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👑 Capítulo 21👑

—¡Cielos! ¿Soy el único que siente la tensión en el aire?

Giro mi rostro hacia Dalton que me muestra su sonrisa y niego con la cabeza, porque mi amigo no sabe callarse. Pero tiene razón, el ambiente en este avión no es para nada agradable.

Ni siquiera había salido el sol en Nardinkath cuando Adele fue a despertarme porque Kylliam tenía todo preparado para que viniéramos a París. Está cumpliendo con su palabra y me llevará hasta Jared. Thomas, Ade y Dalton nos acompañan y no dejan de mirar desde Kylliam hasta mi porque no nos hemos dirigido la palabra desde ayer.

No sé que hacer porque he metido la pata hasta el fondo, vine a solucionar todo lo que dejé pendiente y e lugar de eso solo he logrado enredarlo más. Pero de todos modos ¿De qué serviría decirle que lo que dije ayer fue por la ira, que cada vez que lo veo o me toca siento que voy a explotar por dentro?

Kylliam ahora es un rey y yo solo soy una simple chica de Seattle que no sabe cómo seguir con su vida después de todo lo que ha pasado. Por reflejo llevo mi mirada hacia él y lo encuentro mirándome pero al instante aparta sus ojos y habla con Thomas.

—¿Discutieron? —me pregunta Adele a mi lado.

—Es mejor que estemos así.

Ella se queda pensativa unos minutos.

—Se supone que prometí no decirte esto... —mira hacia donde están Kylliam y Thomas y se acerca un poco más a mi—. Kylliam se puso como un loco cuando te marchaste, incluso quiso buscarte a Seattle pero por los temas de su coronación y el encarcelamiento de su padre no pudo hacerlo.

Creo que casi me atraganto con mi propia saliva y comienzo a toser mientras atraigo las miradas de todos.

—Estoy bien —les digo y miro a Adele confundida.

—¿En serio?

Ella asiente.

—Y... El día que me llamaste él estaba ahí —lo miro y sigue conversando con su amigo—. Lamento mucho no habértelo dicho, escuchó cuando me dijiste que no querías que supiera de tu llamada, creo que por eso está así.

Vamos, que he metido la pata incontables veces.

—Soy un desastre —le digo y me llevo una mano a la cabeza.

—Estoy segura de que todo volverá a su lugar.

Claro, su lugar. Jared y Kylliam siendo felices como reyes y yo lejos rehaciendo mi vida —si es que puedo.

El resto del viaje logro dormir tranquilamente y cuando avisan del aterrizaje, Adele me despierta con delicadeza. Cuando salimos del aeropuerto un auto nos espera y de él, baja un hombre de unos 50 años que hace una reverencia ante Kylliam.

—Bienvenue majesté.

Habla en francés y no entiendo nada.

—Est-ce que tout est prêt? —le responde Kylliam y lo miro asombrada por su francés tan fluido.

—L'hôtel où séjourne le roi Jared n'a plus de place —dice el hombre nuevamente y Kylliam pone una mueca de disgusto.

Los demás nos mantenemos en silencio en espera.

—Nous avons des chambres dans un autre hôtel à proximité —continua hablando el señor.

—Suban —nos ordena Kylliam.

Thomas abre la puerta y todos entramos en silencio. Una vez dentro el auto se pone en marcha y los iris verdes de Kylliam se posan en mi.

—No hay habitaciones disponibles en el hotel donde está Jared —su voz suena fría—. Nos quedaremos en un hotel cercano, pero conseguí cita para que hables con él dentro de media hora.

Asiento y al instante los nervios me consumen.

—Te dejaremos en el hotel y cuando termines con Jared avísale a Adele para que vaya por ti.

Cada palabra que sale de su boca es como un cubo de hielo que me lanza. Sus ojos ni siquiera me miran, habla mientras su vista está en la ventana y trago intentando ahogar mis ganas de gritarle.

—Si es que lo necesitas, claro —suelta con sarcasmo.

