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10

Yeong

Subí la cremallera de la falda y me fijé en un par de cortes que estaban terminando de cicatrizar en mi costado. Los rocé con los dedos, tratando de que no dolieran al entrar en contacto con la ropa.

—Esta noche vendrá un tipo importante al hotel —me comentó Jae, rebuscando en los cajones—. Es un promiscuo de primera y ya me dijo que quería estar contigo a solas cuando nos visitara. Quería a la mejor chica de todas, y esa eres tú. Solo tienes que hacer todo lo que él te pida, ¿vale, cariño?

JaeHo apareció a mis espaldas y yo me giré. Asentí, obediente, y le ayudé a colocarse correctamente la corbata negra que había elegido él mismo.

Mientras yo hacía esto, vi cómo sonreía. Le encantaba que fuera obediente y no rechistase con el trabajo. En privado, adoraba verme sufrir, pero los negocios eran algo muy importante para él. Si no me los tomaba como algo personal, terminaría destrozada.

—¿Quién es? —le pregunté.

—Alguien con mucho dinero y con hilos dentro de la policía —me explicó, visiblemente contento por haber captado la atención de un pez gordo como ese—. Si lo tenemos de nuestro lado, media ciudad será nuestra. Así que no me decepciones, Yeong. Necesito que se quede con la empresa de destilería.

—¿Alguno de tus amigos se ha quejado de mí? —inquirí, concentrada en terminar el nudo de su corbata.

—No. Todos se van satisfechos si les atiendes —acarició mi mejilla de repente y yo tuve que abandonar mi tarea para mirarlo a los ojos—. Por eso insisto tanto. Este no puede irse después de un simple polvo. ¿Entiendes lo que digo?

Con la garganta seca, analicé su oscura mirada.

Eso significaba que no había limitaciones para el individuo. Podía hacer de todo conmigo. Jae estaba ofreciéndole mi servicio completo y eso no era usual en él. Siempre marcaba unas condiciones previas antes de que me encontrara con el desconocido. Siempre había normas, pero esta vez no, y eso me ponía extremadamente nerviosa.

—Lo entiendo —respondí, apretando la prenda que tenía entre mis manos—. Comerá de tu mano. No te preocupes.

—Bien —murmuró, esperando a que yo acabara de arreglar su aspecto—. Entonces te veo esta tarde.

Alejé las manos de él y esbocé una forzada sonrisa. Jae se inclinó, dejando un casto beso en mis comisuras, y se dio la vuelta para recoger sus cosas. Ya debían estar esperándole en su despacho, así que no me sorprendió que se fuera antes de desayunar. Es más, un gran alivio me recorrió las extremidades cuando lo vi desaparecer tras el marco de la puerta.

Estar cerca de él me quitaba la salud. No tenía duda de ello.

Ya sola y sin esa constante presión en el pecho, acabé de vestirme.

No quería llegar tarde a mi primera clase de la mañana, así que agarré mi bolso y comprobé que lo llevaba todo. Al salir de la casa, descubrí que el tiempo era realmente agradable. Por primera vez en siglos, estaba animada. Y sabía muy bien la razón, incluso si no quería pensar en ella.

Después de mi habitual trayecto en autobús, llegué al campus de la universidad. El lugar estaba bastante concurrido, pero no me podía permitir perder ni un minuto más. Ni siquiera avisé a Tae de que ya había llegado a clase, solo me senté en el primer lugar que vi libre y comencé a escuchar la explicación del profesor de arte contemporáneo.

Las dos horas se fueron volando. La gente comenzó a recoger en cuanto dieron las diez en punto de la mañana.

Mientras mis compañeros iban saliendo del aula, yo me di cuenta de que varios mensajes estaban llegando a mi móvil. Leí el remitente en la pantalla.


TaeTae 🐻

Yeonnieee, estoy en la cafetería. ¿Has terminado ya tu clase? Estoy seguro de que no has desayunado nada y no voy a permitir que vayas por ahí con el estómago vacío. Si no vienes, me enfadaré 🤬🤬

10:01 a.m. ✔️✔️


Sonreí de forma automática. La preocupación que Tae mostraba por mí siempre me resultaba adorable.

No quedaba casi nadie en la clase cuando tomé mis cosas y me puse en camino. En realidad, sí que tenía algo de hambre. Tomar un desayuno rápido me vendría bien. Además, tenía tiempo hasta el inicio de mi próxima clase.

La cafetería estaba tan abarrotada como de costumbre. A esa hora era difícil encontrar un sitio libre en el que sentarse tranquilamente, pero tras un par de ojeadas a la enorme sala, vislumbré la mano de Taehyung moviéndose en el aire.

Fui hasta donde él me esperaba con una sonrisa en los labios, sin embargo, antes de llegar a la mesa, me percaté de que Tae no estaba solo.

Una chica lo acompañaba y un interrogante apareció en mi mente. No la había visto antes por la universidad, pero si estaba con mi amigo debían de compartir alguna clase. Era raro porque Tae no solía ser un experto en socializar y ella ... Tampoco lucía muy extrovertida a primera vista.

Tae me recibió con su bonita sonrisa cuadrada. Yo me senté frente a él y fruncí levemente el ceño para que pillara la indirecta.

¿Quién era ella?

Él carraspeó, logrando que la chica se diera cuenta de que ya no estaban solos. Al momento, apartó la mirada de su teléfono móvil y me miró con los ojos bien abiertos. Parecía sorprendida.

—Ella es mi amiga Yeong. Está cursando el tercer año de Historia del arte —me presentó por sí mismo—. Puedes confiar en ella. Es de las mejores personas que he conocido nunca.

