Empty (II)
Sus amigos habían planeado encontrarse en uno de los restaurantes del momento, querían pasar el rato. Comer y después ir a un lugar más divertido.
Estaba jugando con las llaves de su automóvil, tintineaban al chocarse, su mente estaba en la nada y la hora de encontrarse con sus amigos estaba cercana. Últimamente había estado así, pensativo y hasta distante en cierto modo. ¿La razón? Ni idea, ¿desde cuándo? Desde el día lluvioso.
Uno de sus amigos le había escrito, pidiéndole que pasara por los demás, y bueno, debía hacerla de conductor en esa ocasión. Se habría negado, pero no estaba en sus sentidos en ese momento.
Todos sus amigos tenían cierto parecido a él.
Cuando les fue recogiendo, se percató como todos lucían, su manera de caminar y hasta las palabras que elegían para expresarse, se sentía normal y extraño; no mucho.
El ruido en su vehículo era extremadamente elevado, sus amigos tenían sus móviles en las manos, grababan y retrataban el momento, era familiar.
Segunda avenida parecía estar llena de automóviles sin moverse y la mejor opción era tomar uno de las calles aledañas, cosa que los otros no querían ya que "lucía peligroso". Pero el dueño del automóvil era quien decidía la ruta a tomar causando molestia en sus acompañantes. «Pueden llamar a un taxi si quieren» mas ellos guardaron sus pertenencias costosas y se sentaron correctamente, debían parecer "normalmente normales".
El camino no estaba del todo vacío, había poca gente en las aceras, pero lo que parecía aterrador a sus amigos, para él era una nueva experiencia. Las pinturas en las paredes no estaban mal. Los colores llamativos y las letras imprentas no parecían fuera de lugar. No era peligroso por el aspecto; de hecho era interesante.
Poco a poco fue bajando la velocidad porque las paredes eran demasiado atractivas, quería atraparlas en una fotografía y guardarlas en su móvil para poder contemplar el otro lado del mundo al que está acostumbrado, pero las patadas en el espaldar de su asiento le hicieron salir del sueño. Si, quejas por su lentitud, por lo "peligroso" del lugar, por el mal olor inexistente, por el simple hecho de estar ahí y no en la avenida donde los automóviles de servicio privado andan.
Lo curioso de su ubicación era que si seguía de frente y doblaba en la tercera cuadra podría llegar al paradero de la pasada ocasión. Si, se iba a desviar de su camino, pero los impulsos de curiosidad siempre son el pretexto a lo que se puede llamar después destino.
Sus amigos gritaban, alegaban que el muy idiota se había perdido por manejar por un camino desconocido y horroroso. Totalmente marginal. Parecían niños quejándose por no tener lo que querían. Las voces estaban golpeando sus oídos con apuro. Un conjunto de voces al mismo tiempo no era sano para su poca paciencia. Iba a gritarles y lo más seguro era que les dejaría botados en esas calles tanto odian. Su boca se estaba abriendo para soltar todos los insultos que había aprendido a lo largo de su vida, pero en una de las aceras, estaba el pequeño de porcelana siendo tomado violentamente del brazo. Prácticamente le arrastraban por toda la calle. Se podía apreciar el dolor en su expresión, pero nadie intervenía. Piso fuerte el freno, haciendo que sus amigos se callaran por el susto y rebotaran de sus asientos, mas no hizo algo resaltante. Se quedó quieto, viendo al muñeco de porcelana marcharse.
No fue hasta que el copiloto golpeó su mejilla que reaccionó y que las quejas se volvieron a dar.
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Intriga en su puro estado. JongIn se preguntaba frecuentemente por el muñeco de porcelana, a veces intentaba pasar por el mismo paradero, pero terminaba girando el volante en dirección contraria. Otras veces, trataba de encontrarle por las calles aglomeradas de gente, pero no se atrevía a bajar de su vehículo. Solo observaba desde su ventana. Y así no obtuvo resultado por meses, el muñeco había desaparecido en brazos de un idiota que lastimaba sus delicadas manos.
Después de mucho tiempo, se había cansado de buscar a una persona que es como las tantas que ves al caminar, tal vez no te recuerden ni te las vuelvas a encontrar. Estaba harto de un sentimiento que ni siquiera puede identificar. Cansado de buscar una figura que nunca va a aparecer. Todo era extrañamente tedioso.
En su vida, todo parecía marchar con normalidad, a excepción de la intriga por ver al muñeco. Sus prácticas estaban por finalizar, ya estaba a nada de graduarse y ser un esclavo más de su trabajo. Todo tenía que ir de acuerdo a los planes de una vida perfecta. Necesitaba conseguir pareja, consolidar una relación, vivir el sueño de la familia feliz y morir de cansancio por tanto aparentar. Por eso, y siguiendo el molde establecido, es que sus padres habían concertado un cena en un exclusivo restaurante con una bella señorita.
Ella venía vestida de rojo, muy atrevido para una primera cita, el vestido era tan entallado que se podía ver como se dibujaban las costillas en la tela. Sin embargo, eso, ni su pecho fueron lo suficiente llamativos como para obtener su atención. La conversación era por demás aburrida, vacía en su totalidad. El trasfondo de toda aquella palabrería era mostrar su "poder", hacer gala de sus comodidades, y dejarse apreciar como una dama de clase, que por cierto no era más que por el apellido resaltante.
La superficialidad de esa charla estaba colmando a JongIn. Estaba tratando de ignorar la profundidad de las palabras de esa señorita, porque la nueva colección de bolsos era mejor que la anterior o que tal zapato no era lo suficientemente bonito. Era demasiada profundidad para él, para su yo de ese momento porque si lo piensa de nuevo; hace meses le hubiera importado mucho el tema. Pero ahora solo disfruta de distraerse con la guarnición en su plato.
Lastimosamente no hubo postre, porque la calorías y demás significaban un gran problema en la señorita, pero a JongIn le apetecía una tarta de chocolate y frutos secos, mas la charla nutricional prefiere dejársela al doctor en lugar de a esa señorita que, obviamente, le reprocharía comer tal vulgaridad. No obstante, "el postre" del que hablaba la fémina no era uno que afectara su peso, de hecho, era uno que suponía iban a disfrutar juntos. «Me disculpo, necesito retocar mi maquillaje. En un momento regreso para ir... No sé, ¿a tu departamento tal vez?» palabras lascivas que no despertaban nada en él. Esas palabras solo le invitaron a pagar la cuenta y salir del recinto, tal vez un cigarrillo le ayudaba a calmar su impaciencia.
Era una noche realmente fría, tan fría que de sus labios escapaba vaho. Tenía una excusa para fumar, el frío. Claro, no calentaba nada, pero quería fumar y punto. Sacar la cajetilla para golpearla levemente y que un cigarrillo se eleve es siempre su hábito favorito, sentir la suave textura depositarse en sus labios, de una u otra manera le calmaba y su encendedor le dejaba el pase libre fuera de sus preocupaciones. Sin embargo, un nombre pronunciado a gritos retumbaba en las calles llenas de vehículos costosos. La molestia cargaba cada palabra y resonaba entre las frías paredes, parecía que un depredador buscara a su presa. Claro, no era de su incumbencia, necesitaba prender su maldito cigarrillo después de todo, pero los pasos acelerados que se acercaban a él eran otro distractor, hasta parecía una escena de filme de terror.
Pasos inestables golpeaban la acera, esos pasos estaban más cerca de lo que creía. Los gritos ya no se escuchaban tan lejanos y los pasos solo estaban a dos de pisar el suelo donde él estaba parado.
Alguien chocó con él.
Su cigarrillo cayó cuando una temblorosa persona chocó contra su pecho. Temblaba como un perro callejero en invierno.
Fue rápido. Los gritos se sentían realmente cerca, cosa que hizo que esa persona temblara más y se aferrara a su abrigo.
«¡KYUNGSOO, SAL DE DONDE QUIERA QUE ESTÉS O TE JURO QUE TE MATO! ¡KYUNGSOO SABES QUE NO BROMEO, ¿VERDAD PRECIOSO?!»
JongIn se sintió ansioso, temeroso por algún instante. Habían pasos que de aproximaban, así que su ansiedad le llevó a abrazar a esa persona, a darle protección con sus brazos inservibles y esconderle de su cazador. Movió con rapidez su cuerpo y llevó consigo al pequeño que yacía en su pecho, inmóvil. Le acercó hasta un poco antes de chocar contra la pared del recinto. Bajó su rostro hasta llegar a la fría oreja de su inesperado amigo, dejando que pudiera esconderse a la perfección. Nadie podría verlo ya que su cuerpo cubría al otro, a simple vista parecían una pareja normal, saliendo de tener una cena romántica. Pero eso no era verdad, para nada.
El pequeño no dejaba de temblar y hasta dejó de respirar al escuchan esos gritos pasar por su lado. Las manos que estaban en su pecho arrugaron la tela de su abrigo, rogaba que no le delatara, pero eso era lo que menos haría, por eso sus brazos presionaron un poco más y le brindo ese espacio para descansar con tranquilidad. Muchos "KyungSoo" se escuchaban, pero ya no se sentía el temor de antes, parecía que todo estaba mejor ahora.
Se reputaba con un poco de tranquilidad, hasta que escuchó como la voz de un mujer maldecía su nombre y renegaba de una cita fallida, pero claro, no duró mucho ya que un joven había invitado a la señorita por unos tragos porque "una mujer tan bella no puede andar sola". Quiso reír.
El pequeño que escondía parecía ya calmado, sin embargo, no quería alejarle, pero no era correcto abrazar a extraños de la nada. Por eso, con delicadeza le susurró al oído, le preguntó por su bienestar a lo que el otro asintió aún con la frente apoyada en el cálido pecho. JongIn fue liberando su agarre con extremo cuidado de no lastimar a esa masa de miedo, pero quien se convirtió en una masa, mejor dicho, en gelatina, fue él. Porque el individuo al que había acogido en sus brazos levantó con parsimonia su rostro, dejándole ver piel porcelana. El muñeco había aparecido de la nada como en aquella ocasión.
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Hola, hace millones de años que no actualizo aquí~ les dejo la segunda parte de empty.
Gracias por leer
Espero les agrade.
Beevit.
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