Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO VEINTINUEVE - EN UNAS SEMANAS

Lunes, 22 de agosto del 1988

—Lo siento —se disculpa Gabi después de que por primera vez nuestros labios se hayan unido sin que el alcohol corriera por las venas de, al menos, alguno de los dos.

—Yo, no —respondo, porque después de este beso, me niego a continuar con la relación que teníamos hace unos minutos, no puedo seguir siendo solo su amigo.

—¿No? —se extraña.

—No, Gabi. No suelo mentir y no quiero comenzar ahora contigo. Me ha encantado que me besaras y no lo siento en absoluto. Si de algo puedo arrepentirme es de no hacer nada para que sucediese antes —me sincero.

—Colacho —me responde, casi con un susurro.

—Sé lo que estás pensando, que en unas semanas te irás y que no volveremos a vernos, pero nosotros tenemos muchas más posibilidades que otras parejas que han tenido que vivir separados durante meses, incluso años. Podemos llamarnos todos los días, quedar en cualquier BBS e incluso yo podría visitarte una vez al mes —le explico antes de darle la oportunidad a que me rechace.

—¿Parejas? —me pregunta y, por cómo brillan sus ojos, sé que está conteniendo una sonrisa.

—No me vas a decir que después de ese beso, no te has dado cuenta de que estamos hechos el uno para el otro —la intento convencer para que se percate de que deberíamos estar juntos.

—¿Tú sí? —me pregunta y puedo apreciar que no va a ponerme las cosas fáciles.

—Yo lo sé desde hace unas semanas, pero saber que te volverás a tu casa al final del verano, hacía que no me atreviese a decir en voz alta lo que siento. No obstante, es una tontería, es mejor aprovechar el tiempo mientras lo tengamos, porque no sabemos cuánto nos queda. Y que conste que no lo digo porque te vayas a Nueva York, sino porque la vida da muchas vueltas y a veces caemos de pie y otras no —le digo mientras tomo sus dos manos y le miro a los ojos.

—¿Eso qué significa? —me pregunta, fijando su mirada en la mía.

—Significa que yo me muero por estar contigo, por besarte, tomarte de la mano y pasar todo el tiempo que pueda sin separarme de ti hasta que llegue el maldito día que te tenga que llevar al aeropuerto para despedirme de ti.

—¿Me estás diciendo que estemos juntos hasta que me vaya? —me pregunta Gabi, sin entender todo lo que le acabo de decir.

—No, te estoy preguntando si quieres ser mi novia, incluso después de que me dejes aquí, solo. Yo podría ir a verte y quizás tú también podrías venir alguna vez. Y el año que viene podríamos elegir juntos un sitio donde estudiar los dos —le digo con el corazón en un puño.

—Te aburrirás de mí cuando solo puedas verme una vez al mes.

—Al contrario, te echaré de menos —le respondo, acercándome más.

—¿Qué van a decir todos? Seguro que tu abuela pensará que es una locura y...

—¿Qué piensas tú? —la interrumpo.

—Que estás loco, pero...—deja la frase sin terminar.

—Lo único que a mí me importa es lo que viene detrás de ese pero —le hago saber.

—También me muero por estar contigo, por besarte y todas esas cosas que me dijiste y que ahora no puedo recordar —me contesta y yo dejo escapar el aíre, que no sabía que estaba reteniendo.

—Voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que no te arrepientas nunca —le digo, antes de tomarle otra vez la cara y volverla a besar.

Joder, es indescriptible la sensación de poder besar a Gabi sin tener que controlarme. Nunca había estado en una situación en la que no podía besar a la persona que deseo, pero es que tampoco me había sentido así por nadie.

Creo que algo se cae al suelo mientras los dos nos besamos con hambre, pero nosotros seguimos con lo nuestro como si nada hubiese sucedido. Por suerte, no fue algo de cristal.

Cuando sus labios me parecen poco, comienzo a besarla en el cuello y solo de escuchar sus suaves gemidos, me pongo duro, tanto que siento que el pantalón se me va a romper.

—¿Qué te parece si seguimos con esto en mi habitación? —le pegunto en voz baja.

—¿Y la cena?

—¡Qué le den a la cena! Ya Samuel hará algo o pedirá unas pizzas de esas que te traen a casa —le digo sin dejar de besarla otra vez en los labios.

—No, Colacho. Ayúdame y terminaremos antes —me dice antes de separarse de mí, dejándome con las ganas.

No quiero parecer desesperado, así que no me queda otra que acatar sus órdenes y ayudarla a cocinar, aunque no puedo tener las manos lejos de ella. Ahora que hemos decidido que la distancia entre nosotros no importa, necesito tocarla y besarla en todo momento, parezco un novio pesado que no puede dejar de comportarse como un pulpo.

Media hora más tarde estamos los cuatro comiendo chilaquiles, no son tan picantes como me los esperaba, aunque entiendo que los habrá adaptado un poco al gusto europeo.

—Esto está muy bueno, Gabi —le dice Samuel, echándome una mirada furtiva para advertirme que tenía que haber dicho esta frase yo.

—Ya se lo dije antes cuando estábamos probándolo —me defiendo para que mi mejor amigo no piense que soy un insensible y un maleducado.

—¿Qué harán luego? —nos pregunta Claudia mientras come, se nota que tiene hambre.

—¿Luego? Son casi las nueve de la noche y nosotros tenemos que estar mañana a las nueve en una empresa que distribuye material escolar y de oficina porque quieren contratar nuestros servicios —responde Samuel por mí también.

—Yo he quedado con una prima de Miguel que se vino hace dos años con sus padres a vivir a Madrid. ¿Te apetece venir, Gabi? —le pregunta Claudia.

—Habíamos pensado en descansar un poco esta noche. No hemos parado de salir desde hace más de un mes —responde mi nueva novia para mi alegría.

—¿Por qué no vienes conmigo, Samu? Prometo estar de vuelta a las once.

—¿No se enfadará Miguel? —le pregunta mi mejor amigo.

—Lo tengo controlado —dice Claudia, orgullosa, y todos sabemos que no está mintiendo, tiene a Miguel mucho más que controlado y hace con él lo que le da la gana.

—Pero vamos en el coche que alquiló Colacho y luego lo dejamos en el aeropuerto. Al ser agosto no hay mucho tráfico y si lo devolviéramos mañana, perderíamos un montón de tiempo —accede Samuel a acompañarla.

***

No sé si a Samuel le apetecía salir o lo ha hecho para dejarnos solos, pero nunca he tenido un piso para estar con una chica y pienso disfrutarlo al máximo. Cuando él se traiga a alguna amiga al piso le devolveré el favor.

—¿Te apetece ver la tele un rato? —me pregunta Gabi cuando nos quedamos solos.

—¿La verdad? Prefiero estar en mi cuarto y continuar con lo que dejamos a medias —le respondo después de que me contestara afirmativamente con la cabeza a mi pregunta.

—Yo aún... —comienza a decirme y se queda a medias.

—No tenemos que hacer nada que no te apetezca, solo quiero besarte y sentirte un poco. Llevo deseándolo desde la primera vez que nos besamos —le digo, cariñoso.

—Eres un mimoso, Cola —me dice con una sonrisa y yo me derrito y la abrazo.

No lo puedo evitar. Muchas personas me llaman Cola, pero cuando lo dice Gabi, me enternezco de tal manera que solo puedo sonreír como un bobo enamorado. Sí, yo enamorado, jamás creí que pudiese sentirme así por alguien.

—Vamos —susurro y me la llevo a mi habitación tirando de su mano.

Ella tiene tantas ganas de besarme como yo a ella y cuando noto que se deja llevar y nuestras lenguas comienzan a bailar juntas, me pongo de espaldas a la cama y me dejo caer, arrastrándola conmigo.

—Eres un idiota —se queja Gabi entre risas.

—Pero te quiero —le digo, sin preámbulos.

—¡Colacho! —me riñe.

—Es la primera vez que me enamoro, no obstante, estoy seguro de lo que siento, Gabi —le explico, porque sé que no he sido lo suficientemente sincero cuando hablé con ella.

—Eres un exagerado —me regaña con voz dulce y se sienta encima de mí mientras me observa.

Aprovecho que se ha separado un poco para sujetarla por las caderas y llevarla conmigo hasta el otro extremo de la cama, así quedo casi sentado, con parte del cuerpo reposando en el cabecero de la cama, y ella, a horcajadas, está encima de mí.

—Solo quiero ser franco contigo —le respondo.

—Es que hay muchas cosas que aún no sabes de mí.

—Ni tú de mí.

—Sé más de lo que te imaginas. Me he dado cuenta en Tenerife que eres un donjuán —bromea un poco.

—¿Yo? Solo he tenido una novia —le informo.

—¿Y por qué acabó?

—Se acostó con su ex. Es Yaiza —le cuento.

—¿Yaiza? ¿Tu amiga?

—Antes de ser novios, éramos amigos.

—¿Y por qué salió contigo si aún quería a su novio? —pregunta, enfadada, y eso me hace sonreír.

—No lo quería, de hecho aún se lleva fatal con él. Cometió un error y yo la perdoné.

—¿Pero no volviste con ella?

—No, imagino que nuestra relación estaba basada en estar juntos para apoyarnos y no estar solos, pero nunca la quise de verdad, era más como una amiga. Si tú te acostases con otro, te perdonaría y no te dejaría —digo en voz alta mis pensamientos.

—¿Me estás diciendo que puedo acostarme con quien quiera, que a ti no te importaría?

—¿Estás loca? Claro que me importaría, posiblemente, estaría destrozado semanas. Solo de pensar que alguien pueda ponerte una mano encima, hace que me den ganas de vomitar. Sin embargo, te perdonaría porque vivir sin ti sería más doloroso. Aunque solo si cometes un error, si fuese algo que hicieses de manera repetitiva, no sería un error, sería un hábito de conducta y no creo que yo pudiese tener una relación sana, sabiendo que la persona que quiero se está acostando con otros —le explico con paciencia.

—No puedes decirle a alguien con la que empiezas una relación que puede serte infiel una vez y que la vas a perdonar.

—¿Por qué no?

—Porque al no haber consecuencias negativas, no se lo pensaría dos veces a la hora de hacerlo.

—También te he dicho que si lo haces me vas a destrozar.

—¿Y?

—Yo nunca haría nada que pudiese hacerte daño y sé que tú a mí tampoco.

—¿Por qué no? —me pregunta, curiosa.

—Porque me quieres y a nadie le gusta ver sufrir a la persona que ama —le explico mi lógica.

—Eres un poco vanidoso, ¿no?

—No estoy diciendo que la gente me adore, solo que lo haces tú —bromeo.

—¿Ahora te adoro? —pregunta, antes de echarse a reír.

—Sí, me adoras y besas el suelo que piso. No lo puedes remediar, me ves y comienzan a temblarte las piernas —continúo con la broma.

—¿Y qué más? —me pregunta, colocándose mejor sobre mí y haciendo que mi erección crezca considerablemente.

—Te gusta ponerme duro a pesar de que no quieres hacer nada conmigo —la molesto, deliberadamente.

—¡Colacho! Eso no es verdad —se queja.

—Tienes razón, si quieres hacer cosas conmigo, pero temes que te gusten demasiado —le digo mientras mis manos sujetan sus caderas y hacen que se pegue más a mí y así pueda sentir cómo me ha puesto.

No sé quién empieza, pero unos segundos después estamos besándonos y ella se mueve encima de mí.

—Mierda, Gabi. Tengo que desabrocharme los pantalones porque no tengo mucho espacio y empieza a ser doloroso —le digo sin dejarla de besar.

A ella no parece importarle, así que, como puedo, le doy un poco más de espacio a mi entrepierna para seguir con la tortura que es sentir a Gabi moviéndose sobre mí.

—¿Puedo? —le pido permiso para que mis manos se pierdan debajo de su camiseta.

En cuanto accede, no pierdo mucho el tiempo y termina con el torso desnudo.

—¡Eres perfecta! —gimo con un pecho entre mis labios.

Gabi está tan excitada como yo y se mueve dándose placer contra mi sexo, lo que me está volviendo literalmente loco.

—Gabi, voy a correrme como sigas así —le advierto.

Ella no se da por enterada, solo me quita la camiseta que aún tengo puesta, y aprovecho para levantarla y acostarla en la cama para estar yo encima de ella.

—¿Puedo darte placer? Pero solo con mis dedos y sin meterte ninguno —le ruego totalmente desecho, esta chica me está matando.

—No lo sé, yo nunca he hecho algo así —me dice al parar de besarme y hacer que me separe un poco de ella.

—¿Nunca te has corrido? —le pregunto, temiéndome que le haya sucedido lo mismo que a Yaiza.

—Sí, pero yo sola —me dice y me deja totalmente asombrado.

Una imagen de Gabi mientras se toca y se corre pasa por mi cabeza y mi entrepierna protesta pidiendo atenciones.

—¿Y con James? —quiero saber, aunque la idea de ella intimando con otro no me gusta.

—Ninguno de los dos tenía experiencia con el sexo opuesto, así que hemos ido poco a poco y solo nos hemos besado —me explica.

—¿Quieres que te toque? —le pregunto, ansioso.

—Sí, pero yo, yo no sé qué hacer.

—Tú solo tienes que disfrutar, ya yo me las arreglo luego en el baño —le digo antes de comenzar a besarla de nuevo.

Nada de lo que he hecho anteriormente me ha preparado para ver a Gabi abandonada a su placer. En cuanto se corre la primera vez que mis dedos se pierden entre sus piernas, la devoro y cuando llega al orgasmo con mi boca, me tengo que ir al baño porque no quiero correrme en la cama y ensuciar las sábanas.

Sé que ni siquiera me ha tocado, pero nunca he estado tan excitado, y no tardo mucho en llegar yo.

Cuando regreso al cuarto aún no han llegado mis amigos. No sé si mi novia está durmiendo o descansando, pero me acuesto junto a ella en la cama y nos tapo con una manta sin deshacer la cama. La abrazo y ella se pierde entre mis brazos, parece que somos dos piezas de un puzle que encajan a la perfección.

—Colacho —rompe ella el silencio unos minutos después.

—¿Sí? —le pregunto sin abrir los ojos, casi me he quedado dormido.

—¿Lo que me dijiste antes era verdad?

—¿El qué? —le pegunto, porque no sé a lo que se refiere.

—A que nos escribiremos y vendrás a verme a Nueva York.

—Iría a verte sin importarme a dónde —le hago saber.

—Entonces, ¿esto es serio?

—Sí, no perdería el tiempo si no pensase que lo es.

—Yo creo que también te quiero —me dice y hace que se me pare el corazón.

No puedo evitarlo y la beso con ternura. No solo he encontrado a la mujer más increíble del planeta, sino que ella también siente algo por mí.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro