Dereck

5 años de edad.

3 de julio.

—Eres tan apuesto —la abuela me acomoda el lazo que me obligó a ponerme—. Ahora vamos a salir ahí, y necesito que te portes bien, ¿de acuerdo?

Asiento.

Ella toma mi mano en un gesto firme y salimos hacia el sitio en donde un auto nos espera.

Quiero a mamá, quiero preguntar por mamá, pero la abuela dice que debo dejar de preguntar por ella, porque se ha ido.

No sé a dónde vamos, quiero preguntar por papá porque no lo he visto en todo el día, la abuela no ha dejado de decir que guarde silencio, y me porte bien, pero yo quiero a mis papás.

—¿Recuerdas lo que te dije? —cuando bajamos del auto, ella me detiene antes de ir con las demás personas—. Dereck, ¿lo recuerdas?

—Sí, abu —asiento.

Deja un beso en una de mis mejillas antes de envolver mi mano con la suya, y avanzamos. Todos lloran y dicen el nombre de mamá, hay una caja en el centro y muchas flores, de esas que mamá siempre tenía en el jardín.

No quiero preguntar por ella, pero la extraño.

—¡Llévatelo! —papá al fin aparece, pero no parece ser él—. ¡Llévatelo de aquí!

—No, no le grites —alguien lo sostiene, un hombre que no conozco—. Patrick debe despedirse.

—¡Llévenselo de aquí!

La abuela no parece saber qué hacer, papá sigue gritando y tengo miedo. ¿Dónde está mamá? ¿Por qué papá está enojado conmigo?

—Hey, campeón —el tío Sebastián me toma en brazos, alejándome de las personas—. ¿Qué dices si vamos por un helado? ¿Te gustan los helados?

Asiento en silencio.

—Bueno, he visto una heladería cerca de aquí, ¿te parece buena idea si vamos por un par de conos?

Vuelvo a asentir y él sigue caminando, alejándonos cada vez más.

Mi tío no miente al decir que había helados cerca, no nos tenemos que alejar mucho, y no pasa mucho tiempo hasta que estamos comiendo los helados en la banqueta del parque.

—Tío —él me mira—. ¿Dónde está mamá?

No me responde, no me mira y me encojo en mi lugar porque nadie quiere darme una respuesta.

—Tu mami ahora está en un sitio mejor, Dereck —dice —. Seguramente no lo entiendes, eres muy pequeño, pero no creo que puedas volver a verla.

—¿No voy a volver a ver a mamá? —eso me asusta, yo quiero verla otra vez.

Acaricia mi cabello y suspira.

—No, campeón.

El cono ya no sirve, el helado no está bueno y lo lanzo contra la calle.

—Dereck...

—Quiero ir con mamá —el tío Sebastián se incorpora, toma mi mano y me conduce de vuelta sobre la calle.

—Es mejor que lo entiendas ahora, Dereck. Tu mamá se ha ido, lo siento mucho y sé que no lo entiendes, pero debes hacerlo.

No lo hago, porque todos mienten. Porque mamá no me dejaría.

El tío Sebastián me lleva a casa, no veo a papá otra vez y cuando la abuela vuelve, sigue repitiendo lo mismo. Luego todos se van, y me quedo abrazando al oso que mamá me dio en mi cumpleaños, cuando los ruidos en la sala me asustan, corro hacía ahí.

Papá ha llegado, así que corro a él, papá no va a mentir. Así que le pregunto:

—Papá, ¿en dónde está mamá?

Patrick

Él no debería de estar aquí, se suponía que Margarita iba a llevárselo con ella. Lanzo la botella y me acerco, Dereck retrocede algunos pasos.

—Cierra la boca, ¿quieres? ¿Por qué sigues aquí? ¿Margarita no te llevó con ella?

—Papá, ¿estás enojado? —inquiere y el sonido de la voz es como una tortura.

El alcohol en mi sistema me nubla, tanto que no estoy pensando. Solo me repito que él no debería estar en casa.

—Cierra la boca —exijo.

—Papá...

—¡Que te calles! —no razono, cuando lo tomo del brazo y él grita asustado, me pierdo a mí mismo—. ¡Tú madre no va a venir! ¡Tú madre nos ha abandonado!

La ira me ciega, no estoy pensando, ni razonando, elevo la mano y antes de si quiera poder entender que es lo que estoy a punto de hacer, sucede.

El llanto de mi hijo me llena, su pequeño cuerpo cae contra la alfombra mientras me mira aterrado.

Retrocedo, sintiendo como si alguien me hubiese golpeado con un maldito ladrillo, como si mi cerebro estuviese a punto de explotar.

—Derry...—mi voz se rompe—. Oh Dios. Lo siento, lo siento.

Me acerco, Dereck llora asustado y solo soy capaz de envolverlo con mis brazos. Sintiéndome tan malditamente miserable.

No lo merezco, no merezco ser su padre. No merezco nada de esto.

Lo suelto, no soy capaz de mirarlo, le doy la espalda y subo las escaleras. Escucho sus pasos apresurados detrás de mí, pero no volteo, aun cuando me llama una y otra vez.

Ingreso a la habitación, colocándole seguro a la puerta y lanzo un grito furioso. Miro la fotografía que cuelga de la pared, misma en donde Julieth y yo aparecemos con Dereck en brazos.

—¡Esto es tu culpa! —tomo los retratos y los lanzo al piso—. ¡Todo es tu culpa! ¡Tú nos abandonaste!

La rabia se combina con el dolor y me consume por completo, me envuelve y me pierdo en ese sentimiento.

—Todo es tu maldita culpa, Julieth. Tú nos abandonaste.

No nos amaba, ella no me amaba lo suficiente.

Me rompo ahí, junto a los trozos de cristal, me hago pedazos, así como la madera que rodeaba las fotografías, me deshago como los recuerdos felices que tuve con ella.

Duele tanto como no imaginé, duele de una manera que quema en el alma, que desgarra por dentro.

Ella nos había abandonado, y eso fue para mí, una daga mortal. No fui el mismo, nunca me recuperé y ese, ese solo era el inicio de un infierno, que yo mismo me encargué de crear. 

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Buena noticia, mañana haré otra actualización así que... ¡estén pendientes! 

Como se habrán dado cuenta, serán capítulos relativamente cortos ya que está centrado más que nada en ciertos sucesos específicos, y serán más largo si el hecho lo permite. 

Estos capítulos son un poco relacionados con la infancia de Dereck, y luego irán abarcado más los sucesos de Atracción Mortal (aunque nos serán demasiados) y algunos otros serán sobre lo que ocurrió después del epílogo. 

¡Espero que les esté gustando!