☀28. Vísperas de navidad. ☀
Jaclyn
Al despertar no hago mas que preguntarme: ¿Por qué diablos soy despistada y de paso insegura?
Me remuevo incómoda en la cama rememorando los hechos que ocurrieron en la noche. Se supone que hoy tengo que afrontar todo mi manojo de problemas interiores y ser clara y precisa pero a la vez hay un poco de cobardía, si se puede decir así, para tratar todo con la debida madurez.
Por otro lado, el resultado de las pruebas de embarazo aun no me constan, lo sé, dicen que es positivo pero la espina de la incomodidad me dice que no todo es lógico. Y el hecho que Rodrigo se haya enterado me pone mas nerviosa. También me pregunto si Miriam le habrá dicho sobre mis sentimientos hacia él. Pienso en cada posibilidad que se podría presentar y mis pensamientos se han dado el lujo de ser pesimistas.
—¡No seas idiota, Cliny! —me regaño y salgo de la cama, furiosa.
Voy directo a la ducha, según las películas y los libros que lee Renata, los protagonistas toman un baño para despejar malos pensamientos, así que lo intento, sin embargo termino quejandome por el agua fría. Que estafa.
—¡Hey, Jaclyn, apresurate! —exclama Renata.
—¡Deja bañarme en paz!
—¡Apresurate!
A regañadientes salgo de la ducha.
—Solo mamá y Gabriel vendrán desde hoy en el día —me avisa
Reny antes de ocupar la ducha—. A papá le ha tocado trabajar.
—De acuerdo —digo entrando a la habitación.
Busco que ponerme y encuentro el vestido que Rodrigo me regaló para mi cumpleaños. Lo usaré hoy, es tan lindo y quiero lucirlo aunque pase todo el día encerrada.
—¿Como será el día? —me pregunto— ¿Estaré alegre o seguiré con esta cara de sufrimiento?
¿Como será el día para Rodrigo? ¿La pasará feliz entre su familia o estará pensando en mí?
Suspiro. Solo quiero lo mejor para él, no creo que yo sea la mejor opción para hacerlo feliz ¿o si?
Deja de subestimarte, Jaclyn.
—¡Maldita sea, el agua está mas fría que la mierda! —grita Renata.
—La mierda no es fría, Reny —escucho decir a mi tía.
Y así comienza este día.
❄❄❄
—Pon un poco de música, Reny —pide tía Kate sentada en el sofá mientras "lee" una revista volteada al revés.
—¿De cuál quieres? —pregunta de inmediato llevando una gran caja de cds hacia el sofá.
—A los Jonas Brothers.
—Tía, aqui hay de muchos géneros musicales y diversas bandas y se te ocurre pedir a los Jonas Brothers —dice Renata casi indignada—. Los escuchaste la semana pasada.
Yo solo observo mientras como mi manzana, pienso que deberían poner villancicos al menos para tratar de animar ni espíritu navideño el cual parece mas muerto que los muertos.
Pero Renata al final saca un cd de Coldplay y convence a tía Kate para escucharlo. Me agrada su musica pero yo hubiera preferido los villancicos.
—Alguien tendrá que hacer las compras, no tenemos nada preparado —comenta Renata. Es obvio que quiere que yo salga.
Veo la hora y trato de apresurarme en acabar mi gran tazón de Zucaritas y el par de manzanas, me ofrezco ya que Renata esta aqui, ella se quedará con tía Kate. Sí, en mi familia casi no tenemos el hábito de ahorrar mucho menos el de hacer compras a tiempo. Hago la lista en mi mente, tal vez no olvide nada. Aparte que me hará bien despejarme un poco saliendo aunque sea al supermercado.
Dejo de pensar y comer al escuchar cierta canción de la banda. Por alguna razón creo sentirme identificada con ciertas partes de la letra y otra vez pienso en Rodrigo, en sus ojos, en su manera de ser, la forma en que me abraza... su voz. ¡No, no, no! No pienses en él.
—¿Por que no pones cumbias navideñas, Renata? —pregunto para evitar sacarme a ese hombre de mi mente.
—Porque no se me antoja —contesta sonriendo, canta una parte de The scientist que hace sentirme extraña.
—Mejor iré ya a hacer las compras —.Me levanto y voy a cepillarme los dientes.
Al ver mi reflejo en el espejo en baño, noto que parezco muy pálida a pesar de que mi piel es trigueña, puede ser por esos síntomas que no me dejan en paz, así que decido maquillarme un poco para no parecer tan enferma. Me gusta el resultado e incluso me gustaría tanto que Rodrigo pudiera verme y... mejor lo dejo hasta allí.
Salgo de la casa repitiendo en mi mente la lista de compras. El tráfico esta muy abarrotado a esta hora y aun así hay conductores que van manejando como locos por lo tanto tengo que tener cuidado al cruzar.
En mi mente se ha quedado The scientist, vamos, la canción es pegajosa, al menos para mí.
Por pura costumbre busco mi celular en los bolsillos del vestido. Solo encuentro mi billetera y un borrador que guarde solo por guardar.
—Santas papas fritas —murmuro buscando más. La gente pide permiso puesto que estoy en medio de la acera.
Me hago a un lado, encuentro además un dulcito de menta, pienso regresar a casa de tía Kate pero ya caminé un buen tramo. Así que ni modo, estaré desconectada del mundo al menos por una hora.
Voy recorriendo todo el súper mercado llenando completamente un carrito. Mamá lo único que como consigue a tiempo es el pavo por lo tanto voy a compar todo lo demás. Esta vez quiero ayudar a cocinar por la idea de tratar superar ese maldito terror a la cocina. Me ha costado pero quiero hacerlo.
De un momento a otro me siento observada. Tranquilamente estoy escogiendo una botella de leche... Esta bien, estoy discutiendo mis problemas con las botellas de leche. El punto es que siento la sensación de que me ven y no son las señoras que me miran como si hubiera perdido la cabeza, es como una presencia muy pesada y tenebrosa.
Sin disimular nada volteo a ver a todos lados hasta encontrarme con ella, con Lola. Esta justo en la entrada del pasillo de lácteos, viene sola y lo único que trae en sus manos es un yogurt y una galleta. Trago saliva porque, santos dulces, parece escena de una película de terror aun luciendo su uniforme de enfermera. Quizás me va a ahogar con el yogurt y acuchillarme con las galletas.
—Hola —saluda acercándose.
Bien podría dar la vuelta y seguir con lo que hacía pero tengo que afrontarlo, espero sosteniendo la botella de leche por si toca defenderme.
—Ya me di cuenta de lo que tienes —dice observando mi vientre.
No respondo, que diga lo que tenga que decir.
—Rodrigo me lo dijo —continua. Eso duele, es un baldazo de agua fría, literal—. No sabes lo comunicativos que nos hemos vuelto, somos la pareja perfecta.
No le creo.
No le creo.
Ella esta loca.
—No pongas así, linda, él es demasiado para ti —dice con falsa compasión al verme llorar.
—Mentirosa —.Cambio mi mirada y limpio las lágrimas.
—¿Como dices?
—No le gustas a Rodrigo, no puede ser tu pareja.
¿O si?
—¿Como crees que sé de tu estado?
—Así como te has enterado de todo, con escuchar chismes o investigar en redes sociales —respondo tratando de lucir digna—. Te duele tanto que él no te quiera.
A mi también me duele seguir siendo insegura. Miriam me hubiera contado sobre si Rodri y Lola tienen algo en caso si se fuera cuenta.
No le creo.
—Bien. Lo que digas, ya veremos más tarde, feliz navidad.
Se va viéndome de pies a cabeza. Sigo con mis compras, eso fue raro, no me enfrentó mas. Y mañana es es propio día de navidad, Lola loca. Ni que Rodrigo estuviera enamorado de ella.
—¿Y creen que Rodrigo me quiera de verdad? —le pregunto a las verduras—. Los demás opninan que sí, pero parece que mis temores hacen cegarme por completo.
No es que espero que las verduras me respondan pero me quedó allí viendo uno a uno los tomates, los pepinos y las lechugas.
—Yo rompí reglas, yo me enamoré, al parecer estoy embarazada y desconozco si en realidad Rodrigo me ama... —ennumero— Osea, los hechos están allí, sus acciones, la forma en que me trata pero lo vi con otra chica, eso me hace dudar.
—Apartate, niña, quiero escoger mis verduras —dice una anciana, prácticamente me empuja, por no discutir trato de seguir con mis compras.
—¿Crees que Miriam le haya contado de mis sentimientos? —pregunto a un maniquí vestido de duende que sostiene volantes sobre las ofertas de hoy— Eso es lo mas me aterra, mis pensamientos van dirigidos a algo malo y yo quiero pensar cosas lindas.
El maniquí me ignora. Bah, y yo que quería ser tu amiga.
No voy a perder mas el tiempo, nuevo mi carrito de compras a duras penas y me dirijo a la caja registradora mas vacía, para ser sincera todas están llenas. Las personas abarrotan los lugares por compras de ultima hora así como yo.
Mientras hago fila me entretengo en los programas que están transmitiendo en el televisor colgado en la pared donde toda la gente pueda verlo. Pasan un reportaje en vivo sobre un par de choques automovilísticos que han habido en la ciudad. Eso es triste, realmente triste, no deberían pasar estas cosas en las vísperas de navidad.
Papá de seguro estará cubriendo esas noticias ya que el es un reportero muy solicitado últimamente, en cierta manera me alegra pero por otro lado, me pone triste saber que probablemente se ausente para la cena. Ni modo, esa es la vida en el trabajo de muchas personas.
Cuando es mi turno de pagar los productos, el dependiente me entrega tres bolsas muy cargadas, doy la tarjeta de débito de mamá y me las ingenio para acomodar todas esas compras en mis debiluchos brazos.
—Puede alguien acompañarte a tu cargo para llevar todo —ofrece el dependiente.
—No tengo carro, pero esta bien, no hay problema, no queda tan lejos mi casa —digo para aclarar.
Son mas de seis cuadras por atravesar y no podré tomar un autobús porque este día el transporte es casi nulo y vienen muy llenos. Nadie quiere ceder el asiento sobretodo hoy.
El chico me entrega la tarjeta y el recibo y me apresuro a salir. Las personas van y vienen. No traje suéter y hace frío, tendré que hacer paradas para descansar del peso. Mala suerte para mí que olvidé mi celular podría haber llamado a Renata para que me ayudará.
Despacio camino ya un poco mas segura, nadie ayuda, nadie cede el paso, ni los hombres vestidos de Santa que se quedan afuera de los negocios importantes me dan una mano. ¡Es casi navidad! ¿como es posible que no tengan espíritu navideño? Bueno, yo tampoco debería estar triste en un día muy grandioso.
Recuerdo la canción de Codplay que Renata puso antes de que yo saliera y comienzo a tararear, eso me distrae un poco del enorme peso que llevo.
Hasta que comienzan los mareos.
No puede estar pasando.
Me apoyo en la pared mas cercana y respiro. Comienzo a sudar frío, no, no, no, otra vez no. Me quedó allí hasta que se me pasa.
Sigo caminando hasta sentir nuevamente otro mareo, esta vez con más fuerza, incluso mi cuerpo se tambalea. Quiero pedir ayuda pero nada sale de mis labios. Nadie me ve, todos van encerrados en sus mundos. Me obligo a continuar hasta que veo un local de baños públicos y decido entrar.
Mala idea.
Apesta y eso incrementa mi mal estado, pago unas monedas a la mujer que atiende y entro al primer baño vacío. Dejo a un lado las bolsas y trato de apaciguarme.
Creo que todo mi rostro esta en color rojo por lo mal que me siento. Quizás hasta el maquillaje se ha corrido.
—No —chillo e inclino mi rostro al retrete para vomitar.
Sostengo mi cabello con mis manos para que no se ensucie. Toso y sigo vomitando.
Estoy mal, muy mal. No debí olvidar mi celular. Sin embargo no hay razón para arrepentirse ya que todo tiene una razón del porqué ocurren ciertos sucesos, no hay que quejarse, digo.
Si me dieran la oportunidad de reescribir mi historia, me negaría rotundamente.
❄❄❄❄❄❄
Hola.
¿Recuerdan el prólogo? :v
See, a esa parte estamos llegando.
¿Opniones? ¿sugerencias? ¿temores? ¿tamales? :v
Gracias por dejar sus votos y comentarios. ❤
https://youtu.be/LbheVIfXIBE
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro