
CAPÍTULO ÚNICO
CORALINE se observaba en el gran espejo de la pared, sin poder quitar la sonrisa de su rostro. Notaba cómo sus orbes almendrados tenían un brillo especial que fácilmente podía compararse con las estrellas. Llevaba un gran vestido blanco sin mangas, algo escotado, con brillos y detalles florales. Se ajustaba a su pequeña cintura y era largo cubriendo sus tacones blancos.
Estaba realmente emocionada aunque sentía su estómago revolverse de los nervios que le causaba pensar en caminar por ese pasillo, encontrarse al amor de su vida con el traje blanco, esperándola con una sonrisa. Y quizás —lo que le hacía demasiada ilusión—, con lágrimas en los ojos por la emoción al saber que sería su esposa.
Siempre había deseado algo así, y más ahora que estaba segura que ella no soportaría. Las lágrimas caerían porque había soñado ese momento, aunque con distintos hombres antes, pero desde que estaba con Jungkook, ese deseo de unir su vida junto a alguien le hacía más ilusión.
Quería pasarse el resto de su vida al lado de aquel hombre, que no sólo la deslumbraba con su belleza, sino también con su manera de ser que la enloquecía. Jamás había conocido a alguien tan abierto sentimentalmente, sin miedo a expresar lo que sentía, lo que deseaba, lo que le dolía.
Era la persona más amable, más dulce y buena que había conocido, por lo que no quería perderlo jamás.
Deseaba llegar al momento al que dijeran "sí, acepto", poder aferrarse a él y que unieran sus labios en un beso. La luna de miel era toda una sorpresa que tenía para ella, lo que le hacía mucha ilusión, pero sabía perfectamente que esa primera noche de bodas disfrutaría demasiado, más que nada cuando este le hiciera el amor y pudieran decirse cuánto se amaban. Porque nada deseaba más que escucharlo de sus labios por primera vez.
Y se convencía de que lo sentía porque por algo estaban a punto de casarse, porque él era demasiado sincero en cuanto sus sentimientos. No sería capaz casarse sin amarla, ¿verdad?
¿Quién sería capaz de casarse teniendo en su corazón aún a otra persona? Pensar en eso hacía que su corazón se encogiera y sintiera un nudo formarse en su garganta.
No quería creer que él jamás había olvidado a Lexi, aún estando con ella por casi un año.
¿Era capaz de hacerle algo así?
No quería pensarlo más porque si así fuera, toda su idealización se derrumbaría. Jeon jungkook no podía hacerle algo como eso cuando no estaba haciendo más que amarlo con una gran intensidad, buscando que nadie fuese capaz de dañarlo mientras ella estuviese ahí para él, porque sentía que era la mejor persona que había conocido, por lo que quería protegerlo absolutamente de todo, aunque este siempre le dijera que debía ser al revés.
La sonrisa en su rostro fue borrándose a medida que iba recordando cómo se dieron las cosas entre ambos, porque, aunque para ella fue maravilloso e intenso, podía ser que él, simplemente, buscó sacar de su corazón a quién aún podía seguir amando y ocultándoselo.
(...)
—Oye, ¿y no has vuelto a salir? —escuchó la voz de su amigo.
Coraline dejó de observar por la ventana el diluvio que había, y giró sobre sus talones encontrándose con Christian. Este le llevaba unos quince años, era de tez blanca, cabello castaño oscuro que llevaba atado en una coleta, orbes cafés, nariz ancha, labios esponjosos, barba de unos días, estatura alta y cuerpo robusto.
Estos se conocieron unos pocos años atrás cuando ella alquiló aquella librería para volver a abrirla, remodelándola. Él buscaba uno de sus libros favoritos, pidiéndole ayuda y cuando comenzaron a hablar sobre El principito, fue cuando la gran amistad entre ellos dio inicio.
Christian tiempo después necesitaba trabajo y ella no dudó en dárselo, además, creía que tenía un buen gusto en cuanto a libros y que podría ayudarla bastante, en lo que acabó acertando.
Adoraba llegar allí y verlo esperándola con una gran sonrisa, poder hablarle de todo lo que le sucedía y que la escuchara con atención. Sin duda, Christian se había vuelto en la persona más especial para ella, y que estaba segura que la quería por la manera en la que se lo demostraba.
Hasta el año anterior él la había invitado junto a su esposa e hija pequeña a un viaje familiar, por lo que aceptó sin dudar. Se volvieron realmente unidos y eso les encantaba porque sentían que eran su alma gemela en amistad.
—No, ¿por qué lo preguntas?
—Porque podrías conocer a otro hombre de esos atractivos y malos que tanto te gustan —bromeó sentándose en uno de los sofás pequeños y celestes.
—¿Para qué lo haría? —arrugó levemente la frente—. ¿Para enamorarme y que luego ellos me digan que no quieren nada serio?
—¿Sabes lo que pienso al respecto? —Coraline al escucharlo bufó acercándose a la ventana, girando la cabeza para verlo con el semblante serio.
—No, y dudo mucho que quiera saberlo.
—De todas maneras te lo diré —sonrió encogiéndose de hombros—. Creo que estás desesperada por encontrar a alguien que te ame como tú amas. Te aferras demasiado pronto a las personas porque las idealizas, por ese estúpido deseo de tener a alguien a tu lado, de sentir amor. Pero sólo logras salir lastimada al ver que no son quienes creías, cariño —hizo una mueca—. No está mal buscar el amor. Creo que todo el mundo lo hace, pero sí creo que está mal idealizar y aferrarse tan pronto a las personas, porque sólo tú te dañas. Ellos al final de cuenta no tienen la culpa de aquella idealización.
—Dije que no quería escucharte —recalcó molesta, alzando una ceja.
—Sabes que tengo razón porque siempre te molestas cuando pasa —soltó una risilla—. Tomate el verdadero tiempo para conocer a alguien. Tienes que aprender a llevarlo con calma para ver si realmente puedes amarlo y él a ti. Deja de apresurar las cosas y dañarte —aconsejó con suavidad—. Mereces ser amada, eso es seguro, porque tienes un corazón enorme.
—Ya, cállate. Tienes razón, ¿contento?
—Demasiado —confirmó con una gran sonrisa—. Ahora sólo debo esperar que sigas mi consejo.
—Deberíamos cerrar e irnos, ¿no crees? —preguntó observando por la ventana, como la brisa movía las hojas de los árboles.
—Cierto. De todas maneras, nadie vendrá con esta tormenta.
Coraline asintió dándole la razón, pues hacía una hora que había comenzado la tormenta, la cual parecía empeorar por lo que deseaba poder estar en su casa y beber algo caliente, mientras leía a un lado de la chimenea. Ese era uno de sus pasatiempos favoritos.
Una vez que su amigo se levantó del sofá, ella se acercó a la puerta, pero cuando esta fue abierta no pudo evitar sobresaltarse por el susto, ya que no esperaba para nada que alguien con aquella lluvia decidiera ir allí.
Al encontrarse con cabello corto oscuro y que caía por su frente por lo húmedo, unos orbes oscuros que lucían cansados, labios delgados y rosados entreabiertos, y una camisa blanca con corbata negra, que llevaba los primeros dos botones abiertos, la cual estaba húmeda permitiendo ver un poco su piel pálida y los tatuajes que cubrían por completo su brazo derecho, sintió que el oxígeno abandonaba sus pulmones por un momento.
Este extendía su chaqueta negra por encima de su cabeza tratando de cubrirse de la lluvia. Coraline observó sus pantalones que resaltaban sus muslos gruesos, y los zapatos negros, también húmedos, volviendo su vista a su rostro, cómo parecía tener la respiración pesada por haber corrido y su pecho subía y bajaba por esa razón.
—¿Puedo pasar? —preguntó inseguro, mientras algunas gotas de lluvia recorrían su rostro.
—C-Claro.
Coraline se hizo rápidamente hacia un lado, permitiendo que este entrara rápidamente sin dudar, humedeciendo el suelo por las gotas que caían de su ropa y cabello. Estaba completamente mojado por la lluvia, por lo que pasó los dedos por su cabello echándolo hacia atrás y sacudiéndolo un poco, lo que hizo que humedeciera más el suelo.
—Te encargaras de secar el suelo, cachorro —apuntó Christian, acercándose.
—Lo siento...
—Ya, no te preocupes. Él se encargará de eso —interrumpió ella, observando con el semblante serio a su amigo.
—¡Oye...!
—¿Qué hacías bajo la lluvia? —indagó confundida.
—Mi coche se averió y por más que esperé unos minutos, ningún taxi pasó, así que decidí caminar —explicó haciendo una mueca de molestia—. Por suerte recordé que esta biblioteca quedaba cerca, y al ver que seguía abierta no dudé en venir. Gracias por no haber cerrado por la jodida tormenta.
—En realidad... estábamos por hacerlo —comentó por lo bajo Christian.
—Gracias entonces por haber tardado un poco más así llegaba a tiempo.
—Rayos, estás muy mojado, Jungkook —murmuró al verlo abrazarse a sí mismo.
—Préstale tu chaqueta —bromeó Christian, pasando por su lado para tomar sus pertenencias—. Creo que todos deberíamos irnos a casa. Tú necesitas un baño caliente, Jungkook.
—No tengo cómo volver. No he visto pasar ningún taxi...
—Yo te llevaré —lo interrumpió la fémina.
—¿Segura? No quiero...
—Somos amigos, ¿lo olvidas? —sonrió, pero al verlo tensarse, esta se fue borrando mientras Christian se acercaba.
—Incómodo —murmuró por lo bajo para sólo ser escuchado por ella—. Bien, vayan con cuidado. Yo me encargaré de cerrar.
—¿Seguro? —Coraline lo observó desconfiada.
—Sí, llévalo antes de que pesque un resfriado el hombre. Y recuerda mis palabras...
—¡Cállate! —exclamó molesta, golpeando su brazo—. Vamos, Jungkook.
Coraline tomó su bolso que estaba en el sofá y comenzó a dirigirse hacia la puerta, escuchando cómo su amigo se despedía de ella y de Jungkook que le devolvía el saludo, pero decidió ignorarlo ya que no le parecía para nada bien que la molestara con el pelinegro.
Llevaban conociéndose tres años con Jungkook. Se podía decir que Christian y él en un momento tuvieron una gran amistad, eran bromistas juntos sin importarles hacer molestar a alguien, porque la verdad era que nadie podía molestarse con ellos por mucho tiempo. Pero en cuanto todo acabó con Lexi, este no dudó ni un segundo en tomar distancia de sus amistades que también lo eran de él porque ella lo había incluido.
Coraline y Jungkook apresuraron el paso para llegar a su coche, y una vez dentro, la fémina encendió la calefacción observando como Jungkook estiraba sus manos tomando algo de calor.
—¿A qué se refería Christian? —preguntó curioso sorprendiéndola, mientras ella encendía el motor.
—¿A cuál de todas las estupideces que salen de su boca te refieres?
—Que recordaras sus palabras. ¿Sucedió algo contigo en este tiempo? —indagó algo inseguro, observando por la ventanilla.
—Nada importante. Tonterías —respondió nerviosa, encogiéndose de hombros.
Jungkook al notar que parecía no tener interés de indagar en eso con él, comprendió, por lo que asintió finalizando aquella conversación.
Para ambos era sumamente incómodo aquel reencuentro, más que nada para él que había decidido alejarse de todas las personas que rodearan a su exprometida. Pero estaba agradecido de que ella accediera a llevarlo a su casa, porque necesitaba más que nada volver, ya que sentía que al estar con quienes alguna vez llamó amigos, provocaba que recordara a ese amor.
(...)
Al llegar a la casa del pelinegro, este la invitó a que bajase, ya que parecía que la tormenta empeoraba y se le había dificultado conducir, por lo que no quería que algo pudiese sucederle, mucho menos cuando quiso ayudarlo a llegar a la suya para que no se enfermase.
Este a reproches de ella, ingresó a darse una ducha porque tampoco quería enfermarse al tener mucho trabajo en la empresa que trabajaba. Mientras tanto, Coraline decidió encender la chimenea, para que así este al salir sintiera aquel calor.
Luego de eso, al ser una persona que no conocía la timidez para nada, ingresó a la cocina. Le haría algo caliente para beber, porque no le importaba para nada que se haya alejado y aparecido de la nada en busca de ayuda. Siempre le gustaba ayudar a las personas, de la manera de la que sea, porque así la criaron sus padres, más cuando se trataba de alguien que alguna vez le ofreció su ayuda. No importaba lo difícil que fuese, ella buscaría la manera en la que sea para poder ayudar. Aunque ahora sólo se trataba de que el pelinegro no se enfermase al haber estado minutos bajo la fría lluvia, todo empapado.
Una vez que tenía las dos tazas con chocolate caliente, volvió al living dejando una en la mesa pequeña frente al sofá. Se acercó a la chimenea sintiendo como la abrazaba el calor y le dio un sorbo a su chocolate caliente, escuchando unos pasos que llamaron su atención.
—Ya estoy listo.
Giró sobre sus talones y se encontró con Jungkook que llevaba su cabello algo húmedo cayendo por su frente, aretes en sus orejas, en una llevaba tan solo dos y en la otra cinco. Tenía una camiseta negra, pantalón de pijama a cuadros blanco y negro y medias blancas. Este al ver la taza se sorprendió, como también al verla a ella tan cómoda.
—Te hice algo caliente. Seguro va a ayudarte —sonrió un poco.
—¿Chocolate caliente? —preguntó sorprendido, sentándose en el sofá.
—No me gusta el café —admitió por lo bajo, como si fuese un secreto, lo que hizo que este soltara una risilla.
—Gracias de todas maneras.
—Cúbrete.
Este al escucharla la observó confundido, pero ella dejó la taza encima de la chimenea para acercarse a él. Tomó la manta celeste que estaba en el sofá y la colocó sobre sus hombros, sintiendo como el aroma a su colonia masculina se colaba por sus fosas nasales, mientras este la observaba tensándose por su cercanía, aunque prefirió no decir nada.
Jungkook tomó los bordes de la manta cubriéndose mejor, por lo que ella dio un paso hacia atrás sonriendo, para después pasarle la taza.
—Perfecto —murmuró satisfecha, volviendo a acercarse a la chimenea para tomar su taza y darle un sorbo
El silencio inundó aquella sala. Coraline estaba perdida en sus recuerdos, mientras que Jungkook sentía que la tensión llegaba a asfixiarlo, como la culpa por su distanciamiento a pesar que algunos, entre ellos, Coraline, le escribieron alguna que otra vez, pero decidió ignorar.
—Entiendo tu alejamiento, Jungkook —habló sin apartar la mirada de la chimenea.
—No estuvo bien la manera tan brusca en que lo hice.
—Quizás, pero buscabas lo mejor para ti, ¿verdad? —giró la cabeza a verlo y este asintió, tomando la taza con ambas manos.
—De todas maneras, Chris y yo éramos como mejores amigos, y aún así, hice como si nunca hubiera existido. ¿Cómo podría no estar molesto? —arrugó la frente, mirándola desconcertado, buscando alguna respuesta.
—Porque te entiende. Todos los hacemos.
—Odio pensar en que sienten lastima por mí. Preferiría que estuvieran molestos por cómo me alejé de absolutamente todos —admitió molesto.
—Yo no siento lástima por ti.
—Es tu mejor amiga. La apoyas.
—Es mi mejor amiga, creo que sigue siéndolo, pero no apoyo para nada la forma en que te hirió —aclaró con el semblante serio—. Yo no apoyo a la gente que hiere a otra, Jungkook. No soy ese tipo de personas, pero aún así, no siento lástima por ti.
—Lo siento —musitó bajando la cabeza arrepentido.
—Está bien. Olvídalo.
Hablar acerca de ella hacía que este sintiese curiosidad, aunque se decía que no debía indagar en eso. Estaba mejor sin saber nada de Lexi hacía meses, porque sabía que era masoquista querer saber de su vida, por lo que se mordió el labio inferior tratando de contenerse.
Pues, había una pequeña parte de él que tenía esperanza de que ella lo extrañara, que estuviese arrepentida por haberlo dañado, que sí lo haya amado como tanto se lo decía antes de destrozarlo.
—Puedes contestar, Jungkook, pero tienes que saber que seré sincera sin importar que eso rompa tu corazón aún más —aclaró con suavidad.
—Ella no me extraña, sigue con él, ¿verdad? —preguntó conectando sus miradas, dejando notar el dolor en sus orbes oscuros apagados desde que Lexi no formaba parte de su vida.
—Se mudaron juntos hace dos semanas.