Lo ignoro porque no quiero más discusiones y porque estoy a punto de enfrentarme a todo el odio que Jared está sintiendo por mi. El auto se detiene en la entrada de un hotel lujoso y tomo una profunda respiración antes de bajar.

—Todo va a salir bien —me anima Adele desde la ventanilla y le doy una sonrisa tímida, Kylliam mantiene su vista al frente ignorándome.

—¡Suerte! —me grita Dalton antes de que el auto se ponga en marcha y se alejen.

Miro a mi alrededor totalmente perdida y sin conocer absolutamente nada de este lugar. Camino hacia la entrada rodeando la fuente y llego hasta la recepción donde un chico rubio me sonríe amable.

—Comment puis-je vous aider?

¡Bien por ti Eva! Vienes a París sin saber francés.

—Eh... —me rasco la nuca nerviosa—¿Rey Jared?

—Oh ¿Tienes cita con su majestad? —me pregunta el chico en un perfecto español y asiento contenta.

Lleva la vista a su ordenador mientras juguetero nerviosamente con mis manos.

—Está en el restaurante —me señala una puerta enorme con su mano—. Es por allí.

—Muchas gracias.

Sonrío y camino hacia el restaurante mientras siento cada milímetro de mi cuerpo temblar por los nervios, ni siquiera me creo ser capaz de articular palabra cuando lo vea. Abro la puerta y busco con la mirada, lo encuentro al instante, de espaldas a mi, sentado en una de las mesas del final.

Me dirijo hacia él con el corazón queriéndome salir por la boca y trato de observar el sitio para contrarrestar los nervios. No hay nadie, solo un barman que se mantiene limpiando unas copas y me pregunto si esto también es cosa de Kylliam. Cuando finalmente estoy detrás de Jared suelto un suspiro que él parece escuchar y se gira al instante.

Me mira con confusión, como si no creyese estarme viendo. Luego parece darse cuenta de que si soy realmente yo y su mirada se vuelve dura, fría, distante.

—¿Que haces tú aquí? —me pregunta enojado.

—Quiero que hablemos —le digo en un hilo de voz.

—No tengo nada que hablar contigo, puedes irte —se pone de pie dispuesto a marcharse pero me pongo en medio.

—¿Puedes escucharme, por favor?

Su mandíbula se tensa y aprieta los puños. Me mira fijamente y me intimida porque veo una oscuridad en su mirada que nunca antes había estado ahí.

—¡Que no quiero escucharte! —grita y me toma por los hombros apretándome.
Me quedo en shock viendo cómo pierde el control y soy el objetivo de toda su ira.

—Jared...—intento calmarlo pero es inútil.

—¡Eres como ellos! —me grita—.¡Tú también me mentiste!

—Yo no... Ellos...

Las lágrimas comenzaron a caer por mi rostro mientras él seguía con su agarre en mis hombros lastimándome.

—¡¿Estás contenta Eva?! —me pregunta y niego desesperada.

Comienzo a darme cuenta de que si sigue apretándome me causará daño e intento forcejear para que me suelte pero es inútil.

—¡¿Me ves?! —quiero gritar para que me suelte pero las palabras no salen de mi boca—. ¡Esto es lo que soy! ¡Lo que él creó! ¡Lo poco que me quedaba de luz, tú te encargaste de apagarla!

—¡Suéltame! —consigo gritar por encima de su voz y él abre los ojos asustado.

Al instante sus manos me sueltan y el dolor llega al sitio donde estaban. Lo miro entre las lágrimas y veo el arrepentimiento en su cara, pero solo dura segundos porque la rabia vuelve a ellos.

—No tengo nada que hablar contigo, no quiero verte, ni saber nada de ti —me dice—. Sigue siendo egoísta y lárgate por donde viniste.

Me da la espalda y se marcha del restaurante y yo me quedo ahí parada entre lágrimas. No debí venir a París, no debí haber ido a Nardinkath, debí quedarme en Seattle siendo infeliz porque eso es lo que merezco.

Camino con lágrimas en los ojos hacia la salida del hotel. El chico de la recepción me mira con preocupación pero lo ignoro pasando de largo mientras lloro como hace tiempo no lo hacía.
Jared es otra persona, el chico dulce que conocí ya no está, yo misma lo he destruido con mentiras. Busco en mi cartera un pañuelo mientras camino y termino chocando contra a alguien. Levanto la mirada y unos ojos azules me miran con preocupación.

—¡Lo siento mucho! —una linda chica me toca el hombro y gimo cuando duele, ella aleja la mano inmediatamente—. ¿Te encuentras bien?

Asiento entre lágrimas porque no tengo muchas fuerzas para hablar y siento que en cualquier momento las piernas van a fallarme.

—Ella no se ve bien —dice el chico que se encuentra detrás de ella.

—Puedo notarlo Edric —dice ella con sarcasmo y él rueda los ojos.

Siento mareo mientras los veo dudar en qué hacer conmigo y mi mar de lágrimas. Me tambaleo un poco y el chico se acerca a mí agarrándome por la cintura.

—¡Dios! —exclama ella asustada—. ¿Cómo te llamas?

—Eva —susurro sintiendo mis ojos pesados y como mi cuerpo poco a poco pierde su fuerza.

—Bueno, Eva, soy Marieth y él es mi novio Edric, tranquila vamos a ayudarte —asiento con la cabeza en el momento en el que todo a mi alrededor comienza a oscurecerse.

Escucho un auto detenerse cerca de nosotros y las voces se sienten muy lejanas.

—¿La conoces? —pregunta Marieth.

—Si —escucho la voz de Kylliam y me siento aliviada cuando noto sus manos en mi cuerpo y siento como me alza del suelo—¿Eva estás bien?

Su voz es como una brisa de tranquilidad dentro de toda la oscuridad que no me permitía ver en esos momentos.

—Yo lo destruí —es lo último que digo antes de perder totalmente el conocimiento.

(...)

La luz que entra por la ventana hace que mis ojos se sientan irritados y alcanzo un almohadón llevándomelo a la cara.

Quiero seguir dormida.

Me remuevo entre las suaves sábanas dispuesta a continuar dormida porque hace mucho tiempo que no lograba dormir tan tranquila pero entonces los recuerdos llegan a mi mente y abro los ojos de inmediato.

Me encuentro en una habitación de color azul, bastante bonita y con una hermosa decoración. Miro a mi alrededor pero no veo a nadie hasta que una figura emerge de una puerta y sonrío cuando Adele me mira alivia.

—¡Al fin! —corre hasta mi y me envuelve en un abrazo—. No sabes lo preocupados que hemos estado.

—Lo siento

—¿Cómo te sientes? —me pregunta con preocupación.

—Bien —le sonrío y miro por la ventana, aún es de día—. ¿Cuánto tiempo dormí?

—Veinticuatro horas —me responde y la miro asustada—. El médico dijo que sufriste un fuerte trauma y por eso tú organismo colapsó, te bajó mucho la presión.

—Creo que incluso perdí la vista por minutos —le comento.

—Fue por la bajada de presión —su mirada se torna sería y sé lo que va a preguntarme—. ¿Qué pasó con Jared? ¿Fue por su culpa que te pusiste así? ¿Él te hizo eso?

Llevo mi mirada a mis hombros y observo unas manchas violetas  opacas. Hago una mueca y Ade suspira.

—No debimos dejarte sola con él.

—Yo decidí venir —le digo—. Él, estaba fuera de control, es como si fuese otra persona.

—Eva, no lo justifiques.

Bajo la cabeza apenada y entonces recuerdo que Kylliam llegó antes de que perdiera el conocimiento.

—¿Dónde está Kylliam?

Ella duda entes de responder.

—Fue a verlo.

La miro confundida pero luego mi cabeza hace clic, fue a ver a Jared.

—Sospechó que algo malo pasaría —me cuenta—. Cuando llegamos al hotel estaba intranquilo, pero tampoco quería intervenir entre ustedes, al final como siempre ganó su terquedad y fue, gracias a dios.

—Había una chica...

—Si, era Sea, la cantante —se emociona—. Fuiste ayudada por una famosa y ni te enteraste.

Ambas reímos.

—Dalton dice que te debe la vida porque gracias a ti conoció a su cantante favorita. Ella y su novio se marcharon cuando el médico dijo que estabas bien.

Asiento esperando poder volver a verla algún día nuevamente y así agradecerle. De repente la puerta se abre y entra Kylliam echo una furia, ni siquiera me mira o a Adele, va directo al baño y cierra la puerta de un tirón. Miro a Ade preocupada y ella se pone de pie.

—Mejor los dejo solos —dice y se marcha cerrando la puerta.

Me acerco hacia la puerta y escucho el agua del lavado caer, toco suavemente.

—Kylliam —lo llamo.

—Ahora no, Eva —me dice.

—Abre la puerta, por favor —insisto.

—¡Joder! Que ahora no quiero que me veas.

Tomo una profunda respiración y sigo tocando porque necesito saber que pasó entre ellos.

—¡Por favor, abre la puerta!

Los escucho gruñir, soltar una maldición y luego abre la puerta. Lo primero que veo son sus nudillos que se encuentran hinchados y morados, subo lentamente mi mirada por su cuello y veo las marcas de unas manos y suelto un gemido cuando veo su rostro y la sangre.

—¡¿Pero qué...?!

Él me lleva un dedo a la boca silenciándome y me duele el pecho cuando hace una mueca de dolor por el movimiento.

—Por eso no quería que me vieras —me dice.

—¿Qué pasó?

—Nada.

Sale del baño y camina hacia otra puerta de la habitación se saca la camisa con cuidado y lo escucho quejarse. Quiero acercarme y ayudarlo pero no me atrevo. Lanza la camisa a algún rincón y luego se gira hacia mi y contengo el aliento cuando lo observo. Su marcado torso me saluda y como si no tuviese suficiente con haberla cagado ahora él me muestra su escultural cuerpo digno de ser excibido en un museo.

—¿Me alcanzas el botiquín en el baño? —me pregunta y dejo de mirarlo embobada para entrar al baño y tomar el kit de primeros auxilios.

Se lo doy, él se sienta en la cama, abre el botiquín y comienza a sacar cremas y algodón. Me mantengo de pie manteniendo la distancia y evito mirarlo para dejar de babear como una chica cuando se enamora por primera vez.

—¿Cómo te sientes? —me pregunta mientras lo veo curarse la mano izquierda con la crema.

—Bien —le respondo y poso mi mirada en la pared. Mira qué bonito color tiene.

—Lo lamento.

Dejo de mirar la pared y llevo mi mirada a él chocando con sus ojos.

—¿Qué lamentas?

—Haberte dejado sola sabiendo cómo es él cuando pierde el control.

Ambos nos quedamos en silencio mirándonos y otra vez esa llama que tanto intento apagar se enciende dentro de mí. Las ganas de acercarme y abrazarlo me consumen así que me aclaro la garganta y vuelvo a apartar la mirada.

—Que no me mires no hará que desaparezca —me dice—. Ya lo intenté y no funciona.

Lo miro nuevamente sin saber que decir. Sonríe negando con la cabeza.

—Él quiere disculparse —me dice y veo como tensa la mandíbula—. Por haberte lastimado.

—Yo...

—¿Quieres verlo?

No lo sé, no sé si quiera ver al Jared con el que estuve ayer.

—Estaré cerca, no voy a dejarte sola.

Escuchar eso me tranquiliza, así que decido que puedo escuchar sus disculpas y así quizás él pueda escuchar las mías.

—Acepto —le digo y el asiente.

—Eva, si Jared se atreve a volver a tocarte un pelo soy capaz de matarlo —me advierte y asiento porque sé que lo dice para que no tema, después de todo y pase lo que pase han demostrado que siguen siendo mejores amigos.


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