SeokJin miraba por el balcón a la casi desierta calle. Hacía mucho frío y la mayoría de las personas se quedaban en casa, aunque podía ver a gente caminando —aparentemente— para su trabajo u hogares.

Con algo de desesperación miró la hora 19:00, se suponía que Tae ya debería haber llegado. El viernes era su día sagrado en donde la noche era para ellos dos; viendo alguna película o serie, otras veces bailando o cantando. Y cada uno le preparaba al otro una de sus comidas favoritas, este día tocaba la de Tae, así que ya había echado a hervir la pasta, le faltaba preparar la salsa blanca con champiñones y jamón, pero quería esperar a Tae para hacerla, de lo contrario la comida podría enfriarse si no llegaba a tiempo.

Soltó un suspiro cansado y apoyó sus antebrazos en frio metal de la barandilla, para seguir observando a la minoría de gente pasar. Entre ellas percibió a un par de chicas, ambas vestían enormes chaquetas, con bufandas y calcetas largas, seguramente venían de la escuela. Ellas sonreían y a pesar del frío, verlas le daba una sensación de calidez.

Inconscientemente recordó sus últimos años escolares junto a TaeHyung, cuando se quedaban hasta tarde en los talleres y podía ver la hora dorada reflejada en las castañas hebras de Tae o en su hermosa piel canela. Recordaba las sonrisas tontas que se daban, Jin amaba mucho la singular sonrisa cuadrada y mucho más ser a causante de ella. Más recuerdos vinieron, como cuando Tae le ayudaba con su tarea de literatura, o cuando almorzaban juntos bajo un pequeño árbol, o cuando iban sus casas a pasar el rato, o cuando simplemente salían sólo para verse.

Extrañamente todos esos recuerdos se sentían muy lejanos, aunque sí habían pasado muchos años desde ello, lo que le dejaba una sensación de molestia, era que la calidez de esos recuerdos se sentía más lejanos que ellos en sí.

Entonces SeokJin lo vio, desde el pequeño balcón de su acogedor apartamento pudo observar a TaeHyung salir de un auto negro y despedirse de las personas que lo ocupaban. Eran algunos de los compañeros de trabajo, no los conocía del todo. La verdad es que se sentía muy alejado de esa parte, nunca en esos seis meses había entrado a la nueva agencia en donde Tae trabajaba, claro, a veces lo iba a recoger, pero esperaba afuera a que Tae saliera del edificio. Ni cuenta se dio cuando Tae ya había ingresado al condominio.

Unos pequeños pasitos y el sonido de una campana se escucharon por el corto pasillo que conectaba las habitaciones con el salón. Seguramente Yeontan había escuchado los pasos de Tae acercándose a la puerta.

Jin sonrió.

Amaba a ese quiltro. Lo adoptó en su tercer año de su carrera veterinaria, junto con sus compañeros que hicieron una pequeña campaña de recoger animales sin hogares y cuidarlos hasta encontrarles una familia. El pequeñito tenía problemas cardiacos, así cuando la gente se enteraba era su última opción al suponer que eso implicaría más trabajo, dedicación y gastos. A Jin le había parecido una buena idea adoptarlo y dárselo de regalo a TaeHyung para su cumpleaños, tenía el recuerdo de él diciéndole que siempre quiso un cachorro, pero su madre alérgica a ellos no se lo permitía, y como en ese entonces ya tenían una relación y vivían juntos, quiso hacer uno de sus deseos realidad.

TaeHyung se enamoró de Yeontan, de hecho, él le puso el nombre. Ambos lo cuidaban como un hijo, quizá por eso mismo lo primero que hizo TaeHyung al abrir la puerta fue tomarlo en sus brazos.

—Hace frío. No deberías estar ahí, te puedes resfriar —le advirtió soltando al perro.

—Te estaba esperando. Se supone que hoy sales a las cuatro.

—Sí, pero a uno de los chicos se le ocurrió ir a un bar que abrieron hace poco y se hizo popular. Era llamativo, luces neón, gente bailando y todo —explicó dirigiéndose a la cocina.

SeokJin asintió no muy convencido.

—Pensé que no te gustaban esos lugares. Antes cuando te lo proponía repudiabas la idea.

—Lo sé, pero todos mis amigos han ido. Si quieres podría invitarte para la próxima vez —propuso mientras curioseaba la hoya—. ¿Harás pastas?

—Sí, tocaba tu comida favorita —recordó—, así que pensé en hacer pasta con salsa blanca.

—Verdad que es nuestro día. Lo había olvidado por completo... —confesó mientras seguía husmeando—. Bueno, como te decía para la próxima vez puedes ir si quieres. Solo nosotros, claro.

—Claro, con gusto —respondió incómodo, porque no le interesaba en absoluto ir a esos lugares, después de tener su título de veterinario con la ayuda de sus padres pudo abrir su propia consulta, que quedaba un par de cuadras del departamento, pero le resultaba agotador tener que ser el "jefe" incluso si tenía un par de ayudantes. A veces tenía que tener mucha paciencia con los animales.

No supo en qué momento TaeHyung se había acercado, sólo reacciono cuando sintió los suaves belfos tocando los esponjosos suyos.

El beso duró unos segundos antes de que Tae se separara y preguntara con una sonrisa:

—Creo que hay que preparar la salsa ¿te ayudo?

—Me encantaría —respondió sincero, devolviendo la sonrisa.

De cierta forma eso alegró a Jin, quizá fue por el hecho de que hace tiempo que no cocinaban juntos. Su corazón volvió a latir con calidez, por ese momento vio al Taehyung del que se había enamorado.

Todo está bien. Se convenció a sí mismo.  

¡Hola! Aquí estoy con una nueva historia y esta va a ser cortita uwu ♡
Espero que les guste y le den una oportunidad c: ♡  Y como soy ansiosa y no me puedo aguantar nada, voy a subir los otros dos capítulos que tengo listos :D

Avisenme cualquier error o falta de ortografía, por favor 🤠♡