IV
(Tarde pero seguro, si no comentan no actualizo más *carita enojada*)
Tiempo atrás.
Jungkook de tan solo quince años se mantenía estático frente a la puerta de su habitación, podía oír el eco de los golpes secos clavándose en su cabeza de forma tortuosa, apretó los puños sobre las correas de su mochila y respiró hondo preparándose para salir.
— ¡No entiendo porque tengo que seguir soportando a ese niñato! ¡Ya es lo suficiente mayor para irse! —bramó el hombre con rabia, el castaño pudo escucharlo claramente lo que hizo que su piel se erizara. Tragó fuerte y se negó a soltar una sola lágrima.
—Jungkook es nuestro hijo, aún es joven, ni siquiera ha terminado la secundaria —defendió su madre con voz suave, tratando de no perder la calma ante el hombre.
Tomó el pomo de la puerta con una mano temblorosa y la abrió saliendo rápidamente, cruzó el pasillo casi corriendo y se calzó los zapatos en el recibidor tratando de ignorar lo más posible la discusión que se estaba llegando a cabo en la cocina. Salió de allí sin decir una sola palabra y caminó directo hasta el instituto el cuál quedaba a varias cuadras de distancia más no era un problema para él siempre que se levantara temprano para tener tiempo de ir con calma.
En el camino sus pensamientos lo atormentaron cómo cada día, estaba cansado de sentirse cómo una carga para sus padres, no importaba cuánto se esforzara en la escuela, no importaba que fuera el mejor de todo el instituto al final nunca sería suficiente para que se sintieran orgullosos de él, o al menos su padre jamás lo estaba. Siempre había sido lo mismo, con el tiempo se había vuelto incluso peor, ahora con suerte le dedicaba miradas llenas de odio cada tanto o algunos comentarios hirientes, fuera de su eso, no recibía nada más.
Su hermano mayor se había marchado de casa un año atrás por la misma razón, su padre era cualquier cosa menos paternal, para él los hijos no eran más que estorbos, y Junghyun en una ocasión inclusive había dicho que ellos debían considerarse afortunados ya que el hombre se había atrevido a vender a uno de sus hijos poco antes de que Jungkook naciera. En aquella casa aquél tema era totalmente prohibido, y el menor no tenía muchas ganas de indagar al respecto a menos que quisiera ganarse una paliza.
Por otro lado, Jungkook siempre había tenido una visión más amplia de la vida, ya bien fuese por enorgullecer a sus padres o simplemente por sí mismo él tenía muchos deseos de salir adelante, quería ir a una buena universidad, quería graduarse, tener un trabajo digno y dejar de depender de una vez por todas de su progenitor. Pero la vida le había demostrado una y mil veces que eso no sería fácil, había estado tantas veces a punto de tirar la toalla que no sabía como era que aún se mantenía en pie.
Pero ahora había llegado a la conclusión de que necesitaba un trabajo, debía aportar algo a su casa si quería permanecer al menos unos años de más, y eso no sería nada fácil ya que a su edad era casi imposible que alguien lo contratara.
Se sorprendió al darse cuenta de que ya había llegado y suspiró empezando a caminar hasta la entrada. En la escuela no tenía demasiados amigos, unos cuantos compañeros con los que intercambiaba saludos de vez en cuando y poco más; socializar nunca había sido algo que se le diera bien aparte sentía que no necesitaba de nadie más en su vida, al fin y al cabo las amistades eran pasajeras y nunca podías saber en qué momento te traicionarían.
Caminó en silencio a través del pasillo con la vista gacha sintiendo cómo todos sus compañeros le miraban de manera intensa, probablemente desde el primer año se había convertido en el bicho raro a donde quiera que iba, no importa con quién, ni en qué lugar, nunca sentía que encajaba, no encontraba su lugar en el mundo, pero estaba bien, estaba aprendiendo a vivir con ello.
Llegó al salón de la primera clase y fue así cómo su día empezó, tan monótono y simple como siempre, no había mucho para contar allí, él se dedicaba a dar lo mejor de sí en cada clase, siempre prestando atención, haciendo todos sus deberes cómo correspondía y siendo lindo con los profesores, era de esa manera que se había ganado su puesto cómo el mejor estudiante del año y probablemente de su escuela.
Cuando acabaron las clases se marchó directo a su casa con el estómago rugiendo, recriminándole que llevaba todo el día sin comer, pero él no quería pensar demasiado en eso, ahora tenía cosas mucho más importantes de las que preocuparse. En el camino tropezó con alguien acto que casi lo mandó al suelo y se disculpó enseguida tambaleándose hacia atrás.
—Mira por donde vas, mocoso —rugió la persona contra la que había colapsado, su mirada lo intimidó, sin embargo, luego de verlo bien el desconocido pareció relajarse—. Oh, mira lo que tenemos aquí. ¿Cuál es tu nombre, chico?
Jungkook miró a los lados pensando en sí debía responder o simplemente seguir de largo, más no quiso ser maleducado ni mucho menos meterse en problemas.
—Jungkook —respondió bajito. Él hombre sonrió con una expresión que él no pudo descifrar.
— ¿Qué edad tienes? ¿Estudias? —volvió a cuestionar. Jungkook tragó grueso y analizó al hombre de arriba abajo, este lucía completamente normal, vestía un pantalón de pinza y una camisa de botones blanca perfectamente planchada, sin embargo, quizá el aún era muy joven para notar el brillo peligroso en sus ojos.
—S-Sí estudio. Tengo quince —respondió pregustándose internamente qué hacía aun hablando con aquél tipo.
— ¿No estás interesado en trabajar, Jungkook?
El mencionado abrió los ojos enseguida, no creyendo lo que estaba oyendo e incluso se preguntó si había escuchado correctamente, en aquél momento pensó que esa persona quizá le había caído del cielo y qué equivocado estaba.
—Sí. De hecho yo justo iba pensando en eso cuando choqué con usted —habló rápidamente haciendo que el hombre volviera a sonreír. Al mayor no se le hizo difícil leer al chico con sólo una mirada, era ingenuo, totalmente inocente y era evidente que estaba pasando por una mala situación, tenía esa expresión afligida que no era muy común en los chicos de su edad y él sabía que ambos podrían ayudarse mutuamente.
—Bien. Parece ser tu día de suerte. Sí estas dispuesto puedes pasar por esta dirección después de las 10 p.m. —dijo ofreciéndole una especie de tarjeta en color blanca con nada más que una dirección y un número de teléfono.
—De acuerdo. Gracias —Jungkook sonrió y agradeció cómo si de verdad le estuviese haciendo un favor y después de hacer una reverencia se marchó de allí considerándose afortunado.
Él realmente aún era demasiado inocente.
Esa tarde cuando llegó a casa su padre no se encontraba lo cual agradeció mentalmente y pasó de largo hasta su habitación para dejar la mochila antes de volver a la cocina en busca de algo que comer, sin embargo, no se sintió más que decepcionado cuando encontró todas las ollas vacías. Esbozó una mueca y revisó los cajones rescatando un solitario paquete de galletas que no dudó en llevarse consigo para al menos echarle algo a su hambriento estómago.
Se dijo internamente que sería suficiente hasta el día siguiente mientras tomaba un vaso de agua y pasó por el salón dispuesto a encerrarse en su habitación, en el sofá se encontraba su madre sentada doblando la ropa y desvió la mirada apenas lo sintió acercarse rechazándolo de forma silenciosamente cómo era costumbre. Jungkook agachó la cabeza con un pinchazo incómodo en el pecho y siguió su camino hasta la habitación para hacer sus deberes hasta que llegara la hora de marcharse a su nuevo trabajo.
En sus cortos años de vida había sido siempre lo mismo, los gritos, regaños, golpes por parte de su padre y la mirada apenada de su madre cuando lo miraba, cosa que sucedía rara vez, la mujer actuaba cómo si él no fuese más que la mascota de la casa, en algunas ocasiones al menos se molestaba en guardarle el almuerzo, en otras con suerte y llegaba mirarlo por más de un segundo, era extraño, se sentía un completo intruso en aquella casa pero por más que quisiese marcharse al igual que su hermano, no tenía a donde ir, estaba completamente solo.
Se dijo mentalmente que pronto tendría un trabajo y ganaría dinero, al menos de aquella manera podría comprar algo de comer cuando lo necesitara e incluso le daría algo de dinero a su padre para que no estuviese tan enojado con él todo el tiempo. Sonrió ante el pensamiento, él realmente creía que ahora las cosas mejorarían.
Estuvo inmerso en sus deberes hasta que el reloj de su mesilla de noche marcó que eran las diez y guardó todos los materiales devuelta en su mochila antes de caminar hasta el baño para tomar una ducha rápida. Sus padres ya habían cenado y ahora estaban acostados los cual facilitaría las cosas para su escapada.
Se aseó correctamente y se vistió al igual que siempre, con unos jeans de mezclilla junto a una gruesa sudadera, tomó la tarjeta con la dirección y sus llaves echándoselas al bolsillo antes de caminar de puntillas hasta la puerta, se colocó las deportivas tratando de hacer el menor ruido posible y salió de allí siendo sumamente cuidadoso al cerrar la puerta.
El aire frío de la noche lo cobijó y con las manos metidas dentro de los bolsillos de la sudadera caminó directo hasta el lugar que indicaba la tarjeta, el cual no quedaba demasiado lejos de la zona donde había tropezado con el tipo más temprano. Varias personas iban y venían por allí a esas horas, la zona distaba mucho ser al menos de clase media, pero él había crecido en esas calles por lo que no le asustaba tener que caminar solo por allí.
Bajó unas cuantas cuadras hasta el interior del barrio y examinó con cuidado todo a su alrededor, ya en esa parte no había demasiada gente, quizá sólo algunas personas en las esquinas y otras que se reunían frente a sus casas, las cuales lucían incluso más desgastadas que las suyas, todo en esa zona lo parecía a decir verdad, eso sin mencionar que incluso había basura tirada frente a las aceras.
Paró frente a lo que parecía ser una especie de bar y ladeó la cabeza, la dirección lo había llevado específicamente hasta ese lugar y se preguntó si lo dejarían entrar pues ni siquiera sabía el nombre del hombre que lo había invitado allí.
Cruzó la puerta de entrada y enseguida dos tipos demasiado grandes se pararon frente a él lo miraron de arriba abajo. — ¿Quién eres?
Preguntaron de golpe haciendo que el castaño retrocediera un paso, se sentía aturdido, un poco intimidado por el lugar y las personas frente a él.
—Soy Jungkook —respondió con simpleza y los tipos intercambiaron miradas entre sí asintiendo con la cabeza.
—El señor Junseo te está esperando —avisó uno de los hombres y enseguida le indicó que lo siguiera.
Jungkook caminó detrás del hombre mientras examinaba el lugar, parecía una especie de salón de juegos, había bastantes hombres y el ambiente estaba cargado de humo, la música sonaba insistente a través de los altavoces aunque no llegaba a ser estruendosa, todo era totalmente nuevo para él, sin embargo, no le parecía nada de otro mundo.
Subieron las escaleras de metal que conectaban a un largo pasillo cubierto de puertas de lado y lado, caminaron hasta el final donde se encontraba la única puerta que no poseía número y el hombre tocó la madera con los nudillos antes de entrar indicándole que hiciera lo mismo, el castaño entró a lo que parecía ser una especie de oficina y justo detrás de un gran escritorio de madera oscura se encontraba el hombre con el que había chocado.
—Jungkook —saludó el tipo con una sonrisa indicándole que se acercara.
El mencionado dio varios pasos hasta quedar frente al escritorio e hizo una reverencia en forma de saludo. Junseo le hizo una seña al hombre que lo había acompañado y este salió del lugar cerrando la puerta detrás de sí, dejándolo sólo con el hombre.
—Bien, verás Jungkook... Cómo sabrás trabajar a tu edad es ilegal, que yo te contrate lo es aún más —comenzó a explicar el hombre mientras se ponía de pie para rodear el escritorio y acercarse hasta él—. Por lo tanto, este trabajo no es nada convencional...
— ¿Qué es lo que tengo que hacer? —soltó el menor. A esas alturas él estaba decidido a hacer lo que fuera. Quizá sus padres debieron enseñarle que no debía aceptar ayuda de extraños ni mucho menos confiar ciegamente en ellos, desgraciadamente ahora tendría que aprenderlo a la mala.
—Tú tendrás que satisfacer a mis clientes, Jungkook —dijo cómo si no fuese nada complicado, el mencionado frunció el sueño sintiéndose confundido.
—Cómo... ¿Satisfacer? —cuestionó ladeando la cabeza. El hombre lo miró con una sonrisa, pensando que ese muchacho parecía demasiado tierno, hasta podría decir que le daba pena estarlo metiendo en aquella situación.
— ¿Sabes lo que es el sexo? —Jungkook asintió no muy convencido—. Bien, aquí hay muchos viejos que pagarían mucho dinero por tener sexo contigo.
— ¿Sólo eso? —cuestionó cómo si no terminase de entender.
Sí. Él definitivamente no sabía en lo que se estaba metiendo.
— ¿Estás de acuerdo con eso? ¿Estás dispuesto a tener sexo con desconocidos? —Junseo habló con los ojos bien abiertos, sin poder creer que aquél chico lo estuviese considerando de forma tan natural.
—Me va a pagar. ¿Cierto?
—Y te pagaré muy bien, Jungkookie —dijo el hombre con seguridad y una gran sonrisa en el rostro, él creía que se había ganado la lotería con aquel chico, nunca creyó que estaría tan dispuesto.
Y Jungkook en su cabeza sólo se decía que lo estaba haciendo por el dinero, él no tenía demasiados conocimientos acerca del sexo, no era algo que le llamara la atención a su edad, no sabía más de lo que había oído en algunas clases de orientación sexual, pero si eso le hacía ganar unos cuantos billetes él estaba dispuesto a hacerlo, después de todo ¿qué podría salir mal?
Esa noche Junseo sólo le explicó lo que debería hacer, dijo que no debía preocuparse por nada ya que los "clientes" harían todo, él sólo debía lucir bonito y estar dispuesto para hacer las cosas mucho más fáciles. No parecía nada difícil. Antes de irse le dio algo de dinero en efectivo un celular nuevo con su número personal registrado y le dijo que podría llamarlo en cualquier caso, Jungkook estaba agradecido.
Fue así como conoció la cara de la falsa amabilidad. Él creyó que aquél hombre sólo lo estaba ayudando y no supo que sería él uno de los mayores responsables de sus traumas en el futuro.
A partir de ese día, todo cambió para el castaño. La primera vez que fue encerrado en una de las habitaciones del segundo piso con un hombre desconocido no supo exactamente qué sentir, estaba nervioso, sí, pero eso no le hizo echarse para atrás, él estaba dispuesto a hacer lo que fuera para salir adelante, para no quedarse estancado.
La primera semana fue fácil, nada pasó más allá de toques y unas cuantas mamadas, le resultó fácil, Junseo dijo que había puesto ciertas limitaciones mientras se acostumbraba y ya luego todo sería un poco más intenso, sin embargo, poco a poco comenzó a generar cierta necesidad por mantener contento a su jefe, el hombre se encargaba de endulzar sus oídos diciéndole lo hermoso que era, felicitándolo por ser tan buen chico y repitiéndole lo orgulloso que estaba de él por su madurez.
Comenzó a depender de aquella aprobación demasiado rápido, y es que él, quién era un chico que había pasado toda su corta vida esforzándose para enorgullecer a alguien, sin nadie en quién apoyarse, nadie que le diera un empujón para seguir adelante era demasiado débil, y rápidamente se dejó llevar por las mentiras de Junseo.
El hombre era cada vez más dulce, amable, incluso protector con él, o al menos eso creía Jungkook.
— ¿De donde mierda sacas todo ese dinero, Jungkook? —soltó su padre con brusquedad finalmente al cabo de dos meses en los que había estado "contribuyendo" con su casa de forma constante. Él sabía que su progenitor no tomaría el dinero sin explicación alguna durante demasiado tiempo, más bien se había tardado.
—Estoy trabajando... —murmuró cabizbajo, rezando mentalmente para que el hombre no se alterara.
— ¿Trabajo? ¿Dónde? ¿Haciendo qué? —Las preguntas hicieron que Jungkook que se sintiera atacado y rápidamente se tensó mientras trataba de crear una mentira rápida en su mente—. ¿Sabes qué? No me interesa lo que estés haciendo, mientras no nos perjudiques a tu madre o a mi me da igual.
