Soledad
No sé por cuántas horas me quedé en la misma posición; ojos cerrados, cuerpo tembloroso por los sollozos y con la mente perdida en recuerdo, mientras estaba acostado en la camilla del hospital, tampoco creo que me importe mucho. Solo quiero que esa sensación que estoy tratando de formar en mí se congele y se quede justo así. Sombrío, neutral, etílico, indoloro, seco, frío, mudo, silencioso, apagado, y sobretodo nada.
Nunca supe lo que era no pensar en algo que te hace daño hasta este momento, siempre tuve todo lo que quería desde mujeres, hasta el último modelo de autos, salí de una familia adinerada, todo en mí era atractivo y lo sabía. Pero ahora, ahora ni el dinero, ni mis ganas, ni mi suerte podrían darme lo que más quería a Faviola a Mi Faviola.
Una lágrima corren por mis mejillas. Perfecto personita que esta allá arriba gracias por darme el dolor más grande que he sentido en mi vida. Gracias por acabar con toda la felicidad que me ayudaba a tener un motivo para respirar. Si tu objetivo es que me sintiera miserable y destruido ¡Felicitaciones! Acabad de lograrlo.
Arrugo la fina sabana de la camilla, tratando de ahogar un grito de frustración. ¡Yo no quería esto maldición! ¡Sea dónde sea que estes vuelve! ¡no me hace feliz que estés tan lejos! ¡Explícame que fue lo que hice mal y te juro que lo arreglo! ¡Te amo mil veces! Lagrimas llueven, me pongo en posición fetal al sentir que algo se quiebra en mi estómago dándole un dolor inmenso a mi corazón a tal punto de sentir que oprime con tanta fuerza que ne corta la respiración. Si lo que quieres es matarme hazlo. Quiero volver a verla y no por última vez si no para siempre. Salen amargamente esos pensamientos de lo más profundo de mí ser.
-Señor Batchondkyn he tocado la puerta y al no tener respuesta de parte de usted decidí entrar -una voz femenina habla a mis espaldas.
No respondo. No me interesa hacerlo. Ni siquiera escuché el toque de la puerta.
-Estoy aquí para ayudarlo. Soy la Psicóloga Jade scote, especialista en traumas psicológicos -la escucho decir.
Ell sonido del sofá avisa que alguien a tomado asiento. Le regalo la ignorancia del silencio, para que entienda que no quiero hablarle y que ni ella ni nadie me puede ayudar.
-Se que su primera impresión es que no lo podré ayudar. Y en definitivo nadie puede hacerlo. Solo usted. Por ahora lo que le recomendaré es llorar todo lo que quiera, golpear, gritar, claro está sin hacerte daño físicamente ni a los demás -Su voz sonaba segura y profesional -¿Quieres hablar sobre el tema.
Silencio de mi parte. Pasan unos cuantos minutos de en el a mismo estado.
-Entiendo. Nos vemos en una semana. Sé que lo menos que quieres es hablar con nadie y menos conmigo una desconocida, tus padres me firmaron una autorización para ir a tu casa sin tu consentimiento porque usted no estás en condiciones de tomar decisiones -Finaliza.
Siento su presencia detrás de mí. Habro la boca para mandarla a la mierda y el simple pensamiento me devuelve a Faviola. Sollozo sin detenerlo, grito manteniéndome en la misma posición. Necesito que esto no esté sucediendo. La necesito aquí ahora.
—¿Puede revivir a mi esposa?
—mi voz se escuchaba alejada y ronca por el nudo en mi garganta.
—No.
—Pues larguese —dije cortante.
***
— ¡Oye eres un imbécil! ¿Cómo se te ocurre ponerle gas pimienta a mi perfume favorito Jhostin? —se rasca el cuello con desesperación, mientras me mira con odio.
— Dijiste que no podía llamar tú atención ¿Qué te trae por aquí? ¿Ya nos encontramos en la otra vida? —finjo seriedad, aunque tengo unas ganas inmensa de echarme a reír. —¿Qué te hace creer que YO perdería mi valiosos tienpo en hacer eso? —enfatizo ''yo´´ fingiendo que estoy molesto.
—Lo sé porque eres el único invesil de la escuela que vive y respira para echar bromas de tan mal gusto —Sigue rascándose. Su cara estaba apunto de explorar de la furia.
Enarcó la cejas.
—Creo que tú más que nadie deberías saber qué el qué vive respira. Por ende necesito vivir para respirara porque de no ser asi no vive —mi comentario solo funcionó para aumentar su cólera. Se ve tan atractiva enojada.
— ¡Deja tu malditos comentarios! -se tapa la boca -Vez lo que has ocasionado ¡He dicho una palabrota por tú culpa! Mierda... no, no. Cero palabras obscenas —hiperventila pensatañando repetidas veces su larga a pestañas.
Sin poder reprimir más, me reí con toda las ganas posibles en su jodida cara.
-¿Qué... qué estás asiendo? -me mira indignada.
-No... no puedo contigo -titubeo por la risa -me estoy riendo de ti, anormal.
-Eres un... Patán te iré a...
-¿A qué? ¿Vas ha acusarme con el rector? Adelante ardilla o mejor dicho sapa -me acerco tanto a ella a tal punto de que su espalda se pegara contra el muro del sótano de la escuela -La próxima vez que utilices tu boca para acusar mi nombre de algo que no tienes pruebas-mi nariz roza con la suya, su respiración se acelera -Te las verás muy feo conmigo -rozo sus labios al acercarme tanto a ella.
-A... mi no me amenazas -titubea y puedo notar el miedo dispersarse en su voz.
Una sonrisa ladina se forma en mis labios cuando tengo el resultado deseado de reflejado en sus mejillas sonrojadas.
Su pecho empieza ha moverse aleatoriamente un poco descontrolado y el sonido de asfixia me pone en alerta.
Ella sigue rascándose el cuello desenfrenadamente y ahora agrega un movimiento de asfixia a su comportamiento.
-¿Qué te sucede? ¿Faviola? -me arrodillo rápidamente cuando su cuerpo se desploma en el suelo.
-Mi... chila -dice bajo las convulsiones.
No logro entender lo que me dice, el miedo y la preocupación abarcaron mi cuerpo.
-Trata de respirar, tranquilízate por favor ¿Dime qué es lo que quieres? -le sostengo la cara.
-No.. respirar. Ayud -sus convulsiones empeoran.
-¿Dime qué hago? ¿Cómo te ayudo -entro en pánico.
-Mochila -logra formular
Me paro inmediatamente y la levanto para quitarle la mochila que colgaba de su espalda, abro la cremallera de todos los bolsillos, y lo sacudo sacando todo lo que tenía. No sé qué buscaba exactamente así que escudriñó todo lo que había sacado de la mochila.
Me sentí algo incómodo cuando vi cosas incómodas, desde toallas sanitarias, bragas, cepillo de dientes, pastas de dientes, hilo dental, una franela, jabón ¿Piensa mudarse en la escuela qué? Sacudo mi cabeza. Este no es el momento para pensar en estupideces. Un aparato blanco llama especialmente mi atención la tomó y me apresuro en llevarla a boca. Ella quita su mano de su pecho y toma rápidamente aquel aparato, acto seguido empezó a tomar aire con desesperación.
Subí su cabeza un poco, ayudándola, hasta que su respiración volvió a regularizarse.
-¿Te sientes mejor? -no pude evitar responder.
-Sí gracias -se sienta.
-¡Casi me matas del susto! Ardilla -le digo tranquilizándome.
-No me digas así -chilla -Solo fue un ataque de asma. No me gusta estar en situaciones incómodas -se sonroja.
-Casi me matas de un infarto. Tal vez no te soporte pero tampoco quiero que te mueras -digo con una sinceridad que me sorprende.
Ella se detiene de recoger sus cosas del suelo y me mira. Esa sensación extraña que ocurre cada vez que esos pequeños ojos verdosos me miran vuelve a ocurrir acelerándome el corazón y todos los intestinos. Creo que me dará diarrea. No debí robarme a comida del gordo de mi mejor amigo.
-Descuida no te haré el favor de morirme -dice con sorna mientras desconecta su mirada y vuelve a lo suyo.
Me paro del suelo, quiero tenerla cerca pero no puedo evitar sentirme nervioso.
Ya cuando tenía todas sus cosas en la mochila se dignó a pararse, le di la mano para ayudarla, sus ojos vuelven a conectarse con los míos y sin previo aviso hice lo que deseaba hacer desde que vi su pequeño cuerpo, (parecido a una tabla de surfear ) nadando en las piscinas de la escuela. La besé sin reprimir las ganas indescriptibles que tenía de hacerlo.
Del amor al odio solo había un solo paso y yo, ya lo crucé, saber que la insoportable y caótica peliroja sin culo, de Faviola Dams, iba a tenerme perdidamente loco por ella.
Al princio ella se quedó estática pero no me detuve y con el pasar de los segundos tomo la iniciativa de sostenerme la cara y con sus diminutas manos, me beso con la misma intensidad, sus jodidos labios tan carnosos y rosados ahora los tenía unidos a los míos comiéndome con ferocidad. Justo es mejor de lo que me lo había imaginado y el amiguito que tenía allá bajo lo supo.
No me di cuenta cuando aferraba su cuerpo al mío. La simple acción de tomar sus piernas y querer sostenerla hizo que se detuviera, me lanzará una cachetada dijo un "Eres un idiota" y salió corriendo subiendo las escaleras del sótano como alma que lleva el diablo ¡Diablos señorita! Aquella reacción de su parte no funcionó para quitarme esa sonrisa boba y estupida de mi cara y, sin darme cuenta me encontraba tocando la parte inferior de mis labios.
Respire profundo y saque un cigarrillo en la cajetilla que escondía en mi bolsillo trasero, necesito quitarme este deseo, correr tras de ella, volver a besarla y follarmela en el pasillo si era necesaria ¡Demonios necesito sacarme a esa catástrofe de mi cabeza! Me gritó internamente,
Despierto con el corazón acelerado y solo tuve que respirar para que me azotara la cruel realidad de la soledad. Puse mis manos por dentro de mis piernas volviendo a posición fetal, recordar aquel sueño de cuando la besé por primera vez, en el sótano de la escuela después de jugarle una broma, me hizo soltar una risa seca carente de felicidad.
Fue algo estupido pero no tuve algo mejor que hacer que meterme en su loquer y ponerle gas pimienta, después de cometer el delito puse una nota que ella dejar la muy en claro mi indirecta directa de que había sido yo, no sé cómo llegó hasta el sótano, pero lo que sí sé es qué lo único que necesitaba ese día era ver su diminuto cuerpo pelear con la puerta de hierro porque no tenía fuerzas para abrirla, me levanté del escalón y le abrí la puerta para escucharla sermonearme y decirme lo imbécil e irresponsable que era, por alguna extraña razón la palabra imbécil a mi persona se escuchaba muy inocente y sensual de sus labios.
Sin importarme el frío que emanaba de la ventana del hospital me quede en la misma posición.
Lloré amargamente porque no tenía ni la más mínima gana de hacer otra cosa más.
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