Capítulo 1: Lucy Loud
No deberías sorprenderte. Incluso yo misma admito que la historia que voy a narrarte es, sin duda, algo sobreexplotado: el género del horror está lleno de clichés, ¿sabes? Actualmente es difícil asombrar a alguien o dejarlo con los nervios de punta.
Seguramente también habrás ya escuchado varias historias alrededor de esta chica. Sin embargo, era por eso por lo que quería advertírtelo, no escucharás nada nuevo o algo innovador; de hecho... más que una historia de fantasmas... es una historia llena de tristeza y aflicción; tragedias desafortunadas que arribaron a la vida de Lucy Loud.
...
Sí, la misma Lucy que todos conocemos, ¿o me lo vas a negar? Por supuesto que no...
Estamos acostumbrados a verla obsesionada con los temas espiritistas y los libros de conjuros, pero irónicamente esos detalles no tuvieron nada que ver aquí. Te lo menciono porque también estamos aburridos de saber que toda historia de terror inicia siempre con una mala decisión la cual obviamente no debía tomarse, pero por eso quería decirte que más que miedo... es tragedia; no fue más que la crueldad del destino y la coincidencia, más hubiera preferido ella saber que fue por una mala decisión que por la incertidumbre maligna de la vida misma.
Y, bueno, lo más indicado es que te cuente sobre ella. Mi nombre es Melanie, soy amiga de Lucy después de los acontecimientos tan radicales que hicieron girar su vida. He tratado de apoyarla y darle mi cariño; he tratado de auxiliarla y guiarla hacia la luz y hemos tenido un buen progreso. Diría que estamos saliendo adelante.
En fin, que lo importante no es el ahora, sino el antes: "¿Qué pasó?" Es aquí donde todo se vuelve... sombrío...
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Fue hace unos dos años cuando todo inició. Me contó hasta el mínimo detalle, no se le escapó nada y no se inmutó en guardarse las especificaciones tan explicitas con las que ocurrió todo. Tengo que decirte también que ella... siempre ha tenido una actitud bastante extraña. Déjame contarte de ella primero.
Ella era totalmente abierta para mi sorpresa, algo que no me esperaba por su apariencia y actitud. Pareciera que había agarrado bastante confianza conmigo, pero eso es otro tema.
Lucy siempre había sido una niña peculiar desde los seis años. La oscuridad era lo único que conocía, me había contado que se sentía segura y acobijada.
Le sorprendía el hecho de haber sido la única integrante de la familia en haber heredado el color de cabello de su bisabuela; no hay necesidad de resaltar las características físicas del resto de su familia..., añadiendo que Lucy era, además, la más pálida.
Ella también se mostraba interesada en las películas de clasificación alta y no porque contuvieran escenas morbosas, sino que le llamaba la atención el fluido rojizo que las personas derramaban en esas cintas tan tortuosas y sensibles para los cardiacos.
En ciertas ocasiones, cuando tenía ocho años, iba a uno de los bosques de Royal Woods y se quedaba sentada sobre una roca mientras admiraba a los animales que residían tranquilamente allí; eso era lo más inquietante, solo los observaba y mantenía la mirada fija en ellos. Por ahí pasaban conejos, liebres, venados, ardillas y hasta mapaches; ninguno de ellos se inmutaba ante la presencia de la niña, igual estaban demasiado ocupados con las reservas para el invierno.
Lucy me contó que llegó a llevar un cuchillo a los bosques. Se sentó en la misma roca de siempre, esperando..., contemplando... y nada. No pasaba nada ni nadie por ahí, solo unas que otras luciérnagas que iluminaban la noche; aunque hubo un conejo pequeño que caminaba con dificultad.
Ella se levantó y caminó con sigilo hasta el animalito. Era como una sombra, el aire se movía con ella y sus pasos eran camuflados por la brisa nocturna que paseaba sobre el césped. El conejo se recostó para recuperarse, había sido perseguido por un depredador hambriento: estaba grave.
Lucy veía con curiosidad al pequeño. Se agachó hasta donde estaba sin que se percatara, lo hizo tan despacio que el conejito ni abrió los ojos ante la aproximación de la chica. Observó con detenimiento la herida, la sangre palpitaba en su pata con fuerza. El líquido salía despacio, pero bombeaba con fervor, a ese paso, pudiera que no sobreviviera.
Tentada de pensar así, Lucy había acercado su cuchillo con cautela, pero se detuvo a pensarlo un momento, ¿por qué estaba haciendo eso en primer lugar? Su corazón latía con fuerza mientras sus instintos imploraban por algo de acción. Ella en verdad estaba deliberando entre matar o no al conejo, pero ¿qué ganaría con ello? ¿Qué podría generar dentro de ella el cometer aquel acto? Un acto que tenía dos puntos de vista diferentes: uno piadoso o uno cruel; dependía de ella escoger cual.
