- Antes de soplar las velas, pide un deseo-. Decía la voz suave de su mamá.

-¿Uno solo? -. decía la pequeña y no entendía, habiendo cuatro velitas en su pastel... y las contaba de nuevo. Un deseo... Año, tras año, escuchaba lo mismo durante su cumpleaños. Noche tras noche ajustaba el atrapa sueños en su cuarto. Le decían que deseara algo especial, algo mágico. Como el delirio que se va ligero al juntar centavitos en la calle, con que comprar caramelos. Magia... 

Desde muy pequeña creyó en ella, soñó. Con fantasmas tras la cortina, con la puerta de la chimenea, con hadas entre las hojas de violeta. Soñaba tener una familia, como la de los demás niños. Que sus padres estuvieran juntos, como cena de navidad. Que la amaran. Cada año en su cumpleaños, deseó con fervor, con esperanza, con su alma entera.

Se va acabando, ya llega un nuevo cumpleaños. No comprendía - ¿deseé algo?- se preguntaba y se ponía nerviosa, tal vez en el último instante su deseo no se había elevado junto con el calor humeante de la velita, acaso había quedado atascado entre el merengue y la habitación.

Y estaba expectante, no sabía si había pasado algo. No comprendía.

Vuelve la bombilla a encenderse, es tímida, titubea. Y el pabilo de la vela tembloroso iba extinguiéndose, en caminito gris hacia el cielo techado. El soplo, el anochecer y el deseo. Moronas sobre el abrevadero, migajas de dulce limón en los platos vacíos, trozos de cera. Pequeños papeles rotos, tarjetas plastificadas con la impresión de "Feliz cumpleaños"

-¿Cómo te sentiste? - Ante un espejo su mamá le ponía un collar, regalo de papá que en un momento salió del trabajo a desearle felicidad.

-¿Cómo me sentí? pues no sé, confusa. Casi pareció real - y veía la envoltura, la nota. 

Y espero todavía un poco más, y su deseo se gastaba, dañándose con cada repetición con cada vez que a su recuerdo se sumaba una vela, una llama más. Y se iba rompiendo mas creía y lo hacía de corazón, mas su deseo no fue cumplido. Y envuelta entre regalos sus ojos se alzaban con dolorosa frialdad y su corazón enrojecía a cada instante. La "Magia del deseo de cumpleaños" nunca hizo su efecto. "Es real, solo tienes que creer" le repetían.  Pero ahora, luego de tantos años de deseos incumplidos, de lágrimas, y de soñar en vano; no estaba segura de si eso era real.

-Pero ¿qué hice? ...Ya no hay espíritus ocultos bajo la cama. No más ángeles con espadas de fuego...¿Porqué, porqué entonces cuando me detengo el corazón me llora? ...y el dolor sigue siendo tan fuerte como siempre lo fue. 

Esperaba a su madre. La realidad con manto negro ajusto la llamada, marcó. 

 -Fue un accidente - le dijeron- se hizo lo posible- ¿tiene el número de un familiar cercano? 

Es como si se hubiese manchado de tinta, como sorda venganza de la vida, como una botella de perfume quebrándose. Cae al suelo, y al tronarse. Vuela su aroma, se siente fuerte, duele no haberla sentido antes, duele el temor a no sentirla después.

 Lágrimas que se aguantan al borde del balcón. Mientras la vela seguía derritiéndose en el cuarto abandonado. No, estaba segura, podía decirlo con certeza: -Los deseos no se hacen realidad.