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👑 Capítulo 26👑

Una luz blanca  es lo que veo cuando abro los ojos y vuelvo a cerrarlos de inmediato. Intentó moverme pero el dolor en mi cuerpo me solo provoca que suelte un quejido. Tengo una sensación extraña en mi pierna y cuando muevo mi brazo escucho una voz.

—¿Eva? —intento reconocer la voz pero no distingo muy bien.

—La luz —le digo y me duele la mandíbula cuando hablo.

La iluminación baja y entonces puedo finalmente abrir mis ojos. Un tejado de color azul claro es lo primero que observo. Recorro con mi vista lo que parece ser la habitación de un hospital y luego me detengo en el chico de ojos grises que me observa emocionado.

—¿Te sientes bien? —me pregunta y lo miro confundida.

—¿Quién eres?

Su mirada cambia totalmente y yo sigo mirando a mi alrededor. Si estoy en el hospital porqué mis padres no están aquí y porqué este desconocido sabe mi nombre.

—¿No sabes quien soy? —me cuestiona y niego.

Lo escucho maldecir y luego sale de la habitación para minutos después entrar junto a un médico.

—Hola Eva ¿Cómo te sientes? —el doctor se acerca hasta mi cama.

—Solo tengo dolor —le digo e intento sonreír.

—Es normal por tus lesiones —me explica—. Tienes varios golpes por todo tu cuerpo y tuvimos que ponerte un yeso en la pierna.

Bajo mi mirada a mis piernas y en efecto, ahí está el yeso. El doctor me sonríe mientras el chico sigue mirándome con preocupación.

—Voy a hacerte algunas preguntas —asiento al doctor—. ¿Cómo te llamas?

—Eva Toscano.

—¿Qué edad tienes?

—Veintiuno.

—¿Quien es este chico? —señala al de la mirada gris—. ¿Lo conoces?

—No ¿Debo conocerlo? —algo dentro de mí me decía que si pero no recordaba quien era.

—Soy Jared —se presenta él y asiento.

—¿No te dice nada su nombre? —niego con la cabeza.

La puerta de la habitación se abre y otro chico entra, trae un traje elegante y mientras camina se saca la corbata. Este tiene ojos verdes y trae el cabello alborotado como si hubiese pasado sus manos por ahí varias veces. Mi mirada se encuentra con la suya y veo el alivio en sus ojos. Se acerca rápidamente hasta mi y toma mi mano.

¿Por qué hoy todos parecen conocerme?

—¿Cómo te sientes? —me pregunta y miro al doctor suplicándole ayuda con la mirada.

A lo mejor esto es un sueño y voy a despertar y estos dos chicos que parecen ángeles y dicen conocerme desaparecerán y estaré tranquila en mi habitación, lista para otro día como estudiante de economía.

—¿No sabes quien es? —me pregunta y el chico de ojos verdes me da una mirada afligida.

—No —respondo.

—¿No sabes quien soy? —me pregunta él chico y su mirada logra hacerme sentir triste.

¿Por qué me siento tan mal por no saber quiénes son?

—Bien Eva, tenemos que hacerte algunos exámenes —me explica el médico—. ¿Cuánto tiempo crees que estuviste inconsciente?

—¿Un día?

—Llevas inconsciente cinco días —formo una O con mi boca—. ¿Qué es lo último que recuerdas?

Miro hacia los chicos con incomodidad.

—¿Puedo hablar con usted en privado? —él asiente y ellos salen rápidamente de la habitación.

—Yo... Lo último recuerdo fue que me explicaron de la escuela, por favor no puede decirle a mi papá —le suplico.
El ríe y me dice que no me preocupe. Llama a una enferma que pone alguna medicina en mi suero y en solo minutos el sueño comienza a invadirme.

—Descansa un poco Eva —me dice, su voz se siente lejana mientras mis ojos se van cerrando—. Vas a necesitar toda tu fuerza cuando despierte.

—No le diga a mi papá de la expulsión —es lo último que digo antes de caer en una profunda oscuridad.


(...)

>>¡Me las vas a pagar hija de puta!<<
>>Tu no eres hija de Alfred y mi hermana<<
>>Alessandro, tu padre es Alessandro Toscano.<<

Abro mis ojos de repente con el corazón latiéndome de prisa y suelto un quejido de dolor cuando intento sentarme y no puedo. Mis brazos están conectados a diversos equipos, tengo un yeso en mi pierna y cuando toco mi rostro el dolor es indescriptible. La habitación está oscura pero una luz tenúe entra por la ventana. Miro a mi alrededor y veo diversos arreglos florales dos globos que dicen: ¡Tu puedes, Eva! Y en la mesa de noche descansa un pequeño peluche de Stich. Sigo con mi inspección y llevo mi mirada al sofá dónde un chico duerme tranquilamente. El cabello castaño oscuro que reconozco perfectamente bien le cae por el rostro y sonríe aunque duela. Se remueve un poco y abre sus ojos lentamente encontrándose con los míos, al principio parece un poco confundido y luego se levanta rápidamente hasta acercarse a la cama y agarrar mi mano.

—Dime por favor que sabes quien soy —los ojos de Kylliam se cristalizan mientras aprieta un poco su agarre en mi mano.

—Eres un príncipe ególatra con complejos de superhéroe —le digo y sonríe.

—Me diste un susto de muerte, Eva —acerca su frente a la mía pero me quejó por el dolor y se aleja—. Por favor no vuelvas a hacer eso de la amnesia temporal porque casi muero de un infarto.

—¿Amnesia temporal? —cuestiono.

—Despertaste está mañana, pero no recordabas nada, ni a Jared, ni a mí. El doctor dijo que era amnesia temporal, que podías despertar y volver a la normalidad o podía durar un poco más.

—Lo lamento —si rostro afligido me hace sentir verdaderamente mal porque yo me creo capaz de olvidar a Kylliam.

—No tienes que pedir perdón, Eva, cualquier reacción está justificada después de todo.

Mi cuerpo de tensa ante la mención de lo ocurrido y él se da cuenta porque me suelta las manos y se levanta para buscarme un vaso con agua. La bebo e intento calmarme internamente mientras Kylliam no deja de observarme atentamente.

—¿Cómo te sientes? —me pregunta.

—Como la mierda —ambos reímos y somos interrumpidos por la puerta de la habitación que se abre y Alfred, mi padre, mi tío o no sé cómo llamarlo ahora entra.

Veo el claro dolor en su mirada y desvío la mía porque no quiero verlo, ni a él, ni a su esposa, ni a Alessandro, a nadie.

—Dile que se vaya —le pido a Kylliam y él niega.

—Tienes que hablar con ellos, Eva.

—No, no quiero hablar con ninguno —comienzo a sobresaltarme—. ¡No quiero verlos! ¡Vete! —le grito a Alfred—. ¡No soy tu hija, vete de aquí!

Una lágrima cae por el rostro de el hombre al que solía llamar papá y aunque el corazón se me duela, es imposible que logre romperse más de lo ya está.

—Eva —Jared entra en la habitación—. Cálmate, tienes que escucharlos y luego tomar una decisión.

—¡No! ¡No quiero! ¡Quiero que se vaya!
—grito pero nadie parece entenderlo.

Esta vez cuando la puerta se abre golpea fuertemente la pared y Alessandro entra con un semblante serio que logra intimidarme bastante. Alfred lo toma del brazo impidiendo que avance hasta mi, así que solo me mira desde la entrada.

—Deja de comportarte como una niña pequeña —me reclama—. Vas a escucharnos y después vas a tomar una decisión, no vamos a intentar detenerte.

—Mírame —Kylliam me toma con delicadeza por la barbilla y una lágrima rebelde rueda por mi mejilla cuando sus ojos y los míos se encuentran—. Estaré ahí fuera, no voy a dejarte sola.

Asiento, él y Jared salen de la habitación y me quedo sola con los dos hombres a los que una vez consideré mis héroes. Ambos se acercan hasta mi cama. Y yo bajo la cabeza porque me duele mirarlos a los ojos y saber que me mintieron.

—Hija —comienza Alfred y escuchar esa palabra me rompe el alma—. Nosotros solo...

Las palabras no terminan de salir de su boca porque rompe en llanto y yo lo hago con él. Porque fue el mejor de los padres, porque a mi mente vienen los recuerdos de cuando era pequeña y me cargaba como caballito por todo el jardín, los cuentos en las noches, el primer libro que me regaló.

—Princesa —Alessandro toma la palabra, su voz firme como siempre—. No tienes porque culpar a mi hermano, todo esto es el resultado de mis errores, él no tiene que pagar por ellos.

Decido levantar mi cabeza y mirar a Alessandro y para mí sorpresa gruesas lágrimas caen por sus ojos.

—Yo soy tu padre, Eva —me dice y otra vez siento la daga atravesarme el pecho—. Siempre te he dicho que tengo una larga fila de pecados y tú eres el más grande.

Toma una pausa y respira, para contenerse porque sé que odia perder el control.

—Cuendo tenía 19 años conocí a una chica en la universidad, era muy hermosa y como todo joven me sentí atraído. Comenzamos a salir, pero yo nunca fui un chico bueno, solo quería acostarme con ella y tacharla de la lista —me sorprendo cuando dice "lista" y él se da cuenta—. Si, tenía una lista donde anotaba las chicas con las que quería acostarme. Así que lo hice y la dejé. Pasaron tres meses y ella se apareció en mi departamento porque estaba embarazada, de ti.

—Eva —Alfred lo interrumpe—. Podemos dejar esto para después.

—Ahora quiero saberlo todo —le digo y vuelvo mi mirada a Alessandro para que continúe.

—Yo, era joven y no quería hijos, siempre te dije que no quería hijos. Así que le dije que no era mío, que se marchara y lo criara sola. Me olvidé totalmente de ella y nunca más volví a saber de ella, hasta después de unos meses cuando tocaron a mi puerta unos abogados con un bebé en sus brazos.

>>Ella se había suicidado y dejó una nota con mis datos para que te entregarán a mi.<<

Las lágrimas caen por mi rostro y es una mierda enterarme de todo esto. Mi madre biológica está muerta, se suicidó porque no podía cuidarme y me entregó a un padre que me dió en adopción.

—No sabía que hacer con un bebé, solo quería disfrutar de la vida, del dinero y las mujeres, pasarla bien sin responsabilidades y un bebé era una muy grande.

—Era un estorbo —digo la palabra que no se atreve a pronunciar.

—Lo eras —confirma y me río con sarcasmo.

—Entonces recordé que Alfred y su esposa llevaban meses intentando tener un bebé y no habían podido, así que hablé con ellos y comenzamos los trámites para la adopción.

—Nosotros te adoramos desde el primero momento, pequeña —Alfred me da una sonrisa cálida—. Eres nuestra hija, Eva, siempre vas a serlo.

—Eva, lamento que te hayas enterado de toda la verdad de está forma, lamento no haber tenido los pantalones de contarte—Alessandro toma mi otra mano—. Pero te juro por ese bebé que espera Rachel que me arrepiento cada día de esa decisión, de haberte alejado de mi como padre. De haber sido un cobarde durante todo este tiempo porque tenía miedo de que te alejarlas cuando descubriese la verdad y ahora todo es peor.

—Vamos a aceptar lo que decidas, hija.

—Quiero irme —les digo, ya sabía lo que iba a hacer desde que desperté—. Quiero estar lejos de todo un tiempo, no quiero que me busquen o llamen, iré a ustedes cuando esté lista.

—¿A dónde irás? —me pregunta Alfred.

—A mi casa —Kylliam entra en la habitación y no puedo explicar la sensación de paz que me brinda su presencia. Me sonríe y acerca a nosotros.

—Yo voy a cuidarla —les dice a los hombres frente a mi.

—Estaré esperando tu visita en Quirthey, Eva —me dice Alessandro antes de marcharse de la habitación.

—Tu madre... —intenta explicar Alfred pero lo entiendo.

—Ella nunca me quiso realmente —él baja la cabeza apenado—. Espero verte pronto, hija.

—¿Dónde está Angie? —le pregunto.

—Le dieron alta esta mañana, viene a visitarte pronto —asiento y él se marcha dejándome sola con Kylliam.

—¿Todo bien? —me pregunta.

—¿Jared? —le pregunto y me hace una seña de que está afuera.

—¿Puedes decirle que quiero hablar con él a solas? —asiente algo confundido y sale de la habitación.

Es momento de que todo quede dicho y poder avanzar hacia una nueva etapa de mi vida.

Pasan unos minutos que me parecen eternos y Jared no entra a la habitación. Me remuevo impaciente en la cama y no entiendo porque tarda tanto. Cuando suelto un bufido y pienso en llamar a Kylliam a ver qué pasa, ambos entran a la habitación y los miro confundida porque claramente le dije que quería hablar con Jared a solas.

—Kylliam no quiero ser descortés —le digo—. Pero te dije que quería hablar a solas con Jared.

—Lo sé. Pero tenemos algo que decirte antes.

Más problemas no, por favor. Miro del uno al otro bastante nerviosa por la seriedad en sus rostros. Entonces Jared se acerca hasta la cama por un lado mientras Kylliam lo hace por otro.

—Nosotros estuvimos hablando —Jared es el primero en hablar—. Tomamos una decisión sobre esto.

—¿Esto? —cuestiono.

—Nosotros tres —me responde Kylliam y los dos toman mi manos al mismo tiempo, creo que abro mis ojos porque no pueden decir lo que estoy pensando.

—Queremos que estemos juntos —suelta Kylliam—. Los tres, ni él, ni yo podemos renunciar a ti, así que decidimos compartirte.

Me quedo sin palabras mientras alterno mi mirada entre los dos idiotas que tengo al frente y si el cuerpo no me doliera tanto agarraba algún ramo de flores y los golpeaba hasta el cansancio.

—¡¿Pero ustedes que bebieron?! —les grito enojada—. ¡¿Que soy un pastel que pueden compartirse?!

Ambos me miran con seriedad y no puedo creer que esto esté pasando en serio.

—Eva... —intenta hablarme Jared pero suelto mi mano de la suya y le doy una mirada de desprecio a Kylliam.

—Es mi vida, yo tomo las decisiones de que hacer con ella, si pensaron que estaba jugando con ambos en verdad lo siento pero no era mi intención, estaba confundida... —Eva... —Kylliam también intenta hablar pero lo ignoro.

—Es que ¿Cómo no estarlo? ¿Se han visto en un espejo? Parecen sacados de una película —ambos sonríen—. En serio siento haberlos puesto en esta posición, pero ni en un millón de años yo podría ser capaz de tener un relación de ese tipo, no tengo nada en contra de ello, pero no es para mí, todo el tiempo estaría preocupándome por tratarlos a los dos de igual manera y no...

—¡Joder! ¡Era una broma! —me grita Kylliam y detengo mi explicación para darle una mirada asesina. Jared se comienza a reír y ahora tengo más ganas de matarlos.

—¿Era una broma? —les pregunto y miro a Jared—. ¿Es en serio?

Él se sigue riendo mientras Kylliam me da su maldita mirada de "te he ganado".

—Lo siento, es muy fácil dejarse converse por él —se excusa Jared.

—Venga corredora, no te molestes —Kylliam se acerca y respiro su perfume—. Tenías que soltar tensión de alguna forma.

—¿No había otra forma? —le sonrío con sarcasmo.

—Fue lo primero que se me ocurrió —se aleja y me hace extrañar su olor—. Ahora sí, los dejo solos.

Se dispone a marcharse pero agarro su mano.

—Luego quiero hablar contigo —me da un asentimiento y sale de la habitación.
Tomo una respiración profunda y miro a Jared que me da una sonrisa de boca cerrada. Hora de ser madura y poner cada cosa en su lugar.

—Jared...

—Di lo que tengas que decir —su ojos me dicen que sabe lo que voy a decirle y eso me da más tranquilidad.

—Recuerdo que me pediste perdón —el asiente—. Y solo tengo que perdonarte por lo que pasó en el hotel cuando fui a verte, eso está olvidado.

—No está olvidado, sigo odiándome por eso —toma mi mano—. Desde que era pequeño sufro de ataques, algunas veces me da ansiedad, otras depresión y otras me pongo violento como ese día.

—Entonces no fue tu culpa.

—Lo es, por no darme cuenta de que todo este tiempo he estado mal, por querer ocultar mis demonios en vez de controlarlos—baja la cabeza—. Cuando me hice pasar por James, yo quería conocerte, pero también quería que conocieras a la persona que pude ser, si no hubiese pasado toda la mierda de mi vida.

—Y me gustó, James era una persona maravillosa y llena de vida que logró sacarme de la pesadilla que estaba viviendo y enseñarme a buscarle el lado bueno a las cosas.

—Pero esa persona no existe —sus ojos cristalizados se encuentran con los míos y una lágrima desciende por su rostro.

—Si existe Jared, está dentro de ti —mi mano va a su corazón—. Pero necesitas sanar, necesitas encontrarlo en lo profundo de esa oscuridad y sacarlo de allí.

—Por eso te necesito —me dice y niego.

—No me necesitas, yo solo fui un pequeño rayito de luz que te demostró que aún vive un sol dentro de ti. Solo te necesitas a ti.

—¿Es él, cierto?

Sé que se refiere a Kylliam y por supuesto que es él.

—Lo lamento —le digo y odio estar en esta posición.

—No tienes porqué, nadie manda en los sentimientos y él te merece tanto como tú a él.

—No quiero que te alejes, Jared.

—No voy a hacerlo, me haces bien Eva y estoy seguro de que eres una excelente amiga.

Ambos sonreímos y me siento bastante aliviada. Jared y yo tenemos una relación que creció a base de mentiras y es imposible que algo tan insano hubiese funcionado para los dos. Él necesita sanar su interior antes de tomar una decisión respecto a su vida.

—Prométeme que vas a buscar ayuda, que vas a intentar luchar contra todo lo que te hace daño —le pido y él me da una sonrisa.

—Lo prometo.

Se acerca lentamente hacia mi y me da un abrazo con delicadeza para luego presionar sus labios sobre los míos, solo dura segundos y se que es su forma de cerrar un ciclo.

—Voy a por el señor bromas —ambos sonreímos.

Él sale de la habitación. Miro al techo en lo que espero a Kylliam y la emoción que siento es indescriptible, incluso puedo ver cómo mi frecuencia cardíaca se eleva en el aparato que registra los signos vitales. Cuando la puerta se abre Jared entra nuevamente y me mira preocupado.

—No está.

—¿Cómo que no está?

—Lo he buscado por todo el pasillo y no lo he visto.

Ambos nos miramos sin saber que hacer, porque no creo que él se haya ido sin avisar, le dije que quería hablar con él. La puerta vuelve abrirse y Thomas junto a Adele entran sonrientes.

—El médico dijo que podíamos pasar —mi amiga me mira con emoción—. Estás toda magullada pero me alegra que estés viva.

Se acerca y toma mi mano dándome un ligero apretón, le sonrió pero mi mente sigue pensando en el idiota de ojos verdes desparecido.

—¿Vieron a Kylliam? —les pregunta Jared.

—En la salida —responde Thomas—. Dijo que volvía a casa, tenía que resolver un asunto.

¿Volver a casa?

—¡Mierda! —exclama Jared.

—¿Qué pasa?

—Se marchó, joder, Eva discúlpame.

Lo miro sin entender absolutamente nada y su cabeza parece dar un clic al darse cuenta de que todos estamos confundidos.

—Anoche hablamos y dijimos que cuando tomarás una decisión, la otra persona se alejaría.

—¡¿Por qué toman decisiones sin consultarme?! —exclamo enojada—¡¿Por qué creyeron que iba a aceptar alejarme de alguno de ustedes?!

—Seguro vió cuando te besé.

—¿La besaste? —pregunta Thomas.

—Fue de despedida —respondemos Jared y yo a coro.

—Pensó que quieres estar conmigo, por eso se marchó, intenta cumplir con su palabra.

—¡Maldito príncipe ególatra! —exclamo—. Necesito ir ya mismo a buscarlo.

—No puedes salir del hospital —me dice Jared.

—¡No me importa! —comienzo a quitarme los equipos—. Adele consígueme una silla de ruedas.

Ella sale y en minutos regresa con una, Thomas me ayuda a bajarme de la cama y me siento rápidamente soltando un gemido por el dolor.

—Es es una locura —se queja Jared.

—Te callas y me llevas al aeropuerto, por tu culpa Kylliam se va.

Cuando salimos de la habitación nos topamos con el médico que me mira con cara de pocos amigos y luego analiza a mis acompañantes.

—¿A dónde crees que vas? —me pregunta y yo pongo mi mejor cara de cachorro.

—Doctor, escuche, se que es difícil para usted entender pero el amor de mi vida está en el aeropuerto a punto de irse porque piensa que no lo quiero y quiero estar con su mejor amigo, así que decidió alejarse para que pueda ser feliz pero necesito ir a buscarlo porque yo solo quiero ser feliz con él.

El doctor me mira y comienza a reír mientras niega con la cabeza. Creo que va a dejarme marchar.

—Si alguien pregunta, yo no autorice esto —se da la espalda y se marcha mientras Jared empuja mi silla de rueda y Adele junto a Thomas corren a nuestro lado.

Querido príncipe arrogante con complejos de superhéroe, voy por ti.





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