👑 Capítulo 11👑
—Cinco, seis...cinco, seis, siete ocho —la banda comenzó a tocar y las parejas en el salón de baile a moverse al ritmo de la música en una danza lenta y llena de
elegancia.
Odio el vals, bailar y todo lo que tenga que ver con moverse o hacer algún tipo de esfuerzo físico, si lo sé, soy vaga, aún me pregunto cómo corrí lejos de Kylliam hace unos días. Kylliam, el chico que fue seleccionado como mi compañero de baile y el que no se ha dignado en aparecer en ninguna de las clases del día de hoy, algo que le agradezco porque me ahorró la vergüenza de bailar junto a las demás parejas del salón y mostrar lo buena que soy dando pisotones.
Adele se mueve de un lado a otro junto a Thomas mientras conversan y ríen, creo que esos dos tienen química pero mi amiga sigue con Dave al que no ha podido ver desde hace cuatro días cuando huimos del bar. Dalton por su parte se mantiene bailando con Gretchen y cada dos segundos le lastima los pies, mi amigo y yo compartimos el amor por el baile —nótese el sarcasmo.
La profesora manda a detener la música y les da un descanso de cinco minutos. Mis dos amigos sudorosos se acercan a la mesa donde me encuentro sentada cómodamente observando toda la clase y ambos sueltan suspiros llenos de cansancio.
—No sabes la envidia que te tengo justo ahora —me dice Dalton agarrando una botella de agua.
—Creo que hoy quiero a Kylliam, me cae bien —les digo y ambos ríen.
—Cuando regrese hará de las suyas —añade Adele y la miro como siempre perdida.
—Hoy fue el juicio de su padre —balbuceo un "ah" y me quedo callada.
Estamos en una situación parecida, solo que por lo que pude ver y sentir, su padre si es culpable.
—No creo que haya testificado en su contra —Dalton se sienta al lado de Ade—. Kylliam no quiere ser rey, si su padre es condenado deberá asumir la corona.
—¿Es capaz de dejar que su familia siga sufriendo para evadir esa responsabilidad?
La respuesta queda en el aire y me hace pensar que ellos creen que si es capaz de hacerlo. Pero no creo que sea capaz de dejar que su madre siga sufriendo y siendo maltratada, algo me dice que él no es lo que aparenta.
La clase de baile termina y todos salimos del salón. Alguien me llama y cuando miro hacia atrás, Korra me hace señas para que me acerque. Ahí vamos a fingir nuevamente.
—Buenos días —la saludo sonriente.
—Solo quiero avisarte que le he enviado algunas medicinas a tu padre, supe que está con sus crisis de asma —me informa con neutralidad.
Creo que esta es la primera sonrisa genuina que le dedico a Korra y en un impulso de felicidad le doy un abrazo pero al instante me aparta con su rostro amargado y me arrepiento, esta mujer no tiene corazón.
—Sé que estás feliz pero no era necesario.
—Lo siento y gracias —le digo.
Finalmente mi padre podrá mejorar.
—No me agradezcas a mi, estás cumpliendo tu palabra, yo hago lo mismo.
—Bien —le doy un asentimiento de cabeza dispuesta a marcharme pero vuelve a hablar.
—Yo no soy la única mala de esta historia Eva —primera vez que no me dice Evangeline—. Con el tiempo te irás dando cuenta.
Le doy una mirada dudosa y ella se aleja dejándome sola en el pasillo. ¿Qué quiso decir con eso? Mi cabeza comienza a pensar pero es interrumpida cuando Angie aparece con sus amigas y se acerca a mi sonriente, todavía siento raro que no me trate mal.
—¿Que tal ha estado el día? —me pregunta.
—Igual que ayer y todos los días en esta escuela —suelta una pequeña carcajada.
—Siempre has sido tan tú. Mamá me llamó está mañana, te manda besos, me dijo que estaban en Colombia, no pude hablar con papá dice que está enfermo de la garganta y ha perdido la voz.
—Si, es por su asma —miento—. Lo bueno es que se están divirtiendo.
Ella asiente y se despide con la mano mientras se aleja con sus amigas. Odio mentirle a todo el mundo, pero debo hacerlo. Suelto un suspiro y me encamino hacia mi habitación. Al entrar Katlin me sonríe desde la mesa de estudio dónde descansa una maleta negra.
—¿Y esa maleta?
—Pasado mañana todos van a ir para el palacio de descanso del príncipe, el baile por su cumpleaños se celebrará allá.
Katlin es una chica muy tímida, me pregunto si le gusta estar aquí y seguir órdenes de todo el mundo, seguro muy dentro tiene sueños y aspiraciones que no puede cumplir.
Termino asintiendo y caminando hacia el baño. Me doy una larga ducha y salgo del baño decida a platicar un poco con Katlin sobre sus sueños y aspiraciones, pero me detengo bruscamente cuando veo a Kylliam sentado en mi cama. Sus ojos escanean mi cuerpo de arriba abajo y su mirada toma un intensidad que logra ponerle muy nerviosa.
—¿Cómo? —miro hacia Katlin que permanece en un esquina de la habitación en silencio y puedo notar la clara vergüenza en su rostro, seguro Kylliam hizo de las suyas para que lo dejase entrar—. ¿Qué haces aquí?
—Quiero que conversemos.
—No pudiste verme en los pasillos o en el salón de clases como una persona normal, tienes que invadir mi privacidad —camino por la habitación fingiendo indiferencia y sintiendo su mirada sobre mi.
—Creo que definitivamente fue una buena idea venir hasta aquí —dice y cuando lo miro está sonriendo—. Esto no se ve todos los días.
Lo ignoro completamente y entro al vestidor, me pongo la primera sudadera que encuentro y unos jeans sueltos. Cuando salgo Katlin ya no está y miro a Kylliam con ganas de asesinarlo.
—¿Por qué todo el mundo hace lo que ordenes?
—Porque me respetan —responde—. Todos, excepto tú.
—El respeto hay que ganárselo y no es que hayas hecho mucho para ganarte el mío.
—De ti, prefiero ganarme otra cosa.
Eso me genera curiosidad, pero cuando voy a preguntarle qué, se pone de pie y se acerca a mi, cualquier intento de palabra se aleja cuando sus ojos verdes conectan con los míos.
—¿Recuerdas la sopa que me debes? —no me deja responder y continúa hablando—. Mañana a las ocho, en el parque de atrás. No llegues tarde, Eva.
Ambos nos quedamos en silencio, mirándonos y sonríe, una sonrisa diferente, sincera y por ese momento siento que estoy con el Kylliam que conocí en el avión. De repente su mirada baja a mi cuello donde llevo el colgate que me dió aquella señora en la ciudad.
—¿De dónde sacaste eso? —me pregunta.
—Una señora me lo dió en la ciudad.
Parece algo confundido, luego sonríe y niega con la cabeza.
—La vida tiene cosas locas —murmura y yo sigo mirándolo perdida—. Nos vemos mañana.
Sale de la habitación dejándome muy pero muy confundida. Me lanzo a la cama y me dejó llevar por lo brazos de Morfeo hacia el mundo de los sueños.
Siento un sonido constante, perturbante y me remuevo en la cama porque quiero dormir un poco más. No siento la voz de Katlin por lo que aún no es de día. El sonido no para, luego siento un estruendo y abro los ojos porque eso definitivamente me da miedo. La habitación solamente está iluminada por la luz de la luna que penetra por los cristales de la ventana, así que doy una rápida inspección a mi alrededor y no veo a nadie. Vuelvo a escuchar el sonido y cuando observó a la ventana, varias piedras chocan contra ella.
Cuando finalmente decido levantarme porque soy curiosa y el miedo no puede contra eso, me acerco a la ventana y suelto una carcajada al ver cómo me dice "hola" con la mano y él también sonríe. Se equivocan las personas que piensan que estoy un poco loca, James me ha ganado.
Abro la ventana, él se mantiene de pie sobre el tejado del balcón del cuarto de abajo. El viento mueve su cabello negro y siento un cosquilleo en mi estómago, su mirada fija en mí con esa dulzura que me encanta, me mira como si fuese alguien especial. Me llevo una mano a la cabeza y niego, porque esto es una locura.
—¿Cómo estás? —me pregunta cómo si nada.
—¿Te has vuelto loco? —le preguntó riendo—. ¿Cómo hiciste para trepar ahí?
—Soy bueno escalando —se encoje de hombros—. Baja, quiero que hablemos.
—Ni loca, puedo caerme.
—No dejaría que eso pasase, tranquila, pon el pie ahí y yo me encargo de ayudarte.
Tomo una profunda respiración para luego pasar mi pierna a través de la ventana y apoyarme en un barandal, hago lo mismo con la otra.
—Pon tu pie en mi mano.
Miro a mi espalda dónde él junta sus manos para ayudarme, hago lo que me dice pero como soy torpe termino enredándome y siento como me recibe en sus brazos antes de que pueda caer y darme un buen golpe.
—Listo —se me eriza la piel cuando siento su voz tan cerca y el calor que emite su cuerpo abrigando al mío.
Por favor que me deje en sus brazos. La felicidad dura poco porque mis pies hacen contacto con el tejado y el frío se apodera de mi cuerpo.
—Hola —le digo un poco nerviosa.
—Hola —me responde sin despegar su mirada de la mía—. Te extrañé.
Le sonrío y él se sienta para luego dar palmas a su lado invitándome a seguirlo, lo hago.
—¿Cómo ha estado todo por aquí? ¿Tuviste problemas?
Niego con la cabeza.
—Gracias a Kylliam, todo está bien, aunque me cueste aceptarlo, se lo debo.
Su mirada cambia totalmente.
—¿Tú y Kylliam?
—¡No, no! —niego rápidamente—. Ni siquiera somos amigos, es algo raro de explicar.
—Todo en él lo es —añade con molestia.
—¿Ustedes se conocen?
—Es algo raro de explicar —usa mis propias palabras y no pregunto más sobre el tema.
—Me gustas Eva —suelta de repente y mi corazón se desboca—. Me gustas de una manera muy intensa y peligrosa.
—¿Peligrosa? —le pregunto.
—No sabes nada de mi —en eso tiene razón, es un desconocido, pero eso no impide que me guste.
—¿Tienes pareja? —pregunto con un hilo de voz.
—Es más complicado que eso —responde—. Lo que menos quiero es dañarte.
Su mano acaricia mi rostro y una sonrisa se dibuja en el suyo.
—Hay personas capaces de iluminar los rincones más oscuros, tú eres una de esas personas.
Me quedo callada procesando sus palabras. Se acerca lentamente y junta nuestras frentes, respiro su aroma y cuando sus brazos me rodean siento una paz confortadora
—Espero puedas entenderme —me susurra.
—¿Entenderte? —pregunto.
—Pronto sabrás, de todos modos gracias por espantarlos.
—¿A quiénes?
James me tenía totalmente confundida, pero cada vez que su respiración se cruzaba con la mía olvidaba cualquier palabra que salirse de su boca y me perdía en su mundo.
—En verdad quiero que esto funcione, espero lo haga —sus labios se acercan a los míos y dejan un suave beso que me tiene transpirando.
—También lo quiero —logro decir.
—Nos veremos pronto.
Se pone de pie y me brinda su mano para ayudarme.
—¿Pronto?
Me sonríe y se acerca nuevamente a mis labios, pero esta vez el beso no es corto. Su lengua se abre paso en mi boca y sus manos sostiene firmemente mi cintura haciendo que pierda la cordura y me aferre a su cabello. Nos separamos cuando el aire es insuficiente.
—Debo irme ya —me acaricia la mejilla y asiento.
Me ayuda a subir nuevamente por la ventana, una vez arriba me dice adiós con la mano y lo veo descender poco a poco hasta desaparecer. Cierro la ventana y me lanzo a la cama con la sensación de sus brazos rodeándome mientras duermo.
(...)
Debido al baile la recepción se había adelantado para el viernes. Cómo es costumbre todos se pusieron sus mejores galas —incluida yo, aunque no quisiese—, y salieron a la entrada a esperar a los visitantes. Adele iba a mi lado por el pasillo de salida. Esta vez las amigas de mi tía habían operado por un vestido salmón, delicado y con corte de princesa, me gustaba porque iba diferente a las demás chicas con sus largos vestidos de colores llamativos.
