 15 bolsas de compras —cosas de princesas—. Estoy agotada por todo el paseo y con muchos pensamientos rondándome por la mente, así que solo quiero llegar a mi habitación y descansar, pero cuando voy a mitad de camino, Celine, la asistente de Korra me intercepta.
—Buenas noches —me saluda—. Su abuela quiere verla.
Asiento y camino detrás de ella por los pasillos, hasta llegar a la oficina de mi abuela donde entro sola. Ella está sentada en su silla, detrás del escritorio, lleva lentes y tiene su mirada fija en el ordenador.
—Buenas —la saludo, ella me hace un gesto para que tome asiento—. ¿Para qué me citaste?
—¿Recuerdas la condición que puse para que tu padre saliese de la cárcel?
—Cómo olvidarla —le respondo con sarcasmo.
—No estás cumpliendo tu parte Eva —me dice enojada—. No me hagas tomar medidas drásticas.
—¿Qué no qué? —me altero un poco aunque trato de mantener la serenidad porque ella debe creer que me estoy acostumbrando a esto y que he aprendido modales—. He atendido a todas las clases, mejorado mis notas e incluso ya no te reclamo por arruinarme la vida. ¿Qué más quieres Korra?
—¿Entonces qué es esto? —me pregunta y gira el monitor de su ordenador.
Observo mi habitación en la pantalla, luego entramos Kylliam y yo, me siento en la cama y Kylliam desaparece de la imagen, para luego aparece con una toalla, ponerla en mi cara y empezar a gritar como histérico, pero no se escucha nada de lo que hablamos.
—¡¿Me estás espiando?! ¡¿Pero tú estás mal de la cabeza?! —me levanto del sillón.
—Tengo que velar que cumplas tu parte de este trato —me explica muy calmada, como si no acabase de invadir mi privacidad—. Aléjate de Kylliam, te lo digo también por tu bien.
—No tengo que alejarme de nadie, en el trato no venía que no pudiese hacer amigos.
—Esa no parece una discusión de amigos. ¿Y por qué tienes un golpe en el rostro? —se pone de pie—. ¿Te pegó?
Me llevo las manos a la cabeza desesperada porque esta señora va a logar que me salgan canas de la preocupación y el estrés.
—¡Por supuesto que no me pegó!
—Ya me escuchaste, lejos de él.
—No pienso hacer eso.
Y no es que me importe alejarme de Kylliam, no voy a permitir que ella siga desmoronando todo lo soy o quiero ser.
—No quiero reclamos luego —me advierte y la ignoro saliendo de la oficina.
Corro por los pasillos en busca del único lugar que me da un poco de paz aquí y entro a mi habitación cerrando la puerta de golpe. Miro a la cama donde tía Sarah me espera sentada y me observa con cara de preocupación, seguro al verme en este estado de desespero y enojo.
—¡Korra está loca! —grito enojada—. Será mi abuela y todo, pero la odio con todas mis fueras.
—¿Tu abuela? —me giro hacia esa voz y veo a Kylliam salir del baño con una sonrisa de triunfo tras haber escuchado todo.
Vamos, como si mi situación no pudiese empeorar, ahora el jefe de los intocables descubre que soy una impostora.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro