☀10.Chica unicornio.☀
Rodrigo.
Llego a la librería aun con sueño causado por el trafico mañanero y el hecho de madrugar. Algunos compañeros ya están ordenando estantes y llevando cajas por muchos lados. Me dirijo a la oficina, Gladys, quien un libro, levanta su vista cuando me escucha carraspear.
—Rodrigo, que bueno que al fin llegaste, tenemos mucho trabajo el día de hoy.
—Bueno, me pondré a trabajar —digo somnoliento.
—Damian esta de vacaciones así que Jaclyn lo reemplazará durante estos días —. Ella esta atenta a mi reacción, pero sólo bostezo.
—Algo así me mencionó ella —afirmo restando importancia.
Gladys entonces se levanta gritando como adolescente al ver a su actor preferido o qué se yo. Mientras, mi expresión solamente es desconcierto.
—¡Así que tu y ella...! —. No termina la frase, salta como niña.
—¿Que pasa?
—¡Ustedes son novios! —suelta al fin.
Esto me hace despertar, abro los ojos como platos incrédulo.
—¡No! ¿quien dice eso?
Mi jefa se detiene, sorprendida se mantiene precavida.
—Algo así escuché.
—Somos amigos nada más, Gladys, solo amigos.
—¿Estas seguro? Porque lo que me han contado...
—¿Quien te dijo eso? —pregunto riendo.
—Mejor ve a trabajar, el tiempo corre —. Gladys vuelve a su escritorio.
—Oh no, no, Gladys, ¿quien dice que Jaclyn y yo somos novios? —insisto.
—Los he visto mas unidos —dice indecisa—, luego en tus días libres, oí hablar a algunos de tus compañeros comentar sobre ustedes... que decían algo de parecer mucho MAS que simple amistad.
Mis conclusiones van a que Felipe y Miriam son los que hablaron de más.
—Le pregunté a Jaclyn cuando apenas llegó, pero luego de partirse de la risa por quince minutos me dijo que te preguntara a ti, que me darías todas las respuestas —confiesa avergonzada.
—Pues la respuesta es No —concluyo.
—Bueno pues, ya vete, vete. El tiempo es oro —Gladys me echa casi a patadas pero su semblante risueño no desaparece.
Lo primero que hago en realidad es buscar a Jaclyn. Allí esta escondida con una caja, ordenando los nuevos libros que han llegado, entre el estante de literatura erótica y espiritual. Es toda una locura por cómo están arregladas las cosas, pero fue idea de Miriam poner a estos géneros literarios juntos para poder ver las reacciones de las mujeres religiosas que se horrorizan ver portadas de semi desnudos con títulos bastante sugerentes.
—Jaclyn —.Ella levanta la vista sonriendo de una manera bonita, nada psicópata a cómo suele ser.
—Hey, Rodri —chocamos puños y se levanta para darme un abrazo.
—¿Gladys te preguntó algo raro?
—¿Raro? ¿A que te refieres? Pueden haber muchas cosas raras, cómo por ejemplo preguntar si tengo algún fetiche, si existe vida en el sol, si reencarnamos en animales o si algún familiar mio es sadomasoquista con tendencias feministas.
—No, no es eso, aunque admito que eso si es raro. Me refiero a que si te preguntó sobre... si somos novios — digo nervioso.
—Ah, eso. Pues claro —contesta indiferente —. Por poco me da un infarto de tanto reírme. Felipe fue el chambroso, ya me ocupe de ello.
La chica sigue con lo que estaba haciendo, tarareando una canción que no conozco para nada.
—¿Que le hiciste a Felipe? —intuyo.
—Que dejara de levantar falsos testimonios o Miriam le cortaría las pelotas con hilo dental —responde feliz.
—Espero que le quede claro.
—Muy claro.
No sé porque pero me abalanzo a Jaclyn para besarla. Bueno, si sé, me dieron ganas de revivir estas hormonas locas. Cliny deja de hacer lo que hace para corresponderme, se presiona a mi cuerpo a propósito para despertar aun más las intensiones lujuriosas.
Con suaves mordidas en su labio inferior, avanzo a su cuello donde puedo oler un suave perfume a naranja, beso con devoción su piel y ella responde con un gemido, se retuerce como una gatita entre mis brazos que la aprisionan fuerte.
—Ejem —carraspea alguien.
Jaclyn y yo nos separamos de golpe, jadeando, detrás de mi esta Felipe sonriendo cómplice.
—Y luego dicen que yo soy el mentiroso —finge sentirse herido.
—No somos novios —Jaclyn hace un puchero caprichoso.
—¿Y cómo explican el hecho de casi tener sexo en el trabajo?
—Shh, solo nos saludabamos —digo algo irritado.
—Rodrigo, me doy cuenta de todo, no soy ciego.
—¡Pero no somos novios! —vuelve a insistir Jaclyn.
—Entonces, ¿que son, maldita sea?
—Amigos... —responde Cliny, indecisa.
—Me están tomando el pelo —Felipe se desespera — ¿De quien se esconden? Pueden confiar en mí.
—Mira amigo, no por estar besandola significa que es mi novia —contesto.
Felipe comprende al instante... el tipo es inteligente para algunas cosas.
—Ustedes si que son unos loquillos —ríe tontamente—. Y pervertidos también, esto no me lo esperaba realmente.
—No debería sorprenderte.
—Bueno cómo digas, venía a decirte que hay un código rosa en la sección de terror, un individuo muy peculiar por cierto —informa Felipe subiendo y bajando sus cejas sugestivamente— la reconocerás al instante.
El código rosa, eso se lo inventó mi amigo para decir que alguna chica me busca a mi en especifico para que la atienda. Es demasiado obvio pero ¿que se se puede hacer a los inventos de Felipe?
Voy directamente hacia el lugar para hacerme cargo de la situación. Espero que ese "individuo peculiar" no sea otra anciana acosadora o en el peor de los casos, Lola que venga de caprichosa.
Apenas han llegado clientes a la librería, esta bastante temprano y en efecto, en la sección de terror solo hay una chica... bastante peculiar cómo dijo Felipe. Me detengo a una distancia prudente para ver la clase de diosa que tengo en frente. Sonrió satisfecho. Aunque no veo el rostro de ella puesto que esta de espalda hojeando algunos libros, soy consiente de que en realidad la chica es súper sexi.
Su cabello teñido de muchos colores es largo llegando a su hermoso trasero, tiene esa clase de "curvas peligrosas" y el vestido floreado y corto le queda TAN bien. En la calle es seguro que roba miradas y corazones.
Ahora es momento de ver el monumento completo.
—Buenos días, bienvenida a la librería Tinta de oro ¿ en que se le puede ayudar, señorita?
La chica se voltea sonriendo, hermosa cómo ninguna otra. Pero siento que la conozco de alguna parte. Ese sensual lunar cerca de sus delicados labios se me hace muy conocido.
—Disculpa, ¿te conozco? —pregunto.
Pestañea, sus grandes ojos azules parecen brillar, sin perder su sonrisa se acerca a abrazarme.
—Claro Rodrigo, nos conocemos —dice a mi oído. Su voz es susurrante.
Aunque quiero preguntar de dónde me conoce, una parte de mi sólo se detiene a sentir su aroma a menta. Mis recuerdos luchan en vano.
—Creo que has cambiado mucho, no creo reconocerte.
Ella se separa riendo bajo.
—Ha pasado mucho tiempo. Unos siete años aproximadamente —.Me toma de las manos. Su tacto es suave. —Soy Amaranta.
Amaranta. Amaranta. ¿Amaranta? Mis recuerdos mas lejanos llegan a velocidad de la luz. ¿¡Cómo pude olvidarla!?
Soy yo quien la abraza. Ella también me rodea.
—No puede ser, es que estas muy diferente, has cambiado mucho —comento alegre.
—Lo sé, tu también has cambiado mucho, Rodri.
—Es que tienes un cambio bastante radical.
—Lo sé —rie—. Unos años fuera del país me sentaron bien.
Y la algarabía entre ambos a atraído a algunas personas. Felipe, Miriam, Elisa, Susan, Carmen, José, Lisandro... También esta Jaclyn... Y algunos clientes. Algunos sonríen, otros nos reprenden con su mirada.
—Eh bueno, bueno a trabajar se ha dicho, sigan con lo suyo por favor —ordena Felipe provocando que todos se dispersen.
Jaclyn hecha una ultima mirada a nosotros, sonríe y hace esa cara loca de perversión, no sé que pensar en realidad.
—Creo que será mejor darte mi número para que hablemos después —dice Amaranta.
—Si, disculpa por la curiosidad de mis compañeros.
—No, no, no hay problema, no debí venirte a buscar en horas de trabajo.
—A propósito, ¿quien te dijo que trabajo aqui? —pregunto.
—Tus padres. Fui hasta el apartamento de ellos, hablamos un rato y luego de invitarme a cenar dentro de unos días me dijeron que te encontrabas aqui —contesta sonriente—. Por cierto, espero que tu padre se recupere pronto.
—Gracias Amaranta, te estaremos esperando entonces... Mis padres y yo.
Luego de intercambiar números y venderle un ejemplar de La historia de un loco, Amaranta se ha retirado. Regreso a mi rutina diaria atendiendo a grupos de chicas buscando libros de romance, ancianas buscando libros espirituales —mas de alguna es la excepción que viene a pedir novelas eróticas —, señores que necesitan alguna revista económica o bien, estudiantes esperando encontrar algún cómic o enciclopedias; sin embargo no he logrado estar tan atento durante el día. Amaranta, quien fue mi segunda novia cuando teníamos trece años y por razones familiares y de estudio al extranjero se retiró de mi lado, no ha dejado de hacerse presente en mi mente, sus cambios físicos han sido tan drásticos, las palabras hermosa y sensual le quedan muy cortas, porque en realidad podría decir que esa chica le quitaría el puesto a Afrodita.
Sin duda alguna me gustaría saber que ocurrió durante todos estos años, por qué razón Amaranta se fue quedando en mis olvidos y precisamente cual es la razón de su regreso. Me alegra volver a verla, pero también la curiosidad esta al acecho.
—Sigues pensativo —. Me interrumpe Felipe en el almuerzo, ambos sentados en las bancas del parque— Esa diosa te dejó en las nubes, ¿como es que la conoces?, ¿esta soltera? Porque digo, me gustaría ser su amigo.
—Fue mi novia —suelto de inmediato.
—Uhh, entiendo. Y ¿aun sigues sintiendo algo por ella?
—No lo sé, tenia trece años cuando todo aquello ocurrió —respondo dando un mordisco a la hamburguesa que compré.
—¿ Y qué pasará con Jaclyn? —inquiere nuevamente mi amigo.
—Ella y yo no tenemos nada serio.
Felipe bebe su lata de soda antes de decir algo. Jaclyn es solo mi amiga, ambos sabemos eso muy bien.
—Bueno, si tienen todo claro no habrá problema alguno si decides regresar con... ¿cual es el nombre de la chica?
—Amaranta. Y eso es también muy pronto para decidir si quiero regresar con ella, ha pasado mucho tiempo, quizás tenga novio, pueda ser que en realidad este próxima a casarse y solo venga a invitarme a su boda.
No tengo porque hacerme ilusiones.
—Las chicas son extrañas, Rodrigo —dice Felipe— Ni ellas mismas se logran entender, pero de algo estoy muy seguro y eso es que Amaranta no llevaba anillo de compromiso por lo tanto quizás sigas con una oportunidad para volver... a no ser que también sus preferencias sexuales hayan cambiado —. Coloca una mano en mi hombro y me ve compasivo— porque eso implicaría otro problema mayor.
—Felipe no estoy haciendo planes con Amaranta, no estoy ilusionandome, que pase lo que tenga que pasar —finalizo.
Pronto Miriam y Jaclyn aparecen haciéndose notar con sus risotadas desde lejos. Pensé que Cliny se mostraría evasiva pero la realidad es que sigue comportándose igual.
—Asi que el muchacho de ojos hermosos tuvo una agradable sorpresa hoy, ¿no es así? —exclama Miriam apenas nos ven.
—Si, algo así —respondo indiferente.
—Si yo fuese hombre de seguro esa chica la pasaría muy bien conmigo en la bodega, porque ni loco que dejaría pasar una oportunidad así con semejante modelo —dice la rubia acomodándose en las piernas de Felipe y comenzando a comer su pizza personal.
—Si yo fuera hombre se me hubiera parado con sólo verla —alega Jaclyn— pero como soy mujer lo único que pude sentir fue un poco de envídia con ese cabello largo tan bien cuidado.
Por una parte me siento aliviado por el hecho de que Cliny no parece celosa, aunque por otro lado una absurda desilusión se acuna en mi pecho al ver que ella sigue actuando tan normal como si no le importara en absoluto lo que ha sucedido entre ambos. Pero mi lógica me grita las condiciones que establecimos al decidir tener sexo sin compromiso alguno. Nada de celos y reclamos, ni que estuviéramos en un noviazgo.
A veces eres idiota, Rodri.
—Tienes que contarme la historia que has tenido con esa chica, me interesan las cosas cursis aunque yo no sea así —dice Jaclyn—. Y vamos, animate a invitarla a salir si siguen en comunicación.
—¿Por que tendría que salir con ella? —pregunto.
—Veras, Rodrigo —se sienta en el borde de uno de los agarraderos de la banca— ambos se estaban desnudando con la mirada, yo vi muy bien la escena con estos ojos que algún día serán comidos por los gusanos, lo vi muy bien y este par que esta a tu lado también fueron testigos.
—Testigos, testigos —repiten Miriam y Felipe.
—Tal vez no le interese...
—¡Si le interesas! —exclaman los tres.
—No estén tan seguros.
—Ya veras que tenemos razón —dice Miriam— la chica unicornio y tu parecen tener una conexión muy grande.
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