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10. De regreso

"Al primer amor se le quiere más, pero a los otros se les quiere mejor."

-Antoine de Saint Exupery.



—Y ese es el plan —concluyó Leia cerrando la puerta de su taquilla.

Al girarse miró a Paul,  el cuál seguía con el semblante serio y me apuntó con el dedo de manera acusatoria.

—¿Ha sido tu idea verdad?

Chasqueé la lengua, apartando la mano que tenía enfundada en un guante sin dedos de manera brusca.

—Es lo mejor que se nos ha ocurrido hasta el momento, tan solo escucha—suplicó la animadora.

Paul metió las manos en el bolsillo de su sudadera colorida llena de estampados de grafittis y se encogió de hombros.

—Creo que la mejor opción es dejar de mentir y decirle la verdad.

Apreté mis labios en una fina línea, estirando las mangas a rayas de mi camiseta. Que no escuchara ni atendiera a razones me empezaba a mosquear.

—¿No comprendes que no podemos decirle nada? —Gruñí y me fulminó con la mirada.

—Pues pienso que es mejor que esa basura que os habéis inventado. Me niego a mentirle después de todo lo que ha pasado.

Leia se puso entre nosotros, mirando nerviosa a la gente que ya empezaba a rodearnos y pidiendo en una mirada suplicante que bajáramos el volumen.

—Pero...

—Pero nada —la cortó Paul, acercándose a mí—. Eres un puto egoísta Matthew.  Llevas pasando de mí un año, ¿y me hablas para esta mierda? Deja de fingir que ella te importa, cuando tus actitudes en este tiempo han demostrado que te da completamente igual. Sigue follándote a quién quieras, y aléjate de ella, igual que has hecho conmigo.

>>Y tú. —Esta vez le habló directamente a Leia—. Si crees que voy a estar bien mientras finges que no tenemos nada, o que no nos conocemos, olvídate de mí.

Me revolví el pelo abriendo mi taquilla para sacar los libros y de paso intentar tranquilizarme. Notaba palpitar la vena del cuello y no quería pegarle un puñetazo a Paul para hacerle entrar en razón. Si Alyson no nos recordaba lo mejor era hacer que nosotros tampoco y si tenía que fingir una apuesta que ellas dos habían hecho años atrás para ayudarla a recordar algo, por ínfimo que fuera, lo haría sin dudar.

—Paul, joder —susurró Leia al sentir las miradas curiosas—. Sí solo vas a pensar en ti mismo, será mejor que lo dejemos, pero de verdad.

Paul asintió con la cabeza soltando una risa amarga y se quitó los guantes, guardándolos en los bolsillos laterales de su mochila de cuadros rojos y negros.

—Genial. Ya veremos que cara se le pone cuando recuerde la verdad y descubra lo poco que valen sus "amigos".

—Sí no vas a ayudar mantente al margen. —Posé mi mano en su hombro—. Ni te acerques a ella.

Intenté sonar tranquilo, pero sé que un tono más acercado a la amenaza salió de mi boca como si escupiera las palabras. Paul me observó sorprendido, pero no se dejó intimidar. Dió media vuelta y me levantó el dedo corazón.

—Que sí, Don salvador. Solo espero que no te aburras de ella y la dejes cuando más te necesita como has hecho conmigo.

En la actualidad

—¡NO! ¡NO! ¡NO!

Leia y yo nos lanzamos unas miradas de confusión y terror antes de abrir la puerta, encontrándome el pequeño y vulnerable cuerpo de Alyson en el suelo, hecha un ovillo. Me pongo de cuclillas a su lado, llamándola, pero no obtengo respuesta, por lo que la abrazo con fuerza, sintiendo un alivio inmenso cuando ella me lo devuelve, sollozando en mi pecho.

—Te olvidé —repite una y otra vez.

Me separo de ella lentamente, abriendo los ojos y observando como sujeta la púa azul entre sus dedos temblorosos. Sabía que este momento llegaría, pero ahora no me siento preparado. ¿Será capaz de seguir queriéndome a pesar de todo? Acaricio su mejilla intentando tranquilizarla.

—No pasa nada Alys, ya estás aquí de nuevo.

—P-Pero yo, Matt... —habla entrecortadamente—. ¿Cómo he podido romper mi promesa?

Sonrío y me incorporo, cogiéndola en brazos. Alyson se aferra a mí con fuerza mientras sus lágrimas empapan mi camisa. Una vez dentro de la habitación, la coloco suavemente en la cama y me siento a su lado. Busco sus ojos, que están llenos de confusión y angustia.

—No te preocupes pequeña —susurro apartando los cabellos de su frente—. No es tú culpa.

Ella asiente débilmente, pero su mirada sigue llena de autoreproche. Decido cambiar de tema, al menos por ahora.

—¿Recuerdas cuando prometí enseñarte a tocar la guitarra? —pregunto, tratando de sacar una sonrisa de su parte.

Alyson levanta la vista sorprendida pero luego la baja avergonzada, mirandosus dedos mientras pellizca el cojín abultado que acaba de coger.

—Nunca se me dió bien —responde en un intento de risa que suena amarga.

La abrazo de nuevo, deseando poder borrar todo su dolor con un simple gesto. Pero sé que no es tan fácil. Lo único que puedo hacer es estar ahí para ella, hoy y siempre.

—No importa si se te da bien o no, lo importante es que lo sigamos intentando juntos.

—¿No te das por vencido?

Agarro sus muñecas y las acaricio lentamente viendo como la piel de sus brazos se eriza.

—Claro que no. Nunca es tarde para aprender.

Vuelve a alzar la cabeza, buscando mi mirada, y una tímida sonrisa aparece en su rostro.

—¿Cómo pude olvidarme de ti?

Se aproxima, acariciando mi mejilla y cierro los ojos ante el tacto, sintiendo una oleada de  alivio que me recorre por completo, atravesando mi espina dorsal.  La calidez de su mano es diferente esta vez, pero a la vez conocida.

—Nunca volveré a dejar que te vayas —susurro pegando mi boca en su frente.

El cuerpo de Alyson tiembla, al igual que su labio inferior, y sé que está haciendo un esfuerzo tremendo por intentar mostrarse fuerte y recobrar la compostura.

—Gracias Matty —pasa la mano por encima de mi pecho.

—¿Por qué?

—Por salvarme del monstruo del lago y por estar aquí a pesar de todo.

—Ssh —enredo uno de los mechones de su cabello entre mis dedos, jugueteando con él.

No hacen falta más palabras en este momento. Nos quedamos así, en silencio, permitiendo que se vaya relajando poco a poco, recobrando el brillo de sus ojos grises. Alyson sigue sujetándome con fuerza, como si temiera que desapareciera si me suelta, y yo la sostengo con igual firmeza, prometiéndome a mí mismo que nunca la dejaría caer de nuevo. Finalmente, rompo el silencio con un susurro apenas audible:

—Te amo, Alyson.

Lanza un pequeño sollozo y se vuelve a romper pegándose más a mí, como si quisiera fundirse conmigo en un solo ser.

—Y yo a ti, Matty. Siempre.

Me muerdo el labio con fuerza y miro al techo, intentando no pestañear para no permitirme el lujo de llorar. Me siento jodidamente feliz, ya nada me duele, ya nada me pesa. La Alyson de la que me enamoré una vez se había fundido con la Alyson de la que me había vuelto a enamorar años después. Me recordaba y sus sentimientos seguían siendo los mismos.

Siento su respiración tranquila cuando se acurruca en mi pecho, poniéndose cómoda entre mis piernas. Su cuerpo se entrelaza al mío de forma natural, como si estuviéramos hechos el uno para el otro. Roza la punta de su nariz contra la mía, manteniendo nuestros labios a una distancia prudente que va acortando de forma gradual mientras levanta mi camiseta, deslizando sus dedos a través de la cicatriz. Sus yemas me provocan una descarga y no puedo evitar acariciar sus muslos con disfrute, sonriendo cuando su respiración se entrecorta y se muerde el labio. Me da un tímido beso que correspondo al instante, dejando que el peso de su cuerpo gane finalmente al mío, quedando justo debajo de ella.  Me observa con deseo y sé que si presta atención, oirá el frenético latido de mi corazón, y  más cuando lentamente, desliza los tirantes por sus brazos, haciendo que el vestido caiga hasta su cintura. Agarra mi manos y las posa sobre sus pechos, pidiéndome en una mirada suplicante que la toque mientras mueve las caderas lentamente encima de mí, dejando que un leve jadeo escape de su boca. La ayudo a quitarse el vestido, que lanzo a un lado de la habitación y me desabrocha el pantalón, bajándolo junto a mis calzones para volver a posarse encima mía. Se mueve a un ritmo pausado, pero aumentando la velocidad poco a poco. Contemplo con fascinación su silueta, se ve jodidamente sexy cabalgándome.  Posa sus ojos en los míos, abriendo la boca y suspirando antes de dejarse caer sobre mí, sin detenerse. Noto sus piernas tensarse y sujeto sus caderas pensando en cualquier jugada de fútbol para no venirme dentro de ella.

—Joder —jadea lamiendo sus labios antes de dejar caer su frente en mi pecho, que sube y baja de forma acompasada a su respiración agitada.

La observo maravillado cuando se levanta, buscando su ropa interior por el suelo y se viste, recogiendo su cabello sudado en una coleta. Me dedico a recorrerla con la mirada, como tantas veces he hecho, como si fuera la primera vez. Estoy enamorado de cada maldita célula que la conforma.

—Levanta —deja un casto pico en mis labios, dándome mis calzoncillos y un pañuelo limpio—. Intentemos disfrutar lo que queda de noche como si fuésemos unos adolescentes normales más.

No tengo ganas de salir de la habitación, y en el fondo sé que ella tampoco, pero hago el esfuerzo y me incorporo, dejando que sea ella la que abroche mi camisa después de besar el recorrido que hace la cicatriz en mi abdomen, deteniéndose justo en la parte en la que se encuentra mi corazón.

—¿Me permites un trago de algo fuerte esta noche?

—Pero solo un poco.

Beso su mejilla, dejando que se limpie el maquillaje corrido de los ojos y sujeta mi mano con fuerza, llevándome de nuevo a la fiesta que continua ajena a todo lo que ha ocurrido esa noche. Cuando Alyson divisa a Leia, que está apoyada en la encimera de la cocina, con el semblante serio y un vaso en la boca, se acerca a ella. Lei sonríe de lado, relajando sus facciones y abrazando orgullosa a su amiga, la cual recuerda todo. Pero al ser consciente de mi persona su expresión cambia nuevamente, haciéndome tragar nerviosamente.

—¿Habeís...? —pregunta Leia con un tono casual, aunque puedo percibir la tensión en su voz.

Alyson me mira brevemente antes de asentir lentamente, sonrojándose sutilmente. El espectáculo con Paul de hacía unas horas y que todo el maldito instituto había presenciado, no ayuda en nada a hacer más liviana la situación.

—Matt y yo tuvimos un pequeño... Encuentro, ya sabes.

Leia asiente lentamente, sus ojos escrutando los míos con una mirada que parece leer cada uno de mis pensamientos. Trato de mantener la compostura, ofreciendo una sonrisa débil mientras comprendo el por qué de sus actos. Me siento miserable sabiendo que Leia me quiere y que por eso ha estado huyendo de Paul, porque ya no es capaz de verle de la misma manera en la que lo hacía antes. Sabiendo que lo que siente está mal y que yo nunca la correspondería. Y aunque no es mi culpa algo me carcome por dentro.

Alyson, si lo supieras, ¿me seguirías mirando como hasta ahora?

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