Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

35. Infraganti

Abro mis ojos, y aunque la habitación todavía está a oscuras, ya debe ser muy de mañana. Jeremy aún está dormido a mi lado. Busco a tientas mi cartera sobre la mesita para sacar mi teléfono y no logro llegar a ella. No tengo sabana, debió caerse al piso. Mis muslos duelen más que las veces anteriores, creo que me voy a desarmar. ¡Mierda! Los ejercicios sexuales de Phi. Sigo intentándolo y mi mano es atrapada por una más grande.

―¿Que buscas? ―Pregunta medio dormido, y su voz suena como un ronquido sexi.

―Quiero ver la hora.

―Para qué.

―Como que para qué. Debe ser tarde.

―Y que si lo es ―espeta halándome hacia él, me resisto y no cesa hasta que logra que me tumbe encima de él. Se mueve hacia arriba haciendo que abra mi boca y lance un gritico.

―¿Qué haces? ―Pregunto espantada.

―Ya lo sabes. Hace unas horas te dije que te cogería a primera hora de la mañana. ―Él suelta de su bocaza sucia y mi mandíbula riega su pecho.

No proceso, mi cerebro se confunde rememorando en que momento dijo eso y yo acepté. El aprovecha mi distracción y me lleva debajo de él metiéndose entre mis piernas.

―Vamos Em, estoy duro como una roca, no lo sientes. ―Su voz sigue siendo ronca y seductora, como resistirme. 

¡Es tan malo!

―Y cómo te ocurrió eso ―saco graciosa, lo primero que se me ocurre.

―¡Oye! Eso se llama erección matutina. Debes remediarlo o si no voy a morir.

¿Erección qué? ¿Morir? De qué habla. No soy hombre para saber lo que les pasa en las mañanas. Jeremy no me deja responder, sus manos ya me están quitando los boxes dejándome desnuda de la cintura para abajo. Me dejo vencer y a él solo le toma un segundo sacar su pene bajando la cinturilla del pantalón de su pijama. ¿Y qué hay de usar protección?

―¡Jeremy espera!

―Quédate quieta, Em ―ronronea en mi cuello.

―Ponte uno ―digo.

―¿En serio quieres? ―Ahora si pregunta abriendo grande sus ojos, y yo casi me desmayo.

―Morirás si no, y yo no quiero eso ―murmuro resignada con su astucia.

―Bromeaba, no moriré por eso.

―¡Eres tan malvado!

―Em, crees que voy a morir y a dejarte sola. Eso jamás va a pasar. Además voy a ser tu amante hasta la eternidad.

―¡No juegues con eso, vampiro! ―Espeto.

―Está bien, no moriré por no tener sexo. A lo mucho me dolerán las bolas.

―¡Oye!

―¡Qué! ―Rechista como un niño travieso.

Se retira un poco y toma un nuevo paquete lo rompe y saca el condón, seguido se lo pone ante la expectativa de mi rostro y mis piernas abiertas como ventanas de par en par. Vuelve a acomodarse entre ellas y empieza a penetrarme despacio. Siento su punta. Jadeo y gimo al mismo tiempo, y en ese mismo instante la puerta se abre también de par en par. Ambos nos volvemos como dos estatuas de piedra caliza en la misma posición, y seguramente enmarcadas para la eternidad como los amantes de Pompeya. Mi cara arde de vergüenza, y la de Jeremy, de furia. Atrapo una almohada y me escondo tras ella.

―Lo encontró señor Ross... ―Se corta la voz de la mujer de rizos pelirrojos que se estrella en la espalda del juez Jonathan Ross, que se ha quedado de pie como un tótem en la puerta, y seguramente al ver lo que estábamos a punto de consumar otra vez.  

¡Santa madre trágame tierra y no me dejes salir nunca!

―¡Por un demonio papá, puedes largarte! ―Jeremy grita fuerte, subiéndose el pantalón.

―Lo... siento... lo... siento... ―La mujer balbucea y desaparece rápidamente. El juez no. Acaso le gusta el morbo.

―Así que estabas aquí ―dice el juez Ross inmutándose de mí y de mi bochorno―. Buen día Emily Marie. Alístense o terminen lo que estaban haciendo y bajen para que desayunen con nosotros. ―Se dirige finalmente hacia mí y yo no puedo verle la cara del bochorno que me acompaña.

―¡Vete a la mierda papá! ―Jeremy grita de nuevo apartándome brusco de mí y sentándose en la cama dándole la espalda.

El juez sale. Me acerco a él e intento poner la mano en su espalda y él se sacude. Eso hace que me retraiga y me sienta mal. Le oigo suspirar y se gira hacia mí.

―No. Lo hagas. No, por favor Emily ―murmura su disculpa enojado y entredientes.

―Yo... no...

Su mano atrapa la mía con fuerza y me lleva hacia él contra su pecho.

―Siento eso. ―Su voz es quebradiza, le abrazo fuerte recostando mi cabeza sobre su hombro.

―No te preocupes.

―¡Lo viste! Trajo a su otra mujer a la casa que él le regaló a mamá.

―No lo sabes.

―¡Es obvio!

―Ella no le dice cariño, lo llama con respeto.

―¡Mentiras! ―Encaja tensionando su mandíbula. Me encara enojado.

―Por qué no se lo preguntas claramente.

―Lo negará. Como lo hace todo el tiempo.

―No porque lo niegue es que esté mintiendo.

―Es un abogado. Y los abogados son unos mentirosos; por eso yo no seré nunca uno de esos putos de mierda.

―Jeremy ―susurro su nombre, lo lleno de besitos en su mejilla.

―No hagas eso, Em.

―¿Por qué no?

No paro de besarle. No se que más hacer para apaciguarle un poco.

―Porque estoy enojado.

―¡Y que! Vas a pegarme para quitarte el enojo ―digo besándole de nuevo.

―¡No! Claro que no haré eso. Nunca te haré daño. Te amo, y jamás te pondría un dedo encima.

―Ya me has puesto más de uno. ―Él suspira hondo y luego esboza una triste sonrisa.

―Em, en serio quiero cogerte; es solo que ahora mi humor está jodido.

―Yo no quiero eso, solo quiero besarte. Quiero que te calmes. ―Presiono mis labios contra los suyos con más fuerza, me responde y me besa, y su lengua no se hace esperar, penetra en mi boca haciéndome mojar.

―Es suficiente ―digo casi sin aire; también quiero hacerlo de nuevo. Pero debemos parar.

―¿Por qué?, mi humor ha vuelto. Aún tengo puesto el condón. Tengamos sexo hasta que ese maldito se vaya.

―No. Dije que era para calmarte, no para excitarte ―me aparto de él.

―Tú te lo buscaste mujer. ―Sigue en su empeño y yo logro esquivarle corriendo hasta el baño y cerrando la puerta en sus narices. Le oigo golpear en la puerta diciendo mi nombre. 

No puedo evitar reír, voy rápido hasta la ducha y me lavo un poco. Me envuelvo en una toalla y me peino frente al espejo del lavabo. Salgo y él está sentado en la cama. Se levanta y camina en mi dirección haciendo un gran puchero con su boca, pasa a mi lado y en uno de esos movimientos rápidos y veloces de él me atrapa contra la puerta, se refriega duro contra mí haciendo que jadee en su cara y abra la boca. No me besa

―Nena, me debes un polvo ―sisea en mi oído, y yo la cierro rápidamente.

―Sí te comportas tal vez te lo pague con creces.

―Más te vale ―amenaza con un besito tierno en mi mejilla.

―No ―digo―. Es un trato.

―Vale, lo que digas ―acepta y entra al baño.

Minutos después bajamos al patio trasero, donde está preparada una mesa llena de comida. Mi estómago ruge y Jeremy se burla de mí. Me guía un poco escaqueado hasta la mesa yo tomo lugar al lado de la pelirroja y él enfrente de su padre. Se miran terriblemente, y más Jeremy, su padre parece más preocupado. Yo no podré mirarle nunca más. La vergüenza ha vuelto. Y es que nos ha pillado cuando estábamos a punto de hacerlo de nuevo.

¡Ay Dios santo!

∞∞∞∞∞

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro