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👑 Capítulo 14👑

—Te va a crecer la nariz James, digo Jared —suelto un hipo—. ¿Nunca te hicieron el cuento de Pinocho?

—Había olvidado lo mucho que hablas cuando te emborrachas.

—¿Por qué me llevas a dormir? Yo quiero seguir con la fiesta.

—Ya has tenido suficiente descargando tu ira con aquel hombre.

Suelto una carcajada y sigo caminando mientras Jared me sostiene para que no caiga directo al suelo. De alguna manera que no consigo recordar muy bien logró convencerme de ir a descansar. Todo a mi alrededor da vueltas y vueltas.

—Se merecía todo lo que le dije, vino a aguarme la fiesta.

—Claro.

El elevador se abre y ambos entramos. Aprovecho para recargarme de una pared y soltar todo mi peso. Jared se queda frente a la puerta y me tomo la oportunidad de mirarlo, con su traje de príncipe parece una persona totalmente distinta al chico que conocí o creí conocer, ahora no tengo idea de quién es la persona que tengo delante.

—¿Estás bien? —se gira hacia mi y asiento.

Las puertas vuelven a abrirse y se acerca para ayudarme a caminar. Un largo pasillo con varias puertas nos recibe, caminamos unos minutos hasta detenernos en una habitación donde él toca la puerta y Kylliam abre de inmediato. Lo miro enojada.

—Me dejaste sola.

—Pareces el demonio de Tasmania —se aparta y nos deja entrar a la habitación.

—Eres un mal amigo Kylliam Wesh, me abandonaste en ese bar.

—No somos amigos Eva Toscano.
Auch, eso dolió.

—Dijiste que ibas a cuidarme —le recuerdo y el ríe.

Cómo odio esa sonrisa.

—Tenías a tu futuro esposo vigilando de cerca —señala a Jared que le da una mirada seria.

—Vine contigo, no con él.

No me responde y se gira caminando hacia unas puertas de cristales, imagino debe ser otra habitación continúa a esta o una especie de balcón, ni siquiera puedo ver bien.

—¿Por qué no descansas un poco? —me pregunta Jared señalando la cama.

—Es un idiota —le digo refiriéndome a Kylliam y me lanzo de un tirón a la cama.

—Descansa Eva, no pienses en nada ahora.

—Ojalá fuese tan fácil, JJ.

—¿JJ? —cuestiona.

—Jared James —le guiñó un ojo—. Ya sabes, tú doble personalidad.

Ríe un poco y me cubre con una manta.

—Eres increíble —me da un beso en la  frente—. Espero que mañana podamos platicar de todo lo que ha pasado.

Miro sus ojos grises llenos de esperanza y sonrío, luego todo se torna oscuro.

—Entonces vives aquí Eva —me preguntó el chico de ojos verdes sonriendo.

—Si, puedes visitarme cuando desees.

—No creo que recuerdes nada de esto mañana —soltó una carcajada—. Pero gracias por la invitación.

—Gracias a ustedes por traerme.

—Disculpa su actitud —señaló al otro chico—. Tiende a juzgar antes de conocer.

—Lo entiendo —observé hacia el auto y  estaba concentrado en la carretera—. Por lo menos dijo que era bonita.

Él se rió y dió un paso hacia mi, me puse algo nerviosa cuando sus ojos verdes encontraron mi mirada. Sus manos tomaron las mías y sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo.

—Eres hermosa —susurró—. Espero sepa valorarte.

—¿De qué hablas?

—Yo me entiendo. ¿Te puedo pedir algo?
Asientí.

—No vuelvas a beber así y tampoco te marches en coches con personas que no conoces, es peligroso.

—Lo sé, te lo prometo —me dispuse a entrar en casa, pero recuerdé algo y lo miré—. No me has dicho tu nombre.

—Kylliam.

—Ha sido un placer.

—Para mi también, pero vas a ser mi tortura —negó con la cabeza mientras reía.

—¿Por qué dices eso?

Porque él se va a dar cuenta de que eres diferente, entonces va a aceptarte y yo tendré que conformarme con mirarte de lejos.

Lo miré confundida, pero cuando iba a preguntarle me pidió que callara.

