Jeison

Desperté en medio de la noche sintiendo el vacío de Shanea a mi lado, al parecer hace rato se había levantado y el frío de su ausencia empezaba a incomodarme. Decidí olvidar el asunto pensando que solo había ido a tomar algo o al baño, pero el baño fue el que impidió que siguiera con mi tan delicioso sueño, pues unos jadeos y gemidos provenían de ahí, asiendo que un extraño dolor en mi pecho empezara a aparecer. En este lugar solo estábamos Shanea y yo, claro, también los encargados de mantener el lugar limpio y con vida ¿Acaso Shanea se atrevería a engañarme? No, eso no podía ser verdad.

Mis pensamientos negativos se apoderaron de mi mente, una extraña irá empezó a crecer en mi interior, sabía que a ella no le importaba nuestro matrimonio falso, que solo lo hacía para mantener con vida a su familia, pero no la creía capaz de llegar tan bajo. Tomé la decisión de entrar al baño y pillarlos en aquella situación tan asquerosa, me acerqué al baño y sin previo aviso abrí la puerta de golpe haciendo que la escena quedara frente a mis ojos, pero no la escena que yo creía, Shanea se estaba masturbando con un consolador.

—¡Joder! —gritó con fuerza mientras su orgasmo llegaba de inmediato.

—Y-yo lo lamento. —musité mientras cerraba la puerta rápidamente y me iba de allí.

Salí lo más rápido que pude de la casa y me senté en la fresca arena junto al mar. Había sido un idiota al creer que ella podría estar engañandome; sin embargo, ella estaba teniendo sus deseos sexuales y yo ni siquiera lo había notado, que estúpido era, si no dejaba mi temor atrás, otro sí le daría lo que yo me niego a darle, amor y placer, dos cosas diferentes que a la vez estaban unidas formando un perfecto equilibrio.

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que había salido de la casa, pero sinceramente no quería volver por ahora. La imagen de Shanea cubierta de sudor mientras sus expresiones demostraban lo excitada que estaba, era algo que simplemente no podía olvidar, mi cabeza se negaba a pasarlo por alto, mientras recordaba aquella escena tan inusual, empecé a sentir como el gran bulto en mis pantalones de hacía cada vez más grande, no había notado que aquella situación me había prendido a mí también.

—Joder pequeña diablilla. —susurré mientras miraba al cielo frustrado— ¿Qué demonios estás haciendo conmigo? No puedo sacarte de mi mente.

Con mi mente dando vueltas y el cansancio del viaje, me quedé dormido en aquella arena dejando atrás todo lo sucedido. A la mañana siguiente me desperté de golpe mientras sentía como las olas del mar empezaban a chocar con mi rostro, al parecer en la mañana las olas se acercaban más a la playa y no lo había notado. A la final decidí ir a la casa y darme un baño, esperaban no encontrarme con esa pequeña.

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