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👑Capítulo 30👑




—¿Esto es un cita? —Kylliam me muestra un sonrisa ladeada que hace que mi corazón lata deprisa. Entonces se aparta y me deja observar lo que tengo en frente.

Estamos en una sección del jardín rodeada por rosas rojas y velas que iluminan nuestro alrededor. En el centro hay una mesa de cristal con una botella de vino, fresas y chocolates. Me dan ganas de llorar cuando me toma de la mano y me hace caminar hasta la mesa.

—Es la mejor cita de tu vida —me dice y deja un beso en mi frente.

—¿De dónde saliste? —le pregunto y me mira con confusión—. No sé qué carajos hice para merecerte pero no te vayas.

Ni siquiera deja que me siente porque al instante sus labios están sobre los míos dejando un beso lento que logra olvidarme de la cita e irnos a otro lado. Él se separa de mi y ambos tomamos asiento.

—Saltaste de tu balcón al mío, peleaste con tus guardaespaldas y me trajiste hasta aquí como un saco de papas —niego y me río—. ¿Sabes que podíamos hacer esto mañana cuando no te ocasione problemas?

—Me importan un pepino los problemas, Eva —se encoge de hombros—. No podía esperar a mañana sin hablar contigo, te conozco y se que estás confundida.

Bajo la mirada porque es increíble que Kylliam sepa tantas cosas de mi. Él llama mi atención y cuando lo observo lleva hasta mi boca una fresa.

—¿No vas a comer? —le pregunto mientras agarro un chocolate.

—Soy alérgico.

—¿A las fresas o al chocolate?

—Ambos.

—¡Dios! ¿Cómo puedes vivir sin comerlos? —el ríe pero luego sus ojos se tornan serios y se que esta es la parte que no va a gustarme.

—Kestria es una nación complicada, como viste es uno de los reinos con más desarrollo y el pueblo le tiene mucho respeto a la realeza —asiento y me concentro en lo que tiene que decirme—. Mi padre está en la cárcel y lo estará por mucho tiempo, así que el siguiente en la línea del trono soy yo, su primogénito.

—Pero no te gusta esto —añado porque se le nota a leguas y él asiente.

—No es para mi, soy impulsivo y para este cargo se necesita una persona capaz de razonar y pensar antes de actuar. Pero no puedo renunciar a ello. El siguiente en la sucesión es mi primo Bastián y él es... —toma una profunda respiración—. Es una persona sin sentimientos y que solo quiere ser rey por los beneficios que trae, sería un caos para el pueblo de Kestria que él fuese nombrado rey.

—Estás atado de manos —hace una mueca rara mientras me tiende otra fresa.

—Bastián está buscando el modo de hacerse con la corona, por eso tuve que regresar antes de tiempo, llamo al senado y estuvieron a punto de aprobarlo de no ser por mi regreso.

—¿Ellos pueden hacer eso?

—Si la mayoría están a favor, si. Pero lo importante es que pude resolverlo y él se quedará tranquilo por un tiempo.

—¿Cómo puedes hacer que se quede tranquilo para siempre? No creo que esté bien que tengas que preocuparte por tu primo cada cierto tiempo.

—Cásandome —suelta y yo me atraganto con la fresa y comienzo a toser. Kylliam suelta una carcajada y me sirve un poco de agua—. Tranquila corredora, no te estoy pidiendo matrimonio.

Intento controlar la tos tomando lentas respiraciones y cuando estoy bien, él continúa.

—Con una reina, mi reinado estaría totalmente legalizado y Bastián no tendría como obtener la corona, pero... —estira sus manos por encima de la mesa y toma la mía—. Debo casarme con una princesa legítima y aunque seas hija de Alessandro no te han coronado como princesa de Quirthey, aparte de que sé que no está entre tus planes casarte.

Me aclaro la garganta y él vuelve a reír.

—No es que no quiera casarme —le explico—. Soy muy joven aún.

Kylliam solo asiente y esta vez me tiende un chocolate.

—Cuidado no vuelvas a atragantarte —me dice riendo y le doy una patada por debajo de la mesa.

—¿Qué pasará con nosotros? —le pregunto.

—No pienso alejarme de ti, ni por la corona, ni por nadie —sus ojos verdes me miran con esa intensidad que tanto me encanta—. Después de todo lo que ha pasado Eva. ¿Te das cuenta de que prácticamente me has tenido a tus pies todo el tiempo?

—Es que eres algo complicado para demostrar tus sentimientos —lo miro con el entrecejo fruncido—. Me hiciste caer en el comedor.

—Me estabas haciendo quedar mal, tenía una reputación que salvar —se defiende y le doy otra patada por debajo de la mesa.

—¡Oye! —se queja.

—¿Y él día que me sacaste a cuestas del bar y me mandaste al castillo?

—Tenía celos de Jared —se encoje de hombros y me río—. Estoy orgulloso de ti ¿Sabes?

—¿Por qué?

—Porque sigues aquí, con esa sonrisa, con ese brillo en tus ojos aún teniendo ciertas partes rotas dentro de ti.

—Debo hacerlo —le digo—. Debo seguir.

—Por eso, muchas personas en tu lugar hubiesen dejado todo de lado, tú en cambio te hiciste más fuerte. El miedo no te detiene Eva, te da más fuerza para seguir avanzando.

Se levanta de su asiento para acercarse y besarme, pero antes de que pueda tocar mis labios alguien se aclara la garganta y Kylliam mira hacia el frente mientras yo me giro para observar a Devian que nos mira con vergüenza.

—Me han llamado los guardias —rueda los ojos—. Arruinaste mi horario de descanso Kylliam.

El rey ególatra se encoge de hombros y le da un sonrisa a su primo mientras regresa a su lugar.

—Voy a burlarme mucho de ti el día que te enamores —le dice y Devian suelta un bufido.

—Eso no pasará nunca, mi deber es...

—Bla, bla , bla —Kylliam hace un gesto con sus manos restándole importancia a las palabras de él y yo no puedo evitar reírme—. Ese caparazón de hierro va a derretirse algún día.

—No seas idiota —le dice el chico y al suelta una maldición por sus palabras.

—Ignoraré que acabas de ofender al rey —lo señala con el dedo—. ¿Apostamos primito?

Yo me mantengo callada mirando del uno al otro . Devian se acomoda su chaqueta de cuero y rueda los ojos.

—No tenemos tres años —responde.

—Si te enamoras tendrás que tomar el poder del reino y convertirte en rey.

Devian lo mira con sorpresa y hay un pequeño instante de tensión.

—Sabes que no puedo —le advierte.

—Tu sabes que siempre consigo lo que me propongo —le devuelve Kylliam.

Devian mira a su primo con seriedad y el rostro divertido de Kylliam desaparece. Sigo pensando que todo esto es un broma pero algo me dice que la apuesta no lo es. El chico se acerca hasta nuestra mesa.

—¿Y si pierdes? —le pregunta.

—Entonces ambos dejaremos está mierda y Bastián se hará cargo —Devian parece concentrado analizando todo.

—Ya veo que estás seguro de que voy a enamorarme —le dice y acerca su mano a Kylliam que la estrecha con la suya—. Es una apuesta, primo.

—Eva será nuestra testigo —Kylliam me mira con una sonrisa y yo los miro confundida pero termino asintiendo.

—Ahora debo llevarla a su habitación —le dice a Kylliam y él resopla.

—Debí quedarme en Seattle.

—El que tiene diecinueve soy yo, compórtate como una persona de tu edad.

Me río porque ya veo que no soy la única capaz de molestar a Kylliam.

—Pareces de cuarenta Devian, deja de molestarme delante de mi chica o voy a ponerte un castigo.

—¿Me acompaña, majestad? —esta vez el chico se dirige a mi y asiento poniéndome de pie.

—Buenas noches corredora, sueña conmigo —Kylliam me guiña un ojo—. Mañana será un día bonito, prometo fugarme e ir a verte.

—Descansa rey del ego —le digo riendo.
Doy cuatro pasos junto a Devian, pero Kylliam me detiene tomándome del brazo.

—Olvidé algo —lo miro para que continúe—. Alessandro estará aquí mañana.

Siento un latigazo en mi pecho cuando escucho sus palabras.

—Tenemos negocios en común y mañana habrá balance con el senado, si no quieres verlo yo lo en...

—Voy a hablar con él —lo interrumpo y asiente.

Me giro nuevamente mientras camino seguida por Devian. Mientras camino a la habitación imagino diversas situaciones en las que hablo con Alessandro, pero sé que tendré que esperar hasta mañana para enfrentarlo cara a cara.
Poco a poco todo debe ir tomando su lugar.

(...)

Había despertado con más energía de la habitual. Kayla llegó temprano a mi habitación con un desayuno para ambas que disfrutamos en el balcón mientras veíamos como los empleados arreglaban el jardín. El día en Kestria estaba algo nublado y con frío, era época de invierno y según Kay pronto comenzaría a nevar.

Me había puesto unos pantalones ajustados y una blusa de cuello alto, ella me prestó uno de sus lindos abrigos y una botas, así que el frío pasaba desapercibido. Cuando terminamos de desayunar me avisó que Kylliam entrenaba todas las mañanas en el gimnasio del palacio y juntas nos dirigimos hacia allá.

Por el camino varias personas se detienen para saludar con una reverencia y me siento tan incómoda al ver que ninguno se atreve a mirarnos a los ojos. El gimnasio queda en el ala izquierda del pasillo y desde lejos podemos escuchar una música bastante movida que Kayla comienza a tararear. La puerta está abierta y ambas nos detenemos al contemplar la escena que tenemos al frente.

—¡Madre mía! —exclama ella, pero yo estoy sin palabras.

Jared, Kylliam y Devian estan en el gimnasio. Ambos con sus torsos desnudos y jeans. Jared está en una esquina golpeando un saco de boxeo mientras el sudor bajaba por su frente y su torso. Por el otro lado están Kylliam y Devian luchando cuerpo a cuerpo y tengo que recargarme de la pared para no caerme. Mi chico está para morirse, sus músculos se tensan cada vez que le propicia un golpe a su primo y esa sonrisa que tanto me enamora está allí en su rostro. Devian tampoco está mal, sabía que tenía tatuajes, pero todo su torso está cubierto de ellos y joder, lo hacen ver muy peligroso y sexy.

—¿Estoy soñando? —le pregunto a Kayla que ríe.

—¿Es normal que piense que mi hermano está bueno? —me pregunta riendo.

—Es que lo está —le digo.

De repente la mirada de Jared se posa en nosotras y deja de golpear el saco para aclararse la garganta llamando la atención de los demás.

—Tenemos público —dice con una sonrisa Dulce, Kylliam y Devian se detienen y también nos observan.

—¿No tienen frío? —pregunta Kayla con nerviosismo y Jared suelta una carcajada.

—Estamos entrenando —responde Kylliam con obviedad y luego sus ojos verdes se posan en mi con una sonrisa—. Gracias por alegrarme la mañana, corredora.

Devian suelta un bufido y rueda los ojos llevándose una mala mirada de Kylliam.

—En serio seré feliz el día que alguien destruya tu corazón de hierro.

De repente la puerta trasera del gimnasio se abre y Samuel el consejero de Kylliam aparece con varios papeles en sus manos y doy por sentado que el momento divertido ha finalizado.

—Majestad, la reunión con el senado es dentro de quince minutos, el rey Alessandro informa su llegada tarde.
Me tenso un poco cuando recuerdo que Alessandro estará en Kestria hoy, pero vuelvo a sonreír cuando Kylliam me mira con preocupación dándole a entender que estoy bien con todo esto.

—Debemos irnos —Jared habla y Kylliam asiente hacia él.

—Iré a verte más tarde —me dice y me despido de él con la mano mientras todos se alejan por la puerta trasera.
Kayla suelta un suspiro cargado de frustración y se cruza de brazos.

—Esto es lo único que odio de Kestria, siempre hay trabajo —se gira hacia mi—. ¿Qué hacemos ahora?

—Quiero ir a mi habitación a llamar a Angie, luego podemos reunirnos y dar un paseo por el castillo, así me muestras más lugares.

Ella asiente con una sonrisa y nos separamos. Camino rápidamemte de regreso evitando encontrarme con empleados y otras personas. Una vez en mi recámara me lanzo a la cama con mi celular en la manos y llamo a mi hermana.

Hola alteza —me responde riendo.

—No me llames así, por favor, suficientemente tengo con que todos aquí me crean de la realeza —Angie se ríe nuevamente pero siento algo diferente en esa risa—. ¿Estás bien?

Si, estoy con papá en el supermercado —escucho a mi padre enviándome abrazos.

—Dile que también le mando abrazos. ¿Cómo está todo?

Ya sabes —suelta un bufido—. Lo normal, mamá y papá trabajando y yo en casa disfrutando de mi descanso y viendo muchas novelas.

—¿Has ido a terapia?

Ella se aclara la garganta y me cambia de tema.

Los abuelos vienen a cenar hoy —me cuenta —. Quieren mejorar la relación con la familia, espero salir viva de esta cena.

—Angie —me río al escuchar a papá regañándola.

Debo dejarte hermanita, vamos a pagar las compras —me lanza un beso—. Dale saludos a Kayla y a mi cuñado.

—Igual para ustedes.

Cuelgo y sonrío porque ellos están bien, aunque Angie no hablara de su terapia se sentía feliz y eso me animaba.
Me levanté de la cama dispuesta a buscar a Kayla para nuestro paseo y abrí la puerta encontrándome con un chico desconocido. Era muy parecido a Devian, con ojos pardos y la piel pálida y tenía una sonrisa bastante extraña.

—Justo venía a verte —me dice, su voz también es bastante rara. Miro sus ojos y veo sus pupilas bastante dilatadas, está drogado.

Trato de sonreírle de vuelta y cierro rápidamente la puerta de la habitación quedándome con él en el pasillo y esperando que alguien aparezca, no me da buena espina.

—¿Hola?

—Perdón por mi falta de educación —me dice  y hace una reverencia—. Soy Bastián, el primo de el Rey Kylliam.

—Es un placer —le digo mientras miro a ambos lados del pasillo pero nadie aparece.

Estoy bastante nerviosa y sigo sin entender porque Bastián me da tan mal rollo.

—¿Tú y mi primo tienen algo? —me pregunta y da un paso acercándose, yo me alejo.

—Somos amigos —le respondo. Vuelve a dar un paso hacia mi y yo vuelvo a alejarme.

—¿Sabes? Mi primo no suele traer chicas aquí, así que tú debes ser especial, importante —hace un gesto extraño con sus manos.

—No soy nadie —le digo y creo que chillo cuando se acerca a mi con rapidez y me acorrala contra la pared.

—Sé cuáles son sus planes, quiere deshacerse de mi y tú estás aquí para ello. ¿Vas a casarte con él?

—Pff —intento ocultar mis nervios—. Soy muy joven para eso.

Acerca sus manos a mi cuello y yo intento alejarme pero no me lo permite sujetándome con su otra mano y sé que esto se va a poner feo.

—Tengo que deshacerme de ti —es lo que dice antes de comenzar a ahorcarme contra la pared.

Comienzo a forcejear para soltarme de si agarre e intento patearlo pero es inútil, el aire no llega a mis pulmones y cuando intento gritar por ayuda no tengo las fuerzas para hacerlo.

—¡QUITA TUS MANOS DE MI HIJA! —el grito de Alessandro resuena por todo el pasillo y al instante sus manos me sueltan.

Caigo al suelo mientras toso intentado recuperar la respiración.
Escucho voces a lo lejos y veo el rostro preocupado de Rachel frente a mi, levanto la vista y veo a Alessandro golpeando al hijo de perra.

—¡Dios Eva! ¡¿Estás bien?! —me pregunta ella.

—¡¿Por qué carajos todo el mundo intenta matarme?! —grito con un hilo de voz mientras toso como si no hubiese un mañana.

Una mano me ayuda a levantarme y cuando giro observo a Dalton que me mira con una sonrisa llena de preocupación. Miro a mi alrededor y ve a Adele, Thomas y Wellen, el novio de Dal.
Rachel se acerca a Alessandro y detiene la golpiza que le estaba propiciando a Bastian. Camina hacia mi con la respiración agitada y los puños ensangrentados y me toma del rostro. Mis ojos se humedecen y reprimo las ganas de llorar.

—¿Estás bien, pequeña? —me pregunta con ojos llorosos y asiento.

—Tenemos que llevarlo ante el senado ahora mismo —escucho a Thomas—. Somos varios testigos y Eva tiene los moretones en su cuello. Van a desterrarlo de Kestria.

Alessandro toma una profunda respiración y me mira.

—¿Quieres hacerlo?

—Vamos —respondo decidida.

Al instante Dalton y Thomas levantan al hijo de su madre del sueño y Rachel me envuelve entre sus brazos mientras caminamos al salón donde está reunido el senado. Mi mente solo piensa que Kylliam está allí y que todo esto va a ser un desastre. No creo que Bastián sobreviva.

Al llegar Dalton es el primero que entra para pedirle calma a Kylliam.

—Tienes que respirar —escucho su voz desde fuera.

—¡¿Qué carajos pasa?! —grita Kylliam.
Bien, cualquier intento de paz se ha perdido. Llevo mi vista hacia Bastián lleno de los golpes de Alessandro y siento lástima por él. Pero lo merece.

—Entremos —ordena Alessandro.

El salón está repleto de personas, mujeres y hombres con trajes elegantes y una inmensa mesa llena de documentos. En medio hay un maqueta del reino que me parece expectacular.

—¿Por qué estás como si nada? —me pregunta Adele en un susurro.

—Creo que me hice inmune a esto —río sarcásticamente.

No me hice inmune y lo supe cuando los ojos llenos de furia de Kylliam se posaron sobre los míos y su mirada de lástima me hizo reaccionar. Habían intentado matarme, estuve a punto de morir en manos de un hijo de puta que ni siquiera conozco.

Algo crugió dentro de mí y caí de rodillas al suelo mientras las lágrimas caían por mi rostro.

Kylliam se paró de su silla de inmediato y se arrodilló frente a mi, sus manos tomaron mi rostro.

—¡Estoy cansada! —grito—. No quiero más, no más, por favor.

Veo como él aprieta los puños, me da un beso en la frente y se levanta mirando hacia Alessandro.

—¡¿Quién se atrevió a tocarla?! —grita.

Alessandro no responde, se mueve dejando a la vista a Bastián golpeado y Kylliam prácticamente se lanzo sobre él como una fiera. Un golpe tras otro hasta que Jared y Thomas lograron sacárselo de encima. El rostro del chico estaba completamente desfigurado.

—¡Te largas! —le grita Kylliam—. Yo Rey de Kestria te destierro Bastian Wesh.

El chico se tambalea cuando se pone de pie y Devian junto a otro guardia lo esposan.

—Sigues siendo un lame botas, hermanito —le dice a Devian.

—Y tú una escoria —le responde él y lo sacan de la salón.

Alessandro se acerca hasta mi y me levanta del suelo con delicadeza. Kylliam intenta acercarse pero él no lo permite.

—Yo me encargo —le dice y me carga en brazos.

Me acurruco a su pecho mientras lloro y escucho el sonido de su corazón.

—Llora todo lo que quieras, Eva.

Mis ojos se comienzan a cerrar mientras él me lleva a mi habitación.

—Gracias, papá —susurro ensimismada en mi cansancio y quedando completamente dormida.

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