Ni un minuto sin ti
DISCLAIMER: Los personajes y lugares le pertenecen a Akira Toriyama. Este fanfic va dedicado con mucho cariño para Sue.
[...]
El silencio más incómodo de sus vidas llenó el bosque que dejaban atrás. Bañados por las últimas luces del segundo sol de Vejita, Bardock y Sue contemplaron el ocaso sin mucho ánimo y la distancia entre ellos no solo delató su gran agotamiento, sino el preludio de lo que nunca creyeron experimentar tan pronto: una pelea de pareja.
La joven terrícola avanzó cabizbaja y apenas miraba de reojo al saiyajin, presa de sus emociones revueltas; su mente repasó los últimos acontecimientos que sucedieron esa tarde y recordó la valentía con la que Bardock la había defendido de aquella bestia, así como la charla en la que sus propios camaradas de expedición revelaron su verdadera naturaleza sanguinaria.
Sue apretó la mandíbula, tratando de contener su llanto. ¿Con qué clase de hombre había convivido tanto tiempo? ¿Por qué un destructor de mundos la había salvado de morir? ¿Qué ganaba protegiéndola de un destino inevitable? ¿A qué terrible contradicción debía enfrentarse ahora?
─¡Argh! ─una piedra la hizo trastabillar, pero su agudeza la ayudó a no perder el equilibrio, así como una mano que la sujetaba del brazo derecho.
─¿Estás bien? ─fue lo primero que mencionó Bardock, después de casi media hora de mutismo entre ambos.
─Sí ─respondió a secas y le quitó el brazo─. No te preocupes.
─Sue...
─Dije que estoy bien.
Al oírla tan firme, el capitán de clase baja dejó de insistir y bajó su mano con tristeza. Sue jamás había actuado tan estoica con él y ahora que tenía todas las razones para hacerlo, le costaba asimilar su completo rechazo. Haciendo una mueca de dolor, ignoró el ardor de sus heridas y se preguntó una vez más si no había cometido un error al traerla a su planeta, perfectamente consciente de lo difícil que era empatizar con razas más débiles y sentimentales.
Como todas las veces que reflexionaba al respecto, Bardock evocó las memorias de su última expedición a la Tierra y en especial, el día que fue rescatado por ella en las montañas. Juraba que el aroma de su cuerpo seguía igual de presente y aquello solo intensificó su pesar: la idea de perderla por algo que él mismo causó empezó a trastornarlo. En su mente, maldijo la poca discreción de sus compañeros de batalla; pero al mismo tiempo, agradeció que tuvieran las agallas para revelar su pasado, uno del que ya no quería alardear.
Así pasó el tiempo y al anochecer, la parejallegó a la casa del saiyajin. Sue se paró en el umbral de la entrada,debatiéndose entre acompañarlo o dormir en alguna otra parte... sin embargo, dejósu orgullo de lado cuando vio a Bardock tambalear y no dudó en asistirlo.
─No tienes que hacer esto... ─se resistió a dejarse ayudar.
─Cállate y coopera, ¿quieres? ─la muchacha abrió la puerta con dificultad y pese a su talla pequeña, lo llevó hasta su sillón destartalado, donde se tumbó el saiyajin─ ¡Hecho! No te muevas, por favor...
─¿A dónde podría ir? Mierda... ─trató de no flexionar su brazo lastimado.
─Contigo nunca se sabe ─Sue destiló ironía en sus palabras, mientras buscaba algunas cosas en el baño─. ¿Tienes medicinas?
─¿Bromeas? ─Bardock oyó el sonido de una tela siendo rasgada─ Con lavarme será suficiente.
─Tienes muchas espinas clavadas ─luego de un minuto, regresó con un recipiente de agua, un cuchillo, una pinza y varios paños─. Si no hacemos algo, las heridas se infectarán.
─He estado en peores situaciones ─la vio sentarse a su lado y solo levantó su brazo izquierdo, por pedido de la chica.
─Cielos... ─Sue no pudo evitar preocuparse, afligida por la situación que originó sus magulladuras, y cerró sus ojos─ va a doler bastante, Bardock.
Con una sonrisa a medias, el saiyajin aceptó dejarse curar y esquivó la mirada justo antes de que su mujer procediera a limpiar su brazo. Cada espina extraída se intercalaba con una palabra de perdón, hasta que la misma Sue se agotó de tanta cortesía y continuó su labor en silencio: por lo que pudo observar, notó que varias púas se hundieron por debajo de la piel y se armó de valor para hacerle pequeños cortes con el cuchillo, sacando las astillas enganchadas más allá de la dermis.
A falta de anestesia, Bardock hizo un gran esfuerzo por no quejarse, apenas saltando cuando las espinas rozaban algún nervio, y buscó cualquier objeto en el que pudiera enfocarse; sin embargo, su mirada casi siempre viajaba a un mismo destino y fue así como se percató del llanto discreto de Sue.
─¿Cómo va? ─rehuyó la mirada por enésima vez.
─Ya no tienes más púas en el brazo, pero falta quitarte las de arriba ─limpió su rostro con el dorso de la mano─. ¿Puedes moverte un poco?
─¿Así? ─giró en el sillón, con dificultad.
─Sí. Eh, ¿crees que...? ─el panorama de su espalda la sonrojó bastante y trató de recordar su discusión para evitar cualquier arrebato romántico─ Bueno, debes sacarte la armadura...
─¿Solo para limpiarme el cuello? ─le habló con cierta picardía, hasta que una nueva punzada frenó sus pensamientos, en el momento que Sue alzó su traje con brusquedad─ ¡Oye, oye, basta! Ya entendí, me lo quitaré...
─¡Mucho mejor! ─lavó sus manos en el recipiente y después de verlo desnudarse de la cintura para arriba, se acercó más a él, casi rozando su pecho contra su espalda─ Ahora sí, quédate quieto. Esta área es muy delicada.
─Para estar enojada conmigo, me cuidas demasiado ─bromeó; mas tuvo que retractarse por el largo silencio de la terrícola─. Está bien, no dije nada...
─Intenta no distraerme ─fingió seriedad y aprovechó que Bardock no la miraba para ocultar su inevitable sonrisa, en tanto sacó las últimas siete espinas incrustadas muy cerca de su zona cervical.
Sue exhaló satisfecha de su labor y como parte final, humedeció uno de los paños para limpiar las heridas. Con mucho cuidado, exprimió la tela sobre su cuello y derramó varias gotas que se deslizaron a lo largo de su columna, provocando una sensación indescriptible en ambos.
Lo que para ella representó una imagen asociada al sudor del saiyajin, para Bardock simbolizó algo mucho más potente: de forma involuntaria, recordó la primera vez que se bañaron juntos en un lago, donde Sue le pidió que rociara agua en su espalda; los detalles de aquel día todavía se conservaban frescos en su memoria y conforme cerraba sus ojos, repasó el viaje de cada gota por sus caderas y más allá de sus hombros. Cuando el agua mojó la base de su cola, Bardock retornó a la realidad y emitió un leve jadeo; avergonzado, cubrió su entrepierna por precaución, sin imaginar que la muchacha se sentía tanto o más confundida que él.
─No creo que necesites vendaje en el cuello ─Sue dejó los demás paños sobre el sillón y se levantó para recoger las cosas─. Cúbrete el brazo, por favor.
─Claro, está bien ─asintió, aliviado de que se alejara en el estado que ahora se hallaba─. ¿Qué hay de ti, Sue?
─¿Yo? ─volteó, intrigada.
─Sí ─contestó, sin dirigirle la mirada─. También estás herida.
─C-cierto ─recién se percató de algunos raspones en su mejilla y brazos, producto de su forcejeo con el gigantesco roedor espinoso del bosque─. No compares, tú quedaste peor.
─¿Gracias? ─ahogó su risa.
─Ya te dije que no te preocuparas por mí ─arrugó el ceño, sepultando todo intento de conciliación─. Me ocuparé de mis propias lesiones y tú debes descansar. Apuesto a que el rey Vegeta te convocará muy pronto.
─No lo creo. Su nuevo proyecto lo tiene muy... ─al mencionar las purgas de exterminio, se calló de repente, más que incómodo por el tema que los hizo discutir─ ya entiendes.
Sue no respondió más que con el asentir de su cabeza y fue a guardar todo lo que había usado, ignorando que Bardock la había seguido, observándola a poca distancia. Se reprochó por haber tocado el asunto y con mucha cautela, cruzó la puerta del baño para disculparse; en ese rato, la joven sintió la cola de su amado aferrarse a su cintura, al mismo tiempo que sus brazos la aprisionaron contra él. El silencio los envolvió nuevamente y Sue suspiró contra su voluntad.
─Sue... ─Bardock pronunció su nombre, a falta de un discurso que lo salvara de la situación, y olfateó su cabello con tal necesidad que su novia percibió algo más que simple deseo.
─Bardock, no ─trató de zafarse─. Tus heridas...
─No te vayas ─le suplicó─. Si quieres, no hablemos; pero no dejes este lugar. Sería ─pensó muy bien lo que iba a decir, todavía sujeto a su orgullo masculino─ muy peligroso para ti.
─Lo sé ─recordó el ataque de la bestia en el bosque y agachó la cabeza, apenada─. No pienso marcharme.
─Entonces hay que dormir, solo eso ─le aseguró, recibiendo a cambio su largo y profundo silencio.
─Como digas... ─se separó de él sin ganas.
Tras abandonar el baño, se dirigió al segundo cuarto de la casa; ya dentro, pudo comprobar el estado casi nuevo del lugar, dándole a entender que las pocas visitas que recibía el saiyajin no pasaron más allá de la sala o la cocina. Tal deducción le brindó una calma inesperada; sin embargo, no dejó que tales sentimientos la gobernaran... al menos, no por esa noche.
─M-mi habitación está allá ─Bardock señaló desde afuera y la expresión sombría de Sue lo congeló.
─Buenas noches... ─sin más que decir, cerró la puerta.
Aquello bastó para que Bardock comprendiera su deseo de soledad. Abrumado por sus heridas y la distancia que parecía incrementarse entre ellos, apoyó su cabeza contra la puerta y ahogó un suspiro acongojado, mientras rogaba que surgiera una nueva oportunidad de reconciliación al día siguiente. Detestaba sentirse culpable de su frialdad y apenas separados por un delgado muro, su agotamiento físico y mental no le permitió captar los altibajos del ki de Sue, quien lloraba sin control sobre su almohada.
[...]
Si algo caracterizaba el estilo de vida de los Saiyajin, era su aptitud nata para el combate. Someterse y sobrevivir a un entorno violento implicaba lidiar con situaciones desagradables, enfrentar a la muerte requería la voluntad más férrea y ante el innegable hecho de que sus lazos eran tan frágiles como su existencia, el desapego sentimental también se acopló a su código moral, como un escudo para defenderse de su inconsciente sufrimiento. Todo hombre y mujer de su raza aceptaba estos dogmas como la verdad absoluta e irse contra el sistema no solo significaba un desafío a sus ancestros: la negación de su identidad y propósito simplemente no era contemplado por un saiyajin, y Bardock lo sabía. No obstante, dicha condena valía la pena, si con ello conseguía permanecer al lado de Sue.
Semejante pensamiento y otros más relacionados a su labor sanguinaria afectaron bastante al capitán, quien revoloteaba una y otra vez sobre su cama, sin lograr rendirse al descanso... y cuando al fin pudo echarse en una posición más cómoda, observó el cielo a través de la ventana. A comparación de la Tierra, la rotación de Vejita era más veloz y, por lo tanto, la noche duraba unas cinco horas; un periodo que ahora se le hacía eterno bajo las sábanas y mucho más, a causa de la lejanía de Sue.
Bardock ya había perdido la cuenta de cuántas veces apareció en su mente, las memorias de sus días fogosos y románticos no ayudaban demasiado y en la soledad de su habitación, se sintió frustrado de no poder compartir la cama con ella. En un acto reflejo, Bardock volvió a girar, se aferró con furia a su almohada... y ni con ello calmó sus ansias de sentir el exótico aroma de la terrícola. El saiyajin apretó los dientes: ¡había deseado tanto tenerla bajo su cuerpo! ¿Desde cuándo las cosas se habían complicado para él?
Un gemido lo estremeció, luego otro y otro más. Los recuerdos de ambos haciendo el amor lo enloquecieron y Bardock pataleó sobre su colchón, en busca de cordura; no podía rebajarse a sus bajos instintos, no cuando la mujer que amaba sentía de todo, menos ternura y correspondencia. La idea lo espantó aún más: ¿cuánto debía esperar? ¿En qué momento regresaría a sus brazos? ¿Qué obra del azar volvería a unirlos como antes?
El saiyajin ya no quiso responder tantos enredos mentales y se incorporó en el acto, saliendo de su cuarto. Le tomó menos de un minuto llegar a la puerta de la otra habitación y haciendo gala de su sigilo, ingresó sin llamar su atención. Bardock volvió a sentirse mareado, mas no por sus lesiones, y sonrió al captar la esencia impregnada en cada rincón del lugar. Sus ojos ya acostumbrados a la oscuridad ubicaron la figura durmiente de Sue y caminó lo más despacio posible hasta acercarse a ella: para su fortuna, ocupaba el lado izquierdo de la cama y estaba lo suficientemente descubierta para ver su rostro y su delicado torso.
La fuerza del capitán de clase baja se derrumbó conforme se sentaba al costado de la cama, con el único objetivo de verla dormir. Apoyado contra la pared, subió su brazo derecho y simuló acariciar la mano de Sue, imaginando que le daba calor como en sus días en la cabaña. Oyó el ritmo de su respiración, contempló sus labios rosados y aun siendo de madrugada, le entristeció notar que algunas lágrimas se habían secado sobre su rostro; sin duda, había llorado hasta quedarse dormida.
─Si pudiera arreglarlo todo... ─susurró muy bajo.
Y después de largas horas de inquietud, sintió los párpados pesados, en señal de tener sueño. Bardock sonrió complacido: solo Sue podía tener un efecto tan poderoso sobre él y a pesar de su separación temporal, era muestra de que su vínculo se mantenía igual de firme. Las dudas sobre su unión quedaron en el olvido y una «nueva verdad» brilló ante él... o más bien, la confirmación de sus nuevos sentimientos. Ahora sabía que el amor también podía convertirse en la fuente de poder de un guerrero.
[...]
La salida del primer sol dio inicio a una nueva mañana en Vejita. A diferencia de la tranquilidad de su casa en las montañas, Sue despertó con el ligero bullicio de los saiyajin en las calles y luego de retozar un poco, contempló el cuarto y parte del paisaje que veía por la ventana.
─¡Aaaw, qué hermosa mañana! Me pregunto qué hora será... ─fracasó en su intento de calcular el tiempo, cayendo en cuenta de que se encontraba en un planeta distinto─ cierto, esto no es la Tierra.
En eso, su nariz captó un olor peculiar, muy sutil y a la vez familiar para ella. Intrigada, caminó por cada zona del cuarto para saber de dónde provenía y aunque pasó varias veces por el borde izquierdo de su cama, le fue imposible reconocer la esencia que había dejado Bardock durante la noche; hasta que atribuyó tal aroma a su falta de aseo.
─Necesito una ducha caliente ─se estiró lo más que pudo y con mucha pereza, dejó su lecho─. Esta será la primera vez que me bañe en este planeta ─suspiró─, hubiera querido que Bardock me acompañara...
La tristeza empañó su ánimo, consciente de que las cosas con Bardock no se habían resuelto más que con la distancia; no obstante, optó por olvidar todos sus problemas por un rato y caminó hacia el baño, esperando que un buen chorro de agua la liberara de tanto estrés.
Mientras ella buscaba una toalla y otros implementos, Bardock trabajaba en el patio trasero de su casa, con unas herramientas especiales para abrir surcos en la tierra. Más por sus vivencias que por algún conocimiento profundo, sabía que el suelo de Vejita carecía de agua por largos meses y el suelo seco impedía el cultivo de varios vegetales, limitando la dieta de seres tan demandantes como los de su raza.
El soldado excavó agujeros al azar, afanoso en hallar condiciones favorables a su plan; después de todo, el rey Vegeta le había advertido que la estancia y vida de Sue dependían del éxito de la agricultura en su planeta, y albergó la esperanza de que la cercanía de la ciudad a un cauce reducido aumentara las posibilidades de siembra. Fue justo cuando hizo otra hendidura que el corazón del saiyajin saltó emocionado: ¡eran pequeñas raíces en el subsuelo! Escarbó la arena entre risas, contento por su nuevo hallazgo.
─¿Bardock? ─una voz gruesa lo distrajo─ ¿Qué demonios haces?
─Toma ─lo reconoció, sin levantarse del piso─. Te pregunto lo mismo.
─Nada especial ─le intrigó ver a su líder realizando las labores típicas de los campesinos y desertores del ejército─. Ayer dejaste tu casa como un maniático y como no supimos más de ti... ¡carajo! ─observó las heridas que Bardock había dejado expuestas, por lo molesto que le resultaba estar cubierto de paños─ No me digas que la terrícola te golpeó.
─No estarás hablando en serio ─respondió, irónico.
─Han pasado cosas raras desde tu regreso, así que no me sorprendería ─Toma se encogió de hombros─. En fin, vine a avisarte que partiremos.
─¿Otro viaje de exploración?
─Sí, en el cuadrante sur: dicen que hay un planeta con recursos minerales de gran importancia ─intentó ocultar su nerviosismo─. El rey me delegó como tu reemplazo por esta ocasión.
─Debe ser por la tarea que me encomendó ─regresó la vista al suelo agrietado y volvió a cavar con la pala─. Ya sabes qué hacer, buena suerte.
─Claro ─a punto de retirarse, Toma resopló─. ¿Hasta cuándo?
─Hasta que pruebe que las plantas de la Tierra pueden cultivarse aquí.
─Me refiero a ti ─su tono grave lo alertó─. Te esforzaste muchísimo para alcanzar tu posición actual, no desperdicies lo que tienes por un capricho.
─No sabes nada ─replicó.
─Tal vez ─le dio la espalda─, pero ahora ya no te reconozco.
Dicho lo último, Toma partió en silencio y Bardock se quedó mirándolo por largo rato, pensativo y a la vez harto del dilema en el que se encontraba, hasta que un repentino chillido lo alarmó, haciendo que abandonara su labor y registrara cada habitación, preocupado por la seguridad de su huésped.
─¡Sue! Dónde te has metido... ─se dirigió al baño─ ¡¿Sue, estás bien?!
En el momento que abrió la puerta, el saiyajin quedó petrificado: allí estaba la chica, desnuda bajo la boquilla de la ducha y ligeramente temblorosa por la temperatura del agua.
─Está helada... ─tiritó un poco y al notar que su amante también estaba en el lugar, cubrió sus pechos enseguida.
La actitud tan infantil de Sue provocó el sonrojo y la risa de Bardock, divirtiéndose ante el hecho de que sus manos no conseguían taparla del todo, especialmente las partes que más disfrutaba ver. Otra vez, el recuerdo de su baño compartido en el lago asaltó su mente y como en aquella ocasión, el agua viajaba a lo largo de su silueta voluptuosa. Envuelto en tal ambiente, Bardock hizo todo lo posible para no sucumbir a sus inmensas ganas de hacerle el amor.
─No recuerdo cómo poner el agua caliente ─Sue lo hizo reaccionar.
─¿Lo olvidaste de nuevo? ─ruborizado, se metió a la ducha y poniéndose detrás de ella, señaló un interruptor blanco en la pared─ Te he dicho que el agua caliente sale oprimiendo el botón izquierdo y luego tienes que apretar el grande de abajo. ¿Lo ves? ─accionó el mecanismo.
Sue asintió en silencio, conforme sentía la mano de Bardock rozar su cadera, y lentamente giró hasta quedar frente a él, cruzando miradas con el saiyajin. El agua seguía cayendo sobre ambos y allí se percató de que el guerrero se estaba mojando sin necesidad.
─Lo siento... ─emitió, tímida─ por mi culpa, has mojado tu armadura.
─Oye, no importa. Aunque si lo mencionas... ─se puso más rojo y sonrió, acariciando su rostro─ bueno, tal vez podamos ducharnos juntos y...
La frase de Bardock quedó en suspenso cuando Sue retiró su rostro y por su gesto de incomodidad, supo que debía detenerse. El temor de una posible ruptura en su vínculo abatió su corazón, la sensación de pérdida lo estremeció por completo y el rechazo palpable de la muchacha, aun estando desnuda, tiró abajo todos sus anhelos.
─Entiendo ─torció los labios─. Te dejaré sola...
Ambos se dieron la espalda y Bardock dudó en salir del cuarto de baño; por su parte, Sue se mantuvo callada, atenta a cualquier movimiento que realizara el saiyajin, y le pareció que la calidez de la ducha se esfumaba por cada segundo que se alejaba de él. Al voltear la cabeza, lo vio salir de la ducha con evidente derrota y ausente de razón, dejó que su cuerpo hablara por ella.
─¡No, espera! ─tomó el antebrazo derecho de Bardock, sorprendiéndolo─ Por favor, quédate...
─Sue...
─Por favor, Bardock... ─susurró, suplicante.
Una sola frase. Dos simples palabras bastaron para doblegar el orgullo que los mantuvo separados. La brecha del resentimiento fue eliminándose con cada paso que los acercaba, sus cuerpos ya próximos se atraían cual imanes e impulsados por el amor que los unía, Sue dejó que Bardock la cargara para besarse con gran necesidad.
La danza de sus lenguas competía en atrevimiento con sus propias manos, el agua cooperó con su creciente ardor y olvidaron todo a su alrededor, solo para disfrutar el mágico momento que los reunía. Bardock sabía cómo provocarla con sus besos y la empujó contra la pared, lamiendo la piel de su cuello y la cicatriz de la mordida de su vínculo. Dicha caricia estimuló a Sue, quien soltó un gemido ahogado y enredó sus piernas a su cintura, mientras frotaba el interior de sus muslos contra la entrepierna endurecida del saiyajin.
─Bardock ─jadeó, bastante excitada─, oh, Bardock...
─S-Sue, espera...
─No, Bardock ─se negó a soltarlo─. Sé que quieres hacerlo...
─Sí, p-pero... oh, Sue ─reprimió un gemido─, es difícil hacerlo con esto.
─Verdad, no me había dado cuenta ─su mente nublada por el deseo le impidió notar que todavía portaba su armadura y empezó a reír.
─Pensé que era el único ansioso ─se quitó el traje y los zapatos, luego vio cómo Sue se arrodillaba ante él para bajarle los pantalones, quedando expuesto y a merced de los besos de su mujer.
─Pues te equivocas ─le confesó, con el rostro enrojecido─, mi vida...
Bardock hundió sus dedos en la cabellera verde de Sue, deleitándose con la succión de su longitud y los suaves gemidos que hacía, cada vez que se lo sacaba de su boca. Cerró un poco el grifo de la ducha para que el agua no obstaculizara su tarea y gimió por el jugueteo de su lengua sobre la punta de su miembro, escuchándola decir lo mucho que extrañaba su sabor. El saiyajin apenas podía hablar, asombrado por su faceta osada y a pesar de su gran deseo, tuvo que obligarla a levantarse de nuevo, evitando correrse antes de tiempo.
─Déjame continuar... ─hizo un puchero.
─¿Y perderme lo demás? No, Sue... no puedo ─la aprisionó entre sus brazos─. Necesitaba tanto sentirte, besarte, ─recorrió su torso─ probarte...
─¡Oh, Bardock! ─gimió al verlo tomar sus pechos y apretó más su cabeza contra su cuerpo.
Una de las cosas que más amaba del guerrero era su entera dedicación en cualquier tarea y aquello se vio demostrado en la urgencia de sus mordisqueos y chupetones. La textura de su lengua hizo vibrar sus pezones con tanta rapidez que Sue gemía el nombre de Bardock, y a esto se sumó la pericia del hombre para acariciar su húmeda entrepierna.
─¡Cielos, Bardock! ─lo abrazó más, al borde de la locura, y después vio cómo dejaba sus pechos para apoyarla contra la pared─ B-Bardock, mi amor...
─Te amo, Sue... ─pronunció, mientras elevaba sus caderas al nivel de su rostro y abría mejor sus piernas, sumamente cautivado por el flujo blanquecino que salía de su entrada─ ¿sabes cuánto he esperado para hacer esto?
─¿En serio? ─balbuceó, muy agitada.
─Sí... ─besó la parte interna de sus muslos y en anticipo a su siguiente acto, rozó su clítoris con la punta de su lengua, haciéndola gemir.
Y cuando hundió su boca en su centro, Sue perdió noción de la realidad, disfrutando el placer electrizante que viajaba por cada fibra de su ser. Tal como él lo había hecho antes, la joven sujetó su cabeza y revolvió sus cabellos negros, alentándolo a seguir con sus lamidas, un tanto bruscas por su pasión y a la vez deliciosas y tiernas. Su mente trastornada por el goce apenas procesó el dulce roce de sus labios y se dejó llevar por la euforia de sus dedos penetrándola, ávida por sentir las succiones de su amado, quien bendecía una y otra vez haber aprendido las maravillas del sexo oral.
─¡B-Bardock, ah! ─echó la cabeza, al borde del clímax─ ¡No puedo más, oooh, Bardock...!
Un potente orgasmo sacudió su cuerpo y entre delirios, siguió frotándose contra la boca del saiyajin, quien bebía el jugo de su excitación: ¡había ansiado muchísimo sentir su olor y sabor! Bardock pasó su lengua por última vez y se relamió entre jadeos, mientras su pene palpitaba debajo, goteando: en señal de que terminaría en cualquier momento, volvió a bajarla hasta acomodar su cadera contra la de Sue y agarró su mástil, rozando la punta contra su entrada. La chica parpadeó extasiada por aquella sensación y besó con fuerza a Bardock.
─S-Sue ─repartió besos por todo su cuello y rostro, mientras la penetraba con suavidad─, perdóname, por favor...
─¡Bardock! ─gimió al sentirlo entrar y apretó los dientes, esperando acostumbrarse a su carne grande y gruesa─ Aguarda un p-poco...
Pero el saiyajin no la escuchó. Su pasión había subido más allá del límite y sin darle tregua, comenzó a salir y entrar a un ritmo lento y sostenido; agradeció que sus sentidos fueran tan agudos para oír el leve chasquido de sus sexos y todavía bajo el agua de la ducha, la pareja se entregó a su propia danza. Por largos minutos, Bardock siguió brindándole placer y en vista de que no le bastaba oír los suaves gemidos de su mujer, incrementó la velocidad y potencia de sus embestidas, al mismo tiempo que gruñía por la exquisita manera en la que sus paredes húmedas envolvían su miembro.
─No q-quiero que me dejes nunca ─exclamó Bardock─. Dime que me perdonas, ¡ah! Mmm... ¡dime que me amas, Sue!
─Y-yo... ¡oooh! N-no puedo hablar... ─se sostuvo de sus hombros.
─¡Por favor, Sue! ─abrió más las piernas de la chica, febril y apasionado.
Para ese entonces, la terrícola había perdido la capacidad del habla... o al menos, ya no podía decir cosas con coherencia. Bramó como nunca antes lo había hecho, cuando Bardock la empaló más profundo y reclamó todo el salvajismo que tenía guardado. El soldado obedeció en el acto y golpeó más rápido, embriagado por su olor y disfrute; perdió el control de sus propios gemidos y trató de aguantar su liberación, en tanto contemplaba el rebote de los senos de Sue contra su pecho.
Bardock enloqueció con la vista de sus pezones erectos y deseó chupárselos una vez más, pero sabía que aquello aceleraría su derrumbe y pese a su ardor, no quería acabar sin antes darle a su mujer la satisfacción que tanto necesitaba, ¡deseaba que lo recordara como el mejor hombre del Universo! Nunca supo si tanto frenesí se debía al inherente anhelo de los Saiyajin por destacar o a la libertad propia del corazón que ya había aceptado su amor; pero cualquier excusa fue usada por él para continuar un acto tan sensual y sagrado como el que los tenía enlazados.
Sus esfuerzos dieron frutos cuando observó su cola agitarse y consciente de que le faltaba muy poco, frotó su clítoris sin dejar de embestirla y tal acción fue el detonante para Sue, cuyo grito desgarró sus oídos por el segundo éxtasis que la poseyó. Casi al mismo tiempo, Bardock echó la cabeza hacia atrás y apretó la cintura de su mujer con demasiada vehemencia, corriéndose dentro de ella: si su memoria no le fallaba, no había experimentado un orgasmo tan intenso desde hace tiempo y notó que seguía rugiendo, conforme el interior de Sue convulsionaba sin piedad para que descargara toda su esencia masculina.
Poco a poco, los efectos del clímax fueron desvaneciéndose y Bardock retiró su miembro cubierto de semen, luego ayudó a Sue a pisar el suelo de la ducha. La muchacha sonrió regocijada por haber hecho el amor con el hombre que tanto quería y no vaciló en bajar su mano derecha para recoger un poco del esperma que escurría por sus muslos y llevárselo a la boca. Bardock no podía creer lo que estaba observando; fascinado, tomó sus dedos y saboreó la mezcla de sus fluidos junto a ella, entre besos apasionados.
─Sue... ─apoyó la mano de la chica contra su pecho, para que sintiera sus latidos─ lo siento. Deseaba tanto estar contigo que me he venido enseguida...
─Yo también ─rio, exhausta─. Me tiemblan las piernas...
─Y no es para menos, eso fue fantástico ─le guiñó un ojo y acarició su rostro, mirándola con una ternura inusual en alguien de su especie─. No quiero que te apartes de mí, no quiero que me dejes nunca, mi amor...
Su última expresión sorprendió a Sue: no era la primera ocasión en la que le decía algo semejante; pero por el tono de su voz y la situación que había propiciado su encuentro íntimo, aquellas palabras cobraron un enorme significado. Esta vez, no alejó su rostro y apegó su palma callosa contra su mejilla, pensando en todos los dilemas que implicaba unirse a un hombre que había declarado ser un asesino; la imagen mental de sus manos ensangrentadas fue reemplazada por la calidez que le ofrecía e hizo a un lado todo su cuestionamiento moral. El destino los había unido por capricho y ahora se negaba a renunciar al propósito más importante de su vida: amarlo hasta el final.
─Sabes que nunca te abandonaré ─cerró sus ojos─. Te amo, Bardock...
Y con esa confesión, sellaron sus labios nuevamente, reforzando el vínculo que formaron hace poco. Bardock no podía sentirse más contento por haber recuperado el amor de Sue y en eso, recordó que había guardado algo especial para ella; mientras armaba un plan para entregárselo, sintió un leve apretón en la zona baja de su vientre.
─¡S-Sue! ─se sonrojó al verla tomar su miembro.
─Perdón ─lo acarició lentamente, con mucha suavidad─, ¿te lastimé?
─No ─se acercó más a ella─ ¿Tienes ganas de hacerlo?
─Eso creo, aunque dudo que pueda resistirlo adentro por ahora. Necesito tiempo ─sonrió, traviesa.
─¿Entonces por qué...?
─Chsss ─puso un dedo en su boca para callarlo─. Sé que te gusta hacerlo más de una vez, relájate...
Bardock no protestó y solo apoyó sus manos contra la pared, mientras observaba a Sue ahuecando su mano para frotar su virilidad; poco tiempo le tomó excitarse y al cabo de unos minutos, su pene se endureció alrededor de los finos dedos de la muchacha. Sue mordió su labio inferior para contener sus gemidos y siguió masajeando el miembro del guerrero, en tanto abría un poco sus piernas para consentirse a sí misma.
─Sue... ─gimió el saiyajin, en calidad de espectador.
─¿Te está gustando? ─aceleró el ritmo de su vaivén.
Un fuerte jadeo de Bardock fue su respuesta y cerró sus ojos, perdido en sus hermosas caricias, hasta que un rato más tarde alcanzó su nuevo pico de placer y se derramó una vez más, empapando las manos y el torso de Sue con su abundante semilla. No logró pensar ni vocalizar absolutamente nada y solo pudo regresar al mundo real cuando la muchacha esparció los restos de su liberación sobre su piel blanquecina y los confines de su vientre.
─C-cielos, Sue... ─jadeó complacido─ nunca dejarás de sorprenderme.
─Me alegra oírlo ─lo atrajo para besarlo─. ¿Satisfecho?
─Sabes que siempre te necesitaré ─deslizó sus manos por su silueta, lavando ambos cuerpos con el agua caliente─, pero si quieres que vivamos en la ducha, tendré que decirte que no...
─¡Ja! ─rio contra sus pectorales definidos─ Conste que yo vine a asearme.
─Y yo, a subir la temperatura del agua ─siguió su broma.
─Estás todo empapado, lo siento... ─se disculpó nuevamente.
─Despreocúpate, sé cómo arreglarlo.
Bardock llevó su mano hasta el interruptor que usó hace rato y apretó otro botón, haciendo que el grifo de la ducha se cerrara y una suave estela de aire seco inundara todo el baño.
─¿Eres un mago o qué? ─lo felicitó, maravillada por la efectividad del sistema de secado.
─Se llama «tecnología» ─le dio un suave toque enla nariz.
Sin previo aviso, la alzó en sus brazos y la llevó cargada hasta su habitación. Su última sesión amatoria los había dejado muy agotados, por lo que se aseguró de vestirla antes de que el fuego resurgiera entre ambos; pues realmente quería reservar todas sus energías para la noche y presentarle las dos sorpresas que había guardado especialmente para ella.
[...]
N.A.:
¡Buenas noches! Paso con un nuevo fanfic, esta vez un pedido especial por parte de una buena amiga que conocí en Twitter :')
Tengo muchos sentimientos revueltos, ya que en esta ocasión me tocó escribir sobre Bardock, uno de mis primeros husbandos en el mundo de los fanfics, y también es una forma de retomar mi cariño hacia Dragon Ball, el segundo fandom en el que ingresé cuando me volví ficker. Ha sido toda una lucha, la verdad, sobre todo porque quería asegurarme de que Bardock saliera lo más IC posible (espero haberlo logrado como en los viejos tiempos XD :'v). Ahora, en cuanto al fic, se inspira en el universo alterno ya desarrollado por Sue (la pueden encontrar en Twitter y Wattpad como Bardock's Wife), en el que Bardock y Sue (la pareja del saiyajin en este AU) han tenido una fuerte discusión por el pasado de Bardock como guerrero exterminador; así que este fic de dos capítulos abarcará su proceso de reconciliación y el refuerzo del vínculo de amor que ya han establecido con anterioridad.
Sin más que decir, el segundo capítulo será publicado en unos días, por lo que espero que esta nueva historia sea recibida con mucho amor para estas fechas. Sue, ojalá quedes encantada :') ¡muchas gracias por sus lecturas y reviews, buena suerte! :D
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