Shanea

Aquella noche iba a quedar guardada en mi memoria para siempre, aunque sigo con aquellos interrogantes que no me dejan descansar ¿Por qué Jeison se fue? ¿Acaso huyó con Aurora? ¿Acaso hay algo de lo que no estoy enterada? Esas y más preguntas eran las que simplemente no salían de mi cabeza ni un instante, siempre estaban presentes para recordarme que algo estaba mal, pues desde aquella noche, jamás volví a ver a Jeison. Había pasado un mes desde que todo había ocurrido, Jeison había dejado como propina una gran cantidad de dinero, dinero que ni en un siglo, había podrido recoger en aquel bar.

Había utilizado dicho dinero para poner un restaurante como había sido el sueño de mi madre toda su vida, mi padre ahora manejaba los asuntos financieros del lugar y lo hacía realmente bien, yo me encargaba de realizar los deliciosos platillos que la gente pedía junto a mi madre y mi hermana, era la mesera del restaurante, la cual era muy querida por los clientes y sus amigos que a menudo venían a comer. Todo iba realmente bien, tenía la vida que siempre había deseado tener, pero aún así, mi corazón estaba vacío y solo, seguía necesitando a Jeison a mi lado, pero por alguna razón, su rastro había desaparecido por completo.

—¿Hay alguien que atienda aquí? —preguntó una voz conocida sacándome de mis pensamientos.

—L-lo lamento ¿Qué se le ofrece? —dije con el rostro agachado avergonzada por la situación.

—¿Tú? —preguntó nuevamente fastidiada— ¡Vaya! al fin encontraste un trabajo digno de ti. Jamás podrás aspirar a más.

—¿Qué quieres Aurora? —cuestioné tratando de no matarla allí mismo.

—Quiero el mejor platillo que tengas ¡Y qué sea rápido! —exclamó para luego sentarse en una de las mesas.

Salí directo hacia la cocina maldiciendo por habermela encontrado, mi padre siempre se encontraba en la caja, pero en ese momento, él había ido al baño y yo estaba a cargo, al parecer la vida estaba encaprichada con ese tema. Después de diez minutos, terminé de hacer el mejor platillo y se lo entregué a mi hermana para que se lo llevara a Aurora, pero ésta rápidamente regresó con el plato diciendo que ella quería mi presencia en la mesa, maldije por lo bajo, tomé el plato y salí de la cocina hacia la mesa de esa arpía.

—Toma. —dije colocando el plato en su mesa.

—Espero que sea bueno, no quiero tener algún problema con mi embarazo. —musitó acariciando su vientre hinchado— Jeison está feliz con la llegada de nuestra hija, así que no quiero que le pase algo malo.

—¿Jeison? —pregunté casi inaudible sintiendo como mi corazón empezaba a doler.

—Eso dije ¿Acaso estás sorda? —bufó—. Jeison y yo estamos juntos, él quería una mujer que pudiera darle hijos y la noche que estuvo conmigo, me dijo que tú no se los podías dar, así que buscó refugio en mis brazos y quedé embarazada.

—Eso no es verdad. —sollozé.

—No me importa si no lo crees.

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