11. Negación
"Cada noche, después del adiós, mi corazón se congela... "
-Mercedes Crowe
Noto como alguien me zarandea y gruño, tapándome completamente con la sábana mi torso desnudo. El peso que yace a mi lado en la cama se evapora y llevo la mano al lugar, encontrándome el hueco vacío. Un ruido de persianas levantándose me hace fruncir el ceño, notando segundos después los rayos del sol que se filtran por la ventana y me dan de lleno, haciendo que abra los ojos de una vez. Alyson se encuentra sonriente, ataviada con mi camisa mal abrochada que la queda jodidamente bien. Me llevo la mano a la cabeza, confuso, intentando recordar los minutos previos al último vaso de Ron con Coca-Cola que me bebí. El último que yo recuerde.
—Alguien debería aprender a dejar de ser tan gruñón por las mañanas.
Me incorporo intentando disimular la molestia que me produce su voz ahora mismo, producto de la resaca que tamborilea en mi cerebro sin darme tregua.
—Te he dejado en la mesilla una pastilla y un vaso de agua, porque ayer te excediste bebiendo.
—Gracias. —Carraspeo aclarándome la garganta.— Dime que no hice el ridículo.
Ella niega con la cabeza, lanzándome una sonrisa burlona.
—Me dijiste que querías casarte conmigo y que fuera la madre de tus hijos, pero quitando eso nada de lo que arrepentirse.
Toso el agua mientras la observo perplejo y ella asiente sin disimular ni por un segundo que mi cara a cuadros la divierte.
—Oh, sí. Te subiste a la mesa del salón, apagando la música y gritándolo a los cuatro vientos. Seguro que hay algún video de la escena haciéndose viral.
La vergüenza se apodera de mi rostro, mientras intento recordar cualquier fragmento de la noche anterior, pero es imposible. Alyson ríe, disfrutando evidentemente de mi tormento.
—Relaja, no es el fin del mundo. —Se sienta en el borde de la cama—. Además, fue muy dulce. En un sentido muy público y borracho, pero dulce.
No estoy seguro de cómo tomar sus palabras, pero lo que sí tengo claro es que se está burlando de mí.
—Cállate.
Me levanto de la cama, notando girar el cuarto levemente y me quedo quieto un par de segundos con los brazos extendidos. Me dirijo a duras penas al baño, donde me doy una ducha rápida con agua fría, me visto y bajo después a la cocina que ya huele a café recién hecho. Abrazo la cintura de mi chica, dejando pequeños besos en su clavícula.
—¿Qué ves en mí? —pregunta girándose para quedar frente a frente.
Rodea mi cuello con los brazos y aprovecho para apoyar el mentón sobre su cabeza, aspirando el olor a vainilla de su cabello.
—Lo mismo que tú en mí , una segunda oportunidad —respondo sin apartar mis ojos de los suyos—. Y que follas de maravilla.
Suelta una pequeña risa, golpeando mi brazo y sonrojándose. Me encanta verla así de natural, aunque en el fondo sé que no es más que fachada.
Mientras desayunamos suelto gruñidos cada vez que el móvil vibra, llenando las notificaciones de mensajes cargados de burlas y algunos acompañados del mágnifico video del que todo el mundo habla, que acaba conmigo cayéndome de la mesa de bruces contra el suelo. Miro a Alyson, que sostiene la taza entre sus manos, dando pequeños sorbos al café sin apartar la vista del líquido marrón. Alza la cabeza, clavando sus ojos en los míos y me sonríe, cambiando el semblante serio y perdido de hace unos momentos.
—¿Estás bien? —pregunto.
—Sí —responde en un hilo de voz, dejando la taza sobre la mesa de nuevo—. Es solo que no quiero pensarlo, al menos no de momento.
—Lo entiendo pero...
—No quiero hablar de ello.— Se levanta de golpe con una expresión de terror en el rostro que me hiela la sangre.— Creo que me voy a casa.
—Alys...
—¡No! —se lleva las manos a la cabeza y luego suspira mirándome con una mezcla de sentimientos que no soy capaz de descifrar.
—Perdona, no debería haber insistido.
—Da igual.
Su tono de voz es tan cortante que me hace sentirla a años de distancia, como desde que nos volvimos a conocer. Y aunque sé que quiere estar sola no quiero que se vaya de nuevo. No cuando no ha terminado de procesar nada.
—¿Quieres que hagamos algo hoy?
Mi intento rápido de cambiar de tema hace que apriete los labios en una fina línea y se tensa ligeramente, apretando las mangas de mi camisa que lleva puesta entre los puños.
—Agradezco mucho que intentes que me despeje y toda esa mierda.—Gesticula con las manos—. Pero necesito estar sola. Pensar en todas las mentiras que me habéis contado Leia y tú durante estos meses. Y antes de que digas nada, no, no estoy enfadada. Solo necesito procesar todo y no quiero hacerte daño de forma inconsciente.
—Leia creyó que era lo mejor para ti, si no no lo habría hecho, de verdad.
—¿Lo mejor para mí? Matt, hacerme creer que eres un capullo no creo que tenga nada que ver con ayudarme. Pero al menos estamos juntos, ¿no?
Me quedo quieto, incapaz de reaccionar ni de hablar, como si la unión entre cerebro y boca se hubiera roto. Alyson me observa, intentando descifrar con la mirada todo lo que guardo dentro. Deja caer los hombros, haciéndose pequeña mientras un suspiro de derrota sale de sus labios. Extiendo mi brazo para rozar su cálida piel en un intento de recordarme a mí mismo que es real, que no se ha ido. Que sigue a mi lado a pesar de todo, pero se aparta rápidamente de forma delicada como si mi tacto quemase. Al darse cuenta su semblante se relaja dando un paso hacia delante y estrechando mi mano entre las suyas. Intento no desviar la mirada de unos ojos llenos de legañas que no me merezo, deleitándome con su cabello despeinado y la forma en la que se pierde su cuerpo en mi camisa . Me doy cuenta del error que he cometido al insistir en el tema y hacer que explote así. Tiro de sus manos hacía mí y la abrazo con fuerza, dejando que hunda su cabeza en mi pecho como siempre hace.
—Voy a pedirle a Paul que venga a buscarme así le hago algo de compañía después de lo de ayer —dice poniendo sus brazos en jarras después de dejar un beso en mi mejilla, buscando el móvil con la mirada.— Vamos hablando por Whats, ¿vale?
Asiento con la cabeza, mordiéndome el piercing del labio, sabiendo que no tengo derecho a hacerla cambiar de parecer y más cuando Paul también necesita de su compañía. Pero espero que al menos a llegar a casa se enfrasque en uno de esos tantos libros que tiene. Una sonrisa se dibuja en mi rostro cuando recuerdo la emoción que me recorrió la primera vez que estuve en su habitación. Cada mes iba a la libreria y escogía un libro que luego Leia le mandaba junto a su carta. Fisgoneando dentro de todos ellos me encontré pequeñas notas en los márgenes de las páginas y frases subrayadas. Me aterra que se vaya, porque si la dejo marchar por esa puerta quizá sea para siempre. Y me lo merezco. Por emborracharme anoche y dejarla sola, comiéndose la cabeza y por creer que la apuesta era la mejor opción, dejándome guiar por Leia, quien, a pesar de todo, había antepuesto los sentimientos de su amiga sobre los suyos propios. Aunque ahora dudo de sus intenciones verdaderas detrás de toda esa farsa. Había estado tan ciego por proteger y mantener segura a Alyson que no solo la había defraudado a ella, también había acabado de joder la única amistad que tenía de verdad. Necesito hablar con Paul y arreglar las cosas con él, procurando hacer el menor daño posible, incluso si eso implica guardar otro secreto que no merece salir a la luz. La prioridad ahora es que ella, la chica que tengo parada delante de mí, absorta en el móvil y tecleando a toda velocidad, consiga sanarse completamente. Y para ello necesita también a su mejor amiga, la única compañía que ha conocido estos años. Me dejo caer en el sofá cuando sube las escaleras, frotando mi sien y maldiciendo en voz baja, sabiendo que estoy atado de pies y manos. Le escribo a Paul, pidiéndole que la cuide y responda a todas las preguntas que le haga, añadiendo un: "perdón por todo" al final del mensaje. Él me responde que ya hablaremos, que no me preocupe y giro la cabeza en dirección a las escaleras cuando escucho las pisadas en la madera y aparece bajando las escaleras momentos después Lleva su ropa de deporte puesta y el pelo enredado atado en una coleta mal hecha. Trato de esbozar una sonrisa y la acompaño hasta la entrada. Abre la puerta y se dispone a salir, por lo que me recuesto en un lado, haciendo caso omiso al nudo que se me forma en el estómago. Después de dos pasos se voltea y me mira fijamente, acercándose a mientras se abrocha la chaqueta y se pone de puntillas buscando mis labios. Me inclino para juntar nuestras bocas en un beso perfecto antes de que vuelva a separarse y me invada el frío tan característico de su ausencia.
—Te quiero Matty, ¿vale?
No hacen falta más palabras para aliviarme, pero si no desaparece pronto me desmoronaré delante de ella, algo que debo evitar a toda costa. Debo mantenerme fuerte por los dos. Necesita un apoyo seguro al que aferrarse ahora que todo su mundo se ha terminado de colapsar. Tengo que tragarme mis sentimientos y esperar a que ella regrese. Otra vez. Porque acabo de comprender que no me juzga ni desconfía de mí, solo es mi miedo irracional otra vez. Que tiene más miedo que yo y que he sido un completo egoísta.
—Yo también, friki —Me atrevo a decir sujetando la puerta.
Gira sobre sus talones nuevamente, sonriendo con ternura y una mirada cargada de amor, agarrando el asa del bolso con fuerza y despidiéndose de mí con la mano cuando el pelo rosa de Paul aparece en la lejanía.
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