Sin embargo, ante todo pronóstico, optó por no hacer nada. Respiraba agitada mientras negaba con su cabeza; salió corriendo de ahí en dirección a su casa. Algo detuvo su mano, algo detuvo su acción y era el miedo a convertirse en algo que ella temía en el fondo; un fenómeno que no podía comprender.
...
Sí, ella era así. Ella siempre vio ese lado del ser humano, siempre se sintió tentada en conocer la naturaleza que nos rodeaba. Tenía curiosidad, además de que ese vacío dentro de ella no ayudaba mucho.
Lucy me había comentado que su alma y su vida eran... carentes de sentido. Tenía un comportamiento inusual, no podía expresar sus sentimientos o emociones, no era capaz de dibujar una sonrisa en su rostro, ella... siempre había sido bastante monótona. Es difícil de leer y su forma de ser es incomprensible.
Desde niña que Lucy no podía concebir sentimientos únicos como la felicidad o el amor, no es capaz de expresar cosas tan sencillas como un abrazo o, aunque fuera, un simple apretón de manos en señal de respeto. Eso siempre la afectó y la hizo sentir distinta a los demás, ella tenía curiosidad de saber cómo se sentía esa parte tan especial del ser humano; pero eso sería algo que la dejaría intranquila y ansiosa.
Entonces comprendí que Lucy estaba buscando algo en específico, algo que la llenara y la hiciera sentir aliviada; ella estaba desesperada. Ella buscaba opacar esa parte que era imposible de llegar; añoraba tapar ese hueco que crecía lentamente en su interior y deseaba sin cesar que terminasen de escucharse esos ecos mentales que le aconsejaban las formas adecuadas para poder experimentar aquello que era inalcanzable.
...
¡Oh, sí! Perdón, me desvié mucho del tema, pero creo que esta parte de Lucy debías de saberla... fue algo duro de escuchar para mí al principio, sobre todo por la extensa familia con la que ella contaba. Yo solo cuento con mi padre, pero eso no importa mucho.
En fin, ella entró por la puerta trasera de su casa, cerró la misma con lentitud y se recargó. Se sentó en el piso mientras su respiración aumentaba; sostenía el cuchillo, temblorosa, y su expresión denotaba repulsión hacia su propia persona, ¿tan bajo debía caer para experimentar un poco esa sensación? No..., ella no lo consideraba así. Sin importar nada, también tenía en consideración los estándares morales de la sociedad, no quería imaginarse a ella misma dañando a un ser tan inocente y pobre..., aunque ahora se sentía culpable por no haberle ayudado; nada podía hacer para entonces.
Un escalofrío la recorrió, miró el cuchillo de nuevo y su mente comenzó a realizar trayectorias que dirigían al bosque del cual había huido..., era como un llamado. Miró al frente por unos instantes y juró haber visto delgadas líneas flotantes que tomaban dirección hacia la puerta; se despabiló..., ya no había nada. Comenzó a llorar en su sitio.
Podría decirse que había algo dentro de ella que no lograba comprender del todo, era una sensación interminable como de cosquilleos rodeando su cuerpo. Eran leves empujones que la arrinconaban a pensamientos indeseables para cualquier persona y ella no estaba dispuesta a hacerles caso..., a pesar de todo, podía contar con un poco de su familia.
Suspiró hondo y se levantó, limpiándose las lágrimas que escurrían sobre su mejilla. Siendo inteligente, dejó el cuchillo en uno de los cajones y se retiró hacia su cuarto muy despacio, no quería que se enteraran de sus escapes nocturnos; aunque escuchaba algo que resonaba con fuerza y la hacía sentir incómoda: era su corazón.
Su corazón iba a una velocidad medianamente superior a la normal y lo hacía con fuerza. Ese sonido retumbante resonaba en todo el pasillo, o eso creía ella, eso la tenía muy inquieta. Daba un paso y se detenía para observar que nadie saliese de su habitación, las pulsaciones se hacían más fuertes y la adrenalina que expulsaba su ser no ayudaba mucho. Otro paso, otra mirada al pasillo..., nada. Aun así, sentía que alguien saldría en cualquier momento, sentía que alguien la descubriría cuando menos lo esperara, se sentía aprisionada.
Después de una tortuosa trayectoria, llegó hasta su cuarto, abriendo y cerrando la puerta con suma lentitud. Se dirigió hasta su cama y se recostó en ella mientras observaba a su hermana con cierto miedo en sus ojos, tenía miedo de que despertara y la viese, sentía que podrían descubrirla sin razones aparentes..., lo mejor sería dejar de hacer eso.
Cerró sus ojos y trató de dormir, pero le fue imposible. Los susurros la acechaban, su corazón azotaba con fuerza y su mente no la dejaba dormir; su cuerpo temblaba y el escalofrío que sentía era inmenso, era una energía desconocida que la invadía y no sabía qué era. Así que decidió levantarse e irse con su otra hermana, la cual era deportista..., una cualidad que la hacía ruda.
Sin mucho ruido ni movimiento, se recostó a un lado de ella. Lo hizo tan despacio que apenas y su hermana sintió como una brisa recorrió su cama..., pero eso la hizo despertarse: no había ventanas en su habitación.
Su hermana se volteó y le preguntó el porqué estaba ahí. Algo tímida, Lucy le respondió, con un ligero temblor en sus labios, que tenía miedo..., tenía miedo de que algo malo le pasara. Le comentó que se sentía enjaulada en un mar de sentimientos y emociones desconocidas y que no conseguía comprender; le explicó que sentía como una voz la acechaba incesantemente todos los días, pero no era una voz ajena a ella..., era la voz de su subconsciencia, era la voz de sus deseos y placeres..., era la voz de sus propios demonios internos, pero quiero aclararte que hablo en metáfora, Lucy no poseía demonios dentro de sí.
Más por ayudarla que otra cosa, accedió a que su hermanita durmiera con ella; aunque solo por esa noche..., pero para su infortunio se volvería algo cotidiano. Esas acciones hicieron que Lucy y Lynn, su hermana, se hicieran más cercanas de lo que por sí ya eran.
...
¿Qué? Pues claro que ya eran cercanas desde antes, ¿pues acaso no lo sabías? Me sorprende viniendo de ti.
Había pocas ocasiones en las que molestaban a Lucy por sus gustos tan extraños e impropios hacia algunos libros o escritos, además de que a veces le decían bruja por el simple hecho de cargar libros antiguos de hechizos bajo sus brazos..., algo la llamaba sin saber qué era, mas ella solo ansiaba liberarse de esas sensaciones tan tortuosas que no la dejaban estar en sus cabales, ella solo quería ser normal, ¿sabes?
Total, que Lynn se encargaba de los que la llegaban a molestar. Tristemente, Lucy no podía agradecerle con una sonrisa, algo no la dejaba hacerlo..., le era imposible. Así que trataba de compensarle ayudándole con otras cosas, a veces le leía el futuro o hacía rituales para que sus partidos fueran un rotundo éxito..., de hecho, habría que mencionar que una fuerte ventisca azotó el pueblo cuando le tocó batear al equipo contrario en un partido de béisbol, mandando la pelota directamente a los suelos, impidiendo un home-run.
No me preguntes cómo lo sé, infórmate, lee las noticias; era temporada de lluvias y la naturaleza solo hizo su trabajo, ¿por qué rayos pensarías que fue a causa de los hechizos de Lucy?
...
Es cierto..., con todo lo que ha pasado es difícil saber en qué hay que fiarse realmente. Pero, hey, no me desvíes.
Regresando al momento, Lynn durmió con Lucy esa noche; sin embargo, esa sensación seguía recorriéndola por completo, haciendo que temblara. Aquello había tomado desprevenida a su hermana, ¿tan grave era la situación? Quizá le prohibiría ver esos programas y películas que según tanto le gustaban, probablemente podría estarle afectando y ella lo estaba ameritando a otros factores externos, pero ella solo era una deportista concentrada en su vida y el físico, ¿qué iba a saber ella?
Se limitó a darle un abrazo y así reducir el impacto que los pensamientos de Lucy hacían en su contra, una acción que resultó fructífera. Dejó de temblar y consiguió calmarla, los ecos dejaron de sonar y ella pudo estar... bien. Solo eso: bien.
Así, la vida de Lucy continuaría hasta los diez años..., al momento donde todo inició verdaderamente.
Perdóname si te hice dar muchas vueltas, pero primero debías saber de Lucy.
...
Sí, sé que te la imaginabas diferente, de hecho, yo igual. Incluso te sorprendería que no escribe ninguna poesía a pesar de estar en un club dedicado a ello.
—¡Melanie!
Vaya, parece que me tengo que ir. ¿Te parece si seguimos hablando mañana?
...
Sí, sí. Sé que es urgente, pero, oye, no te preocupes. Todo se resolverá, ¿no podrías intentar buscar más pistas por otro lado?
...
No lo sé, busca en su casa. En verdad me aflige que no puedas hablarlo con nadie más..., es muy triste si me lo preguntas.
—¡Melanie! ¡Lucy nos espera!
Perdona a mi padre, es muy insistente. Soy la única fuente de información que tienes y mi padre detestaría saber que hablo con alguien como tú, así que mejor tengamos esta charla en secreto, ¿quieres? Estaré gustosa de darte lo que necesitas para llegar al fondo de esto..., esa pobre niña no se lo merecía. En fin, volveré mañana a la misma hora, aquí te veo.
...
Yo sabré que invento, tú solo ven.
Melanie te regaló una sonrisa, sabes que mañana volverás a ver a esa adorable niña de doce años que sabe la tragedia que ocurrió respecto a la familia de Lucy Loud..., por mientras, tendrás que apañártelas buscando información en su residencia; seguro y podrás encontrar algo útil...
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