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CAPÍTULO TREINTA Y OCHO - AEROSMITH

Sábado, 4 de noviembre del 1989

Es la segunda vez que visito Alemania y solo puedo hablar maravillas de este país. Samuel y yo hemos venido desde el miércoles por la mañana, aprovechando que era festivo, para desconectar un poco y celebrar que hemos acabado un proyecto enorme y por el cual nos han pagado una barbaridad de millones.

Decidimos invertir el dinero en una empresa para la zona ZEC y poner a Joaquín como administrador, ya que él ya tiene otra empresa ZEC y nosotros no nos encontramos en Canarias. Así que ahora somos lo que Samuel llama empresarios e inversores, no sé el porqué, pero le encanta llamarnos así, por lo menos entre nosotros, porque delante de nuestros amigos no nombramos nada de la empresa.

Esta noche, iremos al concierto de Aerosmith, pero mientras tanto, estamos visitando la ciudad de Hannover.

—Si algún día me casase, lo haría en este ayuntamiento —me dice Samuel, serio, cuando entramos al "Neues Rathaus", un edificio que parece más el castillo de una película de Disney que un lugar donde los funcionarios vienen a trabajar todos los días laborales.

—Yo no me voy a casar nunca —le contesto, dando el tema por cerrado.

—¿Por qué no? Igual que encontraste a Gabi, puedes encontrar a otra chica que te guste también.

—No creo —es mi escueta respuesta.

—Eso lo dices porque llevas unos meses que no paras con las chicas —me echa en cara mi amigo.

No le puedo quitar la razón. Después del fatídico día cuando mi mejor amiga y yo tuvimos sexo y del cual, gracias al cielo, no me acuerdo casi nada, he quedado de vez en cuando con alguna chica. No es que no pare, pero tampoco le digo que no, si tengo la oportunidad de llevarme a alguna a la cama.

En Tenerife no lo hago, al fin y al cabo, seguro que conozco a alguna prima o amiga de la chica en cuestión y eso me frena mucho, pero en Madrid, donde la posibilidad de que volvamos a coincidir es prácticamente nula, intento salir cada dos o tres semanas, lo cual no significa que no pare.

Samuel no me suele acompañar, porque según nos dice, él ya pasó esa fase, pero Claudia se ha hecho mi inseparable amiga de salidas.

A pesar de aquella noche, la relación con mi mejor amiga no ha cambiado nada. Dejamos claro al día siguiente que fue una metedura de pata que no va a volver a suceder y seguimos con nuestra amistad. Claudia se disculpó conmigo por ser tan persistente y yo por no haber hecho más para impedirlo, nos dimos un abrazo y a otra cosa, mariposa.

Unos días más tarde, Gabi me llamó a Madrid para decirme que había vuelto con su exnovio y yo estaba tan hecho mierda, que salí con Claudia y me enrollé con la primera que encontré. Así empezaron nuestras salidas por la capital juntos.

Ahora, seguimos haciendo lo mismo mi mejor amiga y yo. Nos hacemos pasar por hermanos y siempre funciona, ninguno de los dos nos vamos solos a casa, aunque tenemos como norma, echar a la pareja de esa noche antes de las seis de la mañana del piso, al igual que no beber alcohol ni fumar nada, para estar conscientes de lo que hacemos en todo momento.

—Deberías de salir con nosotros, no estarías tan estresado —molesto a Samuel.

—Ya me aburrí de esa vida. Lo único que les pido es que se cuiden —me riñe, como suele hacerlo últimamente mi mejor amigo, cuando se da cuenta de que mi vida sexual es más activa que la de él, que últimamente es nula.

—Estoy empezando a preocuparme, Samu. Ni siquiera les haces caso a las chicas de clase. No te olvides que el año pasado estudié en tu facultad y aún me quedan muchos ojos y oídos en la universidad —intento bromear, aunque es verdad que me preocupo, nunca ha estado tan apático con las chicas.

—Es que me interesa una en concreto y quiero que ella se dé cuenta de que soy un chico serio. Sé que estuvo interesada en mí y no llegamos a nada porque piensa que estoy todos los días con una chica distinta y así le demuestro que no es verdad —me dice para mi sorpresa.

—¿Por qué yo aún no sé nada de esa chica? ¿La conozco? —me intereso.

—No voy a decirte nada. Esta chica me gusta de verdad y no quiero hacer ningún movimiento hasta estar seguro del todo.

—Yo te conté lo de Gabi —le echo en cara, desde hace unas semanas he vuelto a hablar de ella sin que se me llenen los ojos de lágrimas.

—Sí, cuando no te quedó más remedio y ya estaba todo el camino andado —me echa en cara, esta vez él a mí.

—Si necesitas hablar con alguien, espero que me busques. Sabes que no le contaría nada a nadie.

—Me he dado cuenta, yo no sé cómo aguantaste tanto tiempo sin contarle a David que era papá. Yo estuve a punto de hacerlo mil veces.

—Porque no era algo que yo debiera contar. Además, mira lo bien que les va ahora —le recuerdo.

—Sí, solo de pensar que el pobre Nauzet casi se muere y hubiese estropeado su felicidad, me pone los pelos de punta. Todavía no entiendo cómo se te ocurrió actuar tan rápido.

—Yo tampoco, lo hice casi sin pensar —me sincero.

—¿Y con Gabi cómo te va? —se preocupa.

—Bien, es mi media hermana. Somos familia, así que intento que nuestra relación sea lo más cordial posible, aunque aún me duele el alma cuando recuerdo que tiene otro novio —le cuento triste.

—Tú también tienes tus líos.

—Pero es solo sexo, no hay nada íntimo en lo que yo hago con esas chicas —intento que me entienda.

—Aunque no lo creas, yo te entiendo. ¿Por eso te fuiste a Tenerife el domingo y no te quedaste para la fiesta en el piso de las chicas? —dijo Samuel pensativo.

—No, me fui porque quería votar y me había olvidado de pedir el voto por correo —le explico, aunque omito, que voté por dos partidos diferentes, al igual que el quince de junio en las elecciones europeas, como me había pedido Gabriel en su lista.

—Aun así, no te dejas ver mucho por el piso donde vive tu ex. Se supone que lo compramos cerca del nuestro para poder visitarlas a diario.

—No me gusta darme cuenta de todo lo que tuve y ahora tiene otro —le contesto, molesto.

—No tienes que enfadarte, Colacho. Son mierdas que ocurren. Sé que es una putada, pero nadie puede hacer nada para arreglarlo. La que también está rara es Claudia. No tiene ningún novio desde el irlandés que hizo la selectividad con ella.

—Sí, el pobre diablo quería quedarse a estudiar en Madrid para no separarse de nuestra amiga. Como si su relación fuese a durar mucho más que un verano. Menos mal que suspendió, aunque, al menos, estuvieron juntos hasta finales de agosto —le respondo divertido.

—De todos los novios que ha tenido, es el que más me ha gustado.

—Porque no le entendías.

—¿Cómo que no? Mi inglés ha mejorado mucho. Hasta me entendí mejor con tu padre que tú —me echa en cara mi mejor amigo.

—Eso no es difícil.

—No sabrás mucho inglés, Cola. Pero cuando te pones a hablar de lenguajes informáticos, redes, conexiones, hardware y cosas que te interesan, parece que hablas mucho más de lo que en realidad lo haces.

—Me pasé un año hablando todos los días en inglés con Gabi antes de saber que era una chica y que sabía español. Además, no ha sido la única, es lo que tiene la práctica.

—Yo también practiqué mucho con el ex de Claudia. Ahora que no estás en la facultad, deberías de apuntarte a unas clases.

—Si no tengo tiempo para nada. Me estás explotando más que nunca —me quejo y Samuel sabe que es verdad, hago más horas en la empresa que cualquier otro.

—Pero ¿sabes lo que le pasa a Claudia? —insiste mi mejor amigo.

—No, no creo que le haya pasado algo, me lo contaría —le contesto seguro de mí mismo.

—¿Ha pasado algo entre ustedes? —me pregunta Samu y me debato en contarle lo que pasó en el segundo aniversario de la muerte de Gabriel.

—En último aniversario de la muerte de Gabriel nos pusimos ciegos bebiendo y nos fumamos dos porros de hierba —comienzo con la historia.

—Lo sé, Pedro me contó que no supo cómo pudisteis entrar a tu casa y que tu abuela fue muy comprensiva, posiblemente, porque se dio cuenta del día que era —me interrumpe mi mejor amigo.

—En la playa nos acostamos —le digo sin más.

—¿¡Qué!? —grita mi amigo de la sorpresa.

—No recuerdo mucho lo que pasó, solo que yo le dije varias veces que me dejara y ella siguió. Así que lo hicimos y si te soy sincero no me acuerdo casi nada de esa noche.

—¿Y qué pasó luego? —pregunta Samuel, preocupado.

—Al día siguiente, ella se disculpó por "casi violarme" o, por lo menos, eso me dijo y yo me disculpé por no haberme resistido más, nos dimos un abrazo y dimos el tema por zanjado.

—¿Y es verdad? ¿Está olvidado?

—Pues claro, es mi mejor amiga y la hermana de Gabriel. Puedo hacer una estupidez una vez, pero no haría la misma dos veces. Hemos salido juntos varias veces y nos lo hemos pasado genial, así que no creo que ninguno de los dos tenga problemas con ese suceso.

—Aun así, en la fiesta estuvo un poco rara. Llevaba una semana organizándola y ese día se acostó temprano porque se sentía mal.

—Quizás se sentía mal —le digo, como si no fuese lo más obvio.

—Sí, quizás —dice mi amigo y se queda pensativo.

***

Antes del concierto, nos volvemos al piso de Joaquín donde no estamos quedando estos días. Desconocía que Joaquín tuviese un piso en esta ciudad y cuando le pregunté la razón para tenerlo, me explicó que la Feria de Hannover es una de las más importantes de Europa y que celebran al menos ocho grandes exposiciones al año.

Como la ciudad no es muy grande, los hoteles siempre se llenan y es muy complicado conseguir una habitación, por lo que hace unos años le ofrecieron comprar el piso a muy buen precio y no dejó escapar la oportunidad.

Además, también se lo alquila a quien no puede conseguir una habitación en un hotel cuando él no lo está utilizando y así mantiene el piso sin gasto alguno. Tuvimos suerte que estuviera esta semana libre.

—¿Vas a volver alguna vez a la facultad? —me pregunta Samuel mientras cenamos antes de ir al concierto.

—A la tuya no, pero puede que dentro de tres o cuatro años, cuando todo el mundo esté conectado y no tengamos tantos cambios en nuestro trabajo, estudie otra carrera. Joaquín quiere que estudie Administración de Empresas o Ciencias Económicas —le hago saber.

—Ese hombre te quiere más que mi padre a mí. A veces das mucha envidia, Colacho.

—Sí, sobre todo porque la persona que quiero realmente que me quiera, no siente nada por mí —le contesto, enfadado con el mundo.

—Eso no es verdad. Gabi lo ha pasado tan mal como tú, no obstante, no puede hacer nada para cambiar el hecho de que son medios hermanos. Lo que está haciendo con su ex es intentar olvidarse de ti —me explica mi mejor amigo.

—No es su ex, actualmente es su novio —le recuerdo.

—Sí, aunque no ha ido a verlo desde que llegó a finales de verano y tampoco él ha venido a Madrid.

—Están estudiando los dos.

—Sí, igual que el año pasado y eso no les importó para tú ir a verla o ella venir a verte a ti. Podría irse una semana a principios de diciembre y no lo va a hacer.

—Porque estará en Nueva York para pasar la Navidad dos semanas después.

—Para ver a su madre. No te engañes, Colacho. Sé que es una putada lo que te ha pasado, pero al menos eres correspondido con la misma intensidad.

—No sé el porqué, pero eso no me ayuda en nada. Estas Navidades van a ser increíbles. Los alemanes y los franceses nos han comprado veinte veces más que todas las empresas españolas, incluyendo a El Corte Inglés, y los pedidos en nuestra tienda han superado más de diez veces nuestras expectativas más optimistas. No solo nos está yendo muy bien con las empresas —cambio de tema porque, aunque no me importe hablar de ella, aún me afecta demasiado la relación que tengo actualmente con Gabi.

—Mientras te dediques a trabajar y no ahogues tus penas en un vaso de alcohol, no voy a volver a reñirte —me dice mi mejor amigo.

Samu tiene razón, los últimos meses he trabajado muchísimo para no pensar en Gabi. Seguramente a ella también le ha afectado mucho, sé que también me quería muchísimo y me ha regalado momentos de su vida que eran muy importantes para ella, como fue su primera vez.

Ahora rememoro esa semana que pasamos en Tenerife y todo lo que hicimos, y lo recuerdo con cariño. No fue solo sexo, había mucho amor, y me parece injusto que haya tantas parejas que puedan estar juntas y que no se quieran ni la cuarta parte de lo que nos quisimos Gabi y yo, de lo que aún yo la quiero.

La vida me ha tratado bien: mi familia es maravillosa, estoy rodeado de amigos que me aprecian, en el trabajo nos ha ido mucho mejor de lo esperado, mi padre es un genio al que siempre admiré desde la distancia. Puedo estar nombrando cientos de razones por lo que no puedo quejarme de la vida que me ha tocado vivir, pero hay dos hitos que eclipsan todo lo demás, la vida me arrebató demasiado pronto a mi mejor amigo y no me dejó disfrutar durante suficiente tiempo de la mujer que amé y que a pesar de ser mi media hermana, aún sigo amando con todo mi ser.

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