14.- Una familia.
Sebastián Jones.
Patrick y yo nunca tuvimos una verdadera relación de hermanos, probablemente eso se debió a la distinta atención que recibimos de nuestros padres, se supone que los progenitores quieren a sus hijos por igual, pero en nuestro caso, fue evidente que eso no se aplicó.
Fui el menor, Patrick es mayor por casi diez años, así que cuando nací, toda la atención pasó a mí. No voy a mentir diciendo que eso me desagradaba, durante toda mi infancia y adolescencia tomé eso como ventaja sobre él, Patrick era el mayor así que nuestro padre lo obligaba a ser el "más responsable" a "dar el ejemplo".
Tuvimos una relación cercana, pero no más estrecha de lo necesario. Y cuando nuestros padres fallecieron, esa cercanía se esfumó.
Estuvimos presentes en los momentos importantes del otro, yo estuve en su boda, él en la mía. Estuve en el nacimiento de su primer y único hijo, y también lo estuve en el funeral de Julieth.
Me he reprochado por largos años el no haber estado para él, me he repetido que no tenía forma de saber que el dolor que mi hermano cargaba consigo fue más grande de que nadie pudo imaginar, pero lo cierto es que era una mentira. Porque lo supe, porque pude imaginar lo que perder a su esposa le haría, pero como todos, supuse que lo superaría.
Que gran error.
Me mudé a Texas luego de la muerte de Julieth, y la distancia colocada entre nosotros solo hizo que nuestra relación de hermanos, si puede llamarse como tal, terminara por extinguirse. Luego del funeral, Patrick no tomó ninguna de mis llamadas, ni respondió los mensajes que le mandé, así que dejé de insistir.
Formé mi vida en Texas, tuve a mis hijas, formé una familia, y casi me olvido de Patrick. Nunca llamó otra vez, y tampoco sentía la necesidad de hacerlo. De cierta manera, ninguno mostraba interés por aparecer en la vida del otro, hasta esa noche.
Esa noche en donde el teléfono sonó, en donde lo único que pude hacer fue escuchar y tratar de entender lo que la persona al otro lado de la línea, acababa de decir:
—Su hermano está bajo custodia, por intento de homicidio. Su sobrino, Dereck, está grave en el hospital y necesitamos la presencia de un familiar para poder proceder con los tratamientos.
No conseguí reaccionar, aun cuando Lindsay, mi esposa, me arrebató el celular y fue ella quien tomó todos los datos necesarios.
Patrick intentó asesinar a su hijo, intentó asesinar a mi sobrino.
—Debes ir —dice Lindsay con seguridad—. Él te necesita.
La última vez que vi a Dereck, él apenas tenía cinco años. Fue en el funeral de su madre, ahora, si los cálculos no me fallaban, debería tener dieciocho.
Maldición, ¿me recordaría siquiera?
Fue un momento de shock, hice las cosas, armé las maletas, pero mi mente no estaba plenamente consciente de lo que estaba sucediendo. Solicité un permiso de emergencia en mi trabajo que gracias al cielo se me concedió, y subí al primer avión con destino a Portland.
Fueron largas horas de vuelo, horas en las que no pude dejar de pensar, en las que no fui capaz de repetirme una y otra vez, que mi hermano se había convertido en alguien que seguramente no podría reconocer.
Sentía que podría vomitar, e hice mi mayor esfuerzo para no devolver lo que había comido la noche anterior. Joder, ¿qué locura era esta?
Apenas y tuve tiempo de registrarme en un hotel económico, e ir al hospital. Le envié un par de mensajes a mi esposa, informándole sobre mi llegada y luego, luego solo fui al encuentro de la mujer que se había presentado como Tiana Brown, la trabajadora social.
Me explicó la situación y mi mente cada vez entendía menos.
Maltrato y abuso físico.
Orden de restricción.
Investigación.
Intento de homicidio.
Mi mente intentaba procesar todas las palabras, intentando entender las oraciones que la mujer plantaba, todas las cosas horribles que Patrick hizo con su hijo, con alguien que era de su sangre.
—¿Quiere verlo? —inquiere el doctor cuando Tiana nos presenta.
—Por favor —mi voz brota en un susurro torturado.
Me conducen por los pasillos, hasta una de las habitaciones y en cuanto la abren, algo en mí se rompe.
Ahí sobre la cama, yacía un chico indefenso. El chico con un gran parecido a Julieth.
Ahí estaba Dereck.
—Oh, Dios —mi voz brota en un susurro horrorizado.
Cierro los ojos, acercándome con pasos lentos mientras intento no sufrir un maldito colapso con todas las cosas y toda la información que mi mente ha recibido en las últimas horas.
Las marcas moradas en su rostro y cuerpo son notorias, la férula en el hombro y en el tobillo, la herida en la ceja. Permanezco de pie, ahí junto a su cama intentando imaginar a mi hermano, como el hombre que la mujer describía.
Maltrato físico.
¿Por qué no me llamó? ¿Por qué nadie hizo nada durante trece años? ¿Por qué no se me ocurrió llamar? ¿Visitarlos?
Vuelvo a cerrar los ojos, sintiéndome culpable, sintiendo como si en parte, yo tuviese un grado de culpa por la conducta de mi hermano.
Me aclaro la garganta, acercándome unos pocos pasos más, y extiendo la mano hasta conseguir pasarla por su cabello.
—Hola, Dereck —mi voz sale temblorosa—. Ya no estás solo, hijo. Ahora...ahora voy a cuidar de ti.
La visión se me nubla y trago con fuerza.
—Te prometo que Patrick estará muy lejos de ti ahora, voy a cuidar de ti. Y cuando despiertes, estaré aquí. Me escuchas, ¿verdad?
Dios, es solo un chico.
—Cuando despiertes, voy a estar aquí.
Tomo una de sus manos, y tomo una inhalación intentando contenerme.
—Voy a estar aquí —repito—. Pero antes...antes te juro que tu padre va a escucharme.
La ira estalla en mi pecho, un sentimiento tan crudo que me hace apretar los puños y abandonar la habitación del hospital.
Porque ese hijo de perra, iba a escucharme.
—Hermanito —Patrick sonríe cuando me ve—. ¿Tengo que estar en prisión para que vengas a visitarme?
Apenas y ha dado un paso en mi dirección, cuando me incorporo con rapidez, no sé qué es lo que espera, pero evidentemente, no un puñetazo.
—Eres un maldito hijo de perra —espeto—. Ya sé lo que hiciste con tu hijo, joder, Patrick, ¿Cómo pudiste?
Su mirada se ensombrece mientras limpia el rastro de sangre en la esquina de su labio, la mirada del guardia detrás del cristal me indica que, si decido darle una paliza a mi hermano, él no va a intervenir.
—¿Ahora te preocupas por él? —ríe—. Todos ustedes son unos malditos hipócritas.
Se deja caer con descuido en la silla, las esposas resuenan al contacto con el metal, y me mira con una frialdad que nunca había estado ahí, o tal vez sí, solo que nunca quise darme cuenta.
—Intentaste matarlo —siseo—. Intentaste matar a tu propio hijo.
—Se lo merecía —el guardia me da la espalda, y no hago nada por controlar la ira cruda que explota dentro de mí.
Rodeo la mesa, tomándolo del cuello del uniforme naranja que lleva puesto y estampando su cuerpo con fuerza contra la pared.
—Él no se merecía absolutamente nada de lo que le has hecho —bramo—. ¡Es solo un chico! ¡Es tu hijo, maldición! ¿Quién le hace eso a su propio hijo?
—No sabes nada, Sebastián. Así que es mejor que cierres la boca, y desaparezcas de nuestras vidas.
—Oh, sí —espeto soltándolo y retrocediendo—. Claro que desapareceré de tu vida, pero no la de él.
—¿Qué?
—Tengo su custodia, ahora Dereck va a ser mi responsabilidad, estará bajo mi cuidado.
—No...—la confusión se apodera de él—. Saldré de aquí y volverá conmigo, nadie va a quitármelo.
Una risa irónica brota de mis labios.
—¿Realmente crees que vas a salir de aquí? Tienes cargos por abuso, violencia, e intento de asesinato. Tu novia ha declarado en contra tuya, los testimonios tienen peso, estás jodido, Patrick. No hay forma de que salgas de este sitio, y si lo haces, nunca más podrás acercarte a Dereck.
Aprieta la mandíbula, mirándome con frialdad.
—¿Crees que va a querer estar contigo? ¿Crees que va a considerar familia a un hombre que no ha visto en trece años? —inquiere con una sonrisa burlona—. Siempre voy a ser su padre, Sebastián. Siempre me llevará presente, si despierta, que ojalá que no lo haga...
Me horrorizo al escucharlo hablar, al escucharlo decir esas cosas de su hijo.
—Si despierta, siempre voy a estar en su vida.
—Qué bueno que Julieth está muerta —su rostro se contrae— que bueno que no puede ver el monstro en el que te has convertido. Que no sabe todo lo que le hiciste a su niño.
El dolor explota en su mirada.
—Has dañado, tal vez de forma permanente, a la persona que tu esposa amaba más que a nada en el mundo —su fortaleza se va, y sé que he encontrado su punto débil—. Y lo peor, es que no volverás a verla, porque te pudrirás en el puto infierno, Patrick.
Retrocedo, sintiéndome asqueado de la persona que tengo delante.
—Aun cuando salgas, Dereck jamás volverá a tu lado. Cuidaré de él, y haré que te olvide. No va a volver a saber de ti, me lo llevaré lejos, y si alguna vez haces algo más para dañarlo, no recordaré que eres mi hermano.
Camino hacia la puerta, deteniéndome unos segundos antes de volver a mirarlo.
—Estás muerto para mí, Patrick —espeto—. Y estoy seguro de que para Dereck también.
—Deberías dejar que ese hombre cuide de él —murmura antes de que pueda salir—. Luke Lewis, deberías dejar a Dereck con él.
Luke Lewis.
Sabía poco sobre él, solo la rápida información que Tiana me dio, y las pocas palabras que intercambiamos en la sala de espera.
—No —respondo con firmeza—. Me haré cargo, porque tu hijo tiene una familia, no necesita a nadie más. Me tiene a mi ahora, y yo seré quien cuide de él.
No aguardo por una contestación, solamente abandono la fría sala de la prisión de Portland, y vuelvo al hospital.
Dereck despertó unos días después.
Y odio admitir, que Patrick tuvo razón.
Él no quería estar conmigo.
Quería alejarlo, quería llevármelo de este maldito sitio. En Texas estaría mejor, estaría lejos de Patrick, lejos de lo que Luke le hizo, lejos de absolutamente todo. Tendría una nueva vida, nuevos amigos, encontraría en Lindsay probablemente a la figura materna que necesitó, maldición, lo tendría todo.
Así que no entendía el maldito empeño por quedarse en ese sitio. Trataba de hacerlo entender, pero parecía que, entre más me esforzaba, más se alejaba.
—Sé paciente, no seas tan duro —Lindsay me reprende—. Es complicado, debes tomar en cuenta todo lo que ha pasado. No es fácil dejar su casa, a sus amigos, a las personas que aprecia.
—Pero cariño, con nosotros lo tendría todo. Quiero que entienda que yo solo quiero lo mejor para él, lo mejor para que sea feliz.
—Sebastián, él antes de ti, tenía planes. Antes de que su padre hiciera toda esta locura, tenía una vida. Aún la tiene, ha perdido demasiado, no le quites la oportunidad de elegir.
—No confío en ese hombre, si vuelve a echarlo...
—Si vuelve a echarlo entonces ahora nos tendrá a nosotros, déjaselo saber. Dile que no importa su elección, su familia siempre estará para recibirlo.
Y así lo hice, esa tarde le dejé saber que no importaba su elección, que estaría para él.
Mantenía la esperanza de que dijera que quería ir a Texas, de que quería vivir con nosotros, pero no fue esa su respuesta.
—Quiero volver con los Lewis —dice—. Quiero volver con Luke.
—De acuerdo —sonrío—. Entonces estarás con él, pero si algo pasa...quiero que sepas que me tienes, ¿sí? Que estaré para ti. Si él vuelve a hacerlo, solo debes llamarme, y vendré por ti.
Y ahí por primera vez, Dereck me ve con confianza. En ese instante, parece entender mis intenciones, mi actuar.
—Lo sé, tío —responde y sonríe—. Gracias por venir cuando lo necesité.
Niego, acercándome a su cama y revuelvo su cabello, solía hacer eso cuando estaba pequeño. Y parece que de pronto, vuelvo a tener a ese niño pequeño frente a mí.
A ese que corría detrás de su padre, a ese que parecía creer que Patrick era su súper héroe, pero a veces los héroes, son en realidad los peores villanos de la historia.
No puedo imaginar todo el infierno que Patrick le hizo pasar, no puedo imaginar lo duro que debió de haber sido cargar con eso solo por tanto tiempo.
—Somos familia, a pesar de todo lo somos. Y si me necesitas, siempre estaré para ti.
Vuelve a sonreír, con mayor sinceridad, con genuinidad.
Hicimos lo que deseó, Lindsay tenía razón, Dereck había perdido lo suficiente que lo menos que merecía, era tener el poder de elegir.
Y respeté todas y cada una de sus decisiones, incluso cuando dijo que deseaba llevar el apellido de Luke. Que deseaba ser su hijo.
Lo respeté, y a pesar de eso, nuestra relación no tuvo ningún cambio. Nunca se alejó, nunca dejó de llamar.
Pasé trece años alejado de mi sobrino, pero eso no impidió, que tuviera muchos más para demostrarle que a pesar de todo, aquí siempre tendría una familia.
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El siguiente, es un extra que han esperado muuuuuucho..... es el extra de la discusión entre Dereck y Jennifer o.o así que... ¡estén pendientes de la próxima actualización!
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