👑Capítulo 3👑
Cuando entro al comedor junto a Adele casi me da un infarto. La elegancia es extraordinaria. Parece un restaurante de cinco estrellas, con mesas de cristales y sillas con reposabrazos. Comienzo a buscar el lugar donde estan las cocineras que sirven el almuerzo como en mi antigua escuela, pero todo el salón está repleto de mesas y personas platicando en voz baja, ni rastro de ellas. Mi nueva amiga me toma del brazo y juntas caminamos hacia una mesa vacía. Al instante un chico vestido de negro se acerca a nosotras dejando dos carpetas, una para Adele y otra para mí. Miro el objeto con confusión y el chico disimula una sonrisa al ver mi actitud.
—¿Esto qué es? —le pregunto a Adele que suelta una pequeña carcajada.
—El menú de hoy, elige lo que desees.
Mi cara debe ser muy chistosa porque ella empieza a reír con ganas. Estoy acostumbrada al comedor de mi escuela donde luego de hacer una larga fila las cocineras sirven tu bandeja y procedes a sentarte en una mesa repleta de otros estudiantes que te observan raro mientras comes o se lanzan comida entre ellos. Miro a mi lado cuando la silla se levanta y Kylliam se sienta sonriendo, otro chico toma asiento al lado de Adele.
—¿Qué es tan gracioso? —pregunta Kylliam y ella deja de reír al instante.
—Nada que te interese —le responde enojada.
—¿Porque siempre andas de mal humor? —pregunta el otro chico.
—¿Por qué no van a molestar a alguien más? —les devuelve rodando los ojos.
—Vine a ver a mi nueva amiga —responde Kylliam mirándome e intento sonreír, creo que más bien me sale una mueca.
—¿Lo conoces? —me pregunta Adele.
—Nos conocimos en el avión cuando venía.
Hay un silencio algo incómodo en la mesa hasta que el otro chico habla.
—Soy Edgar. ¿Te llamas Evangeline, no?
—Solo Eva.
De repente los murmullos en el comedor cesan, Adele y los chicos llevan sus miradas hacia nuestra derecha y observo como todos los demás también lo hacen.
—Su real majestad decidió pasearse entre sus súbditos —dice Kylliam con ironía.
Llevo mi mirada hacia una puerta de cristal que es abierta por un hombre fortachón vestido de negro, detrás de él entran dos más y por último un chico con el uniforme del colegio pero con una capucha en su cabeza que oculta su rostro. La tensión se apodera del lugar mientras el chico camina hacia una de las mesas vacías que quedan al fondo. Nadie habla, ni murmuran, todos mantienen sus miradas fijas sobre él y puedo sentir la tensión de Kylliam a mi lado.
—¿Quién es? —le pregunto a Adele.
El chico camina como un muerto viviente, como si no tuviese ganas de estar aquí.
Ya somos dos.
—El príncipe Jared —me comenta—. Te lo expliqué en el aula.
—Se cree superior a nosotros —dice Edgar rodando los ojos—. Nunca se junta con nadie, siempre rodeado de guardaespaldas y nunca hemos visto su rostro.
—¿No tiene amigos?
Debe ser muy feo andar solo por todos lados.
—Siempre anda así —me responde Adele—. Según dicen antes no, él y Kylliam fueron mejores amigos.
—Eso fue hace años —Kylliam se mantiene tenso mientras sigue con su mirada clavada en el chico—. Las personas cambian.
De repente se gira hacia Adele mirándola con superioridad y da un pequeño golpe en la mesa con su dedo índice.
—Tienes buena suerte princesa de Fashtian, sabes hacer amistades —me mira y me siento incómoda—. Agradécele a Eva, gracias a ella quedas excluida de los señalados.
Dicho esto, se pone de pie y se marcha siendo seguido por Edgar.
—¿Qué ha sido eso? —le pregunto a Adele, me mira agradecida y sonrío
—Kylliam siendo Kylliam y tú salvando mi primer año en esta escuela.
—¿Yo?
—¿Recuerdas que hablamos de las jerarquías? —me pregunta y asiento
—Te explicamos las de la escuela, pero lo estudiantes también crearon una: los intocables, los libres y los señalados.
Me quedo mirándola sorprendida. Que era aquello una escuela o una secta de personas.
—Los intocables es el grupo más popular, liderado por Kylliam y Gretchen que es de otro salón, luego los libres que son las personas como tú y los señalados a los que pertenecía hasta hace unos minutos.
—¿Cómo que señalados? —cuestiono.
—Los que deben favores, tuvieron problemas con algún intocable o les caen mal de gratis, entre otras.
En cuanto Adele termina de hablar un estruendo se escucha en el comedor y giro mi cabeza al instante. El chico que nos trajo el menú del almuerzo está en el piso y su uniforme mojado con sopa, de pie frente a él, están Kylliam y Edgar junto a otro chico riéndose.
—Eso es lo que les pasa a los señalados —me señala Adele.
Intento ponerme de pie para ir ayudar al chico, pero ella me toma de la mano.
—No vayas si no quieres estar en su lugar —me dice triste.
Pero no es algo que me importe. nunca jamás sería capaz de ver como humillan a otra persona y quedarme de brazos cruzados, es algo que mi tío me enseñó desde pequeña y que planeo seguir llevando conmigo hasta la muerte.
—No puedo permitir que traten así a alguien y quedarme de brazos cruzados —me levanto y la silla emite un sonido provocando que todos me miren.
Camino decidida hacia donde está el chico sin pensar en las consecuencias, me valen tres hectáreas de lechuga su maldita jerarquía y sus grupos de señalados o intocables. Llego a donde está el chico y me agacho frente a él ayudándolo a levantarse, puedo sentir la mirada de todos.
—¿Qué haces? —me pregunta Kylliam con rabia.
—¿Acaso no ves? Lo estoy ayudando.
El chico se pone de pie y comienzo a ayudarlo a quitarse los fideos de su uniforme, sus ojos llorosos me miran como si fuese un ángel. Siento un agarre fuerte en mi brazo y me giro para observar a Kylliam cuyos ojos desataban fuego.
—Me caíste bien, pero creo que estás abusando de mi paciencia.
Me suelto de su agarre bruscamente y me mira sorprendido. No sé qué piensa de mi, pero claramente aún no me conoce.
—Creo que te equivocaste de persona —le digo girándome nuevamente hacia el chico que sigue sonriéndome agradecido.
Me dice "gracias" en un susurro y me giro para volver a mi mesa, pero de repente siento como mis pies resbalaban en el suelo y mi cuerpo vuela por el aire para impactar contra el suelo. Escucho las risas de Kylliam y sus dos amiguitos, me pongo de pie al instante sacudiéndome, aunque mi trasero ha quedado mojado de sopa.
—¿Te diviertes Kylliam? —le pregunto.
Acabas de meterte con quien no debías, querido príncipe ególatra.
—No sabes cuánto, Eva —me responde entre carcajadas.
—Pues mejor diviértete con el estómago lleno —le digo antes de agarrar el plato de sopa que hay en la mesa de al lado y lanzárselo en su cara.
No pude ver su reacción o su furia porque Adele ya estaba a mi lado agarrándome por el brazo y ambas emprendimos carrera hacia la salida del comedor y huimos por nuestras vidas. No creí que fuese ayudarme después de haberme advertido, pero por lo visto había ganado una buena amiga, pero también había desatado la furia de uno de los intocables de la escuela.
El destino se empeñaba en complicarme la vida.
(...)
Finalmente la noche ha caído y mi primer día en Nardinkath llega a su fin —uno menos que aguantar—. Después de mi famoso incidente en el almuerzo —digo famoso porque todos los estudiantes se enteraron y soy la nueva sensación de la escuela—, las clases solo fueron para chicas por lo que no tuve que volver a toparme con el que seguro sería mi tormento en este lugar. Ese es otro tema: las clases, creo que he pensado en la palabra odio miles de veces hoy en el día, resulta que también tengo que aprenderme los bailes de este lugar, aprender etiqueta, economía, arquitectura, esto es como una escuela para eminencias y yo no estoy catalogada como una. Adele y yo anduvimos juntas hacia todos lados, hasta que nos despedimos y cada una fue a su habitación para prepararse para la cena. No quiero volver a ese comedor, lo admito. Ade no paró de decirme que Kylliam se iba a vengar de mi de la peor manera, cosa que me aterroriza un poco. Cuando llego a la habitación Katlin está allí sentada en la silla de mi escritorio y al escucharme se pone de pie asustada.
—Buenas noches, majestad —me dice haciendo una reverencia.
—Hola Katlin —le sonrío y me lanzo a la cama con todas mis fuerzas.
—¿Cómo ha ido su día?
—Un desastre —me cubro los ojos con el antebrazo—. Solo quiero descansar.
—¿Quiere que le traiga la cena a su habitación? —pregunta y me siento de un salto.
—¿Se puede? —ella asiente.
¡Gracias Katlin por existir!
—Créeme que te lo agradecería muchísimo —le hago un corazón con mis manos.
Ella me sonríe y se marcha a buscar mi cena. Me doy una ducha bien calentita, que levanta un poco mi ánimo y cuando salgo me recuesto en la cama. El celular que la abuela me dio comienza a sonar, pero el número en la pantalla no aparece registrado, de todos modos contesto.
—Hola Eva, es tu tía Sarah —me dice una voz dulce del otro lado del teléfono.
—Hola tía —sonreí—. Disculpa que no pude buscarte en el almuerzo, tuve algunos inconvenientes.
—No te preocupes cariño, tenemos mucho tiempo para ponernos al día y para que conozcas a tu primo.
—¿Tengo un primo?
Mamá si que sabe esconder cosas.
—Sí, él también asiste a la escuela, aunque ha estado teniendo problemas, luego te lo presento —escucho una voz llamándola—. No tengo mucho tiempo, solo quería decirte que no llames a tu madre por ahora, ella se pondrá en contacto contigo.
Sentí un pequeño agujero en el pecho cuando mencionó a mi madre. Extrañaba sus gritos.
—¿Pasa algo? —cuestiono preocupada.
—Nada cariño, están en una isla y la cobertura móvil es poca.
—¡Ah vale! —suelto un suspiro.
—Debo dejarte, ya nos veremos luego.
Dejo el teléfono en la cama y voy hacia el vestidor a por ropa.
—¡Santa Virgen de la Ropa! —exclamo al ver una cantidad exagerada de vestidos y tacones.
Prácticamente la ropa que traje de casa ocupa el diez por ciento, todo lo demás son vestidos y trajes elegantes, zapatos de tacón, joyas y accesorios que en mi vida voy a llegar a usar. Me acerco al rincón donde cuelga mi ropa y agarro un jean de mezclilla azul claro, una sudadera negra y los tenis que usaba para salir en las noches junto a Liv. Me visto rápidamente y recojo mi cabello en una coleta. Katlin llega con la cena y ni siquiera pruebo el postre, mi apetito está ausente. La noche me había traído recuerdos de mis amigos, mi casa, mis padres y me entraron ganas de llorar.
Intento llamar a la tonta de mi hermana pero ni siquiera me contesta el celular.
Decido platicar un rato con Katlin pero cuando llevamos un poco de tiempo conversando, el cansancio se apodera de ella y le digo que puede marcharse a dormir.
Ya es casi medianoche cuando me canso de jugar Candy Crush en el celular y me da sed. Así que me levanto dispuesta a tomar agua en el comedor y de paso dar una vuelta por el castillo. La abuela no mencionó nada de no salir de las habitaciones en la noche así que no lo dudo dos veces y salgo de la habitación.
Los pasillos están totalmente vacíos y al pasar por las habitaciones tampoco se escucha ningún ruido, seguro todos duermen. Bajo las escaleras tranquilamente, pero al llegar abajo veo a un grupo de chicas que caminan hacia la puerta del castillo, me miran como si fuese un bicho raro, no les doy importancia y sigo mi camino.
—¿Qué haces tan solita Eva? —doy un respingo cuando alguien habla a mis espaldas y me giro al instante para toparme con la sonrisa divertida y el cabello rubio de Dalton.
—Iba por un poco de agua —le digo intentando sonreír pero no me sale tan perfecto como a él.
—Qué aburrida —rueda los ojos—. ¿Por qué no me acompañas a dar una vuelta?
Me señala hacia la salida y lo miro como si le hubiesen salido tres cabezas.
—¿Afuera? ¿No está prohibido?
Él suelta una carcajada que llama la atención de otro grupo pero esta vez de chicos que pasan por nuestro lado, también rumbo a la salida.
—¿En serio crees que hacemos todo los que nos ordene Doña Reglas? —me imagino que Doña Reglas es mi abuela.
No pude evitar reírme, la verdad si me apetece salir de esta cárcel y divertirme un poco.
—¿A dónde iremos? —le pregunto.
—A donde van todos —dice como si fuera obvio—. Es el carnaval de Nardinkath.
Miro hacia el pasillo que me llevaba al comedor, luego hacia Dalton y finalmente hacia la puerta de salida que me grita "Sal a divertirte".
—¡Pues vamos a ese carnaval! —camino hasta él y me engancho de su brazo.
—¡Esa es la actitud!
Comenzamos a caminar hacia la salida, delante iban más personas, por lo visto nadie cumple con las reglas de mi abuela y eso es algo que me sorprende. Al salir el aire frío provoca que suelte el brazo de Dalton y meta mis manos en los bolsillos de la sudadera. Él habla algo con uno de los guardias y le entrega unos billetes. Luego camina hacia mi sonriendo.
—Nada es gratis en esta vida mi querida Eva.
—Yo... No tengo como... —la vergüenza me está matando, ni siquiera tengo dinero.
—Tranquila, has sido bautizada oficialmente como mi nueva mejor amiga —sonríe—. Va por mi cuenta.
—Pero no tienes que... —me tapa la boca con su mano.
—Fuiste la primera persona en poner en su lugar al imbécil de Kylliam, tienes mi amistad y mi respeto.
Quita su mano de mi boca y me quedo callada mientras atravesamos el jardín delantero y entramos a una parte donde solo hay árboles.
—¿A dónde vamos por aquí? —le pregunto un poco asustada.
Soy demasiado confiada, Dalton puede tener otras intenciones y yo aquí inocente, yendo hacia el matadero.
—Adele debe estar esperándonos —me dice y tiene razón.
Luego de unos minutos de caminar, salimos de la zona de árboles y vemos una carretera donde Adele nos espera sentada en el capó de un auto junto a otro chico.
—¡Te has tardado años! —le grita a Dalton enojada.
—Ha valido la pena, mira a quien traje —me señala y la cara de Adele se ilumina.
—¡Eva! —corre hasta mi—. Ven te presento a mi novio.
Me toma de la mano y caminamos hasta el auto donde un chico de cabello color zanahoria nos mira sonriendo.
—Dave ella es Eva, mi nueva amiga —el chico se acerca y me da un beso en la mejilla.
—Bueno, vámonos ya, quiero divertirme —Dalton abre la puerta trasera del auto y toma asiento.
—Un placer —le digo a Dave y procedemos todos a montar en el auto.
Luego de media hora, ya estamos en la ciudad y aunque me cueste admitirlo, es hermosa. Llegamos a una calle llena de edificios y locales donde las luces de colores iluminan todo, las personas transitan sonriendo, hay música en todos lados y el ambiente es tan cálido y alegre que me dan ganas de quedarme. Dave estaciona el auto en una esquina y todos bajamos emocionados.
—Finalmente aire puro —dice Adele inspirando fuertemente y Dave sonríe mirándola.
—¿Tú vas a la escuela? —no pude evitar preguntarle.
—No —me responde—. Soy de aquí de la ciudad, conocí a Adele el carnaval pasado.
—Hoy es nuestro aniversario —añade ella emocionada dándole un corto beso.
—Felicidades —les digo sonriendo.
Aquí con ellos, no me sentía tan fuera de lugar. Adele y Dalton son lo que menos me imaginé encontrar en la Academia: personas normales, ambos son de la realeza, pero si los conociese en cualquier lugar, ni se me pasaría por la mente.
—Vamos por algo de tomar —dijo Dalton agarrándome del brazo y todos comenzamos a caminar.
Compramos unos batidos en un quiosco y luego decidimos ir al área de los juegos de entretenimiento. Hay de todo tipo de atracciones, parece una de las ferias que se hacen en mi ciudad. Dave y Adele van a montar en los autos chocantes mientras Dalton y yo nos quedamos en la competencia de tiro.
—¡Mira un peluche de Stich! —grita Dalton asustándome.
—¿Puedes dejar de gritar por todo? —le pregunto riendo y me hace un puchero.
Compro un ticket para participar y agarro el rifle.
—¿Tienes idea de cómo disparar? —su cara de shock me hace reír.
—¿El de Stich entonces? —le pregunto y comienza a dar saltitos como niño pequeño.
Me pongo en posición para disparar y me concentro, llega el punto en que no siento la música, ni el ruido de los alrededores, solo somos la diana a la que debo disparar, el rifle y yo. Tomo una respiración y me preparo para apretar el gatillo, el sonido del disparo se escucha, pero no fue el mío.
—¡Eva! —lloriquea Dalton—. ¡Ya nos ganaron a Stich!
Pongo el rifle en su puesto y miro a la persona que está a mi lado mientras recibe el peluche del encargado. Lleva una capucha puesta que no me deja ver su rostro. Dalton sigue quejándose y diciendo maldiciones porque quería ese peluche, así que toco el hombro de la persona.
Al instante se gira y siento que el corazón se me detiene.
—¿Oye, ese es tu auto? —caminé tambaleándome hasta el chico que estaba recargado del auto negro.
—Hola, ¿necesitas ayuda?
—¿Eres de aquí? —le pregunté sonriendo—. Nunca había visto un chico tan guapo en este sitio.
Él sonrió negando.
—No, no soy de aquí bonita.
—Estoy un poco borracha y mi amiga me ha dejado tirada —le hice un puchero mientras él me observaba con una sonrisa—. ¿Puedes llevarme a esta dirección? —le enseñé mi móvil.
—¿Segura que quieres que te lleve allí?
Asentí y él me abrió la puerta de su coche donde monté con una perfecta sonrisa.
Es él, el chico que me llevó a casa borracha. Juro por dios que no vuelvo a beber nada que tenga alcohol por el resto de mi patética vida. Me quedo como una estatua viendo al chico frente a mi, como he podido olvidarme de esos ojos grises. Él también me mira un poco confundido, intentando descubrir de dónde me conoce, mientras Dalton mira una y otra vez de él a mí.
El ambiente es tenso y mi corazón está amenazando con salirse de mi pecho.
—¿Te conozco? —me pregunta el chico y niego con rapidez.
—Definitivamente parece que se conocen—añade Dalton y le doy un pisotón en el pie—. ¡Oye! Solo añado lo obvio.
—¿Dónde te he visto? —vuelve a preguntar él.
Y volví a negar.
¿Alguien me recuerda cómo se habla?
—¿Eva estás bien? —me pregunta Dalton y le vuelvo a dar otro pisotón—. ¡¿Quieres dejar de hacer eso?! —se agacha a sobarse.
—¿Te llamas Eva? —cuestiona el chico y asiento con una sonrisa forzada.
Él suelta una carcajada y joder, que lindo sonido. Pero ya me descubrió y no quiero enfrentar las consecuencias de mi borrachera en estos momentos porque no recuerdo nada de lo que hice o dije.
—Ya sé quién eres —dice sonriendo.
—¿Dalton? —le llamo.
—¿Si? —me responde aún sobándose el pie.
—¿Tienes buena resistencia?
—¿Qué haces aquí? —me pregunta el chico pero lo ignoro, las piernas me tiemblan.
—Se puede decir que si, era bueno en depo... —empieza a explicar Dalton.
—¡Pues corre! —le digo sin dejarlo terminar, agarrándolo por el brazo y emprendiendo carrera lejos de esos ojos grises que me cortaban la respiración.
¡Maldito Nardinkath sigues haciendo lo posible para gustarme!
Nos leemos pronto
OS quiero
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