—No seas buena conmigo, por favor.
—¿Por qué?

—Porque voy a olvidar que alguna vez él fue mi amigo y voy a hacer que te enamores de mi.

El corazón me latió apresurado y cuando intenté hablar la puerta de casa se abrió y mis padres salieron como alma que lleva el diablo dispuestos a decapitarme.

Abro los ojos y la habitación está completamente a oscuras, los estrujo  adaptándome a la realidad y me levanto lentamente. El dolor de cabeza va a matarme seguramente, pero de igual forma abandono la cama. Jared está sentado en el sillón con los ojos cerrados, seguramente se quedó dormido ahí. Esta vez no tengo laguna mental y recuerdo perfectamente todo lo que ha pasado, así como también recuerdo lo que pasó aquella noche. Kylliam también estuvo allí, fue él el que me dejó en casa y el que conocieron mis padres. ¿Por qué carajos se lo ha callado todo este tiempo?
Camino hacia las puerta de cristales porque lo ví entrar allí antes de dormir, las abro y el viento me sorprende, es un balcón que da hacia la parte trasera del hotel. Kylliam está sentado en un sillón mirando hacia el cielo.

—Eres un mentiroso —le digo y su mirada me encuentra al instante.

—¿Ahora que hice? —me pregunta sin inmutarse.

—Tú estuviste allí aquella noche.

Mis palabras lo sorprenden y se pone de pie para caminar hacia mi.

—¿Que recuerdas? —me pregunta serio.

—Todo —miento, porque solo he tenido lagunas de cuando me acerqué a Jared y luego cuando me dejaron en casa junto a mi conversación con él.

—¿Todo? —alza una ceja dudoso.

—Me pediste que no fuese buena contigo.

Se ríe y noto su nerviosismo cuando se rasca la nuca.

—Ya veo —dice sin más e intenta girarse pero lo detengo.

—¿Por qué me pediste eso?

—Lo sabes, si recuerdas, lo sabes.

—Dímelo —le pido porque necesito escucharlo para creer que en verdad pasó.

De repente su cuerpo se pega al mío y me arrastra caminando hasta que mi espalda choca con la pared y sus manos se pegan a ambos lados enjaulándome contra su cuerpo. Mi respiración se vuelve frenética y siento el calor comenzar a subir por mi cuerpo. Acerca su rostro al mío y nuestras respiraciones chocan.

—Porque me gustas —susurra y la piel se me eriza—. Me encantas desde esa noche cuando te vi en la mesa con tus amigos, tan libre, tan tú, sin importarte lo que pensarán los demás, solo querías olvidarlo todo y disfrutar tu última noche en tu hogar. Jared no quiso entrar porque no le gustaban esos ambientes, así que yo decidí mirar un poco y allí estabas tú.

—Yo... —las palabras no me salen.

—Pero entonces, dijiste tu nombre cuando querías que te lleváramos a casa, Eva Toscano —da un puñetazo en la pared y pego un salto—. La prometida del príncipe Jared, eres prohibida.

Se separa de mi cuerpo y siento frío. Camina hacia el balcón y yo lo sigo.

—¿Sabes lo difícil que se me hace mantenerme alejado de ti?

Niego con la cabeza, seguramente estoy temblando.

—Es como si cada parte de mi gritara por estar pegada a ti, eres un maldito imán del que trato de alejarme y no puedo.

—Kylliam, yo...

—Shh —me pide que me calle y vuelve a acercarse—. No digas nada por favor, perdón por ponerte en esta posición, sé que estás enamorada de él —señala a Jared—. Yo mantendré mi distancia y una vez termine todo esto no volveré a acercarme.

¿Estoy enamorada de Jared?

Ni siquiera lo sé, justo ahora mi cabeza es un caos total. Voy a responderle pero soy interrumpida cuando siento varios toques en la puerta de la habitación. Ambos salimos del balcón y Jared despierta, nos mira confundido pero Kylliam lo ignora y abre la puerta que no dejan de golpear.

—¡¿Por qué cara...

—¡Eva! —mi madre irrumpe entrando como un tornado—. ¡Tenemos que irnos ya!

Sus ojos llenos de lágrimas me hacen entrar en estado de alarma.

—Alfred está en el hospital.

Esas cinco palabras hacen que olvide completamente todo lo que tenía para decirle a Kylliam y salga apresurada del hotel junto a mi madre.
Solo espero que mi padre se encuentre bien.

(…)


Mi madre y yo bajamos del taxi y entramos rápidamente al hospital, la recepcionista nos envía directamente a la habitación 23 dónde mi padre ya se encuentra estable y en recuperación. Corremos por los pasillos del hospital hasta llegar allí donde dos policías cuidan la puerta y nos impiden el paso.

—Soy Lara Zchwat, su esposa y ella es mi hija —les explica mi madre para que nos permitan pasar.

Uno de ellos abre la puerta y suelto el llanto cuando veo a mi padre conectado a tantos equipos y con la piel pálida. Había intentado quitarse la vida y por mucho que lo pensara no encontraba razón o explicación para aquello, porque a pesar de todo siempre ha sido un hombre capaz de enfrentar todo.

—¡Dios mío! —exclama mi madre llorando y toma su mano—. ¿Por qué hiciste esto Alfred? ¿Querías dejarme sola?

Las lágrimas no me dejan hablar mientras los observo a ambos desde una esquina de la habitación. ¿Por qué tengo que ser tan egoísta? Mamá deja de hablar y me mira con rencor.

—Si te hubieses quedado en Nardinkath, nada de esto hubiese pasado.

No le respondo, porque no tiene razón, mi padre no tenía manera de saber que me había marchado de Nardinkath y no creo que intentaste quitarse la vida por ello, él mismo me había pedido que no renunciase a mis sueños por salvarlo. Pero de todos modos me sentía mal.
El doctor entra a la habitación y ambas nos alarmamos, nos saluda cordialmente antes de empezar a hablar.

—Por el momento el paciente se encuentra estable, los cortes no fueron demasiado profundos pero de todos modos perdió mucha sangre, le haremos un transfusión para que cuando despierte no esté débil.

—¿Le darán el alta? —pregunta mamá.

—Por ahora no, estará tres días en observación y será visitado por la psiquiatra del hospital.

—Mi marido no está loco —le dice mi madre molesta.

—Mamá... —intento explicarle pero me mira con odio y me quedo callada.

—No es porque este loco —le explica el doctor—. Su marido se encuentra en un estado de depresión y la psiquiatra debe verlo para ponerle el tratamiento adecuado.

Mi madre asiente y unos enfermeros entran para llevarse a papá hacia otra sala donde le harán la transfusión de sangre. Nosotras salimos al pasillo y ella me toma del brazo llevándome lejos de los policías para conversar.

—Me imagino que con esto estarás convencida de que tienes que regresar con tu abuela.

—¿Cómo sabías en dónde estaba? —le pregunto cambiando de tema.

—Tu abuela me llamó y me lo dijo.

Maldigo para mis adentros porque ni estando lejos la vieja bruja deja de meterse en mi vida.

—¡¿Y ella como diablos sabe eso?!

—Cuidado con cómo me hablas Eva —me regaña—. No tengo ni idea de cómo lo sabe, nos tiene en sus manos.

—Estoy cansada de todo esto —bufo y otra vez las lágrimas caen.

—¿Cansada? Tu solo has estado en un palacio viviendo tranquila, yo llevo todo este tiempo trabajando y reuniendo dinero para poder vivir y llevarle cosas a tu padre a la cárcel. No me vengas con esas Eva.

Bajo la cabeza porque sus palabras me hieren, porque es cierto que ella se está sacrificando pero eso no quiere decir que yo no lo esté. Ella podrá ser infeliz por este tiempo, pero yo voy a serlo toda la vida.

—Mañana mismo vuelves a Nardinkath.

No pienso regresar, aunque tenga que irme a vivir a otro país y cambiarme el nombre.

Se aleja por el pasillo dejándome sola, seco mis lágrimas y tomo profundas respiraciones intentando calmarme, alzo mi vista y veo a la persona que menos ganas tengo de ver en estos momentos.
Veo como se acerca a mi caminando con esa sonrisa que durante mucho tiempo lograba hacerme sonreír a mi también. Me dan ganas de alejarme porque no tengo ganas de hablar con él —ni con nadie—, pero he decido dejar de salir a correr cada vez que la vida se pone complicada.

—Hola, Eva —saluda cuando finalmente este frente a mi.

—Hola.

—¿Cómo has estado? —pasa una mano por su cabello rubio y me dan ganas de rodar los ojos porque es su técnica de coqueteo.

—Muy bien Joel —le sonrio con falsedad.

—¿Estás de vuelta en la ciudad?

Le voy a responder pero soy interrumpida cuando Raisha aparece por su espalda y le rodea la cintura con sus brazos, trago en seco porque mi cabeza acaba de hacer clic y entender el motivo por el que él terminó conmigo cuando le dije que me marchaba, ya tenía una novia de repuesto.

—¿Cómo sigue el abuelo? —le pregunta ella aún sin percatarse de mi presencia.

—Mejor —les responde él con su mirada en mi, provocando que ella mire al frente y su cara de asombro me causa risa.

—¿Eva? ¿Qué haces aquí?

Me dan ganas de soltarle un comentario sarcástico por ser tan hija de su madre, pero tomo una respiración profunda antes de contestar.

—Vine unos días a la ciudad.

—Escuché que tu padre está preso —comenta con una falsa inocencia y Joel le da una mirada de advertencia.

—Es cierto —respondo seria y a instantes de lanzarme a ahorcarla, ok no.

—¿Qué hizo? —pregunta y me hierve la sangre.

La madre de Joel sale de una de las habitaciones del pasillo, dónde seguramente se encuentra su abuelo y llama a Raisha, quien se aleja de nosotros. Joel me mira apenado, pero es un poco tarde para eso.

—¿Necesitas ayuda con algo? —me pregunta y niego.

En el fondo me siento mal por ser tan cortante con él, pero se lo merece. Fue uno de mis novios más importantes —no es que haya tenido muchos—, y con el que más tiempo duré. Se acerca y me toma de las manos y me sorprendo al sentir su tacto.

—Yo...siento mucho como terminó nuestra relación —me dice en voz baja—. Te quise y te quiero mucho Eva.

Asiento sin saber que responderle.

—¿Tu.. estás con alguien?

La pregunta me descoloca por completo porque no creo que sea de su interés lo que haga con mi vida amorosa, después de todo él siguió con la suya, yo debí hacer lo mismo, solo que las cosas se me complicaron.

—Eva —esa voz que tanto escucho últimamente hace que suelte mis manos de las de Joel y me aleje al instante.

Él dirige su mirada hacia los dos chicos que se acercan a nosotros y yo hago lo mismo. Jared y Kylliam hacen entrada y necesito que alguien me pellizque porque parecen dos príncipes de Disney —bueno príncipes son—, los trajes de la realeza ya no están, nunca los vi vestidos como chicos normales, siempre en el horrible uniforme de la escuela y viéndolos así tengo miedo de desmayarme.

—¿Que tal Alfred? —Jared me pregunta con preocupación, sin ni siquiera saber quién es Alfred y me siento un fatal por seguir mintiendo.

—Estable —le respondo y me da una sonrisa.

—¿Quiénes son ustedes? —les pregunta Joel confundido.

Kylliam lo mira de arriba abajo con esa mirada de superioridad que usa para intimidar a las personas y me dan ganas de reír.

—¿Quién eres tú? —le pregunta de vuelta.

—Su exnovio —responde y me señala—. ¿Ustedes?

—Sus novios —le suelta Kylliam y tengo que aguantar para no reírme.

Jared lo mira y comienza a negar con la cabeza como si solo pensar en ello lo volviese loco.

—Es broma ¿No? —le pregunta a Kylliam confundido.

—No, para nada —le responde de lo más serio—. ¿Nunca te contó que le iban los tríos?

Jared tiene que soltar la carcajada porque no creo que aguante más y Joel lo mira perdido.

—Mejor los dejo solos —dice apenado—. Espero volver a verte, Eva.

Le sonrío mientras se aleja de nosotros y entonces le doy un manotazo en el hombro a Kylliam.

—Cuando pienso que ya lo he visto todo de ti —le dice Jared—. Te superas.

