👑 Capítulo 13👑
Después de caminar varios minutos Kylliam abre una puerta y ambos entramos. Me suelta y me quedo de pie con las manos cubriendo mi rostro mientras lloro. Él se mantiene en silencio caminando de un lado a otro. Mi cabeza no puede terminar de creer lo que ha pasado, James era Jared.
¿Por qué me había mentido? ¿Por qué se había hecho pasar por otra persona y que buscaba con eso?
—Le dije que esto iba a pasar —susurra Kylliam, eso hace que cese mi llanto y lleve mi mirada a él.
—¿Lo sabías? —mi voz es casi un susurro porque me siento débil y rota.
Él asiente y me dan ganas de gritarle pero no tengo fuerzas para ello.
—¿Qué soy? ¿Su nuevo juguetito? —le pregunto mientras me acerco a él y lo miro con furia—. Todo esto era parte de su pequeño juego, ambos planearon joder mi vida más de lo que ya está.
—¿Puedes dejar de decir estupideces? —se acerca y me toma de la mano cuando intento alejarme—. Le repetí a Jared un montón de veces que te contase la verdad, para evitar esto —señala mi rostro.
—¿Ustedes son amigos?
—No —dice serio—. Lo fuimos pero...
No termina de contarme porque James, que diga Jared, entra por la puerta hecho una furia y lo agarra del cuello lleno de ira y con fuerza.
—¡¿Qué le contaste?! —le grita y Kylliam ríe.
Me acerco hacia ambos e intento soltar a Jared de la camisa de Kylliam.
—No te metas, Eva —me dice Kylliam calmado—. Puede hacerte daño.
—Sabes que soy incapaz de tocarle un pelo a ella —le responde Jared, las venas de su cuello se alteran mientras mantiene su agarre fuerte sobre Kylliam—. Dime qué le contaste.
—Nada —le responde—. Es mejor que ella solita se dé cuenta de la persona que eres.
—¡¿Pueden parar ya los dos?! —les grito enojada.
Camino dispuesta a salir de ese lugar pero soy interceptada por Korra quien me recibe con una fuerte cachetada que provoca que suelte un jadeo. Jared y Kylliam se separan al instante y se acercan a nosotras. Jared me toma del hombro y me separo de él de inmediato yendo directo a por mi abuela para devolverle el golpe pero Kylliam me detiene cuando unos guardias aparecen detrás de la vieja bruja.
—¡¿Te has vuelto loca?! —le grito y nuevamente las lágrimas comienzan a descender.
—Te dije que no me fallaras, Eva —dice ella furiosa—. Sabes muy bien quién va a pagar las consecuencias. A tu tío no le salió bien su plan por si te lo preguntas, ya aprendió la lección, te lo aseguro.
—¿Dónde está mi tío?
—Camino a su reino, sano y salvo, aunque con algunos magullones, pero nada grave —se ríe—. En cuanto a ti, basta de insistir con llevarme la contraria, porque solo vas a provocar que las cosas se pongan aún peor.
—¡Eres una maldita bruja! —le grito y su mano vuelve a intentar llegar a mi rostro pero Kylliam la intercepta.
—No te atrevas a volver a tocarla —le dice y Jared se pone frente a mi, ocultándome tras su espalda.
—¿Qué es todo esto Korra? —le pregunta—. ¿Por qué tratas así a tu nieta?
—Esto es entre ella y yo Jared, no tienes por que meterte —ladea su cabeza y me mira—. ¿No es cierto querida Eva?
Respiro con fuerza porque ya estoy colapsada, ya me cansé de luchar contra la marea y ahogarme cada vez que trato de salir a la superficie. Me cansé de olvidarme de mi para pensar en los demás. Me cansé de ser el saco de boxeo que recibe todos los golpes.
Se acabó.
—Váyanse a la mierda todos —les digo y salgo rápidamente atravesando a Korra y los guardias en la puerta.
—¡Eva! —escucho el grito de James o Jared, o como sea pero ignoro todo el mundo a mi alrededor y sigo con mi paso firme directo a la salida.
El aire fresco me recibe y suelto un suspiro cargado de pesar. Uno de los empleados toma las llaves del auto de unos invitados que acaban de llegar y me acerco cautelosamente, cuando los dueños se alejan le arrebato las llaves del auto al chico, monto rápidamente y piso el acelerador alejándome del maldito castillo del príncipe de Nardinkath y de todo el caos en el que me he sumido sin querer.
Gracias al GPS de última generación del auto que robé, llego al aeropuerto de Nardinkath cuatro horas más tardes. Los pies me duelen por culpa de los tacones y el vestido me está asfixiando, daría cualquier cosa por tener en mis manos unos jeans, una sudaderas y mis tenis. Las personas me miran sorprendidas mientras camino hacia la recepción, seguramente por mi vestimentas digna de una película de Disney.
Cuando me paro frente al mostrador la chica me mira sorprendida.
—Necesito un vuelo lo más pronto posible hacia Seattle —le digo y suena casi como un ruego.
Ella me mira con algo de lástima, lo más probable es que mi maquillaje sea un desastre por tanto llorar.
—Majestad —me dice y recuerdo que traigo la tiara en mi cabeza, suelto un bufido—. El último vuelo está a punto de despegar.
—Por favor, necesito subir a ese vuelo, se lo ruego —una lágrima rebelde baja por mi mejilla y la chica comienza a teclear en su ordenador.
—Por lo visto dos pasajeros no han abordado, está de suerte —me informa con una sonrisa amable.
Bendita sea mi suerte que se puso de buen humor hoy.
—¡Gracias, gracias! —le digo cuando me entrega mi billete y camino hacia la entrada de la zona de espera.
Lo demás es rápido, no traigo equipaje así que solo paso por el área de revisión. Minutos más tarde me encuentro sentada en el avión esperando el despegue.
Voy a volver a casa
Es todo lo que mi cabeza puede pensar, podré ver a mamá y por supuesto que iré a la cárcel a visitar a papá, conversaré con él y le encontraremos una solución a todo esto. Todo va a estar bien y Nardinkath, Korra, Jared y todos quedarán en mi pasado, como una pesadilla a la que no regresaré jamás.
El asiento a mi lado se hunde y me giro al instante para encontrarme con unos ojos verdes que me miran con diversión al ver mi cara de asombro.
—¿Qué carajos? —le pregunto.
—¿Te creíste que iba a dejarte ir sola? —me pregunta y se acomoda en el sillón—. Los aviones me traen ciertos recuerdos de una chica a la que le regalé un libro.
No puedo evitar reírme y él me observa sin apartar la mirada.
—No estás sola, Eva —me dice y vuelve a aparecer el Kylliam verdadero que tanto intenta ocultar—. Estoy aquí para escuchar tu historia, tu verdad. Quiero ayudarte. Necesito hacerlo.
No le digo nada, porque no es el momento ni el lugar. Pero le doy mi mejor sonrisa y dejó caer mi cabeza acomodándome en su hombro cuando la aeromoza anuncia que vamos a despegar. Él me da un tierno beso en la cabeza y me susurra las palabras que necesito escuchar.
—Todo va a estar bien, mi corredora favorita.
(...)
—Bien. ¿Qué se supone que viene ahora en tu plan de escape?
El aire frío de Seattle me recibe dándome la bienvenida y me invade un sentimiento de plenitud cuando finalmente estoy en casa. Kylliam se mantiene mirándome esperando una respuesta.
—No tengo ningún plan de escape —le hablo por primera vez desde que bajamos del avión.
No nos habíamos dirigido la palabra durante todo el viaje y tampoco mientras atravesábamos el aeropuerto para salir a la calle, me siento bien con ello porque no tengo ganas de hablar con nadie y él lo entiende, por lo que en ningún momento trato de conversar sobre todo lo que había pasado.
—¿Entonces qué hacemos? —suelta un bufido—. No me gusta esta ciudad. ¿No podrías vivir en otro lado?
Lo miro con cara de pocos amigos y levanta las manos.
—Vale, no digo más, tú solo camina y yo te sigo como tu guardaespaldas.
—Se cuidarme sola Kylliam.
—Nunca lo he puesto en duda —ambos comenzamos a caminar—. Pero no hay necesidad de que lo hagas mientras yo esté contigo.
Veo un taxi al final de la calle y me acerco corriendo, Kylliam me abre la puerta y ruedo los ojos a lo que él suelta una carcajada. Una vez dentro le doy la dirección de mi casa y nos ponemos en camino.
El trayecto es silencioso, me mantengo quieta con la mirada al frente mientras los edificios se alzan a nuestro alrededor y Kylliam mira a través de la ventana. Los pies me duelen por culpa de los tacones y al ver mi reflejo en el espejo retrovisor me doy cuenta de que soy un desastre y que la trenza que llevaba en mi cabello ahora es un revoltijo de cabellos que salen y entran.
Después de una hora finalmente el auto se detiene frente a mi casa y sonrío al ver las luces encendidas, mamá estará en casa. Me bajo del auto mientras Kylliam se encarga de pagar —no sin antes aclararle que le devolvería el dinero—, corro directo a la entrada de casa, doy dos toques al timbre y al instante la puerta se abre.
—Buenas noches —una mujer de cabello oscuro de saluda y me mira como si fuese un bicho raro—. ¿En qué puedo ayudarla?
—Mamá ya voy de salida —una chica muy parecida a ella aparece bajando por las escalera y me sonríe con amabilidad antes volver la mirada a su madre.
—No vuelvas tarde —le ordena—. Sé que vas a salir con Tania y su hermano, pero cuídate por favor.
—No te preocupes —le da un beso en la mejilla y pasa por mi lado.
Mira a Kylliam de arriba abajo que ya se encuentra detrás de mí y luego me observa.
—¿Vienen de una fiesta de disfraces o algo así? —nos pregunta.
—¿Quiénes son ustedes? —cuestiono porque no tengo ni idea de que hacen en mi casa.
—¿Quiénes son ustedes? —cuestiona de vuelta la chica con un tono poco amistoso y su madre la regaña.
—Soy Eva, vivo aquí —señalo la casa y la chica gesticula un "ahhh".
—Compramos esta casa hace dos semana Eva —me explica su madre y quiero que la tierra me trague.
—¿Saben dónde está mi madre? —le pregunto.
—No hemos vuelto a tener contacto con ella, lo lamento.
Les doy un gracias con un hilo de voz y me alejo de la casa con Kylliam siguiéndome los pasos.
¿Qué carajos hago ahora?
—¡Hey! —la chica se acerca a nosotros—. Tengo el número de tu madre en mi celular, puedes llamarla si gustas.
Creo que el alma me vuelve al cuerpo cuando me tiende su celular y lo tomo en mi manos, busco el número de mi madre y a los tres tonos escucho su voz y suelto un suspiro de alivio.
—¿Hola?
—¡Mama! —exclamo emocionada.
—¿Eva? ¿Cómo me estás llamando de este número?
—Estoy en Seattle, vine a la casa pero la vendiste, entonces esta chica me ha prestado su celular para poder llamarte.
—¡¿Cómo que estás en Seatle?! —grita y Kyllliam y la chica me miran incómodos.
—Yo...no podía quedarme allí, no es sitio para mi.
—¡¿Es que acaso no piensas en tu familia?! ¡Tú padre sigue en la cárcel!
—Mamá encontraremos un solución...
—¿Solución? La única solución es que te cases con ese príncipe.
—No quiero casarme mamá —una lágrima cae por mi rostro y observo a Kylliam tensar la mandíbula—. Vamos a hablar, encontraremos una forma de solucionar todo esto, dime dónde estás.
—No, no pienso decirte nada, vuelve a Nardinkath Eva, ese es tu hogar ahora, cumple con tu deber —es todo lo que dice antes de colgar.
Me quedo con el teléfono pegado a la oreja durante varios segundos, escuchando el sonido de la llamada caída. La chica se aclara la garganta apenada y llevo mi mirada llorosa hacia ella.
—Este..yo... debo irme ya.
Las palabras no me salen, así que Kylliam me quita el teléfono de las manos y se lo devuelve mientras yo sigo en una especie de limbo recordando las palabras de mi madre.
—Gracias por todo —le agradece él y la chica se marcha.
—Vamos —me toma del brazo y juntos caminamos hacia la otra calle donde tomamos un taxi, él le pide que nos lleve a un lugar que ni siquiera escucho.
¿Qué se supone que debo hacer ahora?
Eso es todo, estoy destinada a ser infeliz, a casarme con alguien que no conozco, que me mintió y al que también le estoy mintiendo. Tendré que mirarle la cara a Jared todos los días sabiendo que sé que él no mató a su madre, que su padre es un maldito que lo ha engañado desde que era pequeño. En serio debí haber sido muy mala en mi otra vida para estar viviendo todo esto ahora.
—Hemos llegado —escucho la voz de Kylliam y luego bajo del coche para mirar el edificio que se alza frente a mí.
El mejor hotel de Seattle.
—¿Vamos a quedarnos aquí? —pregunto mientras caminamos a la entrada.
—¿Planeabas dormir en la calle?
Me encojo de hombros en respuesta porque justo ahora todo me da igual y dormir en la calle suena mucho mejor que regresar a Nardinkath y a todo lo que ello conlleva.
Cuando llegamos a la recepción Kylliam pide dos habitaciones, pero mi mirada se pierde en una puerta con letras brillantes que dibujan la palabra BAR, el alcohol es justo ahora un buen plan para olvidarme de todo.
—¿Me prestas algo de dinero —él deja de hablar con la recepcionista y posa su mirada en mi.
—¿Para qué quieres dinero?
—¿Me lo prestas o no?
Abre su billetera y deja varios billetes en mi mano —ventajas de ser un niño pijo—. Me dispongo a caminar hacia el bar pero él me detiene tomándome por el brazo.
—¿Qué crees qué haces? —sus ojos verdes me miran con seriedad y si no estuviera en este estado de decepción esa mirada me hubiese flechado.
—Lo necesito —le digo.
Toma las llaves que le da la recepcionista y acto de seguido me toma del brazo llevándome hacia el bar. Cuando entramos la música me retumba en los oídos, no está repleto de personas pero si hay una buena cantidad como para que todas las mesas estén llenas, nos acercamos a la barra donde un chico nos pregunta y no dudo en pedir una botella de wiskey llevándome una mirada de reproche de Kylliam.
—Mañana te vas a arrepentir de esto —me dice.
Abro la botella y me doy un trago, el alcohol calentándome la garganta.
—Creí que eras más divertido —le digo riendo.
Todo lo que hace es rodar los ojos y permanecer callado mientras yo me doy un trago tras otro. Miro hacia una mesa que se encuentra en la parte más oscura desde donde una figura nos observa pero estoy tan concentrada en beber que le resto importancia.
Para cuando me he dado varios tragos me siento tan feliz y contenta que empiezo a mecer mi cuerpo al ritmo de la música llevándome miradas de regaño de Kylliam.
—¿Por qué eres así? —le pregunto mientras lo señalo acusatoriamente con el dedo.
—¿Así como?
—Emm...Un Kylliam bueno y uno no tanto.
Él suelta una carcajada y se recarga de la barra, los músculos de sus brazos se contraen por encima del traje y no puedo evitar llevar mi mirada allí, porque Kylliam está jodidamente bueno.
—Es en serio —le digo ignorando mis hormonas—. Todos en Nardinkath piensas que eres un prepotente y creído.
—Lo soy —responde y ruedo los ojos.
—¿Y qué onda con eso de la jerarquía? Ya paso de moda Kylliam.
—Es necesario para mantener el orden.
Bufo y me doy otro trago.
—Que aburrido eres —me acerco—. Mientras yo esté ahí, no dejaré que le hagas daño a nadie.
—¿Vas a regresar? —me pregunta
—Dime por qué tratas a los demás así.
Toma una profunda respiración y se separa de la barra, camina hasta estar frente a mi.
—No lo hago porque si, ellos se lo merecen.
—¿Me estás diciendo que el chico de la cafetería merecía que lo trataras así? —asiente.
—Intentó propasarse con Gretchen —me responde y hago un O con mi boca.
—¿Y que hizo Adele?
—Robar
—¿Qué eres una especie de Batman o algo así?
El ríe y yo lo acompaño.
—Solo me gusta que todo esté en su lugar.
—¿Por eso me trajiste? ¿Por qué este es mi lugar?
Se queda en silencio y desvía la mirada hacia otro sitio. Lo tomo por la barbilla y sus ojos verdes vuelven a los míos y siento que el mundo me cae encima.
—Tú mereces estar en donde seas feliz —me responde.
Su mirada me quema así que esta vez yo me alejo y cuando intento darme otro trago él me quita la botella.
—Basta ya de beber.
—No —le digo forcejeando para tomarla—. No seas aguafiestas, déjame tranquila.
—Eva, basta ya, tienes que descansar han sido muchas cosas en un solo día.
—¡Que no! —comienzo a gritar—. ¡Dejame en paz! No necesito niñera
—En serio vas a lograr volverme loco —se lleva las manos a la cabeza—. Nos vamos ya.
—¡Vete tú! —le grito—. ¡Quiero estar sola! Si viniste a ser mi niñera puedes largarte.
—¿Sabes qué? ¡Al diablo! Haz lo que quieras. ¿Quieres estar sola? Pues te dejo sola, cuando se te pase el berrinche hablamos —pone finalmente la botella en la barra y sale del bar.
Sonrío triunfal y sigo bebiendo mientras converso con el chico de la barra. Ni siquiera me doy cuenta cuando el tiempo pasa y las personas se marchan. Todo el bar me da vueltas y la lengua me pesa mientras aconsejo al chico para que enamore a su mejor amiga. Un toque en mi hombro hace que me gire.
—¿Te gustaría acompañarme? —un hombre me sonríe de costado mientras me tiende su mano.
Ni en tus mejores sueños capullo.
—Nop —le respondo.
—Venga, no te hagas la difícil —pone su mano en mi brazo—. Vamos a divertirnos.
—Mire señor —hago una pausa para tomar aire—. Llevo un día terrible, solo quiero beber y ayudar a mi nuevo amigo para que sea feliz y no caiga en desgracia como yo, no quiero divertirme con usted ni con nadie, puede marcharse por donde vino.
—No te vas a arrepentir —insiste y ruedo los ojos pero antes de que pudiera responder alguien habla.
—Ella ha dicho claramente que quiere que la deje en paz —unos ojos grises que no quiero ver en mucho tiempo miran al hombre con rabia.
—¡Wao! El príncipe de los dos nombres se ha unido a la fiesta —exclamo aplaudiendo—. ¿Cómo debemos llamarle majestad, James o Jared?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro