CAPÍTULO VEINTIDÓS - POR FIN
Viernes, 6 de mayo del 1988
Hoy ha sido, hasta ahora, uno de los mejores días de mi vida. Por fin he conseguido el carnet de conducir. No obstante, todo acaba de cambiar en cuanto entro a la discoteca y me encuentro al exnovio de Yaiza. Y con exnovio no me refiero a mí mismo, que también lo soy, me refiero al idiota que fue novio de ella antes que yo.
Mi relación con Yaiza no ha cambiado mucho. Seguimos hablando en clase, quedamos a veces por las tardes y sale mucho con Claudia y Silvia. No nos vemos tantas veces a solas como antes, pero tampoco nos besamos o tenemos sexo, así que el tiempo que antes invertíamos en eso, ahora lo invierto en la empresa y en coger olas.
Al principio, Yaiza intentó que nos acostáramos en más de una ocasión, pero le expliqué que no iba a volver a ocurrir y mis razones y lo entendió, porque no se me ha vuelto a insinuar.
Mi familia no ha notado que ya no tengo novia y yo tampoco he querido decir nada para evitar que mi abuela se preocupe porque me quede soltero toda la vida. Alguna chica habrá que me guste de verdad y todavía tengo dieciocho años.
La empresa no podría ir mejor y Javier se ha adaptado al cien por cien a Samuel. Suelen trabajar por la tarde, pero si hay algo que hacer por la mañana y Samuel está en clases, Javier lo soluciona.
Lo único que no va muy bien es el instituto. Incluso han llamado a casa para que fuese mi madre a hablar con la directora por mis faltas sin justificación. Para mi sorpresa, me avisaron para que fuese a dirección dos horas más tarde y fue Joaquín quien se reunió con mis profesores a explicarles que mis faltas a clases no se debían al poco interés por mi parte, sino a la circunstancia de que el año que viene iba a estudiar Informática en Madrid y ya había creado una empresa que tiene mucho más trabajo del esperado y que a veces me obliga a dejar un poco de lado mis estudios.
Joaquín fue en traje y corbata y cuando llegué al despacho de la directora, ya la tenía más que convencida de que en realidad yo era un estudiante modelo muy involucrado en su futuro, lo que me ha llevado a avanzar demasiado deprisa, quedándose el instituto un poco obsoleto para mis conocimientos académicos. Tengo que reconocer que Joaquín es el mejor.
Mi relación con Joaquín y su familia se ha estrechado muchísimo en las últimas semanas, tanto que tuve que visitarlos la semana pasada, cuando estuve en Madrid, para conocer a la abuela. A los padres de mi futuro padrastro ya los he visto muchas veces en Tenerife, porque suelen viajar con regularidad a la isla para ver a su hijo.
No es justo que llame a Joaquín futuro padrastro, desde que me conoció, se ha comportado como un padre y a mi madre se le cae la baba cuando intento enseñarle a jugar a algún videojuego o él intenta enseñarme a mí a jugar al ping-pong. Definitivamente, nos llevamos muy bien y sus padres son increíbles. A pesar de que viven en una mansión en Madrid, son personas sencillas y muy cariñosas.
La que es muy divertida es la abuela, que desde que me vio, no dejó de repetir que era demasiado guapo para ir solo por la calle y que le encantaba que pareciese un actor de cine de Hollywood.
—¡¡Aprobaste!! —me grita Claudia, cuando me ve entrando en la discoteca con Samuel y me da un abrazo.
—Yo, también —le hace saber Samuel, que hoy se ha sacado el carnet de moto.
—Por ti no me alegro tanto —le responde Claudia y se agarra de mi brazo para entrar a mi lado, dejando a mi mejor amigo detrás de nosotros.
La dinámica que se tienen estos dos es cada vez peor. En Madrid se acostaron cuatro noches en el mismo cuarto. Lo que hicieron, no lo sé y prefiero no preguntar, pero por lo menos compartieron cama. Dos semanas después, Claudia estaba tonteando con otro y Carolina había ido a visitar a Samuel a Madrid.
Tampoco sé lo que hubo entre Carolina y Samu, aunque parece ser que a mi amigo le gusta tener sexo con todas con las que se ha acostado con anterioridad. Yo no puedo y un claro ejemplo de ello es Yaiza, no obstante, cada uno tiene sus gustos.
—¿Vino tu novio? —le pregunta Samuel a Claudia, cuando vuelve a colocarse a nuestro lado al lado de la barra.
—Ahora tengo otro novio. El otro era tan aburrido que incluso me dio pena de Irene y la llamé para decírselo. Estaba tan asombrada que no pudo evitar echarse a reír. Creo que ya no me odia tanto, aunque nunca supe la razón para que me tuviese tantas ganas —se queja nuestra amiga.
—Le gustaba Carlos —responde Samuel para nuestra sorpresa.
—¿Quién es Carlos? —pregunta Claudia, que tampoco sabe de lo que está hablando Samuel.
—Carlos era un chico que estuvo con Gabriel y conmigo el año pasado en clase y que se fue a Venezuela porque su padre vive en Caracas —sigue Samuel con su explicación.
—Sí, Carlos, recuerdo que alguna vez vino a la piscina de casa con ustedes. ¿Y eso qué tiene que ver conmigo?
—Carlos estaba loco por ti —dice Samuel, sin adornos ni preliminares.
—Eso es imposible. El tipo medía dos metros por dos metros y era tan moreno que casi parecía subsahariano. Ya saben que a mí no me llaman la atención los chicos así —nos recuerda nuestra amiga.
—No he dicho que a ti te gustase él, solo que tú a él sí le gustabas. Y un día Irene en clase se puso de pesada y como no le hacía caso, le preguntó la razón y él le dijo que era porque estaba enamorado de ti.
—¿Y tú cómo lo sabes? —le pregunto, incrédulo, porque mi amiga no puede articular palabra, debido a la sorpresa que se acaba de llevar.
—Lo dijo delante de todos, incluidos Gabriel y yo. Así que le dijimos dos palabras para que no se acercara más a ti y nunca más lo invitamos a la piscina.
—Eso no es verdad —respondió Claudia al final.
—Claro que sí. Ya sabes cómo se ponía Gabriel si algún donjuán intentaba dárselas de listo contigo. Aunque tengo que reconocer que había cambiado bastante en ese sentido en los dos meses anteriores.
—No, Samuel. No me entiendes. No puede ser verdad que él se enamorara de mí. Ya sabes cómo soy, una mandona y un grano en el culo.
—¡Oye! No te metas con mi amiga que con ella solo me puedo meter yo —le digo mientras la sujeto de un brazo y la obligo a ponerse delante de mí para darle un abrazo.
Sé que Claudia es una mandona y que puede ser un grano en el culo, pero es mi mejor amiga, la hermana de Gabriel y una chica estupenda. Quien no se dé cuenta de eso, es un imbécil.
—Eres guapísima Claudia, además de divertida, simpática y muy agradable cuando quieres, aunque solo sea muy de vez en cuando —la intenta animar también Samuel.
—Vale, soy un partidazo. ¿Queréis conocer al nuevo? —nos pregunta y nosotros nos echamos a reír, de verdad que mi amiga está loca.
Cuando Claudia nos lleva a una esquina de la discoteca y va directa al exnovio de Yaiza, me temo lo peor. La muy idiota lo está haciendo a posta y en el último momento se desvía unos metros y nos dirigimos hacia donde está David, que nos dijo que llegaría primero, Silvia, Yaiza, Efrén, Bruno y un montón de gente más. Incluso están Iván, Miguel, Cecilia y Sandra, unos compañeros de clase.
Me quedo con los ojos a cuadros cuando, después de que saludemos a todos, Claudia se acerca a Miguel y le da un beso en la boca. Siempre pensé que solo eran amigos.
—Hemos tenido muy malas experiencias con las parejas y hemos decidido seguir siendo amigos con derechos, pero respetándonos y sin estar con otras personas. Debería de funcionar, ¿verdad? —nos explica Claudia, como si hubiese podido leer mi mente.
—Sí, si hay respeto debería de funcionar —contesta Samuel, porque yo no sé qué decir.
—Sí, y a los dos nos han jodido bastante últimamente, por lo que una temporada de tranquilidad nos vendrá bien —añade Miguel.
Miguel me cae bien, es un chico tranquilo, buena persona, divertido y siempre está de buen humor, pero no creo que tenga el carácter necesario para poder lidiar con Claudia o que le pueda llevar la contraria en algo.
—Va a hacer con él lo que le dé la gana —le digo un poco preocupado a Samuel, cuando nos separamos del grupo para pedir agua en la barra.
Los dos tenemos que trabajar mañana, así que solo podemos beber agua o alguna otra cosa sin alcohol. Como siempre para mí no es un problema, pero estoy seguro de que Samuel se bebería una cerveza, sobre todo, porque estamos celebrando que los dos nos sacamos el carnet.
Sé que Samuel no romperá esta regla, ya hizo el ridículo suficiente por una vida por estar borracho el día que conoció a Javier.
—¿No lo hace siempre? —me pregunta Samuel.
—Sí, pero por eso le va tan mal con los tíos. Necesita a alguien como tú o como yo que le pare los píes cuando sea necesario. Le pasa lo mismo que a Gabriel, al final las parejas no le duraban nada porque él hacía siempre con ellas lo que quería —le explico.
En cuanto estamos de vuelta con nuestro grupo de amigos, Yaiza me pide salir a bailar y yo, que soy un caballero, la acompaño a la pista. Ponen una canción que está sonando mucho y que a las chicas les encanta de Joe Cocker, A Woman loves a man. Es una canción lenta, pero Yaiza es mi amiga y, al igual que tuvo que pasar con Silvia en un principio, ya hemos superado el sentirnos incómodos cuando nos quedamos solos.
—¿Vas a volver con él? —grita alguien a mi lado y, antes de que me dé cuenta de lo que está sucediendo, Yaiza desaparece de mi lado.
La discoteca está bastante llena y tardo unos segundos en ver que el idiota del ex de Yaiza la ha tomado del brazo y se la ha llevado casi a rastras hacia la salida. Lo peor de todo es que nadie hace nada para evitarlo y eso que mi exnovia está golpeándole para que la suelte. Sé que ella es bajita, pero no tanto como para ser invisible.
No lo pienso mucho y voy tras ellos. Consigo llegar a la salida casi a la vez que ellos dos y el idiota me mira de arriba abajo cuando le obligo a soltar a Yaiza y la pongo a ella detrás de mí.
—¿La defiendes después de que me la follara cuando estaba saliendo contigo? —me grita y por su forma de hablar creo que ha bebido bastante.
—¿Por qué no me dejas en paz de una vez? —le grita Yaiza detrás de mí.
Yo no le hubiese contestado. Solo estoy haciendo tiempo para que llegue Samuel y se la lleve con él otra vez dentro.
—Sabes que prefieres pasar una noche conmigo, que veinte con este —le grita el ex, cuando Samuel por fin se la está llevando hacia la discoteca mientras yo actúo de escudo para que no pueda alcanzarla.
—¿Tú te crees las idioteces que estás diciendo? —le devuelve el grito Yaiza, que se suelta de Samuel y se pone a mi lado poniéndome nervioso.
—No lo puedes negar —le contesta el muy idiota y, además, ciego si no se ha dado cuenta de que su expareja no ha disfrutado ni un solo encuentro íntimo con él.
—Iván, te lo voy a decir por el cariño que te tuve. El sexo contigo apesta. No había llegado al orgasmo antes de conocer a Colacho y el primer día, antes de tener sexo, hizo que me corriera dos veces seguidas. Podrás decirme que es un idiota, que solo piensa en el surf o que es todo lo contrario y en lo único que piensa es en el trabajo y ganar dinero, pero lo que es un hecho irrevocable es que él me hacía llegar al clímax cada vez que intimábamos y tú, a día de hoy, aún no lo has conseguido. Deberías pedirle consejo —le grita Yaiza, lo que hace que el grupo de personas que se ha congregado a nuestro alrededor comience a reírse.
—Eso lo dices porque estás enfadada conmigo y quieres que vuelva —se defiende el ex.
—Te recuerdo que has sido tú quien me ha sacado a la fuerza de la discoteca. Yo solo quiero que te olvides de mí. Por ser una idiota estropeé la relación que tenía con Colacho y a pesar de todo, seguimos siendo amigos. Contigo nunca intentaría algo así, porque no solo eres un amante pésimo, eres peor persona —le grita de vuelta Yaiza antes de volver hasta donde está Samuel y entrar los dos juntos a la discoteca.
—¿Tan malo soy? —pregunta Iván, bajando la voz para que solo yo pueda oírlo.
—Las dos veces que te he visto, me has dado muy mala impresión y si a eso le añadimos que Yaiza no había realmente disfrutado del sexo nunca cuando la conocí, creo que tienes que reflexionar un poco sobre ello. Deberías hablarlo con algún amigo, tu padre o tu tío, incluso estoy seguro de que el cura de tu pueblo sabe que a las chicas hay que excitarlas un poco antes de la penetración, ellas necesitan más tiempo que nosotros para estar preparadas —le aconsejo, me doy media vuelta y me voy.
Ya he hecho la obra de caridad del día, porque Iván realmente no se merece ni que le dé la hora, pero quizás, con un par de consejos más de sus amigos o familiares, cambie un poco.
Cuando entro en la discoteca, Yaiza está llorando y Silvia y David la van a llevar a casa. David me pica el ojo y sé lo que me quiere decir. Él no se va a quejar si se van antes y así puede disfrutar más tiempo de su novia.
Recuerdo que hace unos meses yo también podía hacer algo así y me da un poco de nostalgia. Además, ver a Claudia y a Miguel morreándose, me pone un poco de malhumor y creo que Samuel lo nota.
—Es raro, no te voy a decir que no, pero seguro que dentro de un mes ya está con otro —me dice mi mejor amigo, cuando se da cuenta de cómo miro a Claudia confundido.
—Eso no hace que me guste más la idea, al contrario. Ese chico es uno de sus mejores amigos desde hace años.
—Nosotros hace demasiado tiempo que no disfrutamos de una mujer. Carolina me ha dicho que una amiga suya está interesada en bailar contigo esta noche —intenta animarme.
—No estoy de humor.
—Tienes que relajarte, Colacho. Hemos trabajado muchísimo estos últimos meses. Además, tu abuelo me ha dejado las llaves de la finca y sabes que tiene dos habitaciones.
—¿Mi abuelo? —le pregunto sin dar crédito.
—Sí, no es la primera vez que lo hace. A Gabriel también se las dejaba de vez en cuando. Así que, si te portas bien, te invito a que vengas conmigo, pero intenta que la chica no grite mucho. No me gusta oír a otros follar cuando yo estoy al lío —me dice mientras me pasa el brazo por encima de mis hombros y nos acercamos hasta donde está Carolina con su amiga.
No voy a decir que bailamos horas y horas y charlamos un buen rato. Bailamos dos canciones y nos fuimos a la finca. Se puede decir que en nuestro caso son las chicas las que ligan y yo no me puedo quejar. Samuel tiene razón, he trabajado mucho últimamente y necesito desestresarme un poco.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro