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(01.) CAPÍTULO UNO:
Brielle Zabini se marchitó.
⭐️
" Catch you and keep you on ice, my love. "
( DOS DÍAS ANTES DE LA HUÍDA )
sábado, 11 de diciembre de 1993.
LE HABÍA TOMADO BASTANTE FUERZA DE VOLUNTAD SEPARARSE DE SUS AMIGOS, pero lo había logrado. Acababa de presentar su último examen del periodo, el correspondiente a Encantamientos con Flitwick. Podría asegurar que su nota no sería nada menos que un Supera las expectativas. A ese paso él no tendría problema alguno para sus TIMO, aunque quizás ya estuviera poniéndose algo arrogante.
La razón por la que se había separado de sus compañeros, después de tan esperado final de clases, era que tenía que mandarle una carta de urgencia a sus padres. Le habían notificado que por una complicación no podrían pasar por él a la estación de King's Cross y le preguntaban que si no resultaba demasiado inconveniente que él regresara a casa por sus propios medios. Cedric sabía que no se lo pedirían si no fuera completamente inevitable, y para él no era ningún problema, así que debía aliviar sus culpas de inmediato.
En su camino a la lechucería no paraba de embriagarse del ánimo de todos los estudiantes que ya daban comienzo a las vacaciones de invierno; terminando sus últimos deberes y dirigiéndose al Gran Salón para compartir la cena con sus amistades. La simple efervescencia compartida le hizo apresurar el paso, apresando su carta ya preparada en su mano izquierda.
Una vez alcanzando la torre deseada, comenzó a recorrer ágilmente la escalinata cubierta de nieve. Estaba prestando atención de más en no resbalar y caer, siendo agitado por la fría ventisca. No se había dado cuenta de que cargaba una sonrisa bobalicona hasta que ésta se borró de sus labios, ensombreciendo su expresión y congelándolo en su lugar. Tan solo un tramo de escaleras más arriba se encontraba una joven subiendo los peldaños con contenida furia, soltando desoladores sollozos que rompieron la burbuja de gozo en la que Cedric estaba existiendo.
Cedric debatió en su lugar unos momentos, tomado desprevenido. Había tan buena energía en todo el castillo, verdaderamente contagiosa, ¿qué podría estarle causando tal desgracia?
Con pasos tímidos terminó de recorrer su trayectoria hacia la lechucería, deteniéndose al filo de la entrada para no dar a conocer su presencia. Aún vacilante asomó su cabeza al interior del lugar, encontrándose a la única figura esperada. Por un momento no la había reconocido, pero ahora estaba más que seguro: era Brielle Zabini. Esto no hizo más que picar su inadmisible interés, por más descortés que podría resultar meterse demasiado en asuntos ajenos.
Había pasado un año casi a la fecha desde su primer y único encuentro significativo con la slytherin, aunque personalmente a Cedric le parecía que había pasado mucho más tiempo que eso. Todo lo que solía concebir de ella en ese entonces ahora resultaba estar completamente incorrecto. Empezando porque, después de todo, ese sí que había sido su primer y último partido de quidditch. A pesar de su rotundo début en el deporte escolar, cuando la muchacha había reanudado clases en enero su interés por la actividad se había esfumado. Eso no había sido lo único que había cambiado en ella. Cedric solía poder reconocerla en cualquier lugar por su vaporoso cabello rizado y su transmisible energía exaltante, además de su indudable belleza. Su resaltante presencia probablemente había sido la razón de que Cedric hubiera perdido tan desastrosamente en la partida que compartieron, la magnitud que ella generaba había acaparado toda su atención. Desafortunadamente, el caso ya no era el mismo. Ahora rondaba los pasillos del castillo con una apariencia melancólica, libre de cualquier emoción. Sus ojos examinaban sus alrededores de forma estricta y calculada, sin ningún rastro de interés detrás de ellos. El largo de su cabello que solía saltar en miles de resortes ahora era portado completamente lacio y apagado.
Lo que sea que hubiera pasado en el invierno de 1992, cambió a Brielle Zabini; la marchitó.
Aunque la slytherin ya no fuera iluminando cada habitación a su paso, ver la serie de lágrimas amargas surcar su rostro le partía el corazón al hufflepuff. Se sentía demasiado contrariado con la imagen frente a él: ella sosteniendo una carta con ambas manos tan fuertemente que el papel cedería en pedazos en cualquier momento, mientras seguía lamentándose desde el fondo de su corazón. Cedric se planteó hacer algo al respecto, pero sabía que era ridículo ponerse en su camino, así como lo era seguir observando desde su escondite. Decidió armarse de valor y continuar con su tarea.
Por más disimulada que hubiera querido hacer su entrada, el crujir de la nieve bajo sus pies al ponerse en movimiento lo delató. En cuánto Cedric se encontró cruzando el umbral de la lechucería, Brielle saltó a recuperar su postura: se giró a darle la espalda con recelo y a limpiarse las lágrimas bruscamente con el dorso de su mano. El hufflepuff hizo una mueca, arrepintiéndose de interrumpir, pero intentando terminar lo más rápido posible para concederle su privacidad nuevamente.
El par se movió en silencio, únicamente siendo acompañados por el tenue ulular de las lechuzas, uno que otro aleteo y el silbar del viento. El lugar no les otorgaba ningún tipo de refugio, pues continuaba estando verdaderamente frío y húmedo. Cedric había estado intentando atar su carta a la pata de una necia lechuza, cuando alcanzó a escuchar el rayoneo de una pluma contra el pergamino. Por el rabillo de su ojo alcanzó a ver a Brielle garabateando algo con suma concentración, empujando sus lágrimas con una serie de parpadeos rítmicos. El hufflepuff mostró una mueca y volvió a concentrarse en su labor hasta conseguir completarla con éxito. Una vez asignada con la nueva tarea, la lechuza soltó un par de picotazos antes de emprender el vuelo por una de las ventanillas que rodeaban la torre, pasando tan cerca de la joven ahí dentro que le terminó alborotando el cabello. Brielle se enderezó nuevamente con un deje de fastidio, alisando su cabello de regreso a su lugar con una mano. Lentamente permitió que sus ojos viajaran hacia el muchacho de pie a unos pasos de ella, dejando que sus miradas conectaran.
Cedric retuvo la respiración inconscientemente, sin poder apartar su observación del turbado semblante que la joven cargaba. Sus ojos cristalinos y enrojecidos exhibían una pena que lo desencajó temporalmente del presente. Era como estar viendo a una persona totalmente diferente, sin embargo, en ese momento, notó un ligero destello de reconocimiento en sus iris. Lo regresó en el tiempo a cuando estaban parados afuera de Honeydukes, despidiéndose. Ella mordisqueando alegremente una varita de regaliz con su capa sobre los hombros, adornada con un tono rojizo en su nariz y mejillas, que se le podría adjudicar tanto al frío como a su propio entusiasmo. El estómago le dio un vuelco.
En cuestión de segundos, Cedric ya se había dado la vuelta y había retomado un agitado camino con dirección al Gran Comedor, lejos de cualquier consternación que podría haber pisado en su pecho con el peso de mil gigantes. No se había dado cuenta de lo que hacía hasta estar considerablemente lejos, atormentado por lo que era inconcebible pensar:
¿Qué o quién había dañado tanto a Brielle Zabini y por qué lo haría?
(n/a) hola, hola.
gracias por leer, chiquinenes.
no olviden votar y comentar,
xq yo me alimento de sus votos y
comentarios. mi pan de cada día.
besos,
nia.
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