—Gracias por alejarlo —le digo y me guiña un ojo, algo se me remueve por dentro.

—A la orden.

—¿Quién es Alfred? —me pregunta Jared curioso.

—Mi tío, la mujer que fue a buscarme es su esposa, ellos me cuidaron durante el tiempo que estuve viviendo aquí.

¡Que vivan las mentiras!

Eso era lo que me había dicho Korra que tenía que decir en caso de las cosas se complicaran algún día, creo que eso es lo que está pasando ahora.

—¿Podemos hablar? —me pregunta en voz baja.

No me siento preparada para tener está conversación. Kylliam parece notar la tensión del momento y se aclara la garganta.

—Voy por algo de tomar a la cafetería —dice serio y se aleja.

Jugueteo con las manos con nerviosismo mientras Jared me mira fijamente, suelta un suspiro.

—Lo siento —me dice—. Siento haberte mentido.

Yo también siento mucho estarte mintiendo.

—Quería conocerte, ver si eras como las demás chicas que conocía —comienza a explicar y soy incapaz de escucharlo porque su mentira no causa tanto daño como la mía—. Si te decía que era el príncipe ibas a actuar diferente y no como tú misma.

—No iba a hacer eso.

—Ahora lo sé, antes no pensaba así.

—¿Por qué James? —pregunto curiosa—. ¿Es tu segundo nombre o algo así?

—Es el nombre de mi hermano.

Su hermano, el hermano que piensa que murió pero en verdad está vivo en algún lugar donde Korra y Gerad lo tienen encerrado. Se me hace un nudo en la garganta y soy incapaz de mirarlo a los ojos.

—Eva —me toma de la mandíbula para que lo mire—. Es cierto que hice mal, pero lo hice por miedo. Miedo a que fueses alguien que cuando viese la oscuridad que hay en mí, me creyese un monstruo.

Tú no la mataste, me dan ganas de gritárselo pero las palabras me queman la garganta.

—No voy a huir.

—Lo sé —me sonríe y se me rompe el corazón, porque puedo acabar con su dolor pero no debo—. Eres todo lo que necesitaba.

Me sonríe y me contagia, pero no dejo de sentirme mal por todo esto.

—¿Por qué huiste de Nardinkath? ¿Fue por mi culpa?

Niego al instante porque él es la menor causa de mis problemas.

—No quiero casarme Jared —observo una pisca de decepción en su mirada.
—Yo... Soy muy joven, me queda mucho por vivir.

—Puedes vivirlo estando a mi lado, no voy a prohibirte nada, seguirás siendo libre.

—No me refiero a eso —bajo la cabeza porque sin contarle todas las mentiras que oculto nunca entendería nada—. Jamás vas a entenderlo.

—Explícamelo —susurra—. Puedes confiar en mi.

Si te lo cuento mi familia se va al diablo.
Mi madre reaparece y mira a Jared con confusión.

—Ha despertado —me anuncia y sonrío porque es la mejor noticia que me han dado hoy.

—Voy a verlo —camino apresurada pero me detiene tomándome del brazo.

—No —la miro perdida—. No vas a verlo, vuelve a Nardinkath, si lo hace dejaré que hables con él.

—¡¿Te has vuelto loca acaso?! ¡¿Quién eres tú?!

—No mereces verlo.

Me dan ganas de darle un empujón y correr hasta mi padre pero Jared se acerca y me toma de la mano.

—Eva, lo mejor es esperar que las cosas se calmen, ya podrás verlo.

Niego mientras lloro y quiero gritar para soltar toda la frustración. Mi madre me sigue mirando con odio y no la reconozco.

—¿Que pasa? —pregunta Kylliam llegando con unos cafés en las manos. Su cara cambia totalmente cuando se encuentra con mi mirada—. ¿Por qué lloras?

—¿Ustedes tienen avión privado? —les pregunto entre lágrimas y ambos asienten.

—Llamen a uno, regresamos a Nardinkath, hay una boda que preparar.

Jared me sonríe con lástima, mi madre muestra su mejor sonrisa de felicidad y Kylliam se da la vuelta mientras saca un celular de su bolsillo e inicia una llamada telefónica.

Querido Nardinkath, ahí voy de regreso.






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