13.- No volver a fallar.
Luke
He perdido toda su confianza, lo sé por la manera en la que me mira, por esta distancia enorme que ha colocado entre nosotros. Ni siquiera cuando nos conocimos por primera vez, pareció tener tanto recelo como ahora.
Y lo merezco, lo tengo merecido.
Pero ahora, ahora tengo una oportunidad para enmendar el daño que hice, para tratar de revertir la herida que mis palabras dejaron en él.
Sebastián me observa con desconfianza.
—Es decir que está en esa cama por tu culpa —acusa.
Sacudo la cabeza.
—No, yo...
—Claro que si —responde con firmeza—. Porque lo echaste, porque si le hubieses permitido quedarse solo esa noche, mi sobrino ahora no estaría en esa sala de hospital, no hubiese tenido que enfrentarse a su casi muerte.
—Nunca quise que esto pasara, Sebastián...
—¿Y esperas que acepte que se quede contigo? —inquiere con incredulidad—. Realmente estás mal si crees que, después de lo que me has dicho, yo acepte que Dereck esté bajo tu cuidado, estará mejor en Texas.
Se incorpora del asiento, y me siento desesperado de no conseguir llegar a ningún sitio.
—¿Lo estará? —inquiero incorporándome también, deteniendo su andar justo antes de tomar la puerta para abrirla—. Él no quiere irse, lo sabes bien. Tiene una excelente oportunidad aquí, una oportunidad para que las personas vean su arte.
Sebastián gira, mirándome por algunos segundos.
—Al menos permite que se quede en casa de los Williams —musito—. Ellos se han ofrecido a cuidar de él, si no confías en mí, hazlo en ellos. No le quites esta oportunidad, es grandiosa, y se esforzó para conseguirlo.
La vacilación se adueña de su rostro.
—Sé que estás preocupado, lo sé bien y también sé qué crees que llevándotelo a Texas será mejor para él, que crees que alejándolo de este sitio va a mejorar, pero no será así.
—¿Cómo te atreves a hablar así cuando fuiste tú quien lo coloco en este sitio? —reclama—. Confío en ti y tú también le diste la espalda, a diferencia de todos ustedes, yo sí quiero lo mejor para él, yo sí quiero que mi sobrino deje atrás todo el maldito infierno que Patrick le hizo vivir.
—¿Crees que yo no deseo lo mismo? ¿Qué no lo he deseado desde el segundo en el que lo conocí? —llego al borde de la desesperación—. Nunca me perdonaré el haberlo tratado de esa manera, aún si ocurre un milagro y Dereck lo hace yo no seré capaz de perdonarme nunca, él es más que un chico para mí, Sebastián. Y puede que no lo parezca ahora, pero lo quiero como a un hijo...
—Mientes, porque a un hijo no se le da la espalda de la manera en la que tú lo hiciste con él —me observa con dureza, con una frialdad inquebrantable—. Dereck ya no te necesita, Luke. Me tiene a mí, me haré cargo de todo lo que necesite así que solo...sólo déjalo tranquilo.
Cuando sale, me siento hecho pedazos. Dejo caer mi cuerpo sin fuerzas contra uno de los sillones, sostengo mi cabeza con mis manos, apoyando los codos en mis rodillas.
A un hijo no se le da la espalda de la manera en la que tú lo hiciste.
Tenía razón, todos tenían razón. Andrew, Sebastián, Dereck. Todos ellos tenían razón.
Pero soy incapaz de apartarme, soy tan egoísta que no puedo tolerar que lo alejen de mí. Probablemente nunca me alcance la vida para demostrarle lo mucho que me arrepiento de lo que hice, de lo que dije.
¿Cómo fui capaz de hacerle eso? Sebastián tiene razón, de no ser por mí, Dereck no estaría aquí.
Tal vez es hora de alejarme, tal vez es momento de entender que lo he jodido todo, y que lo mejor que puedo hacer ahora por él, es simplemente dejarlo tranquilo.
(...)
Less no me mira, en realidad, no me ha mirado mucho en los últimos días. En casa todo es tan incómodo como nunca pude haber imaginado, está tan distante, tanto que comienza a agobiarme.
—¿Estarás enojada conmigo por siempre? —inquiero.
—No estoy enojada, Luke —dice en un suspiro.
—Bueno, apenas y me miras, con suerte intercambiamos más de diez palabras durante todo el día, sé que lo jodí, Less, lo sé, pero...
—Pues qué bueno que lo sabes —dice encarándome—. Qué bueno que te has dado cuenta de que... ¡lo has jodido todo!
Ella no grita nunca, y cuando lo hace, es porque ha llegado a su límite.
—Less...
—No entiendo, no comprendo porque fuiste tan cruel con él —reclama—. Porque le dijiste todas esas cosas horribles, cómo pudiste echarlo de esa manera. ¡No lo entiendo!
—No estaba pensando, no quería... nunca quise decir eso —cierro los ojos—. Él no iba a marcharse, y yo estaba tan malditamente furioso, no con él, Less, lo estaba conmigo, porque sabía en el fondo que fue mi culpa, que el hecho de que esos hombres vinieran no era más que la consecuencia por no haberlo escuchado.
—Le dijiste que ibas a golpearlo.
Mi pecho se hunde, un dolor agudo me taladra el pecho al recordar la mirada herida de Dereck, al ser consciente de la forma en la que se estaba rompiendo frente a mí.
—Es algo que no voy a perdonarme nunca —mi voz tiembla, bajo la vista—. Y por lo visto tu tampoco.
Ella cierra los ojos, se apoya contra la barra de la cocina y suspira con pesar.
—La he jodido en grande, ¿no es cierto? No solo con Dereck, sino contigo también.
—Por primera vez en mi vida, Luke, no estoy de tu lado —susurra con los ojos cristalizados y escucharla decir eso me desgarra—. Siempre he creído que eres alguien admirable, alguien que a pesar de todo sabía cómo sobreponerse de las situaciones difíciles, esta no debió de ser la excepción. Dereck... él no debió de ser la excepción.
—Less...
—Buenas noches, Luke —dice dándome la espalda, y se encamina hacia las escaleras.
El silencio de la casa me abruma, me siento sofocado con el sentimiento de culpabilidad, cierro los ojos mientras echo la cabeza hacia atrás y considero, tan solo por una fracción de tiempo, servirme un trago.
Antes de que pueda tomar alguna decisión, el celular suena. Lo saco de mi bolsillo y contesto casi de inmediato, cuando leo el nombre de Sebastián.
—Sebastián.
—Lo haré —dice tan de repente que no comprendo a que se refiere.
—¿Cómo...?
—Él quiere quedarse contigo —mi cuerpo reacciona entonces—. Dereck, él quiere volver.
—Eso es...es estupendo, quiero decir...
—Te veré mañana —interrumpe—. Para hacer todo el papeleo, realmente espero no arrepentirme de esto, Luke, espero no arrepentirme de permitir que el vuelva contigo.
—No lo harás —susurro—. Lo puedo prometer.
—No es a mí a quien debes de prometérselo —murmura—. Está resentido, pero aún te aprecia. Me pude dar cuenta por la manera en la que reaccionó al saber que tú deseabas que volviera, así que, si es cierto, si en verdad lo quieres como un hijo, demuéstraselo.
No me permite decir nada más, cuelga la llamada y me quedo ahí, a mitad de la cocina sintiendo que, a pesar de todo, puedo compensárselo.
Puedo demostrarle que nada de lo que dije es cierto, que realmente lo quiero como un hijo.
Puedo compensarle todo el daño que causé. Solamente esperaba como nunca antes he esperado algo, que no fuese demasiado tarde.
(...)
Dereck volvió, pero podía ver que la distancia interpuesta entre nosotros seguía ahí.
Less pareció aligerar su resentimiento conmigo cuando le dije que Dereck volvería a casa, la manera en la que se preocupaba por él, como estaba al pendiente de cualquier cosa que pudiera necesitar, me dejaban saber que significaba tanto para ella como para mí.
—Dale tiempo —dice cuando nos metemos a la cama—. Todavía tiene que volver a confiar en ti.
—¿Crees que alguna vez lo haga otra vez? ¿Crees que pueda volver a confiar en mí?
Ella suspira levemente, acomodándose contra el colchón y girando para conseguir mirarme.
—La confianza a veces nunca se recupera, Luke —susurra—. En otras circunstancias, da más trabajo del que si quiera podemos imaginar, no hay puntos medios de confianza, y creo que con Dereck, es solo cuestión de tiempo para que el confíe en nosotros.
Tomo una corta inhalación, llenando mis pulmones de aire antes de soltarlo poco a poco.
—Realmente quiero que confíe en nosotros otra vez —susurro—. Quiero que confíe en mí, y me que vea como ese hombre que lo protegía, que le daba seguridad. Quiero borrarle la imagen que tiene de mi ahora, yo...yo solo quiero que me mire como lo hacía antes, como...como su padre.
Less extiende una de sus manos para acariciar mi rostro.
—Lo hará, solo dale tiempo —dice con dulzura—. Y demuéstrale que puede volver a confiar en ti.
Lo intentaba, eso he intentado desde el segundo en el que volvió a casa, pero sus estados de ánimo, sus respuestas cortantes y a veces groseras me dejaban saber que probablemente no estoy haciendo un buen trabajo.
No sé en qué punto me quedo dormido, últimamente no había estado durmiendo como debería, y Bruno, mi entrenador, se daba cuenta de eso.
Es realmente gracioso que yo sea entrenador de unos, pero necesite a mi propio entrenador para las peleas.
Pero esta vez, no sé si se debe al cansancio y agotamiento, que solamente me dejo caer en un profundo sueño.
Hasta que su grito me despierta.
—Es Dereck —la voz alarmada de Less se deja oír mientras ambos salimos a prisa de la cama, prácticamente corro hacia su habitación, agradeciendo no chocar contra nada debido a la oscuridad del pasillo.
—Dereck —abro la puerta con rapidez, él se remueve en la cama, la angustia en su rostro es evidente así que me acerco —Dereck.
—¡No! —el grito aterrado que brota de él me estremece. Abre los ojos de golpe, y la mirada aterrorizada que me dedica me saca de balance—. ¡Aléjate de mí! ¡Patrick solo aléjate!
Me toma unos momentos comprender que no me ve a mí, sino a su padre. Sin embargo, no puedo hacer mucho más porque lanza un golpe, uno que no veo venir y me golpea con fuerza.
—Joder —el dolor explota en mi nariz, retrocedo dejando de escuchar los sonidos a mi alrededor porque siento el líquido caliente deslizarse.
Salgo del cuarto cuando el líquido llega a mis manos, camino hasta el baño tolerando la sensación dolorosa en mi rostro y me apodero de un algodón, cojo el alcohol y lo mojo con rapidez con el líquido.
Gracias a Dios no es una hemorragia seria y se detiene un par de minutos después, así que vuelvo con Dereck.
—¿Estás bien? —inquiero.
Él niega.
—¿Quieres hablar sobre eso? —su mirada se dirige al reloj, y Less capta su atención hablándole.
—No puedo —susurra con voz temblorosa.
—De acuerdo, no lo haremos entonces —susurra Less. Cuando el deja caer el cuerpo nuevamente contra el colchón, ella se aparta—. ¿Estás bien?
—Nada grave —susurro cuando extiende las manos para tocar la zona del golpe.
—Lo siento —ambos volteamos cuando escuchamos la voz de Dereck, en su mirada reina la culpabilidad, y siento la necesidad de hacerle saber que nada es su culpa.
—Me han golpeado peor —respondo acercándome a él. Por la forma tan mortificada en la que nos mira, sé que no ha sido la primera vez que ocurre y me reprocho a mí mismo el no haberme dado cuenta antes.
—No es la primera vez que ocurre ¿verdad?
—No —Less y yo compartimos una mirada—. Es tarde, deben ir a trabajar mañana, yo...
Cuando ella intenta protestar, la detengo.
—Me quedo con él, ve.
Ella se acerca hasta Dereck, se inclina hacia él y susurra algo que no consigo escuchar. Cuando se marcha, apago la luz y camino hacia el sillón reclinable que está en la habitación.
—¿Qué haces? —su voz es apenas un susurro. Pero lo miro, luce tan indefenso, tan vulnerable que no puedo dejarlo solo, no ahora.
—Quedarme contigo, acabas de tener una pesadilla, no voy a marcharme —afirmo—. Sé que no vas a querer hablar de eso ahora, así que solo me quedaré aquí.
Su mirada vacila, sé que no está convencido. Sé que intenta aparentar que puede manejarlo, pero no es así.
—No es necesario —dice.
—Sí, sí es necesario —le sonrío—. No voy a dejarte solo.
Mis palabras dejan un silencio entre nosotros, me acomodo en el sillón, colocándolo en una postura que me permite descansar lo suficiente.
—Mañana debemos ir al médico para la revisión del hombro, puedes hablar con él de lo que necesites.
—¿Crees que necesito un terapeuta?
No sé muy bien la emoción en su voz, pero parece temeroso de la respuesta.
—Creo que has pasado por mucho siento tan joven, y a veces no podemos arreglar los problemas solos —susurro—. No quiere decir que seas débil, al contrario, reconocer cuando necesitamos ayuda y aceptarla, es el acto más valiente que puedes tener.
Cierra los ojos, un suspiro brota de él antes de volver a hablar.
—Creí que el infierno había acabado.
—Lo hizo, aunque no del todo. Pero lo hará, Dereck, no dudes que lo hará.
Esa noche la paso con él, no duermo demasiado, en realidad probablemente no lo hago en lo que resta de la noche, solo me quedo ahí, como si mi presencia pudiera evitarle cualquier otra pesadilla.
En ese instante no tenía idea de lo grave que era, que, en realidad, Dereck tenía un Trastorno de estrés postraumático, diagnostico que fue revelado al día siguiente.
Ahí decidí que nunca en la vida volvería a fallarle, que jamás volvería a hacerle daño. Me prometí a mí mismo que le daría la vida que merecía, que compensaría mis errores con todas las formas existentes.
Pasé cada noche a su lado, no me importaba dormir apenas un par de horas con tal de estar alerta, por si me necesitaba. No quería volver a fallarle, no quería volver a dejarlo solo.
El trastorno lo hizo vulnerable, el miedo constante en su mirada, la paranoia frecuente, pero lo superó.
Era un chico fuerte de todo, es mi chico fuerte.
Dereck fue más fuerte de lo que siquiera pude imaginar, pero estuve con él, desde el día que volvió a casa hasta que fue a la universidad, me quedé con él, e hice mi mejor esfuerzo.
Cumplí mi promesa de no abandonarlo otra vez, y el chico feliz en el que se convirtió, me hizo saber que no fracasé, me dejó saber que esta vez, hice las cosas absolutamente bien.
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