—Eva —Adele provoca que cesen mis pensamientos y pongo mi atención en ella.
—Me está pasando algo y si no le digo a alguien voy a explotar —me agarra fuertemente del brazo y puedo ver el pánico en su rostro.
—Puedes confiar en mí, tranquila.
Me muestra una sonrisa cálida y guarda silencio unos minutos mientras por nuestro lado pasan algunas chicas.
—Creo que me gusta Thomas —me dice—. Bueno, no lo creo, me gusta, pero también me asusta.
—¿Qué pasa?
—Es que —su rostro se torna afligido—, es uno de los amigos de Kylliam, ellos no tienen fama precisamente por hacer cosas buenas en esta escuela.
—No creo que Kylliam sea tan malo como lo pintan ustedes.
—Es porque llevas poco tiempo aquí, se ha encargado de hacerle la vida imposible a cada persona que se mete en su camino o le cae mal, Thomas lo sigue en cada paso.
—Creo que si le gustas a Thomas en serio, puede estar dispuesto a hacer cambios por ti Adele, esos pensamientos negativos no llevan a ningún lado —le aconsejo.
Ella me sonríe con timidez.
—También está Dave —me recuerda.
—Si te gusta otra persona, solo quiere decir que no estás enamorada.
—Estoy confundida, las cosas no van bien y no se qué hacer con esto —su preocupación logra contagiarme porque es mi amiga y la entiendo.
—Solo dale tiempo al tiempo, esperemos que todo vaya acomodándose poco a poco.
Se lo digo a ella y a mi misma, porque cada día que pasa, es uno más cerca del destino que mi abuela ha decidido para mí y el que quiero evitar a toda costa.
Finalmente salimos al área delantera dónde ya todos están ubicados. Celine lee un comunicado sobre el motivo por el cual se adelanta la recepción y nos informa que mañana a las seis de la mañana partiremos en las limosinas hacia el palacio del príncipe. Luego de eso la primera limosina entra y sonrío porque esta vez soy la primera en recibir a su familia.
Mi tío Alessandro me sonríe mientras se acerca, vino solo, seguro Rachel está indispuesta por todo lo del embarazo. Me da un beso en la frente y caminamos juntos hacia la escuela.
—Vamos a tu habitación —me dice—. Necesitamos hablar en privado.
Asiento y nos dirigimos a las escaleras. Por el camino me encuentro con Dalton que va corriendo como alma que lleva el diablo y me hace un gesto torpe de hola con la mano que me provoca una carcajada. Cuando llegamos a la habitación le digo a mi tío que tome asiento y se acomoda en la silla de estudio, siento raro verlo vestido con tanto lujo y esa corona descansando en su cabeza.
—¿Alguna vez te imaginaste que pasaría algo de esto? —le pregunto riendo.
Él hace lo mismo y se quita la corona como si le pesará mucho llevarla encima.
—Jamás —me responde—. Desde muy joven me gustó huir de los problemas, Eva. No he sido una buena persona y he cometido demasiados errores de los que me he dado cuenta gracias a Rachel, ahora intento resolverlos.
—Si necesitas mi ayuda, aquí estoy, aunque mi situación es caótica.
El suelta una carcajada ronca.
—En su momento, serás la pieza principal para resolver el más grande de mis problemas, princesa.
Sé que se refiere a toda esta situación con mi padre.
—¿Qué querías hablar?
—¿Has escuchado alguna conversación rara entre Korra y Gerard?
Miento negando con la cabeza, por supuesto que sí, recuerdo perfectamente cuando descubrí que son amantes y que Gerard es un vil asesino.
—¿Por qué?
—He descubierto algo, siempre he tenido una hipótesis desde que tu abuela inició todo este problema. Hay una ley muy especial para los reyes en Nardinkath. No pueden contraer matrimonio con otras mujeres hasta que sus actuales esposas mueran y aun así, deben esperar a que sus primogénitos contraigan matrimonio y asuman la corona.
Me quedo totalmente impactada y mi tío me mira analizándome, porque me conoce más que mi propia madre.
—Escuchaste algo —afirma.
—¡Están haciendo todo esto para poder estar juntos!
Me llevo las manos a la cabeza y camino de un lado a otro, mientras él me pide que me calme.
—¡Es que es increíble! —suelto un bufido—. Si lo hacen por amor, deberían entenderme y no obligarme a casarme con un desconocido.
—Algunas veces somos egoístas, sobreponemos nuestra felicidad ante cualquier cosa.
¿Por qué Alessandro era tan sabio?
—Esto es un desastre, no avanzamos, no quiero casarme tío.
—No lo harás, tengo un plan en marcha.
—¿Qué debo hacer?
Se pone de pie y se coloca la corona para marcharse.
—Disfrutar del baile, yo me encargo —me da un beso en la frente—. Iré a ver a tu hermana, Rachel te envía besos.
Se marcha y me quedo sola en las cuatro paredes pensando en el plan que dice tener y con todas las esperanzas de que funcione.
La recepción termina y después de la cena y en pijama me meto debajo de las sábanas dispuesta a descansar. Reviso el celular y le escribo un mensaje a mamá para saber cómo están, me responde con un cortante "cómo se puede" y sé que está mal, estresada y agotada, siempre ha sido una mujer amante de lujos y comodidades y estando sin eso, debe ser un desastre total. Aparto el celular para leer un poco y me detengo abruptamente cuando veo el libro de "A través de ti" en mi mesita de noche.
¡Kylliam!
Mañana a las ocho de la noche en el parque de atrás. No llegues tarde, Eva.
Miré la hora, once de la noche.
¡Mierda!
Me levanto de golpe, recojo mi cabello en una coleta y bajo por las escaleras rápidamente, ni siquiera me puse zapatos, mis medias con nubes de colores van a ensuciarse. Corro por los pasillos que llevan al parque trasero y que están totalmente vacíos hasta que llego y lo veo. Hay una mesa en medio del parque dos sillas, él está sentado en una de ellas, lleva una sudadera negra y por debajo de la mesa puedo ver cómo mueve la pierna derecha impaciente. El parque está iluminado completamente por los faroles y hace frío, mucho frío. Meto las manos en los bolsillos de mi buso y camino hasta él.
Sus ojos verdes se encuentran con los míos y aunque quiero evitarlo mi corazón comienza a latir más rápido de lo normal.
¿Por qué este chico tiene ese efecto en mi?
¿Por qué cuando estoy a su alrededor tengo esta sensación de poder y de seguridad?
—Ya veo que te gusta llegar tarde a tus compromisos —me dice—. Y mal vestida. ¿Te robaron los zapatos o qué?
No puedo evitar reírme un poco.
—Nunca dije que vendría —le respondo.
—Pero aquí estás —dice como si eso significase mucho para él—. Toma asiento.
En la mesa hay dos platos de sopa, justo la misma sopa que le tiré encima aquel día en el comedor.
—Ya está fría, así que es imposible tomarla, a menos que quieras morir resfriada.
Niego con la cabeza y me quedo mirándolo fijamente, contemplando a la persona que tengo en frente y comparándolo con lo que muestra en los pasillos y en clase.
—¿Por qué ocultas quién eres de verdad, Kylliam?
Él me mira sorprendido y luego aparta la mirada, no puede contarme la verdad, no se atreve a mentirme mirándome a los ojos.
—Todo se trata de respeto —me responde burlón.
—Mírame —le ordeno y lo hace al instante, sus ojos mirando a los míos con una intensidad que logra consumirme por dentro y que desata una ola de sensaciones totalmente nuevas.
—¿Por qué ocultas quién eres de verdad? —vuelvo a preguntar, más lento y con más seriedad.
—No quiero que me vean débil, si eres débil los demás pueden dañarte, Eva. No quiero más daños.
Algo se remueve en mi interior y en un acto de impulso tomo su mano.
—¿Por qué eres así conmigo? —le pregunto—. ¿Por qué no me tratas como a los demás?
—Porque por ti, vale la pena cualquier daño Eva Toscano.
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