Dicho eso le arrebató el sobre con el dinero y se dio la vuelta para volver a sentarse en el sofá y seguir viendo su programa cómo lo había estado haciendo cuando el menor llegó para entregarle aquello. Jungkook soltó el aire que había estado conteniendo y caminó directamente hasta su habitación dispuesto a terminar con sus deberes del día.
A las ocho en punto empezó con la que se había convertido en su rutina aquellos últimos meses y con calma se fue hasta el baño para poder asearse sin demasiada prisa, gracias al dinero que había ganado pudo comprarse algunas prendas de ropa más por lo que ahora no tenía que usar siempre lo mismo.
Junseo había dicho que aquella noche sería importante ya que tendría su primer día de trabajo "real" y él sabía perfectamente a lo que se refería, el mismo hombre se había encargado de explicarle cómo funcionaba el asunto, aunque la parte que lo tenía un poco incómodo era el hecho de que tendría que "aguantar el dolor". Se tranquilizó a sí mismo diciéndose que no sería nada y que podría soportarlo, no era nada de otro mundo.
Terminó de vestirse y se roció con el perfume que Junseo le había regalado antes de tomar sus llaves, celular, cartera y los guardó en su bolsillo junto a una navaja que también había sido un regalo del hombre para luego salir de la casa con pasos decididos hasta la parada de autobús. A él le gustaba caminar, y a pesar de que ahora tenía el dinero suficiente para un autobús seguía haciéndolo seguido, pero justo en ese momento estaba haciendo demasiado frío y no le apetecía ir caminando por lo que decidió esperar en la parada.
El lugar quedaba bastante cerca, por lo tanto el viaje en autobús no duró más de cinco minutos, bajó en la parada unas calles antes del local y caminó un poco hasta llegar, las personas ya conocidas para él se lo saludaron entusiasmo y el trataba de devolver el gesto de forma cortés.
Aquél día el club parecía mucho más concurrido, había unas cuantas mujeres que habían sido contratadas recientemente bailando para los clientes en algunas mesas y el humo se arremolinaba espeso dentro del lugar cómo de costumbre, la música también sonaba un poco más fuerte cosa que le generaba cierta ansiedad, por alguna razón, aquella noche se sentía nervioso.
Hizo su camino hasta la oficina del hombre y este apenas y le habló antes de decirle a qué habitación debía ir, pues parecía demasiado ocupado revisando algunos papeles sobre su escritorio, Jungkook no puso objeción y se marchó directamente hasta la habitación indicada.
Una vez allí comenzó a despojarse de sus ropas hasta quedar tan solo en ropa interior, justo cómo se lo ordenaban, y se sentó de rodillas en el colchón mirando ansioso hacía la puerta, esperando con el corazón retumbando en sus costillas a que su cliente llegara. Unos quince minutos después esta se abrió y entró un hombre de mediana edad, para su sorpresa este no iba acompañado de ninguno de los chicos que se dedicaban a cuidarlo y fijarse que ninguno se pasara de la cuenta por lo que se sintió repentinamente asustado.
—Eres un muchacho muy bonito... —susurró el hombre despojándose de su saco mientras se acercaba, Jungkook se quedó estático—. Pagué muy bien por ti, así que espero que esto valga la pena.
El hombre se subió a la cama y se acercó hasta él, le besó el cuello haciendo que se encogiera pero por más repulsión que le causara no se alejó y se repitió mentalmente que no era nada. Jungkook lucía pequeño e indefenso frente a aquél hombre que era probablemente el doble de su peso y estatura, no se había dado cuenta pero estaba temblando, se sentía incómodo y no sabía porqué pues creía que ya había logrado acostumbrarse.
—Mírate, tan joven e inocente —murmuró el hombre contra su oído, las palabras hicieron que contuviera la respiración—. Tuviste que convertirte en una pequeña puta para sobrevivir. ¿No es así?
Jungkook luchó por no separarse cuando las manos del hombre lo recorrieron, nunca le habían hablado de aquella manera, los hombres normalmente le miraban con adoración y deseo, pocas veces decían algo que no fuera lo hermoso que era, pero todo parecía diferente en aquella ocasión. Se tensó de nuevo cuando la mano del hombre bajó a su trasero y trató de apartarse, lentamente el pánico iba creciendo en su interior y por más que trataba de mantenerse sereno no lo estaba logrando.
El hombre se desnudó y lo tomó del cuello forzándolo a besarlo, Jungkook miró a los lados pero recordó que estaba solo, desprotegido, esta vez nadie podría interferir por él. Las manos de aquel hombre parecían quemar sobre su piel y de repente se sintió asqueado, la bilis subió por su garganta y tuvo que tragar fuerte para mandar las ganas de vomitar de vuelta a su estómago.
Cerró los ojos con fuerza cuando el hombre acarició sus agujero y de repente sintió que se estaba asfixiando, no podía, no podía seguir con aquello.
— ¿Cuántas personas habrán usado este agujero ya, pequeña zorra? —soltó con acidez cerca de su rostro, sus ojos oscuros le pusieron la piel de gallina y quiso hacerle callar de una vez por todas—. ¿Cómo puedes verte tan inocente estando tan usado?
Aquellas palabras retumbaron en sus oídos haciendo que sus ojos se llenaran de lágrimas e inconscientemente trató de apartar a aquél hombre, su toque se volvió más brusco, apresurado, nada delicado. Por primera vez Jungkook sintió que no podría soportarlo, por primera vez sintió el peso de lo que estaba haciendo y la realidad pareció golpearlo de frente.
¿Qué se suponía que estaba haciendo?
—Suélteme. Y-Yo, ya no quiero hacer esto —habló con voz rasposa intentando liberarse del contrario quien amasaba sus muslos a su gusto al mismo tiempo que forzaba un dedo dentro de su entrada.
— ¿Cómo que no? Yo ya pagué, ahora debes quedarte quieto —dijo lamiendo su cuello. Jungkook trató de empujarlo con más fuerza pero este lo estampó conta el colchón subiéndose sobre él, sin darse cuenta había comenzado a llorar, y el pánico rodeaba su garganta cortándole la respiración quería huir, quería salir corriendo de allí o sentía que se arrepentiría aún más el resto de su vida.
—Ya suélteme.
Se removió debajo del cuerpo ajeno sintiendo cómo este volvía a besar su cuello pasando hasta su pecho y bajando hasta tratar de sacarle la ropa interior, Jungkook sollozó y trató de patearlo pero era inútil. Miró a su pantalón en una esquina de la cama y recordó la navaja, sólo debía liberarse un momento para poder tomarla.
El hombre le arrancó la ropa interior con brusquedad y se frotó contra su entrada sin dejar de sostener sus brazos. —Valdrás cada centavo, niño bonito.
—P-Por favor... Suélteme, de verdad no quiero esto —sollozó mirándolo con ojos suplicantes. El hombre parecía estar demasiado ebrio y él recién lo notaba, se quedó quieto por un momento, dejando que el hombre bajara la guardia y con todas sus fuerzas pateó su abdomen echándolo hacía atrás.
El hombre se tambaleó hasta casi caer fuera de la cama y Jungkook aprovechó el momento para tomar la navaja del bolsillo de su pantalón, en un rápido movimiento el hombre había vuelto a recuperar el equilibrio y ahora lo miraba de forma amenazante al mismo tiempo que Jungkook lo apuntaba con el objeto.
—Baja eso, niño. No querrás tener problemas —dijo tratando de acercarse a él.
—Aléjese —ordenó el castaño. Su mano temblaba, sin embargo, estaba dispuesto a hacer lo que fuera con tal de escapar de allí.
El tipo se abalanzó sobre el con intenciones de quitarle el arma y Jungkook no lo pensó dos veces antes de clavársela en la espalda sacándole un grito gutural al mayor quién trató de defenderse rápidamente, pero el menor fue más rápido y enseguida sacó la navaja de su piel para montarse a horcajadas sobre su pecho, lo apuñaló nuevamente justo en uno de sus pectorales, luego otra vez, y otra vez, y otra vez.
Todas sus emociones lo cegaron en aquél momento, las palabras del hombre, las palabras de su padre, las miradas despectivas de todo, el hecho de que todas aquellas cosas malas tuviesen que sucederle a él, el hecho de que hubiese sido tan tonto cómo para aceptar aquél trabajo y el hecho de que estuviese tan solo que sentía que ya no podía más.
Él no había elegido vivir esa vida, él no había hecho nada para merecer el odio de su padre, él sólo quería vivir una vida normal, rodeado de personas que lo quisieran o al menos se preocuparan por él, estaba cansado, cansado de tener que ser fuerte y fingir ser una persona madura para sobrevivir en aquél mundo.
La sangre manchó sus manos y cuando volvió en sí el hombre frente a él estaba completamente muerto, al final no supo cuantas veces lo había apuñalado, había descargado todo contra aquél tipo, y lo peor de todo es que no se sentía culpable. Sollozó y se levantó de la cama directo al baño, se lavó las manos y la cara antes de volver a la habitación para vestirse.
No volvería nunca más allí, prefería seguir aguantando los gritos y golpes de su padre antes de tener que seguir trabajando de aquella manera. Las sirenas de policía lo alertaron, y miró el cuerpo sobre la cama antes de terminar de calzarse los zapatos con rapidez. Escuchó el murmullo del desastre en la planta baja del club y se apresuró a salir de allí sintiendo cómo todo su cuerpo temblaba, preso del miedo y aún afectado por lo que acababa de suceder.
En el pasillo había varios policías forcejeando con algunos tipos y enseguida echó a correr hacía las escaleras, sin embargo, no estaba prestando mucha atención por lo que chocó contra alguien y enseguida alzó la vista tomando el brazo de la persona desconocida. Algo en su pecho se removió cuando captó el rostro de un muchacho joven, si no fuese por lo asustado que estaba sin duda hubiese analizado mejor sus emociones, pero ahora no tenía mucho tiempo.
—Ayúdame a salir de aquí, por favor —musitó con voz ahogada y las lágrimas aún rodando por sus mejillas. El muchacho le miró con una expresión estupefacta.
—Corre, Taehyung. Es hora de salir —habló uno de los tipos que se encontraban en el pasillo en dirección al chico y caminaron a paso rápido hasta ellos.
Taehyung alternó su vista entre sus compañeros que pasaron junto a él para bajar y el pequeño muchacho. —Por favor. No puedo permitir que me lleve la policía.
Jungkook agradeció al cielo cuando el desconocido lo tomó del brazo arrastrándolo escaleras abajo, casi corrió detrás de él y en el exterior caminaron unos cuantos metros hasta ver tres motos aparcadas y rápidamente los chicos subieron a ellas, Taehyung también lo hizo indicándole a Jungkook que subiera detrás de él.
— ¿Quién es el chico? —cuestionó el mismo muchacho que había hablado antes en el pasillo.
—Di tu nombre —espetó Taehyung. Jungkook se encogió en el asiento antes de responder.
—Jungkook —soltó finalmente y los demás asintieron antes de encender los vehículos.
El menor se aferró a la cintura de Taehyung cuando este salió disparado cómo una bala detrás de sus amigos, él realmente no sabía que había estado pensando cuando decidió irse con aquél tipo pero una extraña intuición le decía que podía confiar en ellos. Las motos se deslizaron a través de las calles con agilidad, Jungkook no sabía a donde se dirigían pero tampoco estaba en posición de cuestionar.
Cruzaron gran parte de la ciudad y entraron a un barrio bastante peligroso por lo que el menor había oído, pues en realidad nunca había estado por allí. Estacionaron detrás de un viejo edificio de ladrillos y todos los demás bajaron casi enseguida, a excepción de uno de los chicos de cabello castaño quién se quedó de pie esperando por algo.
— ¿Sucede algo, Hoseok? —cuestionó Taehyung aún sin apagar la motocicleta.
Jungkook bajó del vehículo de un salto, sintiéndose intimidado por la mirada de Hoseok. Los chicos parecieron tener una especie de guerra de miradas en la que el menor no participó y sólo se limitó a esperar que alguien le dijera alguna palabra.
— ¿Él chico se quedará? —cuestionó mirando a Taehyung con una ceja alzada.
—Al menos por esta noche. ¿Te parece bien eso? —respondió directamente y luego se giró para mirar a Jungkook en busca de aprobación, el menor asintió no muy convencido.
—Me iré temprano, lo prometo —soltó Jungkook con la vista fija en el suelo.
— ¿Qué hacías allí? —preguntó Hoseok con una hostilidad que Jungkook no conocía, él no estaba entendiendo del todo lo que estaba pasando, aún estaba un poco aturdido por la adrenalina que habían experimentado minutos antes.
—Y-Yo... —Jungkook miró a todos lados pensando en qué responder—. Trabajaba ahí.
Hoseok miró a Taehyung y este se encogió de hombros. —Vamos, te dejaré mi cama.
Dicho eso Taehyung tomó el brazo de Jungkook y lo arrastró dentro del lugar dejando a Hoseok de pie allí afuera con una extraña sensación en el estómago. El menor siguió a su rescatista sin oponer resistencia y miró el entorno de manera sigilosa, se trataba de una especie de bar de mala muerte, no había demasiada gente pero todos allí lucían intimidantes, Taehyung agradeció mentalmente que Namjoon no se encontrara en su oficina y subió las escaleras seguido del menor directo al piso donde se encontraba su habitación.
Jungkook se sentía bastante extrañado, no sabía de qué se trataba todo aquello, no sabía quienes eran aquellos chicos ni mucho menos a qué se dedicaban, pero allí estaba, en la habitación de un chico desconocido que bien podría ser un asesino.
— ¿Qué edad tienes? —cuestionó Taehyung indicándole que podía tomar asiento en la cama. El lugar era pequeño, sin embargo, estaba en mejores condiciones que su propia habitación en casa, esta incluso tenía una pequeña televisión y un gastado sofá en un lado.
—Tengo quince —respondió con simpleza sentándose sobre el colchón. Taehyung se volteó a verlo con ojos sorprendidos—. ¿Y dices que trabajabas allí?
El menor asintió tímidamente con la cabeza y Taehyung sintió que su estomago se revolvía, no quería indagar mucho más pero no podía negar que desde el primer momento se había sentido atraído por el castañito, y un extraño sentimiento que recién estaba conociendo era el que le incitaba a querer ayudarlo.
—Pero ya no volveré —sentenció el menor desviando la vista.
—Me alegra saberlo —respondió el mayor con sinceridad y se quitó las botas dejándose caer de espaldas sobre el sofá—. Te llevaré a casa apenas amanezcan, no pueden verte aquí.
Jungkook asintió. —Gracias, Taehyung.
El mencionado le dedicó una bonita sonrisa cuadrada y Jungkook no supo porque su corazón se aceleró. El menor se quitó las deportivas y se dejó caer en el colchón cerrando los ojos con la intención de descansar un poco aunque sabía que sería imposible que se quedara dormido, suspiró pesadamente y sus ojos se llenaron de lágrimas cuando los pensamientos, recuerdos volvieron a atacarlo.
Taehyung por su parte se quedó dormido casi enseguida, el cansancio y la pesadez que sentía en su cuerpo le había facilitado las cosas por lo que ni siquiera notó en que momento pasó.
Aquella mañana Taehyung se despertó sobresaltado, cómo si hubiese estado olvidando algo y sabía que así era, sin embargo, cuando se levantó no había ni rastro de Jungkook en la habitación. Se puso de pie casi enseguida y bajó las escaleras casi corriendo del lado contrario del pasillo, llegando hasta la cocina donde se encontraban Hoseok y Yoongi desayunando, eran los únicos que acostumbraban a despertarse temprano.
—Si buscas a Jungkook se fue hace una hora —dijo el pelirrojo dándole un sorbo a una taza de café—. Dijo que muchas gracias por todo.
Yoongi le dedicó una mirada extraña a su amigo y luego saludó a Taehyung sin opinar al respecto. Pero hubo algo extraño en el tono de Hoseok lo cuál le hizo dudar, sin embargo, no se sentía capaz de objetar.
Sin decir una palabra más Taehyung se dio vuelta para regresar a su habitación y dormir un poco más dejando a Yoongi junto a Hoseok solos nuevamente.
— ¿Por qué no simplemente le dijiste que tú lo habías llevado? —cuestionó el pelinegro apenas Taehyung se marchó. Hoseok lo miró encogiéndose de hombros.
—No me pareció necesario —soltó con simpleza el castaño.
Y eso sería sólo el comienzo de lo que sería un tóxico triangulo amoroso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro