•09 | Antes de despertar.
El invierno siempre ha sido la época preferida de Jungkook, debido a que uno de los acontecimientos más importantes para él, daba cabida por estas fechas heladas del año. Específicamente hablando del día 30 de diciembre, que es cuando cierta persona especial, hace festejo de su nacimiento.
24 años atrás, un día donde la segunda nevada más grande del mes cayó, Kim Taehyung nació entre adoloridos momentos de su madre y preocupación de su padre; completamente rosado, y todavía unido a la persona que lo mantuvo desarrollándose, chilló para dar su existencia a un ambiente hostil que no lo hacía sentir como en los últimos nueve meses.
Justo ahora ya es un hombre, uno hermoso con un gran corazón que sufre y anhela cosas que... Podría nunca tener.
Jungkook se siente abrumado de una manera desconcertante, es primera vez en muchos años que no está con él para el día de su cumpleaños... Es que ni siquiera recuerda en qué momento ellos se hicieron amigos de pequeños. Mirando atrás en sus memorias, ya Taehyung estaba allí desde que comenzó a comprender las cosas de las vidas, cuando deseaba ser rebelde y jugar con barro, cuando quiso ingresar a la piscina sin salvavidas, cuando robaban galletas de su madre que recién había horneado. Desde siempre, y no tenerlo, es como no tener nada.
Han pasado nueve meses desde que no se dirigen una palabra, pero ni un solo día que no ocupe sus pensamientos. El querer que siente Jungkook por Taehyung, está allí, tan inmenso y desbordante que lo asfixia con cada minuto que no lo ve o sabe cómo está. De seguro está triste, muy triste, recordando que para esta fecha de hace un año, un ridículo azabache había regalado una canción que torpemente hablaba del día que casi se mueren juntos en esa montaña rusa que perdió el control.
Sonríe triste, mirando la tarjeta blanca con borde en dorados que mantiene una invitación hacia la que sería su boda dentro de apenas un mes.
¿En serio se va a casar?
Es que ni siquiera puede creerlo, ¿Cómo fue que llegó a esto tan apresuradamente? Aunque a veces no lo entienda, o no quiera aceptarlo, la precipitada propuesta de matrimonio surgió ante el miedo de seguir lastimando a Taehyung. No quiere que su amigo guarde algún tipo de esperanza hacía él, no lo quiere de ese modo. Pero ahora que no lo tiene, cree que podría aceptar quedarse bajo sus términos, sólo para poder seguir a su lado. ¿No es eso destructivo? El prácticamente obligarse a ceder ante un gusto carnal que su naturaleza no acepta, por simplemente tenerlo cerca, es... Enfermo, tóxico. No quiere esos sentimiento, no quiere llegar a un punto donde odie a Taehyung por sentirse coaccionado a corresponder a algo que no puede.
Y no se trata de que odie su sexualidad, algo en el fondo le decía que su amigo era homosexual desde que tenía memoria, pero algo como eso no podría significar nada ante el sentir de hermandad que ambos promulgaban tan libremente sin esfuerzo alguno. Quizás, y solo quizás, se odie a sí mismo por no poder ver en un ser tan maravilloso como Kim Taehyung, el amor, necesidad física o placer, que encuentra en EunSang.
Realmente, puede ser que esté odiando demasiado no poder cambiar de dirección sus gustos.
—¿Jungkook?—llama su madre con cautela, alejándose unos cuantos pasos de las demás personas que en esa noche comparten una cena de fin de año adelantada—. ¿Te sientes mejor, cariño? EunSang está un poco inquieta en la mesa, me pidió diligentemente que averiguara tu estado.
El azabache ni siquiera se preocupa en dirigir su mirada hacia la mujer, ya que no quiere encontrarse con sus ojos ardiendo en dudas por la ausencia de una persona que nunca falta, menos, al ser este un día tan especial.
—Estoy bien—susurra, fijándose en el descender de los copos de nieve descender. ¿Hoy va a nevar tan fuerte como aquel día?—. Solo necesitaba un poco de espacio, todas esas personas me hicieron sentir abrumado...
—Todas esas personas ahora serán parte de tu familia, Jungkook — recuerda.
Su madre se acerca, haciendo sonar sus zapatos altos en el suelo de madera con cuidado de no perturbar los delicados nervios que Jungkook ha mantenido desde que... Bueno, desde que Taehyung ya no ha vuelto a visitar. La curiosidad de saber qué ocurrió con ellos, vuelve hacer aparición.
—Hijo, sé que eres un hombre que está a nada de retirar su título universitario en su acto de grado, y a tan solo 5 semanas de su matrimonio, pero me sigue preocupando que te veas tan... Mal. ¿Es esto sobre Taehyung?
¿Qué si es sobre Taehyung? ¡Claro que lo es! Todo es su vida, absolutamente todo en su vida, ha sido sobre él; sus momentos más felices, sus instantes más tristes, la emoción, la rabia, las peleas... Todo es sobre ese condenado chico de ojos demasiados brillantes para pertenecer a un simple humano. Él tiene la dicha de escribir arte, de ser arte, de respirar y volver arte cualquier cosa. ¿Pero por qué no lo puede hacer sentir como arte? Es que... No lo merece. No merece que alguien como su Taehyung lo ame.
Sus ojitos negros se van llenando de lágrimas al sentir el tirón de su garganta cada vez más fuerte. No puede hablar, no quiere hablar. Solo quiere correr bajo los centímetros de nieve y dirigirse hacia la persona que tiene parte de su corazón para morir entre sus brazos, en su calor.
La mano huesuda de su madre se posa en su espalda, dando aliento ante la aflicción visible que la hace congestionarse rápidamente de sentimientos.
—Sé que lo que sea que haya pasado entre ustedes, concluirá. Ustedes son muchos más que amigos, hijo. Ustedes son familia, y la familia, tarde o temprano regresa a casa.
Entonces Jungkook solloza, recordando que su padre es parte de su familia y, no lo ha hecho, posiblemente nunca lo haga.
Sin deseos verdaderos de que su madre crea que es un niño, va contra ella para poder abrazarla y así poder llorar. Su madre huele a casa, Taehyung... Huele a vida. Una vida que Jungkook no puede seguir estropeando con sentimientos llenos de amistad. No lo puede seguir lastimando.
—Ya pequeño. Ya. Si tanto dolor sientes... No lo dejes ir, no dejes que se vaya de tu lado. Soluciona lo que sea está pasando, para que de ese modo puedas mirar el futuro con otros ojos, unos sin arrepentimientos.
—L-Lo extraño... ¡Lo extraño tanto!—solloza, teniendo que sentarse en un mueble cercano con la mujer, o ambos terminarían en el piso helado. Jungkook siempre ha sido una persona expresiva que no le importa demasiado lo que los otros digan de él, por eso, llorar no significa para ser débil, solo estar triste, demasiado triste—. Pero no puedo ir a donde él... Q-Quiero, mamá. Quiero corresponder, anhelo hacerlo... Pero no me nace. ¿Qué haré con el resto de mi vida sin Taehyung? ¿Qué podría ser de mí, un pobre miserable que ni siquiera puede controlar sus sentimientos?
—No es tu culpa, Jungkook. No sé qué sucede, pero puedo jurarte que ninguno de los dos tiene la culpa.
«No poseen responsabilidad de dirigirse a caminos diferentes, de anhelar amar cosas o personas distintas. La vida en sí, suele ser caprichosa; como un juego de niños... Como el juego divertido de un niño pequeño de ojos saltones con su globo amarillo. »
»❀«
El frío de invierno está latente en el ambiente, en las calles solitarias y días toldados que pareciese decir que la nieve caerá en cualquier momento inesperado. Pero Taehyung aun sabiendo que falta todavía demasiado para la primavera, desea con furor que aquellos días del nacimiento de las flores de cerezo llegue, brillen y anuncien que a pesar de sentir que nada será como siempre, todo seguirá su curso. Quizás lo que más le duele es el hecho de no poder tener la dicha de ver su época más preciada, las calles llenas de transeúntes, los árboles vestidos con su elegante traje, ferias, risas, amor de jóvenes.
Lindas historias de amor naciendo, tristes historias sin amor terminando.
Hoy una parte de su historia termina, quizás la más sincera y difícil por la cual ha tenido que transitar. Su acto de grado posiblemente esté concluyendo justo ahora, aquella etapa que lo haría finalmente un adulto con un título lleno de honores, ha acabado, y él, no pudo ni siquiera terminar de bajar las escaleras de su casa. Quizás la vista que da para cualquier persona sea lamentable, vestido con su toga y el birrete en sus manos, con algo de maquillaje que su mamá insinuó que debía utilizar al ser una fecha especial, con su cabello rubio en rulos, y un poco de bálsamo en sus labios rosados. Lindo. Listo. Listo para fingir delante de muchas personas que está feliz.
Él no está feliz, tampoco está triste. Solo está y ya. No hay ninguna emoción verdadera actualmente, no hay una sensación dolorosa; simplemente no hay nada. Y esto lo hizo que se quedara de pie frente la casa sin poder moverse, decidiendo que no valía la pena ir a un lugar lleno de gente emocionada que consumiría ferozmente de su energía vital, la poca que le queda albergada.
Sus padres lo esperarían allá, alegando que debían "Formalizar" Algunas charlas con personas importantes que tenían a sus hijos graduándose allí. Le dio asco, repulsión, el ver como se iban de los brazos simulando que su relación seguía siendo estable como ninguna, cuando su padre tenía más de cinco meses que no pisaba esa casa o mostraba verdadero interés en saber de ellos. Da igual justo ahora, ya no le interesa demasiado lo que ellos hagan; son unos adultos que nacieron para ser buenos, no felices.
Taehyung sonríe cortamente recordando aquellas palabras que Jungkook siempre había soltado en su crecimiento, asegurando que jamás se dejaría guiar por aquella regla inaudita. Su lindo Jungkook, su amigo, su amor, su estrella del norte, su extenso cielo oscuro.
El azabache le ha enseñado que si una persona que amas no es feliz a tu lado, entonces lo más sensato que podrías hacer, es dejarla ir para que sea feliz de la manera en que desee. Y eso justamente es lo que Taehyung prometió hacer desde que tuvo la invitación de la boda entre sus manos, por eso, aquella beca que solicitó meses atrás y que por fin dio respuesta positiva, es su mejor salida para poner algo más que kilómetros de tierra como distancia, pondría mares, océanos.
Está bien de ese modo, está bien el intentar superar a pesar de que las fuerzas falten dramáticamente a veces. Está bien que duela.
—No fuiste a tu graduación—la voz de su padre brota suave, a unos dos metros de distancia. Taehyung desvía finalmente los ojos de su birrete negro, para encontrarse con los cálidos que casi nunca han estado para él como un verdadero apoyo. Se alza de hombros quitando importancia—. Tu madre fue a beber a un bar de camino aquí, alegando que debía botar primero la frustración de no poder ver a su único hijo retirando su título universitario. Creo que tenía verdadera ilusión.
—Seguro le frustra más el hecho de que tú sí podrás ver a tus otros hijos retirando sus certificados de la escuela, y ella no—responde bajo, llevando su mirada a los zapatos pulcros que su padre pulió para él como una tradición extraña de su familia. Recuerda que los últimos zapatos que su abuelo pulió, fueron los de NamJoon... Zapatos que nunca utilizó; porque decidió suicidarse antes de su graduación. Tres días antes—. Se le pasará, cuando su nuevo novio le invite a comer, minimizará las cosas. No hay de qué preocuparse. Tampoco tienes que quedarte
—Sigue siendo el día de tu graduación—insinúa el hombre, sentándose a su lado en las escaleras. Taehyung no le da verdadera importancia—. Podemos ir a comer como teníamos pensado.
—No quiero ir a esos lugares estirados, papá. No me interesa.
—Pensaba en algo más privado—farfulla nerviosamente. Al menos, de esa forma parece verlo el rubio—. Los niños te quieren ver otra vez desde hace ya varios días... Y... Pues...
—¿Quieres que vaya a comer con ellos?—pregunta suave, no queriendo hacerse verdaderas ilusiones de aquella propuesta.
Aunque sabe que su padre lo hace por los niños y no porque él realmente lo desee, no importa, sus hermanitos son realmente una dulzura que no merece el rechazo de ninguno. Incluso la mujer de su padre pudo identificarla como una buena persona aquellas dos veces que la ha podido ver. Ellos hacen feliz a su papá, realmente nada más importa que eso
—Solo si quieres.
—Creo que estaría bien. Igual, quizás no vuelva a ver a los niños...
—Que te vayas a Canadá no quiere decir que no los vayas a volver a ver, ellos estarán aquí para cuando decidas regresar—asegura el hombre con convicción, no queriendo mencionar que si se lo permitía, podría irlo a visitar cuando quisiese—. Porque... Supongo que vas a regresar algún día, ¿Verdad?
No, no planeo hacerlo nunca.
—Puede que algún día lo haga—prefiere decir, colocándose de pie para señalar el auto del hombre que está estacionado un par de casas más adelante—. Yo también quiero ver a los niños, papá. Es mejor que vayamos rápido.
—Claro, claro. Vamos con calma, eh. Ya estoy un poco anciano y no tengo la misma energía que tienes tú para ir con tanto apuro por la vida—comenta el hombre en medio de una risa, contagiando a su hijo que es mucho más alto que él. El camino hacia el auto no es demasiado largo, así que antes de percatarse, ambos ya están colocando sus respectivos cinturones de seguridad—. Tae...—llama el hombre antes de iniciar movimiento, con sus manos apretando el volante de cuero negro. Los copos de nieve comienzan a chocar contra el parabrisas—. Jungkook... Él preguntó por ti hoy, hijo. Tomamos una foto, ¿Quieres verla?—pregunta cauteloso.
El rubio presiona el birrete contra sus piernas, recordando que lleva poco más de dos meses que no lo ve en absoluto. Cierra los ojos lentamente con claras intenciones de negarse a verlo, pero deseando como un demente el poder verlo con una toga negra... Así como siempre anhelaron verse el uno al otro. Estira su mano temblorosa antes de arrepentirse, haciendo que su padre logre dejar el teléfono ya con la foto en la pantalla.
Al sus ojitos mirarlo a través del dispositivo móvil, inevitablemente se llenan de gotitas saladas. Lo agridulce del momento le hace reír brevemente de felicidad y tristeza, eso es lo que le llena las venas apenas puede mirar ese cabello azabache desordenado, esos ojos oscuros, esa piel. Es tan hermoso vistiendo su toga junto con su birrete. La expresión viva de felicidad abarca su rostro, sus facciones que han cambiado tan bruscamente desde que tan solo era un adolescente, ahora son las de un hombre completamente listo para comenzar los senderos realmente difíciles de la vida.
Pronto será un hombre casado.
Posiblemente sea padre más temprano que tarde; algo le dice a Taehyung que se verá surrealista con un bebé en sus brazos, con lágrimas en sus orbes negros y aquellas arrugas bajo sus párpados. Será el mejor padre del mundo, de ello seguro.
—Él dijo algo—dice su padre después de un rato, cuando se detienen en un semáforo y ya los pequeños sollozos ahogados de parte de su hijo en el puesto de copiloto, no son tan perceptibles. Todavía ve la foto con anhelo—Dijo que tus palabras fueron arrulladas por el viento hasta sus oídos; haciéndole lamentar que el hilo que los unía se soltara antes de poder escucharlas de tu propios labios... O algo así, quizás fue algo más poético. Lo siento.
«Y aunque estés lo suficientemente lejos de mí, tu recuerdo vivirá de manera clara en mis sueños. En mi imaginación. Antes de despertar una vez más, quisiera tener la dicha de poder susurrar palabras llenas de amor, amistad, fuerza; porque el amor que profese por ti años atrás, no podría tener una única forma de expresión. »
»❀«
♫ No puedo decir cuándo el viaje terminará, pero sé dónde comenzar.
Podría ser una especie de mal augurio que nuevamente este en esta situación de escuchar esa misma canción que le desgarró de adolescente, pero ahora está seguro que cada vez que la escuche, algo más dentro de él se romperá inevitablemente. Quiere decirle al taxista que apague la radio, que coloque rock o música pop, cualquier cosa; pero que no deje sonar ni un poco más aquellas palabras que solo lo rompen ante la ansiedad delirante de lo que está a punto de hacer.
Es hoy.
El día de aquella boda, el día de su vuelo hacia Canadá, es hoy. Hoy es el final de la historia triste, trágicas, de amor sin final feliz, de amor con un final feliz que deseó tener junto a él, pero que nunca sucederá; porque no en todas las historias el protagonista se puede quedar con el chico lindo, carismático, cariñoso del cual se enamora. No en todas, existe un final esperado.
♫ Me dices que soy demasiado joven para entender, dicen que estoy atrapado en un sueño.
Ha practicado un monto de diálogos que caerían en lo ridículo. Sin embargo, justo cuando su destino se acerca, olvida completamente. Una vez el taxi se detiene frente la amplia vivienda de lujo que es adornada por peonías rosadas de gran deslumbrar, su garganta se cierra, sus ojos brillan intensamente y las ganas de huir nacen. Pero sin intención de retractarse, toma la bolsita blanca que conserva un presente para los novios, y otro directamente para Jungkook.
Entrega la invitación a una de las personas encargadas de llevar la organización, constatando que efectivamente está en la lista de invitados. Luego de una cordial bienvenida, le explica que la ceremonia se llevará a cabo en el jardín del complejo dentro de aproximadamente 45 minutos, y que antes de pasar a su lugar asignado, puede comer algunos aperitivos de la recepción en la cual diversas personas esperan pacientemente.
Sin saber qué más hacer una vez allí con el corazón martillando en sus costillas, se queda estático en una pared cercana intentando regular su respiración que se ha salido de control solo un poco. Las personas alrededor no las conoce, asumiendo que muy posiblemente sean familiares o amigos directos de EunSang. Dios, quiere irse. Quiere dar media vuelta e irse al infierno. Quiere subir al maldito avión sin decir nada más... Pero no puede. No si realmente quiere cerrar, concluir.
♫ La vida se me pasará si no abro los ojos.
—¡Taehyung querido!—el llamado hace que diversas personas lo volteen a ver con curiosidad, para seguidamente observar a la mamá del novio casi corriendo con sus tacones altos hacia el chico rubio que parece estar a punto de colapsar. Antes de poder siquiera reaccionar, la mujer pelinegra lo abraza con efusividad, riendo un par de veces de alegría auténtica—. Sabía que ibas a venir, lo sabía, maldición. Por eso les dije a los organizadores que me avisaran si entrabas... Joder, hijo. Jungkook se pondrá tan feliz.
Cuenta ella con alegría, no dándole ni siquiera un respiro para poder calmarse. La mujer mayor de lindo vestido púrpura, lo comienza a jalar hacia un pasillo menos transitado contándole que Jungkook decidió no escoger ningún padrino ya que no contaba actualmente con el único amigo de su vida, así que lo dejó todo en manos de su futura esposa. Taehyung no sabría si sentirse mal o bien con aquellas palabras atropelladas que la mamá de su amigo suelta casi seguidamente llena de euforia.
—Taehyung, por favor. Está que pierde los nervios allá dentro, sé que si alguien puede controlarlo ese eres tú—pide ella, esperanzadoramente antes de abrir la puerta. Una vez lo hace, Taehyung mira a un azabache sentado dándole la espalda a la puerta con la cabeza hundida entre sus manos. Desde allí puede oír el golpeteo de su zapato contra el suelo—. Jungkook, querido. Alguien desea verte.
—Mamá no quiero ver a nadie, solo quiero un momento a solas. Quiero analizar una situación.
—Yo creo que deberías de pensarlo mejor—dice ella con una vocecilla feliz, lanzando a Taehyung dentro de la habitación y cerrando seguidamente la puerta.
Jungkook gruñe frustrado, levantándose de su sitio para poder pedir lo más amable posible que lo dejaran solo. No obstante, su petición queda en la punta de la lengua al girarse y mirar de quién se trata.
♫ Así que despiértame cuando todo haya terminado, cuando sea más sabio y viejo.
—T-Tae—farfulla descompuesto con el rostro más pálido antes visto.
El rubio a pesar de haberse quedado completamente estático, permite que su mirada descienda por el chico, para grabar en su memoria aquel traje negro con una corbata gris que parece recién sacada de algún contenedor de plata líquida. Su cabello fijado a los lados, despejando lo bonita de su frente. Siempre le gustó su frente, quizás debió decirle que la despejara más seguido. Y aquellos ojos, cristalinos, casi dejando en evidencia la angustia de verlo allí.
—Dios... R-Realmente estás aquí.
—Yo... Esto—eleva la bolsa blanca sin dejar de temblar, desviando su atención al suelo. ¿Por qué se le dificulta tanto hablar? Vamos, debes hacer un esfuerzo—. Es para ustedes. Aunque hay algo que es específicamente para ti, nada especial—aclara, apartando nerviosamente el cabello rubio de su visión.
Sus piernas comienzan a temblar al distinguir que el azabache se va acercando sigilosamente hasta tenerlo a menos de medio metro. No debería de oler tan bien.
—Tae... Tae—lo abraza con un vigor que parece querer robarle el aliento, y es que así lo hace, le arrebata todo el aire que sus pulmones mantenía atorado desde que ocupó lugar en la elegante habitación. Le roba la energía, las lágrimas, los sueños... La vida. No es justo, Jungkook no es justo—. Maldición Taehyung, Estás aquí—farfulla torpe, su voz rompiéndose progresivamente.
Se separa lo suficiente para tener de cerca el rostro del rubio que parece cada vez más joven de lo que recuerda era, su nariz tan empinada, sus labios carnosos, sus ojos espléndidos, tan brillosos, tan hermosos. Su cabello tiene más ondas en las puntas, puede que esté más delgado o solo su cintura mucho más estrecha de lo que recuerda haberla sentido. Quiere dar saltos emocionados, gritar eufórico, llorar... Quiere... Pedirle que se quede, aunque sabe que no ha venido a quedarse.
Nunca más lo hará.
—S-Soy yo, Jungkookie—dice bajo, respirando entrecortadamente.
Con demasiada sutileza, libera su cuerpo del agarre emocionado del otro para poder sonreírle suavemente con timidez. Jungkook sigue siendo aquel chiquillo demasiado deslumbrante que llena de alegría todo lo que puede llenar de alegría. Hermoso, hermoso, hermoso.
—¿Quiere algo de comer, tomar? ¿Quiere tomar asiento? ¿Quiere algo? Puedo ofrecerte lo que quieras, dime, yo lo buscaré—interrumpe apresuradamente, casi como si hubiese ingerido demasiada azúcar. Más sus ojos negros son empañados de lágrimas por la mirada llena de tristeza que Taehyung le dirige, sin poder decir nada más—. Por favor... P-Por favor, solo un rato más.
—Debo irme, Kookie.
♫ Traté de llevar el peso del mundo, pero solo tengo dos manos.
—Por favor—suplica, sentándose sin fuerzas en el brazo de uno de los sofás más inmediatos y trayendo consigo el delgado cuerpo de Taehyung para abrazarlo con fuerza—. Por favor... N-No me dejes—solloza, rompiendo lo que queda de fortaleza en Taehyung. Los dedos del mayor van hasta los mechones oscuros de Jungkook, masajeando su cuero cabelludo sin interesar que lo despeine en el acto—Tae... N-No quiero, no sin ti.
—Todo estará bien, Kookie—asegura, rompiendo el contacto para poder acuclillarse a su altura, obligando que mire sus ojos cristalinos.
Jungkook llora sin dejar de negar, no queriendo perderlo, no queriendo que se vaya como sabe hará cuando coloque un pie fuera de la habitación. Sabe que es el final. Por eso estaba así de alterado hace tan solo minutos atrás, porque estaba a nada de dejar todo para ir corriendo hasta el aeropuerto e impedir egoístamente que subiera a ese avión, prometiéndole un futuro, ese futuro, no inmediatamente, pero pidiéndole tiempo para poder asimilar que lo amará de una forma corporal también en algún momento.
—Shh... No llores, pequeño bebé. No llores.
—Te amo, Tae. Te amo... Te amo... Por favor, no te vayas. D-Déjame intentarlo... Y-Yo podría...-
—No sigas, Kookie—cubre sus delgados labios enrojecidos con uno de sus dedos, haciéndolo callar al instante. El azabache gimotea más fuerte, aferrándose sin darse cuenta de la camisa azul que ocupa el mayor—. Sé que me amas, pero también sé que nunca podrás hacerlo de esa manera. Forzarte a sentir, no está bien. No lo quiero así. ¿Lo sabes, verdad? La quieres a ella, la deseas a ella. Yo solo fui... Tu mejor amigo con una porción muy grande de enfermiza necesidad.
♫ Desearía poder permanecer por siempre así de joven. Sin miedo a cerrar mis ojos.
—Tae... M-Me estoy muriendo—confiesa, dejando que sus brazos caigan a un lado, totalmente vencido. El azabache es un desastre de lágrimas, sus ojitos ya están hinchados, el poco maquillaje que se dejó aplicar simplemente ha desaparecido, al igual que las ganas de salir de esa habitación para poder seguir con el futuro que se supone debería tomar.
Taehyung se levanta de su lugar, para ocupar un espacio en la mesita de café que está justo al frente de Jungkook. Sin pronunciar palabra, le pide que se siente correctamente para poder arreglar lo mejor que pueda su cabello que ya parece una maraña imposible de domar, como casi siempre era al levantarse de dormir. El rubio no llora, sigue temblando, pero no llora. Nunca podría ser débil nuevamente delante del deslumbrante azabache, si este necesita es fortaleza.
—Estoy siendo bueno, Tae. Quiere decir que no seré feliz—dice perdido unos cuantos minutos después que su amigo comienza a peinarlo con sus dedos. La atención del mayor se fragmenta por lo ausente que se nota el chico, por lo lamente que parece sentirse—. Si salgo allá, no seré completamente feliz.
—Si sales allá, al menos lo intentaras—asegura bajo, acariciando sutilmente una de sus mejillas. Con una casi imperceptible sonrisa, prepara su garganta para lo único que ha venido a decir aquí. El principio será el fin—. Jungkook... Me iré, posiblemente nunca regrese—fija sus ojos chispeantes de sinceridad a los húmedos del chico que parece no tener fortaleza para aferrarse más a él—. Mis palabras que fueron arrulladas por el viento a tus oídos; haciéndote lamentar que el hilo que nos unía se soltara antes de poder escucharlas de mis propios labios, hoy, casi un años después de pronunciarlas a la nada, te las digo en el preludio de un último adiós, que asemeja un nuevo inicio. Antes de despertar de este sueño incansable de años, quiero que sepas que te amé con vehemencia, que te amo con indulgencia y te amaré con el alma; porque mi corazón lo ocupas tú desde que hace 10 años descubrí lo que amar a otra persona diferente a mí, significa.
♫ Así que despiértame cuando todo haya terminado.
—Yo también te amo, Taehyung—susurra el azabache, acercándose a él hasta entrelazar sus respiraciones—. A-Antes de despertar, yo necesito que sepas que si no es en esta vida... Juro que será en la siguiente. Lo juro. Mírame—toma delicadamente el rostro de su amigo por las mejillas, notando lo lloroso en sus hermosos ojos—. Te encontraré, y si poseemos el mismo cuerpo, el mismo sexo. Te amaré igualmente, te amaré. Lo haré, lo juro.
—E-Es un juramento—farfulla agónicamente, no soportando más las ganas de llorar. Sus frentes se pegan ligeramente, y el calor de los labios de Jungkook se posa sobre una de sus mejillas con demasiado cuidado—. Ahora... Déjame ir...
—Te amo, Tae. Te amo... ¡Maldición!—chilla frustrado, yendo contra el sillón cuando el rubio se escapa de sus manos para salir corriendo prácticamente de la habitación.
Taehyung implora a todos los dioses existentes que le dieran una larga y fructuosa vida llena de amor a Jungkook, donde solo hubiera lugar para la felicidad en ese nuevo camino que emprendería junto con EunSang. Un camino, completamente diferente al propio.
«Despertar, él realmente no quería despertar. Y contra todo pronóstico, no lo hizo. »
► Wake me up- avicii [Cover Fleurie]
-AlHanyG
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