Jungkook al escucharla tuvo que morder su labio inferior, mientras asentía sin saber si estaba agradecido por su sinceridad o la detestaba. No sabía cuánto más podía destrozar su corazón saber que Lexi seguía su vida junto a su ex mejor amigo, mientras él luchaba todos los días para dejarla ir, para que ese vacío en su pecho se fuera de una vez y ya no la necesitara más.
¿Por qué el amor debía doler de esa manera algunas veces? ¿Por qué es tan difícil para una de las dos personas tener que dejar ir? ¿Por qué debía ser él la persona que sufriera por su abandono?
Sentía que si lo hubiera sabido semanas atrás, no hubiera dudado en romper en llanto porque claro que dolía saber que seguía rehaciendo su vida, con quien alguna vez llamó mejor amigo, pero sentía que sus lágrimas se acabaron.
—Lo siento...
—Olvídalo. Es necesario que lo sepa para dejarla ir más pronto —intentó sonreír, pero le salió más una mueca y tomó una bocanada de aire—. Dices que ya no sabes si siguen siendo mejores amigas. ¿Por qué, Coraline?
—Desde que está con... él, se ha alejado del grupo, hasta de mí aunque no lo creas.
—Pero si eran demasiado unidas...
—Lo sé, pero ahora está demasiado ocupada rehaciendo su vida con... Max.
Jungkook cerró los ojos con fuerza, pensando que al igual que estaba haciendo con su ex mejor amigo, lo hizo con él. Vivir un amor realmente intenso al principio, mudarse juntos, y su mayor miedo ahora era... pensar que era capaz de comprometerse con Max, como antes lo había hecho con él.
Sentía miedo, porque con Max estaba avanzando más rápido que lo que una vez lo hizo con él. Con el pelinegro le había llevado dos años tomar la decisión de vivir juntos, ¿por qué con Max era más rápido? ¿Lo amaba más de lo que una vez lo amó a él?
Eso le aterrorizaba, porque, quizás, significaba que jamás volvería a su lado.
¿Cómo podría aceptar eso cuando él seguía muriendo por su amor? Lo destrozaba por dentro.
—¿Jungkook? —este al escucharla abrió los ojos, levantando la cabeza para así verla. Notaba que parecía algo dudosa, como si no supiera si preguntar o no, y eso le daba curiosidad—. ¿Vas a seguir tomando distancia de nosotros? ¿De mí?
Aquella pregunta se le había hecho algo sorpresiva y no pudo evitar pensar en eso. Pues, antes adoraba las veces en la que estaba todo el grupo, pero más importante, Lexi siempre a su lado tomándolo del brazo, repartiendo besos en su rostro, mientras todos conversaban animadamente y bebían.
La pasaba realmente bien y siempre esperaba emocionado la siguiente vez que pudieran verse todos, ya que siempre había alguna que otra complicación con sus horarios de trabajo.
Christian era su persona favorita allí, porque ambos contaban con el mismo tipo de humor. Jamás se molestaban entre ellos, al contrario, se unían para molestar a los demás, principalmente a Coraline, la cual era la que más soportaba sus bromas. Pues, cuando intentaban con Lexi, se ofendía demasiado rápido y con sus besos no bastaba para que se desenojara, en cambio, cuando Coraline se ofendía no podía evitar reír de todas maneras.
Christian tanto como él sabían que con un abrazo se olvidaba de cómo la molestaban, y pasaba que, ella siempre fue demasiado intensa.
Algunas veces conversaban demasiado porque sentían que tenían una gran química, hasta hubo veces donde se encontraron y no dudaron en beber algo. Ella era de esas personas que saludaban con un abrazo, o en algún momento te daban uno, lo cual al principio se le hacía incómodo porque no era de esa manera, pero de a poco fue acostumbrándose a la manera en la que ella era cariñosa.
A veces temía que cuando estaban todos a Lexi le molestara aquello, porque había empezado a gustarle la forma en la que eran con Coraline, pero agradecía que la mayoría de abrazos y caricias de cabello, sucedieran cuando Lexi no estaba cerca, ya que esta era algo celosa con lo suyo.
Tomar distancia tanto de Christian como de Coraline, había sido difícil para él al haberse encariñado tanto, pero nada se comparaba con el dolor de acabar su amistad de años con Max y su relación de tres años con Lexi.
—¿Debería?
—Ella ha tomado algo de distancia.
—¿Realmente aún quieren mi amistad? —preguntó confundido.
—Me gustaba que me molestaras con Chris, aunque algunas veces me hacían enojar —admitió riendo, causando un poco la suya—. Era agradable tenerte con nosotros, Jungkook.
—Y yo disfrutaba de esos momentos —confesó asintiendo, antes de darle un sorbo a su chocolate caliente.
—¿Entonces? —lo miró ilusionada.
—Voy a pensarlo. Tan sólo han pasado meses.
—Está bien —juntó sus labios en una fina línea por un momento, volviendo su vista a la chimenea.
—¿Coraline?
—¿Quieres que prepare la cena? —preguntó curiosa y este arrugó el rostro por un momento, para luego soltar una carcajada. Hacía tanto tiempo que no escuchaba la risa de él que no pudo evitar admirar como arrugaba la nariz y las arruguitas que se formaban a los costados de sus ojos. Era realmente contagioso el sonido de su risa, por lo que ella soltó una risilla, sintiendo su corazón brincar de emoción al haberlo provocado ella.
—¿Pensabas que iba a pedirte eso?
—No lo sé —respondió encogiéndose de hombros—. ¿Quieres o no?
—No tengo apetito, ¿y tú?
—Tampoco. Ahora puedes decirme qué era lo que querías decirme —dijo riendo, por lo que este sonrió asintiendo.
—Iba a pedirte que me hablaras de ti.
—¿De mí?
—Sí, a pesar que fuimos amigos por mucho tiempo, nunca hablamos mucho de nosotros. O al menos nunca te escuché hablar de ti, siempre se trataba de los demás —comentó encogiéndose de hombros—. Me interesa saber de ti.
—Vaya... eso es... nunca además de Christian me lo pidieron —confesó sorprendida—. Está bien. Lo haré.
Jungkook al ver como dejaba la taza encima de la chimenea y carraspeaba su garganta, a la vez que corría un mechón de cabello de su rostro, preparándose para hablar no pudo evitar soltar una risilla.
Se le hacía realmente tierno que le emocionara hablar sobre ella, por lo que se reprochaba por no haberse interesado antes.
—Bien, por lo poco que he podido averiguar, mi mamá me dejó en la puerta de un orfanato con seis meses de vida —comenzó a contar, lo que hizo que Jungkook abriera los ojos a la par por la sorpresa.
—¿P-Por qué?
—No nos dan mucha información sobre eso. Está prohibido, creo. Pero supongo que podría ser porque no podía hacerse cargo de mí, porque no deseaba ser madre, o no lo sé, pero eso no me interesa a día de hoy —respondió encogiéndose de hombros.
—¿En verdad? —preguntó asombrado—. Yo no podría con la curiosidad. Necesitaría un porqué. Eras tan sólo una bebé...
—Hay mujeres que no desean ser madres, pero son obligadas, y quizás ella pasó por algo así. Al principio, también necesitaba saber un porqué, quería buscarla, pero con el tiempo dejó de interesarme, y más cuando conocí a quienes son mis padres hoy, Jungkook —explicó con una sonrisa—. Fui elegida por ellos y eso me llena mi corazón, hasta puedo decir que agradezco lo que pasé, porque me tocaron unos padres maravillosos. No hay nada mejor que ser elegida.
—Ahora siento la necesidad de preguntarles a mis padres si ellos me hubieran elegido —bromeó causando su risa.
—Estoy segura que lo hubieran hecho. Eres maravilloso, Jungkook.
—Gracias supongo —dijo por lo bajo desviando la mirada por los nervios, ya que ella mantenía su mirada fija como si no sintiese vergüenza alguna en halagarlo—. ¿Y cómo son ellos?
—Mi mamá es surcoreana como tú, mientras que mi padre es estadounidense. Ella es demasiado estricta, cuando la conocí a los siete años, debo admitir que me dio algo de miedo. Pero papá fue realmente agradable y divertido, siempre me hacía reír, y él ayudó a mi madre a que pudiera sacar esa fachada suya para que pudiera tomar confianza —sonrió nostálgica—. Jungkook, no pudo tocarme mejor familia.
—Lo sé, lo veo en tu mirada —comentó observando sus orbes almendrados brillosos—. ¿Eres hija única?
—Ellos no pueden tener hijos, por eso me adoptaron.
—Pero ¿no se interesaron en adoptar a alguien más? ¿Quizás un hermano para ti?
—No. Decían que conmigo ya eran lo suficientemente felices, y la verdad, tampoco he sentido alguna ausencia —respondió encogiéndose de hombros—. Aunque quizás, ahora pienso que hubiera sido lindo.
—Lo es.
—Pero ya pasó. Estamos bien así, aunque a pesar que tengo veintisiete años, siguen cuidando de mí como si fuera pequeña —comentó riendo—. Quizás si hubiera tenido algún hermano, eso no pasaría.
—Eso le tocaría a ese hermano menor —aseguró riendo y ella asintió.
Jungkook suspiró dejando la taza en la mesa de al frente, aferrándose a la manta para levantarse y acercarse a ella, sintiendo como con cada paso que daba, lo envolvía más el calor de la chimenea. Al estar frente a ella, la fémina abrió sus ojos a la par por la sorpresa, sin saber cómo actuar por su cercanía y su manera de mirarla que no lograba descifrar qué era lo que pasaba por su cabeza, pero a la vez deseaba que no dejaba de mirarla así porque agitaba su corazón.
—Te admiro, Coraline —confesó con suavidad.
—¿Por qué? —arrugó levemente la frente, levantando un poco la cabeza para conectar sus miradas sintiendo como se le dificultaba respirar.
—Porque no muchas personas ven así la vida luego de pasar por lo que tú pasaste.
—Mis padres me criaron así —dijo por lo bajo, sintiendo su rostro arder por lo que bajó rápidamente la cabeza causando la risa de Jungkook.
—¿Qué te sucede?
—Creo que hace demasiado calor aquí —respondió tomando una bocanada de aire, tratando de calmar sus nervios.
—Puede ser —asintió quitándose la manta, dejándola caer en el suelo, lo que llamó la atención de la fémina.
Coraline al observar sus orbes redondos y grandes, que parecían haberse oscurecido, sintió algo removerse dentro de ella. Jungkook había empezado a sentirse mal por todos los recuerdos, por la traición cuando leyó los mensajes.
Estaba cansado de sentirse así. Estaba cansado de seguir viviendo en el pasado, mientras ella hacía su vida junto a quién una vez llamó hasta hermano.
Fue entonces que su mirada empezó a vagar por su figura, y un inusual calor que no era solamente producto de la chimenea, creció en su cuerpo. En ese momento su cabeza comenzó a crear escenarios imaginarios, lujuriosos junto a la fémina que tenía en frente, y pensó que era lo que necesitaba.
Coraline podría ayudar a que dejara todo ese rencor, ese dolor de lado. Iba a poder seguir con su vida, sin importar que ella fuese la mejor amiga de su exprometida, porque, en realidad, eso provocaba que su lujuria aumentara.
La pelinegra estaba ardiendo al punto que se sentía mareada y no podía recordar en qué momento se metió en aquella situación. Jamás desde que lo conoció lo había visto de esa forma, es decir, siempre se le hizo demasiado atractivo, pero jamás deseó poder sentir sus labios, podes sentir su calor corporal, poder rozar su cálida piel.
El pecho de Jungkook subía y bajaba por su respiración pesada a la vez que daba otro paso hacia adelante, llevando cautelosamente la mano a la mejilla de ella que estaba enrojecida. Podía sentir su piel hervir, como se estremecía ante su tacto y sus labios estaban entreabiertos porque un jadeo casi inaudible escapó de sus labios al sentirlo.
Ambos sabían lo que se venía y temían por eso, pero a la misma vez la lujuria los estaba cegando haciendo que se olvidaran de todo. Se deseaban.
Coraline sentía que cada segundo que pasaba y este acortaba la distancia al punto que sus alientos tibios se mezclaban, se le dificultaba más respirar. Su corazón iba a salirse de su pecho en cualquier momento si no se relajaba, hasta quería apartarlo porque estaba asfixiándose, pero para su sorpresa, Jeon Jungkook, juntó sus labios.
Pegó su cuerpo al suyo, sintiendo como la fémina colocaba las manos temblorosas en su pecho, y este empezó a pasar la lengua por sus labios pidiéndole acceso, el cual se lo dio sin dudar. Sentía sus piernas flaquear, que iba a desvanecerse en cualquier momento por todas las sensaciones sorpresivas que le estaba provocando, y agradeció que este la tomara con fuerza de la cintura.
El beso iba intensificándose con cada segundo que pasaba. Iban deseándose cada vez más, hasta la ropa estorbaba, por lo que este no dudó en quitarle la chaqueta tirándola al suelo. Coraline se aferraba a sus anchos hombros, subiendo una de las manos a su corto cabello, tirando de este y haciéndole gruñir.
—Diablos, ¿qué estamos haciendo? —preguntó entrecortado por los besos, mientras tomaba su rostro con una de las manos.
—No lo sé...
—Coraline, Coraline...—jadeó sobre sus labios cuando tiró de su cabello e introdujo la lengua en su boca, luchando por el dominio—. Coraline...
—Olvidémonos de todo esta noche —pidió rogante sobre sus labios, observando sus orbes oscuros y este dejó un beso sobre sus labios.
—Coraline...—repitió en un murmuro casi inaudible, observando cada centímetro de su rostro.
—Por favor...
La fémina estaba hasta sorprendida de sí misma, de que no pudiera contenerse y lo necesitara tanto. Pero más le sorprendió cuando este pasó las manos por su trasero llegando hasta sus muslos, para así hacer que enrollara las piernas en su cadera.
Juntó sus labios de manera intensa sin cerrar los ojos, dirigiéndose a las escaleras.
También la necesitaba. Quería olvidarse completamente de todo y volver a disfrutar estar con otra mujer.
Quería comprobar que podía follar con otra y aún así no pensar en ella. Disfrutar el momento.
Al terminar de subir la escalera, la bajó cuidadosamente, volviendo a besarla mientras se deshacían de su ropa que había comenzado a estorbar. Verla en ropa interior roja, sus pechos redondos que no eran pequeños, ni tampoco grandes, pero cabían perfectamente en sus manos, su trasero redondo, sentía que su bulto crecía.
Jamás había esperado que ella pudiera despertar eso en él, mientras Coraline observaba su torso desnudo, sus abdominales algo marcados, sus fuertes brazos y el izquierdo completamente tatuado. Como podía notarse el bulto en su bóxer negro que le hacía sentir la necesidad de quitárselo, de sentirlo.
Siguieron besándose mientras las caricias se volvían cada vez más obscenas y este volvió a hacer que enrollara las piernas en su cadera, por lo que ella al sentir su bulto sobre su feminidad, comenzó a moverse buscando más contacto, lo que le hizo gruñir y clavar los dedos en sus muslos.
Coraline gimió tirando de su cabello, hasta que entraron a la que ella suponía que era su habitación. La cama oscura estaba desordenada, pero a ninguno le importó.
Este se colocó en la cama con ella sentada a horcajadas, mordiendo su labio inferior mientras este le quitaba el sostén observando sus senos saltar.
No dudó en llevar las manos a estos, pasando sus palmas abiertas, mientras con sus dedos pellizcaba los pezones. Bajó la cabeza tomando uno con su boca, chupándolo, succionándolo, recorriendo su pezón con la lengua, haciéndole escapar gemidos de su boca.
Así mismo, repitió con el otro mientras ella se aferraba a su cabello gimiendo, más cuando una de sus manos bajó por su vientre llegando a sus bragas húmedas.
Jungkook mordió su labio inferior al escucharla, empapando sus dedos de su excitación al hacer a un lado las bragas. Acariciaba su clítoris hinchado, trazando círculos alrededor por lo que ella se removía buscando más.
Daba suaves toques en su zona, haciéndole gemir por lo alto enterrando las uñas en sus anchos hombros. Sentía que si seguía así la haría correr y este al notarlo, la hizo voltear quitándole las bragas.
La posicionó de espaldas de manera algo brusca, provocando que jadeara por la sorpresa. Se quitó el bóxer liberando su erección que estaba jodiéndole cada vez más.
Se colocó detrás de ella restregando su miembro entre sus nalgas, escuchándola gemir, apartando su cabello de su cuello por lo que se inclinó besándolo. Llenaba su espalda de caricias, de besos húmedos y ella disfrutaba de sentir sus dedos recorrerle el cuerpo, demostrándole cuánto la deseaba.
Ambos necesitaban sentirse.
Jungkook al no soportarlo más se inclinó hacia la mesa de noche para buscar un condón. Necesitaba estar dentro de ella de una vez, por lo que mientras la fémina trataba de recuperar el aliento, se lo colocó lo más rápido que pudo.
Al estar listo se colocó detrás de ella separando sus nalgas, para luego tomar su miembro con una de las manos dirigiéndolo a su entrada. Lentamente fue introduciéndolo, sintiendo como sus paredes vaginales se abrían alrededor de este.
La sentía estrecha, absorbiendo su miembro, disfrutando la forma en que lo apretaban cada vez que entraba en ella.
Coraline gemía por lo alto aferrándose a las sábanas, su excitación era tanta que sus fluidos empapaban sus muslos.
Cerraba los ojos con fuerza, tratando de soportar, pero su vientre ardía haciéndole saber que su orgasmo estaba a punto de golpearla.
—¡Mierda, estoy tan cerca! ¡Justo ahí, Jungkook! —gritó mientras este la embestía con fuerza golpeando su punto sensible.
Este cerró los ojos con fuerza tratando de concentrarse, pero los recuerdos lo invadían. Veía como su cabello oscuro, ondulado se movía, como entraba y salía de su interior.
No quería pensar en Lexi. No debía.
Este se salió de su interior gimiendo, provocando que ella se desconcertara.
—¿Q-Qué sucede? —preguntó volteando con dificultad al sentirse temblar.
—¿Qué estamos haciendo? ¿Por qué?
Coraline se puso de rodillas frente a él, pasando los brazos por sus anchos hombros, sintiendo su miembro rozar su vientre, lo que le hacía desear volver a sentirlo.
—Está bien, Jungkook —habló con suavidad, acariciando su mejilla a la vez que rozaba sus labios—. Ambos lo deseamos.
—No lo está. No está bien —murmuró angustiado, uniendo sus labios.
—Fóllame otra vez. Lo deseas.
—Coraline...—jadeó tomándola de la cintura.
—Por favor...
Este la recostó sobre la cama, colocándose sobre ella a la vez que juntaba sus labios. Necesitaba de sus besos para no perder la cabeza por lo que estaba haciendo que sabía que era incorrecto, pero aún así, lo deseaba.
Abrió sus piernas con una de las rodillas, dirigiendo su miembro a su interior para introducirlo.
Sus muslos estaban sobre los de él, su espalda arqueada, mientras este clavaba los dedos en su cintura embistiéndola con fuerza, con rapidez y dureza.
Sus manos la alzaban para tenerla más para él, mientras sus cuerpos pedían más y ambos gemían con sus sentidos dispersos.
—Diablos, ¿qué estamos haciendo? —preguntó desesperado, enterrando su miembro aún más en su sexo. Se sentía tan en el borde, estaba perdiendo la cabeza, por lo que aumentó el ritmo escuchándola gritar de placer al llegar a su orgasmo. Este llevó una de las manos a la suya entrelazando sus dedos con fuerza, mientras juntaba sus labios gimiendo al sentir como sus paredes apretaban más su miembro. Ya no podía soportarlo más—. Oh, Coraline, Coraline...
Bastaron unas pocas embestidas con fuerza y rapidez para que el orgasmo lo invadiera.
Jungkook cayó sobre su cuerpo, escondiendo el rostro en su cuello, aún con sus dedos entrelazados con fuerza. No importaba que estuviesen sudados, Coraline acarició su cabello, tratando de recuperar el aliento como él.
En ese momento, Coraline pudo darse cuenta que perdió la cabeza por Jeon Jungkook.
El miedo la invadió.
(...)
El tiempo fue avanzando con rapidez para Coraline y Jungkook, tanto así que llevaban cinco meses juntos. Luego de esa noche donde se reencontraron y se dejaron llevar por el deseo, Jungkook entró en pánico por lo que se había atrevido a hacer, más por el hecho de que ella fuese mejor amiga de Lexi, pero Coraline había logrado calmarlo.
Hablaron una y otra vez sobre lo sucedido, queriendo quedar como amigos otra vez, pero sus sentimientos los traicionaban. El deseo de poder juntar sus labios invadía a ambos, y él se sentía tan cómodo con ella, tan bien, que dejó de importarle todo.
Así fue como empezaron una relación en la que ambos se sentían plenos con el otro y Coraline no podía estar más que feliz, porque luego de tanto tiempo era correspondida por alguien que robó su corazón.
Esta vez estaba segura de que no estaba idealizando a la persona con la que estaba, porque conocía a Jungkook de años. Estaba segura de que sus sentimientos eran recíprocos, y lo notaba cuando estaban recostados, este abrazándola, mirándole con una gran sonrisa en su rostro.
Lo notaba porque su casa ya no era un desastre, mantenía el orden, este ya no tenía ojeras, parecía haber empezado a descansar bien.
Jeon Jungkook había vuelto a acomodar su vida y estaba demasiado bien junto a Coraline. Ella lo motivaba día tras día y es por eso que la mayoría de su tiempo libre, la pasaba allí junto a él en su casa, compartiendo como pareja normal.
Adoraba hasta las visitas a su trabajo cuando le llevaba comida, esos detalles que en tres años Lexi jamás tuvo con él.
Le había presentado a su familia y Jungkook se dio cuenta que eran maravillosos, porque lo recibieron como si lo conocieran de toda la vida, hasta prepararon su comida favorita, la cual se lo había dicho Coraline.
Notaba cuánto querían que se sintieran cómodo, como sus padres estaban felices de ver a su hija feliz junto a él.
Jungkook se sentía realmente amado y eso hacía a su corazón brincar.
Ahora este se encontraba en la casa de su familia, ya que invitaron otra vez a Coraline. Sabía que la adoraban, lo había notado desde el primer día y eso era agradable para él, porque creyó que jamás podrían adorar tanto a una mujer con la que estuviera, principalmente su madre que era algo celosa, pero parecía hasta verla como una hija.
Jungkook junto a sus padres se encontraban en el jardín trasero, observando como Coraline jugaba con Jungsook, su hermana pequeña de seis diez años. Jugaban a las escondidas y Coraline al haberla encontrado, comenzaron a perseguirse, divirtiéndose y hasta riendo como Jungsook hizo que cayeran al césped.
Sus padres estaban demasiados contentos al ver que su hija pequeña había aceptado a la novia de su hijo mayor, porque eso no había sucedido con Lexi. Al contrario, la pequeña se sentía celosa al pensar que robaba la atención de su hermano.
Jungkook al verlas en el césped riendo, no pudo evitar sonreír pensando que Coraline debía ser la correcta.
—Se ven muy felices. Me gusta como nuera —habló su padre, Taeyang, apoyando la mano en su hombro.
—Es muy linda —dijo por lo bajo, aún observándolas con una sonrisa. Ya ambas estaban sentadas y parecían estar conversando animadamente.
—Jungsook la adora. No vayas a ponerte celoso si quiere que vengan por ella y no por ti —bromeó su madre, Yiseo, haciéndole reír.
—Es la correcta, hijo. La correcta —aseguró su padre, conectando sus miradas.
Jungkook entendió perfectamente eso, por lo que tragó con dificultad sin poder evitar pensar en todo lo sucedido.
Observó a su madre, la cual asintió estando completamente de acuerdo mientras sonreía, pues hasta conocía a los padres de Coraline en una cena, y quedaron encantados hasta con la familia de ella.
Este tomó una bocanada de aire y volvió su vista a las pelinegras que estaban a unos metros, decidiendo acercarse a ellas, llamando su atención rápidamente.
—¿Jungsook? —al tener toda la atención de la niña que tenía una pequeña sonrisa, no pudo evitar también sonreír—. Te llaman nuestros padres.
—Oh...—miró preocupada a la fémina que soltó una risilla.
—Ve, después seguimos hablando.
—¿Lo prometes?
—Claro, lo prometo —al ver que la niña levantó el dedo meñique, ella también lo hizo para entrelazarlos.
—Está bien.
—Ve, pequeña —dijo Jungkook, acariciando su cabello por lo que esta asintió con una sonrisa apresurando el paso.
—¿Qué sucede? —preguntó confundida, levantando la cabeza para mirarlo. El pelinegro estiró su mano, por lo que ella la tomó para levantarse con algo de dificultad y sacudir su vestido.
—Ya, estás bien —sonrió al verla preocupada por si tenía alguna mancha, por lo que pasó los brazos por su pequeña cintura y dejó un beso en su frente que la hizo sonreír—. Estás hermosa.
—Ya, me haces poner nerviosa —admitió riendo, dando un paso hacia atrás—. Dime qué sucede.
—¿Por qué lo preguntas?
—Sé que tienes algo que decirme. Dime —pidió tomando sus manos, por lo que este acarició el dorso de una con el pulgar, conectando sus miradas.
—Te quiero, Coraline —confesó con suavidad, causando que ella sonriera aún más mientras su corazón brinca.
—Y...
—Déjame terminar —ordenó tranquilo, por lo que ella asintió—. No sé qué clase de ángel eres, porque desde que apareciste en mi vida, no sólo veo todo con más color, sino que con mi familia tuviste el mismo efecto, hasta mi hermana te adora y ella es celosa —soltó una pequeña risa al igual que Coraline que no pudo evitar sonrojarse—. Eres realmente especial y no quiero perderte.
—No lo harás.
—Por favor, quédate a mi lado siempre...—pidió colocándose de rodillas por lo que ella abrió los ojos a la par al darse cuenta de lo que estaba por suceder. Jungkook sacó un estuche negro, enseñando una alianza con un pequeño diamante—. Quédate a mi lado y acepta casarte conmigo, Coraline Allan.
—¡¿Qué?! —chilló sorprendida, cubriendo sus labios.
—Sé que quizás es muy pronto, pero, cariño, tú volviste a darle sentido a mi vida. No puedo dejarte ir...
—¡Sí quiero! ¡Claro que quiero! —exclamó emocionada abalanzándose sobre él, provocando que este jadeara sorprendido y casi cayeran al césped, pero logró pasar uno de sus brazos por su cintura—. Acepto casarme contigo, mi amor.
Sin más, alejó un poco su rostro para conectar sus miradas, notando como este sonreía mientras ella tenía los ojos cristalinos por la emoción, y su corazón brincaba.
—Te amo, Jungkook —confesó juntando sus labios en un pequeño beso.
(...)
El tiempo seguía pasando, por lo que Jungkook y Coraline ya se encontraban viviendo juntos. A los días de que este le propusiera matrimonio, le pidió que dejara el departamento dónde vivía para que vivieran juntos, lo cual la emocionó y no dudó en aceptar.
Quizás era todo demasiado pronto, pero ninguno le prestaba atención a eso, no le daban importancia porque estaban concentrados en lo que se hacían sentir.
Jungkook quería seguir sintiéndose bien.
Coraline estaba sentada con las invitaciones para la boda en la mesa, observando las que eran para sus padres. Una sonrisa se dibujó en su rostro al pensar que los vería esa noche, pues estaban igual o más emocionados que ella.
Ya ansiaban que los días pasaran rápido así veían a su hija caminar vestida de blanco. El sólo pensarlo hacía que Coraline quisiera llorar de emoción, por lo que esperaba que tomar el brazo de su padre le diera las fuerzas suficientes para no chillar de los nervios y tropezarse.
Al escuchar la puerta cerrarse levantó la cabeza viendo a Jungkook entrar con la chaqueta ceniza en uno de sus brazos, la corbata desajustada, la camisa con los primeros dos botones abiertos, vistiendo un pantalón ceniza y zapatos negros.
Su cabello estaba desordenado, cayendo algunos mechones por su frente y sus aretes resaltaban como siempre.
—¿Estás cansado? ¿Quieres que te prepare algo para beber? —preguntó sonriendo al verlo. Este negó con la cabeza acercándose y se inclinó hacia adelante, dejando un pequeño beso sobre sus labios—. ¿Seguro?
—Estoy bien...—aseguró, pero al girar la cabeza y ver las invitaciones, no pudo evitar tensarse a la vez que se reincorporaba.
Coraline al ver que observaba la que tenía escrito Lexi Wilson, la tomó rápidamente para guardarla en su bolso junto a la de sus padres.
—Jungkook...
—¿Qué sucede? —preguntó dirigiéndose a la cocina.
La fémina se levantó rápidamente para seguirlo, porque aunque quisiera negarlo, había podido notar que ver aquella invitación le había afectado, por lo que se reprochaba por haberla dejado en la mesa junto a las demás como si ella no significara nada.
Al verlo tomando una botella de agua, no dudó en envolver sus brazos por su cintura, apoyando su mejilla en la ancha espalda de este, aspirando su aroma que tanto adoraba.
—Si quieres... podría no invitarla.
—Coraline...
—Hey, amor...—lo tomó del brazo haciendo que volteara a verla, notando como la miraba con nerviosismo—, es nuestro momento. Es nuestra boda. Tenemos que estar felices.
—Lo estoy...
—Si ella está presente, quizás no. No me di cuenta al momento de anotarla...
—Es tu mejor amiga.
—Lo sé, pero también es quién te dañó, amor —intentó acariciar su mejilla, pero este apartó el rostro.
—No quiero hablar de eso. Simplemente, invítala.
Jungkook al notar que parecía angustiada por su comportamiento, la tomó del rostro sintiendo su corazón encogerse al ver la tristeza en sus orbes almendrados, por lo que dejó un beso en su frente.
—Todo está bien, Coraline.
—¿Realmente quieres esto conmigo? —preguntó observándolo con desesperación. Temía su respuesta, pero algo en su interior le decía que no estaba bien.
—Claro que sí. Quiero casarme contigo —aseguró acariciando su cabello.
—Te amo, Jungkook. Demasiado.
Sin más, la envolvió en sus brazos, dejando un beso en su cabeza para luego apoyar la mejilla en esta, mientras cerraba los ojos con fuerza. Coraline se aferraba a su cintura, deseando con todo su corazón poder creerle, poder sentir que realmente la amaba como ella a él.
(...)
Coraline se encontraba en la librería, observando como Christian revisaba unos archivos en la computadora, mientras algunas personas se encontraban allí. Algunos estaban sentados leyéndoles cuentos a sus hijos pequeños, mientras otras personas buscaban algún libro de su interés.
—¿Cómo están tus padres?
—Bien. Hoy les di la invitación para la boda y están más que emocionados —respondió con una sonrisa—. Mi madre me ha dicho que debo usar los aretes que ella usó para la boda.
—¡Oh, me encanta! —exclamó apoyando el mentón en la mano mientras sonríe—. Me recuerda a la boda con Dinah. No me hagas recordar que vuelvo a llorar.
—Definitivamente si Jungkook no llora, no me casaré —advirtió con el semblante serio, pero luego soltó una carcajada.
—Tiene que hacerlo. Mira nada más con quién se casa. Es afortunado —aseguró con una sonrisa.
—¡Buenas tardes!
Coraline al escuchar esa voz femenina algo aguda, observó cómo Christian borraba su sonrisa tensándose, por lo que volteó insegura encontrándose con unos orbes verdes grandes, con largas pestañas.
Frente a ella se encontraba Lexi, tan deslumbrante como siempre y podía jurar que su colonia dulce inundaba por completo la librería. Llevaba su cabello oscuro corto hasta los hombros con flequillo, lo cual la sorprendió.
Fijó su mirada a la suya, a su nariz pequeña y redondos, sus labios esponjosos rosados, su delgado cuerpo, pero que resaltaba sus grandes pechos y pequeña cintura con aquel vestido rojo.
No podía negarlo. Siempre lucía hermosa y llamaba la atención de todos los que estuvieran cerca.
—¿Cómo has estado? Ha pasado demasiado, Coraline —comentó sonriente.
—Estoy muy bien, ¿y tú?
—Lo imagino. Te casarás.
Esta al escucharla no pudo evitar abrir los ojos a la par, pues no le había dicho absolutamente nada aunque tenía su invitación. Esperaba que al llevarla pudieran hablar con tranquilidad del asunto, pero pensaba si lo sabía porque vio su mano.
—¿C-Cómo...?
—Sí, se casará con Jungkook. ¿Hay algún problema? —intervino Christian—. Tú lo engañaste, así que es libre, ¿lo olvidas?
—Tranquilo, no busco atacar a nadie —aclaró con tranquilidad, dejándolos sorprendidos—. Sólo me sorprende que no me hayas dicho.
—Hoy pensaba decírtelo. No sabía cómo...
—Está bien. Ya no tiene importancia —sonrió encogiéndose de hombros—. Todos tienen derecho a rehacer su vida.
—D-De hecho, aquí está tu invitación —dijo tomando el bolso que estaba a un lado de la computadora, para así sacar la invitación. Lexi al verla no pudo evitar sorprenderse, pero aún así, la tomó.
—¿Estoy invitada?
—Eres mi mejor amiga, ¿no?
—Pero Jungkook es mi exprometido y dudo que quiera verme...
—Dijo que no le importa que te invite —respondió con una media sonrisa—. Quiero que seas mi dama de honor. Vendrás, ¿cierto?
—Es un día importante para ti, así que iré —respondió tomando su mano, lo que hizo a Coraline sonreír, pero al ver el anillo de compromiso en su dedo, arrugó el rostro.
—Oh... ha pasado tanto que no hablamos que olvidé decirte que hace tres meses Max me pidió matrimonio —comentó sonriente—. Quería saber si podíamos juntarnos en estos días, para ponernos al día y ya sabes... ¡hablar de nuestras bodas!
—Vaya, eso es... emocionante. Claro que sí.
—¡También me casaré! —chilló emocionada, por lo que ella intentó sonreír, pero le salió más una mueca—. Bien, debo irme porque quedamos en cenar con su familia. ¡Adiós!
Coraline observó su caminar al marcharse, sin poder evitar preguntarse en qué momento se alejaron tanto, ¿cómo era posible que Lexi supiera que iba a casarse y ella no sabía su compromiso?
Era todo tan extraño, provocaba que su desconfianza creciera y sentía un amargo sabor de boca desde que hablaron.
—Lo siento, pero dejó de agradarme. Luce más perra que antes, ¿no crees?
—Ya, Chris...
—Hey, ¿qué sucede, Coraline? —preguntó preocupado.
—Abrázame —pidió haciendo puchero.
Este sin dudar la envolvió en sus brazos, sintiendo como se aferraba a él con fuerza. Coraline sentía su corazón encogerse y no sabía porqué estaba tan afectada.
(...)
—Estás hermosa. Demasiado —aseguró Lexi, detrás de ella llamando su atención.
—Gracias —dijo por lo bajo volteando a verla, queriendo sonreír, pero le salió más una mueca.
—¿Acaso no estás emocionada? ¡Es tu boda, amiga! —exclamó acercándose, tocando su vestido—. Tienes que pasarla bien. Celebrar. Y luego, luna de miel.
Coraline observó su mirada de picardía y quiso sentir aquella emoción de antes, pero con cada minuto que pasaba sentía como su pecho se oprimía más.
¿Por qué no podía sentirse tranquila si su mejor amiga parecía emocionada porque se casara con Jungkook? Esa era la prueba de que realmente ambos le dieron un final a lo que alguna vez tuvieron, pero parecía no bastarle.
—¿Realmente estás bien con que me case con él? —preguntó insegura.
—¿A qué viene eso?
—Esperaba que al saberlo me insultaras, me gritaras, que me dijeras que soy una traidora...—explicó angustiada.
—Coraline...—bufó acercándose a ella, tomándola de los hombros—, quizás si me dolió un poco, pero porque eres mi mejor amiga. Pero no eres traidora ni mala amiga. Te enamoraste y lo entiendo, en verdad. Jungkook es un hombre grandioso.
—¿Todavía sientes algo por él? —preguntó en casi un murmuro inaudible por el temor a su respuesta. Lexi observó la desesperación en su mirada y sonrió a medias.
—Jungkook es un hombre maravilloso. El mejor de todos, no me cabe duda —aseguró con suavidad, asintiendo con la cabeza—. Pero mi corazón... le pertenece sólo a Max.
—No sé....
—Hablé con Jungkook...
—¿Cuándo hablaste con él? —inquirió rápidamente sintiendo como se estremecía y Lexi al notar que no lo sabía, se tensó.
—Creí... Creí que lo sabías.
—Respóndeme.
—No tienes de qué preocuparte. Le dejé en claro que no lo amo, que voy a casarme con Max —explicó rápidamente.
—Lexi...
—Creo que es mejor que te deje sola. Ya debes entrar —dijo tomando su celular para dirigirse a la puerta.
—¡Lexi!
Esta al verla salir rápidamente cerrando la puerta detrás de ella, sintió cómo su corazón daba un vuelco, porque estaba llena de preguntas que no iban a ser respondidas por Lexi y tampoco sabía si podría creerle.
¿Por qué su prometido jamás le dijo que habló con ella? ¿Cuándo se vieron? ¿Qué hablaron?
Coraline sentía que se le dificultaba respirar, tenía un nudo en la garganta y sus ojos ardían por las lágrimas retenidas, mientras su cabeza creaba escenarios imaginarios que destrozaban de gran manera a su corazón.
No sabía qué hacer porque se suponía que ya debía estar allí, observando a quién sería ahora su esposo, podía hasta escuchar los toques en la puerta y la voz de su padre, pero se sentía reventar y no quería eso.
—¡Hija, ya es hora! —exclamó su padre entrando, pero al verla, se acercó rápidamente preocupado. Coraline cubría su rostro con una de las manos, mientras la otra la tenía en su abdomen y estaba inclinada hacia adelante—. Hey, ¿qué tienes? Háblame, por favor.
—Llama a Jungkook.
—¿Qué? Pero él no puede verte antes.
—¡Llámalo, por favor!
—Pero...
—¡Por favor, papá! —pidió con un hilo de voz, por lo que este tragó con dificultad asintiendo.
—Está bien. Pediré unos minutos de más y le diré que venga a verte.
Sin más, salió por la puerta mientras Coraline inhalaba y exhalaba intentando no quebrar en llanto aunque sus lágrimas ya brotaban. No quería pensar que su boda fue arruinada y que no se haría, por lo que necesitaba una explicación que le hiciera volver a sentirse segura de casarse con el hombre que amaba, pero ¿la tendría?
El miedo la estaba invadiendo y sólo quería reventar en llanto. Tirarse al suelo y llorar porque la decepción era demasiada.
Los segundos pasaban mientras ella caminaba de un lado hacia el otro en aquella habitación, hasta que escuchó unos toques en la puerta que le hicieron tensarse.
—¿Coraline?
Al escuchar esa suave voz sintió su corazón encogerse, porque deseaba más que nada no sentirse de esa manera al escucharlo.
Dio unos toques más sin recibir respuesta porque sentía imposible poder hablar, por lo que Jungkook abrió la puerta asomando su cabeza buscándola con la mirada. Al verla abrió los ojos a la par, abriendo más la puerta para entrar mientras la admiraba porque para él se veía deslumbrante.
Mucho más hermosa de lo que la había imaginado, pero sentía su corazón pesado al verla a ella y no a quién su corazón anhelaba.
—¿Qué sucede? La boda ya está por empezar. Tuvimos que pedirle unos minutos al Juez de paz —explicó acercándose, pero al ver mejor su rostro, arrugó el suyo—. ¿Has estado llorando?
—La has visto, ¿no es así?
—¿A quién? ¿De qué hablas? —preguntó desconcertado.
—A Lexi.
—¿Es en serio? Claro que la vi. Antes de venir la vi sentarse.
—¡No hablo de ahora, carajo! —exclamó exaltada provocando que este abriera los ojos a la par por la sorpresa, ya que nunca antes la había visto histérica.
—¿D-De qué...?
—Lexi y tú se vieron antes y jamás me lo dijiste, Jungkook —examinó con un hilo de voz, por lo que este se tensó—. Se vieron.
Ella no pudo evitar confirmarlo al ver su reacción, cómo intentaba decir algo al respecto, pero ninguna palabra salía de su boca. Simplemente, bufó bajando la mirada, completamente arrepentido.
—¿Cuándo fue? —inquirió intentando contener el llanto, pero este seguía con la cabeza gacha—. ¿Cuándo fue, Jungkook?
—Fue antes de pedirte matrimonio —respondió con voz baja, conectando sus miradas dejando notar cómo tenía sus facciones endurecidas.
(...)
Jungkook al salir de la empresa decidió beber unos tragos con su compañero de trabajo, ya que había tenido un día demasiado estresante. Eso le hacía desear escribirle a Coraline, porque en sus brazos llegaba a sentir una paz que había anhelado, pero al estar bebiendo sólo terminaba deseando que fuera otra persona.
Eso fue motivo suficiente para decidir quedarse en el bar solo cuando su compañero se fue, pues prefería seguir bebiendo y ahogar sus penas al no saber qué carajos estaba haciendo con su vida.
Eso era lo que últimamente le pesaba desde que Lexi se había marchado con su mejor amigo. Era como que sin ella todo había perdido sentido para Jungkook.
Una jodida dependencia.
Al escuchar una voz que podría reconocer a kilómetros de distancia, levantó rápidamente la cabeza observando a la pelinegra que parecía tener la intención de salir, pero sus miradas se encontraron.
Para Jungkook fue como si todo a su alrededor se detuviera, sólo podía verla a ella, tan hermosa como siempre.
El oxígeno parecía haber abandonado sus pulmones por un momento y anhelaba acercarse, pero su cuerpo no respondía. Sólo podía sentir su corazón brincar y sus brazos arder de ganas de poder envolverla, porque hasta deseaba poder aspirar la colonia que tanto extrañaba.
Lexi estaba removiendo todos sus sentimientos, al punto que era capaz de quebrar en llanto por la desesperación.
Al verla acercarse un jadeo escapó de sus labios y luchaba contra sí mismo para no seguir sus impulsos.
—Buenas noches, Jungkook —saludó con una pequeña sonrisa, mientras este observaba embobado cada centímetro de su rostro—. ¿Puedo sentarme?
Este simplemente logró asentir, por lo que ella dejó su chaqueta sobre la silla para correrla hacia atrás y tomar asiento. Observó la botella de licor que estaba casi vacía y el vaso suyo que lo estaba.
Podía ver su rostro enrojecido, sus labios entreabiertos, como parecía siquiera parpadear al estar observándola como si no creyera tenerla luego de tantos meses al frente otra vez.
—¿Cómo has estado?
—¿Q-Qué haces aquí? —preguntó sorprendido con voz débil.
—Vine a beber con una amiga, te vi y decidí acercarme.
—No, ¿por qué?
—Sólo quería saludarte.
—¿Por qué me haces esto? —inquirió desesperado, pasando las manos por su rostro hasta llegar a su cabello, tirando de este por la frustración al sentirse atacado por los recuerdos, por las sensaciones abrumadoras.
—No quiero causar eso en ti. No pensé que...
—¿No pensaste? —cuestionó frunciendo el ceño—. Han pasado once malditos meses, Lexi. Estoy intentando rehacer mi vida y vienes a saludarme como si no hubiera pasado nada.
—L-Lo siento...
—¿Qué es exactamente lo que sientes? ¿El haberme engañado? ¿El que me haya enterado? ¿O el haberte acercado creyendo que todo estaría más que bien? —escupió molesto sorprendiéndola.
—Yo... no lo sé —murmuró con dificultad, sintiéndose asfixiada por los recuerdos—. Nunca quise lastimarte...
—¡Me engañabas con mi mejor amigo! ¡¿Cómo puedes decirme esa mierda?!
—¡Sólo fue un maldito beso! Sólo eso.
—Un maldito beso, pero que hizo que ambos se dieran cuenta lo que sentían el uno por el. Un maldito beso que hizo que me dejaras, Lexi —aclaró con un hilo de voz—. Jamás ibas a decírmelo...
—¡Tenía miedo! ¡No quería lastimarte! ¡Ninguno lo quería! —aseguró con los ojos cristalinos.
—¡Pero lo hicieron, carajo! No sólo me lastimaron, me destrozaron, Lexi —expresó entre dientes, limpiando sus lágrimas con la mano empuñada—. ¿Y sabes qué es lo más jodido? —alzó una ceja, y ella lo observó sorbiendo su nariz—. Que tengo a alguien a mi lado que me ama como deseo que tú lo hagas. Que no dejo de pensar en ti aunque ella me haga bien.
—J-Jungkook...
—Te sigo amando como lo hice antes, y odio sentir que jamás voy a poder amarla siquiera una centésima parte de lo que te amo a ti por más que sea perfecta —tomó una bocanada de aire ahogando el sollozo que quería escapar de sus labios.
—No digas eso...
—Es la maldita verdad. Hasta hubiera deseado que cuando te enfrenté por esos mensajes dijeras alguna mentira, pero fuiste sincera sin importar cuánto podría dolerme —explicó con un hilo de voz—. Quisiera poder odiarte por eso, pero te sigo amando tanto que me duele por dentro.
—Tienes que dejarme ir...
—¿Cómo podría si siento un jodido vacío desde que me dejaste? —cuestionó desesperado.
—Voy a casarme, Jungkook —confesó enseñando su mano, la cual llevaba una alianza de compromiso.
En ese momento Jungkook sintió como la sangre abandonaba su cuerpo, cómo enterraba su corazón porque no era capaz de asimilar que realmente su mejor amigo le había arrebatado a la mujer que a pesar de lastimarlo, anhelaba volver a tener a su lado.
(...)
Coraline al escucharlo sentía como su corazón se rompía cada vez un poco más, mientras este no era capaz de mirarla al contarle lo que habló con Lexi. Sabía que debió decírselo desde el primer momento, pero no supo cómo porque se sentía ahogado en los sentimientos que le provocaba. Sólo deseaba poder dejar de pensarla.
—Le pediste volver, ¿no es así? —preguntó con un hilo de voz y este desvió la mirada, pasando la lengua por el interior de su mejilla—. Jungkook...
—Eres maravillosa, Coraline.
—No. No hagas eso. No lo hagas —pidió dirigiéndose al sofá para tomar asiento.
—Eres maravillosa.
—¿Me amas? —preguntó levantando la mirada, observando cómo este se acercaba a paso lento y tragando con dificultad.
—Eres la mejor persona que pude haber conocido. Me haces sentir bien.
—¿Me amas, Jungkook? —volvió a preguntar observando como desviaba la mirada hacia la ventana.
—Amo como me haces sentir —respondió en un murmuro casi inaudible.
La garganta le quemaba, le costaba respirar, su estómago estaba revuelto y sus pulmones parecían amenazar con salirse. Mirarlo le dolía demasiado, porque en ese preciso momento en que sus ojos se conectaron, en que vio el vacío en ellos, supo que todo había terminado.
Jungkook no pensaba luchar por ella y eso la estaba matando por dentro.
Siempre sería Lexi para él, y mierda, vaya que en ese momento la envidiaba y deseaba más que nunca poder ser ella, porque siquiera podía ser una competencia.
—Sólo me encargué de llenar tus vacíos.
—confirmó con un hilo de voz.
—Lo siento...
—Cállate —pidió rompiendo en llanto.
—Realmente creí que podría amarte.
—Oh, Dios...—sollozó cubriéndose el rostro.
—Creí que podría amarte, pero estoy agotado como para intentarlo.
—Lo sé...
—Eres maravillosa, en verdad, y lamento no poder amarte —dijo por lo bajo observando como ella apartaba las manos, tomando una bocanada de aire temblorosa.
—De todas maneras, debería agradecerte —dijo con la voz más aguda de lo normal y este le miró confundido—. Me hiciste dar cuenta que sólo me he encargado de ayudar a los demás, sin preocuparme por mí.
—No digas eso...
—Gracias por abrirme los ojos, aunque tuvieras que lastimarme para eso —habló levantándose para acercarse a este que parecía desconcertado. Al observarla quitarse la alianza arrugó el ceño, hasta que ella tomó su mano para colocarla en su palma—. Es hora de preocuparme por mí.
—Coraline...
Jungkook quiso hablar, pero para su sorpresa ella le tomó rostro entre sus manos, dejando un pequeño beso sobre sus labios, mientras las lágrimas seguían brotando.
—Te amo. Realmente lo hago, Jungkook—aseguró con un hilo de voz, mientras este le miraba angustiado—. Pero ahora debo ocuparme de mí misma.
Sin más, salió limpiando las lágrimas, cerrando la puerta detrás de ella, mientras Jungkook observaba el anillo de compromiso en su mano, por lo que la empuñó con fuerza, cayendo en el sofá.
Sentía su garganta arder al igual que sus ojos por las lágrimas retenidas.
En ese momento que se dio cuenta que había perdido a la mujer que lo amaba realmente, se detestaba por ser más de Lexi que de sí mismo. Deseaba algún día volver a amar sin buscarla en otras personas.
Le dolía el alma, el corazón, su estupidez por perder a alguien maravillosa porque su corazón seguía esperando el regreso de ese otro amor.
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