Yo agradecí a Tae el halago, pero procuré enfocarme en la chica sin nombre.

Era bastante bonita. Sus orbes eran de un color castaño oscuro y sus pestañas bastante gruesos, lo que le daba un toque más profundo a su mirada. El cabello le llegaba por los hombros. Aquel corte le favorecía mucho. Su rostro se veía mejor y cualquiera vería que era guapa sin apenas algún esfuerzo.

Esperé a que dijera algo, pero no separó los labios. Podía adivinar que estaba agobiada, así que me imaginé que era su primera vez en nuestra universidad.

Para que aquella situación no se volviera más incómoda, estiré el brazo en su dirección. Ella se irguió, confusa por mi repentino movimiento.

—Hola, soy Kim Yeong —dije en tono alegre—. ¿Eres nueva? No me suena tu cara.

Se encogió un poco en su asiento, meditando acerca de su contestación. Por el sonrojo que adornaba sus mejillas, entendí que era más tímida que yo. Le costaba interactuar con los demás, eso era evidente, y aún así reuní el valor suficiente como para dirigirse a mí.

—Me llamo Kim Minsoo —agachó la cabeza, mostrando sus respetos, y de esa manera ocultó su rubor por unos segundos—. Encantada. Soy ... Soy de primer año.

Se estaba esforzando por no parecer arisca. Me quedó claro que quería ser simpática cuando alargó su propio brazo y aceptó mi mano. La suya sudaba y aquel detalle me hizo sonreír más. El primer día en un sitio nuevo no solía ser la mejor de las experiencias y mucho menos si eras tan vergonzosa como esa chica.

Apreté suavemente su mano y ese breve contacto entre nosotras acabó. Kim Minsoo volvió a ocultarse, al lado de Tae.

Mis orbes viajaron a él, que me hizo una discreta mueca.

—Es una estudiante de intercambio. Se quedará hasta final de curso y en su clase nadie estaba por la labor de ayudarla a adaptarse ... —dijo entre dientes—. Así que en la delegación preguntaron si alguien quería ocuparse. Estudiamos lo mismo y pensé que podría echarle una mano aunque no estemos en el mismo curso.

Tae y su buena voluntad. Si veía a alguien pasándolo mal siempre trataba de hacer algo. Esa chica había tenido mucha suerte. Haberse topado con él haría que su estadía y aclimatación a la vida universitaria no fuera tan complicada y estresante.

—Gracias otra vez, oppa —dijo con un fino hilo de voz.

Tae la miró, sonriendo.

—No hay de qué. Otra vez —dijo entre alguna que otra risita.

Había un poco de ternura en su forma de actuar. Aquella torpeza con la que nos hablaba resultaba encantadora. Supuse que Tae ya se había dado cuenta de eso.

De repente, Minsoo giró la cabeza y me observó, un poco más calmada.

—¿Podría tener su número de teléfono? No conozco a nadie excepto a ...

—Claro —asentí, yendo en contra de mis principios—, pero no tienes que ser tan formal conmigo, Minsoo-ah.

Ella sonrió con una clara timidez.

—De acuerdo ... Unnie —terminó murmurando la última palabra, dudosa.

Yo le pedí su móvil y en él grabé mi número de teléfono. Nadie más que Tae tenía mi contacto en la universidad. Ni Jungkook poseía esa información, pero en ese caso era por mi maldita cabezonería. Pasar desapercibida era mi regla número uno y debería haberle dicho que no a aquello, poniendo alguna excusa tonta. Una chica tan cohibida como ella no habría añadido nada más. Y, pese a que eso era lo correcto por la seguridad de todos, no pude negarme.

Mientras escribía los dígitos, sentía las pupilas de Tae clavadas en mí. Ahora que conocía más cosas sobre mi vida privada, comprendía mis reservas. Ser sociable nunca había sido mi fuerte, pero tenía más de una razón para esquivar a las personas.

Le sorprendió que accediera a darle mi número. No me hacía falta mirarlo para saber que su gesto estaba coloreado por la sorpresa.

Escribí mi nombre y archivé mi contacto en su agenda. Sin embargo, una llamada entrante me pilló desprevenida antes de devolverle el aparato a su dueña.

Ella dio un pequeño salto, poniéndose en pie al escuchar su tono de llamada. Sin decir nada, esperó a que yo le tendiera el móvil para cogerlo. Incómoda por la situación, observó el número en la pantalla y nos miró a Tae y a mí.

—Tengo ... Tengo que contestar —nos explicó, nerviosa—. Vuelvo enseguida, oppa —le dijo a Tae antes de apartarse.

Ambos vimos cómo se marchaba por la puerta más alejada. Cualquiera que la viera pensaría que estaba huyendo de nosotros.

¿Un número en oculto era tan importante para esa chica?

La pregunta se mantuvo en mis pensamientos durante un instante, pero no era relevante. Minsoo debía estar esperándola. Por eso mismo se había ido con tanta prisa a descolgar en un lugar menos ruidoso.

—Es un poco extraña, ¿verdad? —me preguntó Tae, dejando caer la barbilla en la palma de su mano—. Actúa como si todo le diera miedo.

—Debe de estar asustada. Si viene por un intercambio, probablemente su familia no esté cerca —especulé, apoyando los codos sobre la mesa—. Se acostumbrará pronto a todo esto. No te preocupes mucho.

Taehyung desvió la mirada a algún punto tras de mí y contempló con indiferencia.

—Supongo, aunque tú me preocupas más, Yeong —soltó, ganándose mi atención.

—¿Por qué ...? —quise preguntarle.

No tuve tiempo de terminar la pregunta, puesto que un vaso de café entró en mi campo de visión y mi voz quedó reducida a la nada. Quise girar la cabeza, pero alguien depositó el recipiente en la mesa y se sentó a mi derecha, sobresaltando a mi pobre corazón.

Pestañeé, desconcertada, y entonces él habló.

—Siento haber tardado —respiró hondo, como si hubiera corrido toda una maratón para llegar a la cafetería—. Había demasiada gente y tardé en comprarlos. Aquí tienes el tuyo, hyung.

Jungkook ofreció un vaso igual al mío a Tae y este le mostró una agradable sonrisa a modo de agradecimiento. Lo cogió y yo me giré con el objetivo de comprobar que no era un espejismo.

Jungkook estaba ahí. A mi lado.

Acomodándose su chaqueta de cuero, topó con mis estupefactos ojos. Ladeó el rostro, lleno de curiosidad, y sus comisuras se alzaron dulcemente.

—Buenos días, noona —dijo, alegre—. ¿Has comido algo? Hyung dice que tienes el mal hábito de venir a clase sin desayunar nada.

Su comentario hizo que me sonrojara y que volviera a mirar al café. Tae soltó una carcajada, abochornándome más. Si es que eso era posible.

—Eso es un no —afirmó mi amigo.

Se llevó el recipiente caliente a la boca, escondiendo así la sonrisa burlona que surcaba sus labios.

A Tae le gustaba tomarme el pelo, pero se estaba pasando tres pueblos en cuanto a Jungkook. Se empeñaba en generar una preocupación innecesaria en él por el simple hecho de que le divertía verme colorada.

—¿De verdad? —se pronunció Jungkook—. Iré a comprar algo. ¿Qué te apetece, Yeong? Creo que hay ...

Por acto reflejo, puse mi mano en su pierna. No quería que se marchara y tampoco que me cuidara tanto, pero cuando me di cuenta de que mi palma estaba tocando la tela de sus vaqueros como si nada, aparté la mano.

Jungkook era rápido.

Antes de que pudiera retirar mi brazo, él me agarró la muñeca por debajo de la mesa y yo me quedé estática. La sostuvo con cuidado, acelerando los latidos de mi oxidado corazón.

—No hace falta que vayas —logré decir.

Dejó nuestras manos sobre su pierna mientras analizaba el tono de mi voz.

—¿Estás bien?

Me habría gustado decirle la verdad. Lo que pasaba por mi cabeza era bastante sencillo y estaba comenzando a descifrarlo. Si mi pulso se disparaba al sentir sus dedos en mi piel no había muchas opciones.

Pero, lamentablemente, no era tan valiente y me mordí la lengua.

En un pequeño arranque de coraje, conseguí mirarlo. Jungkook me observó de regreso y acarició el dorso de mi mano.

No. No estaba bien. Saber que quería cuidar de mí me retorcía el estómago de una manera que nunca había experimentado.

—Sí, es solo que ... —no continué.

Ya habían pasado varios días desde la tarde que pasamos juntos y lo echaba de menos. No quería que ocurriera eso. No saber de él había provocado un incremento en mi ansiedad. Porque necesitaba verle más a menudo y, al estar admirando sus ojos a una distancia tan corta, aquella sensación regresó otra vez.

—No te preocupes, Jungkookie —intervino Tae—. Yeonnie suele quedarse en blanco cuando tiene demasiadas emociones dentro y no sabe cómo expresarlas.

Clavé mis ojos en él, deseando que cerrara el pico. Tae me conocía demasiado bien, pero no quería que hablara por mí. Todo lo que Jungkook me hacía sentir era ... Complicado.

Tae me mostró media sonrisa. Claramente, se estaba divirtiendo. Debía ser gracioso verme agonizar frente a su otro mejor amigo. Desde fuera seguro que estaba dando la imagen de una chica torpe e incapaz de oponerse a unos sentimientos que no sabía cómo frenar.

Taehyung no añadió nada más. Se puso en pie y nos miró a ambos.

—Te traeré algo de desayuno —dijo, sin quitarme el ojo de encima. Se giró hacia Jeon y siguió hablando—. Y a ti también. Ahora vuelvo.

Y la traducción a aquellas palabras no era secreta. Tae buscaba dejarnos a solas para que charlásemos tranquilamente.

Con las mismas, se perdió entre la multitud que andaba de un lado para otro a nuestro alrededor.

No estaba segura de querer agradecerle el detalle. Estar sola con Jungkook me gustaba, pero cada vez era más embarazoso.

—Noona —me llamó, y yo lo miré en respuesta. Entrecerró los ojos, inquieto—, ¿no te ocurre nada? ¿De verdad? Pareces nerviosa.

Meneé la cabeza, manteniéndome firme en mi mentira.

—No me pasa nada.

Jungkook dejó caer los hombros, resignándose.

No se me daba bien mentir en la cara de la gente que me importaba y, una vez me empezaban a conocer, no era muy difícil pillarme en una de esas excusas baratas.

—Puedes hablar conmigo de lo que necesites, Yeong —dijo, sosteniendo mi mano entre las suyas—. Incluso si es algo doloroso o te molesta ... Escucharé cualquier cosa que tengas que decirme.

Sincerarme con él me quitaría gran parte del peso que notaba en el pecho. Jungkook sabía escucharme, no tenía ninguna duda. El problema no era ese. Tenía miedo de que todo se viniera abajo, como siempre ocurría.

Me giré, tirando de mi mano. Él la soltó y me sentí mal porque no pretendía que creyera algo equivocado. Disfrutaba cuando mostraba su cariño por mí, pero no podía permitir que siguiera creciendo o los dos estaríamos en peligro.

—Gracias por el café —le di las gracias y di un trago a la bebida. Con el amargo líquido bajando por mi garganta, me humedecí las comisuras—. Tu ... Tu aulario no está muy cerca. No hacía falta que vinieras a ...

—Tenía ganas de verte.

Su sinceridad me haría colapsar. Jungkook podía ser tímido. Uno de los chicos más introvertidos que había conocido. Y, un segundo después, transformarse en todo lo contrario.

Cabizbaja, me negué a mirarlo.

Estaba claro que él sentía algo por mí. No lo seguiría negando porque ... Porque sus palabras no buscaban camuflarlo.

—Jungkook ...

—Déjame pensar que tú también me echabas de menos, noona. Aunque no sea cierto —dijo, carente de ánimos.

Mis orbes se desviaron nuevamente. No podía controlarlo. Tae tenía toda la razón. Aquel cosquilleo que nacía en mi estómago cuando escuchaba su voz me estaba matando. Se escapaba de mi autoridad y me aterrorizaba sentir algo tan indómito.

Apartó la mirada, avergonzado de lo que estaba diciendo. Y yo ... Quise tomar su mano, igual que él había hecho minutos atrás conmigo, pero me lo prohibí. Resguardé mis dedos en un puño, impidiendo así que pudieran caer en la tentación de tocarle.

—El otro día ... —murmuré, temerosa de equivocarme.

—El otro día lo pasé muy bien y ... Quise decirte muchas cosas, pero no sé si quiero escuchar tu respuesta —me explicó, logrando mantener mi mirada a pesar de la pena que brillaba en sus iris—. Odio ser tan cobarde.

Terriblemente asustada, analicé su semblante.

—No eres un cobarde, Jungkook —le rebatí.

—Lo soy —insistió—. Y no quiero que tengas esa impresión de mí.

Los labios me picaban. Quería explicarle por qué no podía admitir que no había dejado de pensar en él desde que le dije adiós esa noche. Necesitaba darle las razones que me repetía a diario, pero no podía hacerlo. Yo era la cobarde allí.

Jungkook se levantó y yo lo imité. Al mirarme a los ojos, se dio cuenta de que estaba aterrada y ese fue el motivo que lo llevó a acercarse a mí. Me acarició suavemente el brazo, inclinándose sobre mi oído.

—Para mí sí fue una cita, Yeong.

Tras escucharle, dejé ir un breve suspiro.

Jeon me miró, consciente de que apenas nos separaban unos centímetros. Yo contuve el temblor de mis labios ejerciendo presión en ellos.

Si hablaba, calmaría sus dudas, pero también empeoraría la situación tanto que no podría encontrar una salida fiable. Prefería permanecer anclada en el mismo callejón sin salida adrede en lugar de revelarle una verdad que nos destruiría tarde o temprano.

De repente, sus belfos entraron en contacto con mi piel. Su beso en mi mejilla murió rápidamente, pero aquel gesto hizo que mi mano agarrara su chaqueta de cuero negro. Sintió el tirón de mis dedos en su ropa y sonrió con cariño.

—Disfruta el desayuno, noona. Nos vemos mañana —se despidió.

Tomó mi muñeca otra vez y yo me dejé vencer.

Su tacto ya no era paliativo. Esa vez, rompió un trozo de mi alma.

¿Qué iba a decirle?

¿Necesito tiempo?

¿No es lo que crees?

¿Es complicado de explicar?

Solo serían pretextos y nada concreto. La realidad era arrolladora y no podía permitirme el lujo de darle esperanzas al magnífico chico que tenía delante. Nada de esperanzas si quería mantenerlo con vida.

Dejó caer mi mano y se marchó.

Él se esfumó y yo quise golpearme. Estaba obstaculizando su felicidad y quién sabe si también la mía. Todo por el miedo. El maldito miedo que me perseguía, incluso cuando él estaba conmigo.

—¿Yeong? —Tae apareció de pronto, confundido—. ¿Y Jungkookie?

Se sentó en su lugar, dejando la comida sobre la mesa.

En silencio, hice lo mismo que él.

—Le gusto —dije en voz alta—. ¿Desde cuándo?

Tae entendió de qué estaba hablando y suspiró, cargado de paciencia.

—No lo sé —me confesó—. ¿Te lo ha dicho?

—No —murmuré—. No lo ha dicho.

—Y tú tampoco se lo has contado, ¿verdad?

Miré a mi amigo, cargando esa mezcla de arrepentimiento y culpa dentro.

—No tengo nada que decirle —solté, a pesar de que ese engaño no tenía sentido.

—Oh, bien —contestó Tae, llevándose un pedazo de pan dulce a la boca. Con los mofletes llenos, prosiguió—. Entonces tendré que prepararme para ver a mis mejores amigos destrozados. Uno pensará que su amor no es correspondido y la otra creerá que ha hecho lo correcto aunque esté rechazando al único chico que la hace feliz —dijo sin más y me observó con los ojos gélidos—. ¿Ese es tu plan, Yeong? Porque parece un suicidio, no una solución.

Tae estaba decepcionado de mí y yo también lo estaba.

La tarde que pasé con Jungkook creí, inútilmente, que podría intentarlo. Sin embargo, esa emoción fue transitoria. En el instante en que llegué a casa, volví a ser la chica de siempre. Esa que no podía pensar en sí misma ni en sus sentimientos.

Y esa chica fría le rompería el corazón a la persona que menos lo merecía.




⏳⏳⏳




Jae colocó bien el escote de mi camisón de encaje y sonrió ampliamente.

—Estás perfecta, Yeong —dijo, echando un vistazo a mi vestuario.

No llevaba más que aquella fina tela. Eso era lo único que escondía mi piel a los ojos del resto.

Jae me había pedido personalmente que usara ese corto conjunto para recibir a su invitado especial. Todo debía salir como lo tenía planeado. No iba a permitir que hubiera un solo fallo.

Era curioso que tuviera tanto interés por el individuo que nos visitaría. No recordaba haber visto a JaeHo tan nervioso. Debía ser alguien más influyente de lo que había contado. Jae no se tomaba tantas molestias por un negocio del montón.

La puerta se abrió, pillándonos por sorpresa. Ambos nos volvimos hacia el hombre que acababa de entrar en mi habitación reservada del hotel. No pasaba de los treinta y cinco y su gesto era severo, como si viviera en tensión.

Yo me quedé al lado de Jae y él se acercó a nosotros mientras su guardaespaldas cerraba la puerta para dejarnos algo de privacidad.

El desconocido esbozó una sonrisa forzada y le tendió la mano a Choi.

—Por fin nos conocemos en persona —dijo, educado.

Jae no tardó en aceptar su mano y estrecharla con otra sonrisa surcando sus labios.

—Es un placer, Dongwook —se apartó ligeramente para que pudiera verme—. Ella es Yeong. No suelo hacer excepciones, pero sé que te llamó la atención, así que te esperaré en mi despacho. Estaré allí cuando terminéis.

—De acuerdo —respondió el hombre, sonriéndome—. Nos vemos después, entonces.

—Sí —Jae se giró hacia mí, advirtiéndome con la mirada—. Os dejo solos.

Dicho eso, Jae salió del cuarto y el silencio nos envolvió al segundo.

Ya estaba acostumbrada a esos momentos previos. Pero el tal Dongwook no me dijo nada, sino que fue hasta el mueble donde tenía las bebidas y se sirvió por sí mismo un whisky. Yo examiné sus pasos con cuidado. Quería saber con quién estaba tratando y cómo debía comportarme. Algunos de los que venían a verme tenían fetiches muy raros.

—Kim Yeong, ¿no es así? —me preguntó, vertiendo la bebida en el primer vaso que encontró.

—Sí —asentí—. ¿Cómo debo llamarle, señor?

—Ah, eso ... Como quieras. No tengo ninguna petición en especial —me reconoció, dando un trago. Se volvió en mi dirección, quitándose a tirones la corbata—. Tampoco es como si esperara que fueras a disfrutar con esto ... En realidad solo quiero relajarme.

—De acuerdo —dije, dándole algo de tiempo.

Por sus movimientos, parecía agitado. No se había mostrado de esa forma frente a Jae, pero una vez a solas, ese semblante serio se había esfumado. La preocupación reinaba en su rostro, pero no dije nada al respecto. De pronto, ese tipo se me antojaba mucho más peligroso que antes.

Tragué saliva, intentando relajarme.

—Solo ... Desnúdate y ponte en cuatro —me explicó, pensativo—. No tengo el cuerpo para cortesías.

Hice lo que me ordenó y tiré mi camisón sobre la cama. Mientras tanto, le escuché soltar un suspiro. El sonido del cinturón me asustó por un segundo.

Gateé sobre la cama y esperé allí hasta que sentí cómo el colchón se hundía a mis espaldas.

—Muy bien ... —murmuró, acariciando mi trasero—. Si las cosas marchan como espero creo que nos veremos más a menudo, Yeong. Hoy solo será una visita rápida.

Reprimí un gemido de dolor cuando el primer azote con el cincho me golpeó la carne.

Me sentía tan mal por el encuentro que tuve con Jungkook por la mañana que terminé creyendo que merecía esos golpes. Le estaba haciendo sufrir aunque él no planeara decírmelo nunca. No merecía que alguien como él desarrollara sentimientos sanos por mí. Quería verlo feliz y si se preocupaba por mí solo conseguiría un calvario interminable.

Lo único que podía esperar era un maltrato mayor y Dongwook se encargó de recordármelo con aquella visita.

Primero me atizó con el cinturón y después me penetró como el animal que era detrás de esa fachada de hombre rico. Lloré al final y escondí el rostro entre las sábanas, esperando a que él terminara de correrse a gusto.

De haberme encontrado con algo más de ánimo, me las habría ingeniado para prolongar el polvo y convertirlo en algo más entretenido, pero me sentí como una vulgar puta. Esa noche ... Esa noche no me consideraba ni siquiera una persona de carne y hueso.

Ya liberado de todo el estrés que traía encima, se puso en pie. Me sequé las lágrimas como pude y escuché sus rápidas respiraciones.

—Eres tan estrecha como imaginé ... —dijo entre dientes—. La próxima vez jugaremos a otras cosas. Hoy no tengo tiempo para más.

Vi cómo se vestía y me di cuenta de que ni siquiera habían pasado veinte minutos desde que Jae se fue. Él esperaba que yo contentara a ese hombre durante un buen rato, pero no tenía ni una pizca de energía. Sabía que me esperaría una paliza cuando volviéramos a casa, así que lo asimilé y le dije adiós al invitado antes de que se marchara en busca de JaeHo.






Jungkook

Estaba en casa cuando mi hermano me mandó un mensaje diciendo que JaeHo tenía que discutir un par de asuntos con la familia y que, como siempre, yo era el elegido para hacer de intermediario. Si no acataba sus órdenes me tendría que enfrentar a él al día siguiente y no me apetecía en absoluto tener otra pelea.

A decir verdad, tampoco quería ir al hotel. Yeong estaría allí, como todas las noches, y encontrarla después de las palabras que habíamos compartido no era algo que me insuflase muchas ganas de coger el coche y conducir hasta el lugar. Sin embargo, quería verla. Pensar que podría tenerla delante por unos segundos si tenía suerte era suficiente para hacer que saliera de mi piso, por estúpido que fuera.

Según me habían explicado, debía comprobar que el contrato definitivo estuviera en regla. Solo me llevaría unos pocos minutos y todos estarían felices. A lo mejor ni siquiera veía a Yeong, pero, una parte de mí, pese a todo lo que había pasado, estaba deseando tropezársela por los pasillos del edificio.

Saludé a los hombres de Choi en cada planta hasta llegar a la tercera. Ya me conocía el camino a su despacho, pero di un pequeño rodeo a la zona para hacer tiempo y que así pudiera surgir la oportunidad de ver a Yeong.

Tras unos minutos sin suerte, decidí acabar con aquello lo más rápido posible. No me apetecía mucho estar en la presencia de ese asesino..

Al llegar a la puerta de su despacho, me sorprendió que sus guardias personales no estuvieran custodiando la entrada. No le di demasiada importancia y me dispuse a llamar a la puerta, pero unas voces que venían del interior de la sala no me dejaron hacerlo.

—Repite eso —dijeron de pronto—. ¡Ten huevos a decirme eso otra vez!

Por un momento, me asusté. Si hubiera sido Yeong la persona que estaba recibiendo esos gritos habría entrado. No me importaba conservar los modales si ella estaba en problemas.

—He ... He dicho que el señor Dongwook se ha marchado pronto —respondió una voz masculina que no supe identificar—. Dijo que disfrutó mucho de la compañía de la señorita Yeong, pero que le había surgido un asunto que no podía esperar y ... Y se fue.

Hubo un breve silencio y yo aproveché para acercarme más a la puerta.

—Me estás diciendo que ... ¿Ese hijo de puta me la ha jugado para acostarse con ella e ignorar nuestro trato? —alzaron la voz de nuevo y entonces supe que era Jae—. Lo voy a matar ... Pero antes mataré a esa puta. ¿¡Por qué mierda no hizo que se quedara un rato más!? Yo mismo iba a ir cuando hubieran acabado y no se habría escapado a ninguna parte.

Los músculos se me tensaron. Odiaba que el nombre de Yeong estuviera presente en esa conversación.

—Usted nos dio la orden de que fuéramos amables con él, así que no le impedimos que se marchara porque pensamos que ...

—¡No os pago para que penséis, capullos! —dijo y al segundo se escuchó un golpe secó—. Sois unos malditos inútiles ... Os pegaré un tiro. No tengáis ni la menor duda —les amenazó—. Tenéis suerte de que la mayor culpable de esto sea Yeong. ¿Sigue en su habitación?

Mis ojos se agrandaron.

Miles de escenarios pasaron corriendo ante mí y todos ellos terminaban con ella rota. En todos los sentidos de la palabra. En mi imaginación, había mucha sangre y sabía dejarían de ser meras posibilidades en el instante en que Jae saliera en su busca.

Me di la vuelta y regresé sobre mis pasos. El cuarto en el que me recibió Yeong el día que nos conocimos estaba al otro lado de la planta. Tenía que llegar antes que JaeHo.

Si podía evitarlo, lo haría. Haría lo que fuera menester con tal de que Yeong no sufriera más.






Yeong

Me tapé con la bata y me posicioné frente al tocador. Observé mi cara con cuidado. El rastro del llanto casi no era perceptible ya, por lo que suspiré.

Era un alivio. Cuando Jae apareciera pidiéndome explicaciones y echándome en cara el por qué no había sido capaz de retener a su presa un poco más de tiempo, no quería que me viera como la chica débil que era. Tendría que plantarle cara y no podría hacerlo si notaba mi tristeza.

Recogí el vaso que había utilizado y lo retiré. Una bebida no me iría mal.

Agarré la botella con el vodka más fuerte y saqué un vaso limpio del mueble. No solía beber, pero esa noche necesitaría más fuerzas que nunca.

Estaba vertiendo el líquido en el recipiente de cristal cuando un portazo me sobresaltó y el vaso se me cayó, haciéndose añicos en el suelo, bajo mis pies.

Con el corazón en un puño, me giré hacia la puerta.

Jae querría matarme. Debía estar mucho más cabreado conmigo de lo que había imaginado, así que me encogí, lista para recibir el primer golpe. Pero al fijarme, vi a una persona completamente distinta apoyada sobre la superficie de madera.

—¿J-Jungkook?

¿Qué hacía él allí?

Respiraba con bastante dificultad. Le faltaba el aliento, pero se lamió los labios y se acercó a mí. Yo no me moví. Solo dejé que él tomase mis brazos y me examinara, ansioso.

—¿Quién ha estado aquí? —me preguntó, sin venir a cuento.

Ante su pregunta, fruncí el ceño.

No entendía qué hacía en el hotel. Creí que esa noche Jae solo se ocuparía de atender a Dongwook. Si Jungkook hubiera sido su segundo invitado, me habría dicho algo. Jae siempre era muy precavido cuando se trataba de los Jeon.

—¿Por qué estás aquí? ¿Jae te ha llamado?

Negó y sentí la urgencia en su forma de mirarme. ¿Qué mierda le había pasado para que hubiera tal cantidad de miedo acumulada en sus pupilas?

—Respóndeme, Yeong. A quién has visto esta noche —insistió, casi suplicando por mi respuesta.

Nunca había visto a Jungkook tan alterado.

—Un futuro socio de Jae —le dije, muy confundida—. Ahora dime por qué has venido. Creí que Jae no recibiría a nadie más hoy.

—No es un simple socio. Es más importante. Tiene que serlo —dijo, hablando demasiado deprisa—. ¿Qué te ha hecho?

Apreté la mandíbula y él se dio cuenta.

Sus dedos dejaron de hacer tanta presión en mis antebrazos.

—No puedo hablar de eso, Jungkook —logré decirle.

¿Cómo le iba a explicar lo que había sucedido entre esas cuatro paredes? Ni siquiera quería recordarlo. No sería capaz de decirle nada por mucho que me lo pidiera.

Jungkook intentó calmar su respirar tragando saliva varias veces.

Estaba aterrado y yo contribuía a que ese miedo creciera más. No había manera de que pudiera relajarlo. Mi vida era esa. Las violaciones y los maltratos eran mi día a día y él tenía que entenderlo pronto por mucho que le doliera.

—Me da igual —soltó, devolviéndome al mundo real—. Necesito saberlo.

—No me ha hecho nada, ¿vale? —le mentí, sintiéndome como un trapo inservible.

—¿Por qué tienes los ojos rojos entonces? —volvió a preguntar, más duramente.

Alcé la mirada, maldiciendo su perspicacia.

—Si Jae nos ve hablando, no lo dejará pasar, ¿entiendes? —le recordé, tratando de desviar el tema—. No sabe que estás aquí, ¿verdad? Sospechará si te encuentra y ...

—Lo sé, pero ...

—Nada de peros, Jeon Jungkook. Lárgate —intenté que me soltara sin éxito—. ¿Qué coño te pasa? Haz caso a lo que digo.

—No voy a irme —se mantuvo firme y yo me reí, cargada de impotencia—. Prometí que no te dejaría sola, noona. Y me niego a ver cómo ese cabrón viene a destrozarte por lo que sea que ha pasado en esta puta habitación.

Sentí el pecho oprimido. ¿Por qué no podía ser egoísta y pensar en su propia seguridad por una vez? Jae podía matarlo, despellejarlo vivo si le apetecía.

—Por eso tienes que irte ya, Jungkook. Podría tomarla contigo y no voy a dejar que eso pase —dije, horrorizada—. Vete.

Jungkook se olvidó de mi brazo derecho y sostuvo mi mejilla en su lugar. Los ojos se me habían llenado de lágrimas, podía notarlas bailar, esperando a que me rompiera del todo. Ahogué un pequeño sollozo cuando su temblorosa mano acarició mi pómulo.

—Has dicho que no puede vernos hablando aquí, ¿no? —me interpeló.

—¿¡Yeong!?

El grito de Jae llegó a nuestros oídos y mis orbes viajaron hasta la puerta.

Jungkook tenía que irse o ...

—Eh ... —me llamó Jungkook, rozando también mi otra mejilla para volver a ser el centro de mi atención. Su gesto se volvió algo más amable—. No hemos hablado de nada, ¿de acuerdo?

—Pero sigues aquí —apelé a su sensatez.

Jungkook sonrió por un segundo.

—Entonces tendrás que perdonarme por esto, noona —susurró.

Y sus labios entraron en contacto con los míos.

Los mismos labios que tantas veces había codiciado en secreto se amoldaron a mis comisuras con sumo cariño, dejándome paralizada.

Las palmas de Jungkook abarcaron todo mi rostro, acunándolo suavemente. Él había cerrado los ojos con fuerza y miedo. Miedo a que lo rechazara, igual que esa mañana.

En aquella encrucijada, entorné los párpados. Quería llorar, pero mis manos hicieron lo que mi voluntad no podía y se sujetaron de la chaqueta de Jungkook.

Había diferencias entre la necesidad y el deseo, pero en aquel momento ambos aspectos confluyeron en una sola vía. Porque, sin haberlo planeado, Jeon Jungkook se había transformado en mi mayor anhelo.

Sus esponjosos labios ejercieron algo más de presión y reaccioné ladeando la cabeza. Mis comisuras se separaron por sí solas, permitiéndole el paso.

No sabía qué más hacer, así que dejé la mente en blanco y tiré un poco de su ropa. Él avanzó un par de pasos hasta que mi espalda se dio de bruces contra la pared.

Jungkook no me pondría las cosas fáciles. Estaba demostrando un persistente afán por desplomarse en mi mundo. Yo ... De verdad había intentado negarle la entrada. No podía imaginar el día en que Jae quisiera eliminarlo. Hirientes punzadas se me hundían en el torso si pensaba en ello y, tonta de mí, en lugar de empujarlo lejos para protegerlo, respondí a aquel beso.

Mis palabras podrían partirle el corazón en dos, pero mis acciones nunca lo harían.

En el momento en que abrió sus labios, sentí una explosión de miedos y sentimientos. El pulso tomó su propio ritmo y el bombeo de mi corazón me taponó los oídos de repente.

El estruendoso sonido de la puerta abriéndose me hizo temblar de pies a cabeza. Jungkook notó el espasmo que me sacudió todo el cuerpo y no dudó en sujetarme con más decisión.

—Tranquila ... —bisbiseó, dejándome respirar.

Apoyó su nariz en la mía en un tierno gesto y su boca chocó con mis labios por segunda vez. Succionó delicadamente mi labio inferior, a lo que me pegué más a él.

¿Por qué tenía que ser tan amable incluso en mitad de un beso? Ahí entendí que nadie me había tocado de aquella manera. Nadie había pensado en mí, pero Jungkook estaba besándome como si fuera lo más importante para él, respetándome.

Entonces, con sus labios arrasando mis terminaciones nerviosas, comprendí que odiaba demasiadas cosas. Odiaba esa vida que me había tocado soportar y que, con el paso de los años, no me había ofrecido más que dolor y melancolía. Y comprendí el por qué de todo ese rencor. La odiaba por no haber puesto a Jeon Jungkook en mi camino antes. Por no haberme otorgado ese efímero momento de felicidad cuando más lo hube necesitado.

Pero, dentro de toda esa inquina, todavía quedaba un pequeño hueco para el amor y me alegré de que aquel espacio tuviera grabado su nombre.

—Jeon Jungkook ... Qué sorpresa.

A pesar de mi sujeción, él actuó responsablemente y separó sus labios. Jae lo había presenciado todo. Incluso si había sido para poner una excusa a nuestro encuentro, tendríamos que dar explicaciones.

Llena de él, observé el rubor que se había hecho paso por su lindo rostro. Tenía los labios hinchados y enrojecidos. Más apetecibles que nunca.

Capturé aquella instantánea con un abrir y cerrar de ojos. Por otra parte, Jungkook se limitó a retirar sus grandes manos de mis mejillas y girarse hacia Jae. Sus dedos habían vuelto a tiritar porque el terror había sustituido todo lo que me había ofrecido en aquellos besos.

—Creí que podía visitar a Yeong cuando quisiera y que nadie nos molestaría —dijo, decidido—. La puerta está para algo, JaeHo.

Jae se rio y nuestras miradas se encontraron. La aparición de Jungkook no estaba en sus planes. Si él no se hubiera quedado conmigo, yo estaría a punto de recibir un número exorbitante de golpes. Sus pupilas ansiaban ver mi sangre derramada por toda aquella habitación. Conocía demasiado bien a Jae y podía leer aquello en su rostro.

—Claro que puedes follártela cuando quieras, Jungkook. Te di el permiso —admitió a regañadientes—, pero me temo que esta noche no es la mejor para que estés aquí.

—Vengo por el contrato y sabes que mi hermano quiere la resolución ya —continuó Jungkook—. No le gusta tener que esperar.

—Tu hermano y yo nos parecemos mucho entonces ... Vamos a mi despacho para discutirlo tranquilamente —aceptó su propuesta—. Ya hablaremos después, Yeong.

Jungkook se relajó un poco y me miró con su calidez de siempre. No quería que me preocupara por él, pero Jae era un claro motivo para hacerlo.

Los dos salieron de mi cuarto y mis piernas no resistieron ni un segundo. Caí al suelo, derrotada, y un par de cristales me rozaron la piel desnuda. Varios hilos rojos comenzaron a serpentear por mis pantorrillas, pero aquello no importaba.

Jungkook me había besado y yo no lo había detenido.

Mierda.

Me tapé la boca y las gotas cayeron sin piedad desde mis ojos, deslizándose por mis mofletes.

Jungkook me gustaba. No era una simple atracción y ambos lo habíamos descubierto esa noche.

Joder. Joder. Joder.

¿Y ahora qué?









⌛️⌛️⌛️

Lo prometido es deuda 🌚

El esperado beso ocurrió, jeje

¿Qué os ha parecido? 👀👀

Tenía muuuucho miedo de cagarla con esta escena final y le di miles de vueltas, pero creo al final ha quedado decente xD

Os dejo especulando sobre los próximos movimientos de Jungkook. Ahora que la ha besado, las cosas no serán tan sencillas para la pobre Yeong 😬😬

Intentaré actualizar la semana que viene, pero no sé qué día, así que os pido paciencia porque mi período de exámenes está llegando y los nervios no me dan tregua 😓😓

Ah, y gracias por los 30k en Answer. Lloro corazones ptm 😭💜

Dicho lo cual, tengo información fresca 🌚

Antes de empezar en esta cuenta como jungkookiegotme, yo ya escribía en Wattpad. Por cosas de la vida, decidí crear esta cuenta y aquí estoy ahora xD, pero esa otra cuenta sigue existiendo y tengo alguna que otra historia pendiente de terminar. Incluso puede que suba alguna cosilla nueva por ahí 🤗

Esa otra cuenta es jkenobi. Oficialmente, intentaré estar algo más activa por allí a partir de verano 💕

Cabe destacar que tengo que modificar todas mis novelas allí publicadas porque (sinceramente), mi forma de escribir ha cambiado mucho desde que comencé a publicar por aquí. Sin tocar el tema de errores en la estructura y demás cosas que tengo que arreglar. Así que, si llegáis a entrar en algunas de mis historias en esa cuenta, no os asustéis demasiado. Intentaré cambiar y corregir todo lo que me disguste en verano 😅💜

Además, hace unos días me di cuenta de que acabo de cumplir los dos años en esta cuenta. El tiempo se me ha pasado volando y quería dar las gracias a tod@s l@s que me leéis. Ya sea aquí o en mi cuenta secundaria. Nunca pensé que una plataforma como Wattpad me daría tantas cosas buenas, de verdad 🥺💜

Y, ahora sí, me despido, que en España son casi las seis de la mañana y me muero de sueño 😂

Os quiere, GotMe 💜

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