Muñeca.
"Muñeca"
En algún momento, durante la noche debí quedarme dormida. Hurgando en mi memoria, mi último recuerdo fue haberme acurrucado sobre el regazo de Noah, y cerrado los ojos. Sus manos me habían arrullado, mientras me acariciaban la espalda a su antojo. También recordé donde me encontraba ahora, el auto no era a prueba de ruidos, y se escuchaba como los autos pasaban deprisa por el asfalto.
Evito moverme demasiado, no quería despertarlo. Sin embargo, apenas levantó el rostro descubro que él ya esta despierto, y mirándome.
—Hola guapa.
—¿Hace cuanto estas despierto?
Me aparta el cabello del rostro, arqueando apenas los labios.
—No mucho..
—Me hubieras despertado..
—No, verte dormir es divertido muñeca.
—¿A que te refieres con divertido?.
Noah sonríe con mas ganas, incluso se atrevió a soltar por lo bajo una sonora carcajada. Mientras que yo me moría entre la pena y el enfadó.
—¿Sabias que babeas mientras duermes?.
—No.. Es decir claro que no. ¡Yo no babeo!.
Ahora solo estaba furiosa.
—Tranquila muñeca, no debes avergonzarte por eso..
—¡Para ya!.
Intento alejarme pero no me lo permite, me retiene por las muñecas y antes de que pueda protestar me besa, ya sin mesura. Le sigo el juego, olvidando por completo el motivo de mi enojo, por ahora solo quiero sentir la presión de su piel y la humedad y tibieza de su lengua. Casi termino de ceder cuando unos pequeños golpes me traen de vuelta, presto un poco de atención pero no logro descubrir de donde es que provienen. Los dejo estar, mientras me pego mas él, desesperada por encontrarle un buen lugar a mis manos, que se pierden fácilmente entre su espeso cabello.
Un minuto después el sonido se intensifica, volviéndose insistente y molesto. Suelto la boca de Noah y jadeo, incapaz de respirar con normalidad. La tregua me permite enfocar la ventanilla y posteriormente a la persona detrás, cuyos nudillos vuelven a tocar el cristal. La causante de la interrupción era la señora Green mi vecina de alado, y mejor amiga de mi madre. Me echo para atrás, cayendo sentada sobre el asiento contiguo y apenas alcanzo la manija la abro de un tirón, precipitandome al exterior y pensando que en voy a decirle.
—Sarah linda, ya decía que eras tu.
evito parecer avergonzada, ya podía imaginar que es lo que vio.
—Si señora Green.. Yo.. ¿Que hace usted por aquí tan temprano?. ¿Puedo ayudarla en algo?.
—Pero que dices, si son mas de las doce.
Justo Noah sale del auto, haciendo por fin acto de presencia, algo que no sabia si me ayudaría a salir bien librada de esta.
—Y estoy aquí porque tu madre llamo hace un rato, esta preocupada porque no recibió tu llamada anoche y me pidió que viniera a asegurarme de que estas bien..
Sus ojos se enfocan en él, con desconfianza. Casi como si lo estuviera culpando por mi descuido.
—Se lo agradezco señora Green, y lamento que mi madre la haya molestado tan temprano, pero como puede ver todo esta bien.. —ella no parece muy convencida que digamos, sigue perforando a Noah con su mirada acusadora, por lo que siento la necesidad de agregar. —Yo estoy bien, se lo aseguro.
—Si ya veo.. —su ceño se frunce al igual que sus labios—. Seguramente a tu madre le tranquilizara mucho saberlo.. Si no le mencionas claro que pasaste la noche en el coche con un jovencito, quien por cierto me resulta familiar..
—Eso es imposible. —le dice Noah amablemente—. Seguramente me estará confundiendo.
Tanto mi vecina como yo desviamos la vista hacia él, ella tratando de averiguar si estaba equivocada y yo con la nueva impresión de haberlo visto antes, en otro lugar que no era la entrada de la librería. Deslice mis ojos a conciencia por todo su rostro, buscando si en realidad existía algún otro recuerdo suyo, sin encontrar nada mas haya de la tarde de ayer. Agito la cabeza, dando por echo que solo se trata de la confusión de mi paranoica vecina.
—Puede ser. —dice ella, cediendo también.
—De cualquier manera, fue un gusto conocerla señora..
—Green.
—Señora Green, ya debo irme pero espero poder saludarla pronto.
¿Significaba eso que pensaba venir de nuevo a mi casa?.
—Seguro, solo procura que tus visitas sean en un horario adecuado, Sarah, al igual que los demás vecinos tenemos una moral intachable y las escenas que parezcan inapropiadas no son muy bien vistas por aquí.
Quise morirme ahí mismo, o como mínimo salir corriendo.
—No se preocupe, que anoche no paso nada interesante. Para la próxima le prometo que antes de hacer cualquier cosa indebida, nos ocultaremos mucho mejor.
El descarado de Noah sonrie, sin quitar la amabilidad de sus facciones, y como si eso no fuera poco le extiende su mano, en señal de paz. A lo que la mujer solo pudo aceptarla, seguramente sin saber de que otra forma reaccionar.
—Muñeca, te llamo luego. —dicho eso deposita un casto beso sobre mi frente y se da media vuelta, largándose y dejandome sola con la confusión de mi entrometida vecina.
—Sobre lo que dijo Noah, él solo estaba bromeando, no haremos nada ni mucho menos, hicimos nada anoche.
—Oh, Descuida linda, estoy acostumbrada a lidiar con ustedes los adolescentes, Mi hijo James también solía gastarse bromas como esas.
Se echa a reír y yo aprovecho la salida que me ofrece.
—Por cierto, ¿como esta él?. Hace un año que se fue y se olvido de mi.
—Bien, la universidad debe quitarle mucho tiempo, porque él apenas si llama una vez al mes para reportarse a casa.
Me muestro comprensiva, estudiar en Stanford debe ser muy demandante para él, y para cualquiera en general, por lo que comprendía si James no tenia el tiempo para acordarse de su antigua amiga y vecina. Él y yo habíamos sido amigos desde niños, cuando James corría hasta mi patio trasero para enseñarme los insectos que cazaba en el jardín de su madre.
—La próxima vez que hable con él, digale por favor que lo saludo y que espero que le este yendo muy bien.
—Claro que si linda, se lo haré saber. Por cierto tu también estas por irte verdad.
—Si, al finalizar el verano.
—A España, tu madre lo comento en alguna ocasión, se oía emocionada de que fueras al extranjero a estudiar.
—Eso espero señora Green, de otra manera no me atrevería a irme tan lejos.
—Ella me tendrá a mi, sabes bien que somos amigas y naturalmente nos haremos compañía.
—Si lo se y se lo agradezco mucho.
Estaba siendo muy sincera, ella siempre fue una confidente para mi madre, ambas solían sentarse a la mesa del jardín para tomar el té, mientras nosotros jugábamos a la sombra de la palmera que creció a un costado de mi casa. La nostalgia me invade y tengo que buscar algo en lo que distraerme.
—Bueno señora Green, fue un gusto saludarla pero sera mejor si me apresuro y telefoneo a mi madre, de lo contrario la tendré de vuelta en unas horas.
La mujer de cabello rubio asintió, sonriendo a modo de despedida.
Tan pronto la dejo atrás me concentró en la excusa que voy a darle, inventando y cambiando de idea conforme me voy acercando al teléfono. Le llamaría por la linea fija, de esa manera ella se daría cuenta de que ya estoy en casa, y con suerte llegue a creer mi coartada improvisada. Descuelgo el auricular y marco deprisa, después del tercer timbrazo ella me respondió...
Media hora después por fin me dio la oportunidad de colgar, no si antes prometer que no se volvería a repetir, estaba tan furiosa que me costo convencerla de que la razón por la que tuve que pasar la noche en el auto y con Noah fue porque perdí las llaves de la casa, y por culpa de la obscuridad me fue imposible encontrarlas antes del amanecer, y que eso me había echo olvidar mi promesa de reportarme apenas llegara. Por suerte al final lo dejo estar y se quedo tranquila, o al menos eso aparentó.
De camino a mi habitación pase por la cocina, para desayunar, prepare un sencillo omelet y jugo de naranja. Posteriormente me cambie la ropa por algo mucho mas cómodo y del diario, perfecto para encargarme de poner orden en la habitación. Colgué la ropa, pase la aspiradora y desempolve mi librero, terminando con la ropa sucia dentro de la lavadora.
Mientras ella hace su trabajo yo bajo al primer piso para seguir con la limpieza de la casa, lavando la poca bajilla sucia que había, y de nuevo la aspiradora por la alfombra de la sala y el piso de la cocina. Pase el trapo por la encimera y ya cansada me recargue sobre el filo de mármol, suspirando. Según la promesa de Noah me llamaría después, o sea cuanto exactamente era eso. Sabia que para los hombres el tiempo era distinto que para nosotras las mujeres, por lo que no podía estar segura si se trataría de horas, o días lo que tardara en comunicarse. Pese a eso llamarle no era una opción, no quería parecer obsesionada con él ni mucho menos, así que esperaría pacientemente, sin ceder.
La tarde finalizó, y con ella mis esperanzas de tener señales de Noah.
Me voy a la cama y me acurrucó bajo las mantas, había dejado las puertas de mi balcón abiertas y el viento se colaba por ellas y hacia volar la fina tela de mis cortinas. Me quedó quieta, mirando las formas que hacían y a lo lejos el cielo aun encapotado, hasta quedarme dormida.
El día siguiente, fue mas de lo mismo, opte por no salir de casa, pese a las muchas ganas que tenia de recorrer el centro, solo por si a caso me encontraba con él.
Al tercer día, por fin pise la calle y pase por la panadería favorita de mi madre, para comprar un moffin de chocolate y avellana, ideal para acompañarlo con un café expresó, que planeó preparar apenas llegue a casa..
Salgo de la panadería y sin mas que hacer reanudo mi camino, cruzando de vuelta el paseó marítimo, casi desierto. La lluvia se mantenía a raya, pero no había garantías de que siguiera así, no con el cielo tan gris y cargados de nueves, que el sol era prácticamente inexistente.
Camine cerca de la barandilla, con la mirada puesta sobre las olas, que se mecían a la orilla con rapidez, despareciendo tras la espuma blanca.
Al llegar a las escaleras que daban a la playa, decidí bajar un rato, recordando que traía en mi bolso el libro y podría aprovechar para leer. Bajo los escalones y apenas piso la arena me quito los zapatos y sigo descalza, hasta llegar a unos metros antes de la linea de arena mojada. Me siento, dejando de lado mis zapatos y la bolsa de papel con mi postre. De mi bolso saque el libro, y lo abrí justo donde el texto comenzaba, saltándome a conciencia la introducción. Lo leo sin prisa, intentando concentrarme en las palabras, sin llegar a lograrlo del todo. Una parte de mi mente seguía preguntándose porque Noah, no había escrito o llamado todavía. ¿Sera posible que no lo valla a hacer nunca?. ¿Que algo en mi no le gustará y ahora solo se olvidará de que me conoció?. Saco mi móvil del bolsillo y revisó por décima vez la bandeja de entrada, no había mensajes suyos, ni tampoco llamadas pérdidas. Las únicas importantes eran de Ángela a quien tendría que responder pronto sino quería tener que lidiar luego con su enfadó.
Abrí mi facebook, ignorando las notificaciones y yendo directamente al buscador, donde ingreso el nombre de Noah. De inmediato los resultados aparecen, bombardeando perfiles cuyas fotos de perfil me ayudan a ir los descartando. Deslizó hacia abajo, con impaciencia, sin encontrar lo que estoy buscando.
Suspiro frustrada y vuelvo a mi libro.
A mitad del libro me parece que es lo suficientemente tarde para levantarme y marcharme a casa, por lo apenas me calzó los zapatos devuelvo atrás mis pasos.
Mi casa no estaba lejos, apenas dos calles del paseó marítimo, por lo que llegue en cinco minutos. Cruzó la entrada, agradecida de que las luces del porche de mis vecinos estén encendidas y me permitan ver bien por donde camino. Subo los tres peldaños a mi puerta y la abro, encendiendo las luces poco después.
Dentro la temperatura es mas cálida, todo gracias a que las puertas y ventanas están cerradas. Me quito el saco y lo arrojo al sofá, sigo de largo a la cocina donde me pongo manos a la obra con el café. Enciendo la cafetera y la dejó trabajar en paz.
Me dirijo a mi habitación, algo cansada para quedarme en la sala de estar, viendo la tv. En su lugar planeaba recostarme a seguir leyendo, hasta que mi café estuviera listo. Atravieso el angosto y corto pasillo, cruzando posteriormente el umbral de mi habitación, donde me quedo helada al ver la figura recostada sobre mi cama.
Mi corazón late una vez, luego se detiene y me parece que me voy a desmayar.
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