Capítulo 4
Presente...
Como pensé, me terminé resfriando. Sin embargo, no iba a faltar a clases en épocas de exámenes, por más que quisiera. Me costó levantarme de la cama en la mañana, pero mamá me preparó un té y me dio unos medicamentos.
—¿Estás seguro de que quieres ir así? Estás ardiendo en fiebre —preguntó mi mamá.
—Voy a estar bien. Con la medicina basta —dije, poniendo mi mochila en mi hombro.
—Si te sientes mal llámame y voy por ti —. Mamá me dio un beso en la cabeza—. Hoy voy a llegar un poco tarde del trabajo, y creo que tu padre también —. Hizo un gesto de desaprobación al mencionar a mi papá—. Bueno, cariño, la cena está en el refrigerador. Cuídate mucho.
Ella me besó la frente y tomó sus cosas, para segundos después salir de la casa.
Yo me tomé lo que quedaba del té e igualmente salí de la casa en la dirección contraria por donde se había ido mamá.
Cuando llegué a la escuela, y como siempre, Neru me estaba esperando en compañía de las insoportables de sus amigas. Tuve intenciones de regresar a mi casa, ya que ella no me veía. Pero para mi mala suerte, una de sus secuaces me alcanzó a ver y me señaló. No tuve elección más que ir a donde estaba Neru.
—Chicas, voy a hablar a solas con él.
Las brujas de sus amigas se fueron y Neru y yo entramos a la escuela en silencio. Fuimos a el árbol donde siempre solíamos hablar. No había nadie viéndonos, lo que me dió un adelanto de la discusión que se aproximaba.
—¿Quién demonios te crees? —dice, cruzándose de brazos—. No creas que puedes tratarme del modo que lo hiciste ayer, ¿sabes?
—Neru, ayer lo que más quería era irme a mi trabajo, y lamento mucho si te dejé en la comodidad de tu casa, pero como te tuve que dar mi abrigo para que no te resfriaras obviamente no podía soportar el frío —digo con irritación. No estoy de humor para sus peleas absurdas.
—Ni creas que me olvidé de lo que hiciste. Créeme que te golpearía si nadie nos estuviera viendo.
—Adelante, hazlo. Para que la gente se dé cuenta de quién manda en esta relación. ¿O por qué mejor no llamamos a la bola de brujas con las que te juntas?
Neru suelta una risa cínica.
—Eres un imbécil, Len.
—Seguimos hablando después —la interrumpo—. Espero que entiendas que hoy es un día difícil para mí y necesito un poco de paz.
Me voy ignorando sus llamados para que vuelva. Sí, lo había olvidado. Hoy se cumple un año... La verdad se siente como si hubiese sido ayer.
—¡Hola, Len! —. Mi grupito de amigos está sentado en el césped, al otro lado del patio. La que me saluda es Gumi, la novia de Gakupo.
—Hola, chicos —digo, carraspeando.
—Oye, no te ves bien —. Luka es la primera que se da cuenta de mi aspecto pálido—. ¿Estás enfermo?
—¿Tú que crees? —habla Kaito—. Ayer se fue en plena nevada a trabajar.
—¿Seguro que puedes aguantar las clases así? —pregunta Gumi, recargada en el hombro de Gakupo—. Hoy tenemos cuatro exámenes.
—No pienso irme a extraordinarios solo por un resfriado —. Me siento en el pasto junto a ellos.
—Rinto lo hizo —murmura Gakupo, haciéndole piojito a su novia.
—Nah, Rinto es un irresponsable —. Luka saca una libreta de su mochila—. Les hice unos apuntes, léanlos y el examen será pan comido.
—Te mereces el cielo, Luka —agradece Gumi—. Si no fuera por ti, de seguro ya habría reprobado los otros parciales.
—Si tú repruebas, yo lo hago junto a ti —dice Gakupo, abrazando a Gumi.
—¿En serio, bebé?
—Claro.
—Hay, ya basta. Ustedes dos me matan con sus cursilerías —. Kaito es el que se levanta del pasto, al ver la hora en el celular—. Gakupo nunca habla y solo lo hace para decir tonterías.
—Eso lo dices por envidia —. Gumi le da un beso pequeño a Gakupo—. Como tú no tienes a nadie, no te queda más que burlarte de nosotros.
—No me estoy burlando. Y para tu información, no estoy solo como tú dices.
—Claro, la chica que le gusta no le hace ni pizca de caso —. Luka se ríe a carcajadas al ver la cara de Kaito, que está furioso—. No te rindas, tal vez en un par de años se dé cuenta de que existes.
—Mejor vámonos —digo, igual poniéndome de pie.
Todos caminamos hasta nuestros salones. Como siempre, Gakupo tarda años en despedirse de Gumi, así que solo vamos Kaito y yo. Luka va en otro grupo.
—¿Enserio estás bien? —me dice Kaito, mientras caminamos—. Ayer te fuiste... ¿Y ella? ¿Te hizo algo?
—Nada importante.
—Hoy es un día muy duro para ti, Len. Si necesitas algo, todos te apoyamos.
Agacho la cabeza y me sobo la sien.
—Debiste quedarte en tu casa, los maestros lo entenderán de seguro.
—No lo creo. Antes sí, ahora no.
Kaito me abraza del hombro.
—Anímate, amigo. Yo sé que lo has tenido muy difícil, pero...
—Sí ya lo sé —lo interrumpí—. Debo arreglarme, debo ducharme, debo comer y dormir.
—No es eso lo que te iba a decir —Kaito detuvo el paso y se puso enfrente de mí—. Tienes que terminar con ella.
—No empieces —digo. Paso de largo y continúo mi camino al salón.
—¿Crees que no lo sé? —dice. Trata de seguirme el paso, aunque yo trato de ir un poco más rápido—. Te trata como una basura, Len. Te humilla y te maltrata cada que puede.
—No importa. Mira, si termino o no con ella es mi asunto.
Llego al salón y me apresuro a sentarme en mi lugar, dejando atrás a Kaito. La profesora no ha llegado, así que aprovecho para leer los apuntes que me dio Luka. Tengo sueño. Los párpados me pesan.
Luego de unos segundos, mi amigo entra y se sienta a mi lado. Él suspira y solo mira sus apuntes con algo de molestia. Tal vez decepción.
—Sé que tú piensas que no es mi asunto —dice, sin voltearme a ver. Tiene los ojos fijos en las hojas que sostiene en la mano—, pero sí lo es. Eres mi amigo, y si te lastima tanto como para tenerte así, claro que es mi asunto. Así que no vuelvas a decir que no me meta. Lo seguiré haciendo hasta que ella termine de comportarse así contigo, y si tú no le pones un alto, lo haré yo.
—Kaito, solo es una etapa en la relación —digo. Ambos seguimos sin dirigirnos la mirada, pero por alguna razón siento sus ojos puestos en mí, aunque yo sé que no me está observando—. Aparte, Neru ha pasado por momentos muy difíciles también. Los dos estamos mal.
—Eso no le da derecho de tratarte así. Tú también estás jodido, y sigues tratándola bien.
—Son dos formas de manejar el dolor. Tal vez tu no lo entiendas.
La maestra llega al salón. Kaito está por decirme algo, aunque es interrumpido por la profesora Haku, que empieza a repartir los exámenes. Trato de relajar mi mente y también de olvidar la conversación reciente.
¿Enserio debo de soportarlo?
Ya en el receso, Kaito se olvida de nuestra última plática y cambia el tema.
—Voy a invitar a salir a Luka —dice, con una sonrisa—. Se lo diré mañana.
—Que bien.
—¿Crees que me diga que sí?
—Es obvio.
—Eso espero —. Llegamos a donde están nuestros amigos, en los comedores—. ¡Hola, chicos!
—¡Hola, idiotas! —. Esa es Lenka, la mayor del grupo. Va un año más arriba de nosotros, pero permaneció con la personalidad de chica de secundaria, así que se junta en nuestro grupito.
—¿Ya buscaron una mesa? —pregunto, ignorando a Lenka. La verdad, ella me cae mal. Tal vez porque es amiga de Neru, tal vez porque simplemente se me hace insoportable. Es como Rinto, pero al menos él tiene algo de personalidad. Además, estoy casi cien por ciento seguro de que solo se junta con nosotros porque Neru se lo pide.
—¡Oigan, chicos! ¡Aquí hay una! —. Gumi aparta la mesa poniendo su mochila—. Voy a comprar, ¿quieres algo, mi amor? —le dice a su novio, tomándolo del brazo.
—No, mi amor. Gracias. ¿Quieres que te acompañe? —le pregunta Gakupo de forma melosa.
—Yo declaro que este grupo se fue a la mierda cuando empezaron a salir ustedes —dice Kaito, sentándose en una de las sillas.
—Blah, blah, blah —. Gumi ignora a Kaito y se voltea de nuevo con Gakupo—. No te preocupes, mi amor, yo voy sola.
Gumi se marcha y aprovecho para sentarme en una silla al lado de Kaito.
—¿Y cómo les fue en el examen? —pregunta Lenka, sentándose al otro lado de Kaito.
—De la verga, ¿y a ti? —dice mi amigo.
—Me fue bien. Oye, Lenny —me dice. Ruedo los ojos al escuchar ese apodo ridículo.
—¿Qué?
—Me dijo Neru que te dijera que te espera a la salida.
Me volteo con molestia y le dirijo la mirada más molesta que tengo.
—Ah, ¿sí? Y tú dile que si tiene algo que decirme, venga y me lo diga en persona —contesto alzando la voz.
—¡Hola, chicos! —. Luka nos interrumpe. Viene con un montón de libros en los brazos. De inmediato Kaito la ayuda a dejarlos en la mesa y ella se sienta al lado de Lenka—. ¿De qué estaban hablando?
—De nada —digo yo, antes de que Lenka responda—. Gracias por los apuntes, Luka. Me sirvieron mucho.
—No es nada —contesta con humildad—. No me cuesta nada hacerlos, yo también tengo que estudiar.
—Y hablando de estudiar —habla Gakupo—, ¿por qué tienes tantos libros?
—Oh, solo son para el examen de la universidad.
—Pero todavía te falta un año y medio para eso. Ni siquiera vamos a medio ciclo —dice Kaito.
—Tengo que estar preparada —. Luka toma uno de los libros y empieza a leerlo.
Todos nos quedamos en silencio hasta que llega Gumi, que tiene una bandeja con empanadas.
—¡Yo invito las empanadas! —dice, con el entusiasmo de siempre.
—¿Y eso? Usualmente...
—¡Me dieron mi primer sueldo ayer! —exclama, interrumpiendo a Luka.
—Siendo así, yo quiero una —. Kaito se levanta y agarra una de las empanadas que tiene Gumi.
—Yo también —. Luka y Gakupo también toman una. Luego Lenka se estira, tomando la penúltima.
—Gracias, amor —dice Gakupo, besando a Gumi en la mejilla.
—No es nada, bebé —. Gumi me ofrece la última empanada—. ¿No quieres una?
—Está bien —. Agarro la empanada y me dispongo a comerla.
La fiebre se disminuyó un poco, así que estuve más tranquilo. Durante todo lo que restó de la mañana estuve haciendo examen tras examen tras examen, y al final decidí regresar a mi casa.
—¿A dónde crees que vas? —. Me giro y veo a Neru, recargada en la pared.
Está en el patio, donde no hay nadie. Este lugar siempre se llena, pero por los fríos tan intensos nadie ha querido estar aquí en mucho tiempo.
"Dios, llévame ya, por favor", pienso.
—A mi casa, como todas las personas normales.
—Le dije a Lenka que te dijera que vinieras.
—Ah, y yo le dije que cada vez que necesites decirme algo me lo digas personalmente. No quiero que una de tus secuaces me esté mandando tus recaditos.
—Cierra la maldita boca —me dice, con la voz fría—. Vamos a salir. Quiero ir al cine.
—Hoy no puedo. Otro día —. Trato de controlar mi impulso de dejarla ahí, hablando sola.
—No hemos tenido tiempo de estar juntos —. Ella se acerca a mí y pone sus manos en mi pecho—. Podríamos ir a mi casa, estar un rato a solas. Hacer algo que no hacemos desde hace tiempo.
—No tengo ganas —. Me separo de ella y miro al suelo—. Estoy enfermo, y este día en específico no me siento muy bien. Espero lo entiendas.
—La verdad es que no, no lo entiendo —dice, tomando mi mentón con algo de fuerza—. No entiendo este comportamiento tuyo, y parece que se te ha hecho costumbre tratarme mal estos últimos días.
—Neru, lo único que he hecho estos últimos días es tratar de llevar mi vida lo más tranquila posible, y no me lo has permitido —. Aparto sus manos de mi rostro y ella me mira como si le hubiese hecho algo terrible—. Pero, al menos por hoy, te lo ruego, dame un poco de paz. Mañana podremos salir, ir al cine, o a donde quieras, ¿sí?
—No te atrevas a tocarme de ese modo —dice, soltándome una cachetada. Ya me lo esperaba, pero siempre da indicios de querer hacerlo. Esta vez fue totalmente impredecible, por lo que sí me dolió, y bastante—. Te he dado tu espacio por meses, Len, y ya estoy harta. Me miras como si yo fuera una basura, como si me odiaras, como si... ¡Ahg, eres un tonto!
—Sabes que necesito mi espacio, Neru. Sabes bien por qué lo necesito.
—Escúchame, ya basta de tonterías. Todo lo que he hecho ha sido para animarte, para demostrarte que te quiero.
Mi cabeza duele un poco más. Me siento cansado, así que lo único que hago es sentarme en el pasto. Quiero recostarme en algún lado, pero solo puedo escuchar los reclamos de Neru, que ni siquiera se digna a preguntarme si estoy bien.
—Eres tan egoísta. Te lo dije ayer y te lo vuelvo a decir hoy, porque es la verdad.
—Si soy tan egoísta como dices, ¿por qué sigues conmigo? Ve y búscate a alguien que te valore.
Desde mi perspectiva, en el suelo, ella se ve mucho más grande que yo. Imponente, acorralándome. Y es así como me siento. Acorralado.
—¡Eso es porque te amo! Te amo, y no puedo dejarte pase lo que pase —. Neru se da la vuelta y queda dándome la espalda—. Desde lo de Lily no has dejado de comportarte así.
—¡Ni se te ocurra hablar de ella! —le grito, poniéndome en pie.
—¡Ella está muerta, Len! Tienes que continuar con o sin ella.
Niego repetidas veces. Me duele todo lo que me acaba de decir, y más porque sé que ella tiene razón. Me molesta mucho la frialdad con la que mencionó su nombre.
—¿Interrumpí?
Reconozco la voz de Kaito. Él se pone delante de mí. No me mira, solo se dirige a Neru. Ellos dos se odian desde hace mucho, todo por mi culpa, así que es de esperarse que comiencen a pelear.
—Nada que te importe —dice Neru, empujando a Kaito.
Como él no se quita, ella lo empuja otra vez, sin contar que esta vez Kaito tomaría con fuerza su brazo.
—Ni se te ocurra volver a hablarle así a mi amigo.
Kaito sigue sujetando el brazo de Neru, e incluso escucho varios quejidos de dolor por parte de ella.
En lugar de separarlos, como cualquier persona debería de hacer, solo permanezco en silencio. Aún sigo procesando las hirientes palabras de mi novia, que se supone debía de consolarme en este día, más lo único que ha hecho es ignorar mis sentimientos.
Ellos discuten lo que parece ser una eternidad. Ya ni siquiera los estoy escuchando. Apenas soy consciente de lo que pasa a mi alrededor.
—Será mejor que te largues, maldita zorra —grita Kaito. Y por fin, veo la expresión en su rostro. Su rostro denota lo cansado que está de su presencia en mi vida. Y lo entiendo. Antes de que Neru le responda, decido evitar que la discusión escale a mayores. La verdad no quiero que mi estrepitosa relación afecte a Kaito más de lo que ya lo hizo.
—Vámonos ya, por favor —le digo a mi amigo—. No hay nada que se pueda hacer.
Él está dispuesto a decir más cosas, pero solo decide dar la vuelta y caminar a mi lado. Y lo peor es que no escucho ningún reclamo por parte de Neru, porque sé que ella está tan molesta que ni siquiera puede detenerme.
Ya un poco más lejos, y en un ambiente menos frío, me siento en una silla, y Kaito solo se mantiene a mi lado. No sé qué debo decir ahora. Todo se siente tan irreal y las ganas de llorar me invaden, pero es imposible que mis lágrimas salgan. Estoy tan estresado que no paro de rascar mis brazos.
—Len —. El llamado repentino de Kaito hace que por fin me digne a mirar al frente—. Tranquilo, amigo.
Él me abraza, en un intento por tranquilizarme. Y eso me consuela bastante. Sé que, pase lo que pase, al menos Kaito seguirá de mi lado. Pero al mismo tiempo no puedo evitar pensar en que soy un amigo terrible, porque él siempre está para mí, pero yo casi nunca estoy para él.
Cuando nos separamos, él se sienta a lado de mí y tiene una sonrisa en el rostro.
—Creo que ya estás mejor, ¿verdad?
—Mucho mejor.
—Tranquilo, esa perra ya se fue —dice.
—No le digas así.
—Bueno, pues, "esa" —habla, haciendo comillas con sus dedos—. Regresa a tu casa, Len.
—Me gustaría, pero tengo que estudiar. No lo he hecho en mucho tiempo y debo aprovechar que tengo tiempo libre.
—Puede ser otro día. Al menos hoy necesitas descansar.
Me levanto y niego con la cabeza.
—Tengo más cosas que hacer. Y bueno, tampoco quiero estar en mi casa. Además tengo que ir a trabajar.
Kaito niega y se levanta de mi lado.
—Si es lo que necesitas, está bien. Sabes que cuentas conmigo para lo que sea ¿sí?
—Muchas gracias.
Él se va, así que me quedo solo. Suspiro y prefiero caminar al lugar más tranquilo de la escuela: la biblioteca. La verdad no quiero estudiar. Solo quiero un poco de soledad.
Al llegar, me doy cuenta de que no hay nadie. Perfecto. Tomo uno de los libros y me siento a lado de este, simulando que estoy leyendo, aunque en realidad estoy peleando conmigo mismo.
Ya no puedo soportarlo.
No solo es Neru, es todo lo que me rodea. Mis padres, la escuela... Aunque terminara con Neru, mis problemas no se acabarían. Y también está el hecho de que ella no me dejaría por nada del mundo. Ella misma lo confirmó hoy. No importa a dónde vaya, o cuánto tiempo dejemos de vernos. Siempre me seguirá.
Mi dolor de cabeza aumenta, todo por los pensamientos que se han ido acumulando en mi mente. Sigo recargado en la mesa, de seguro viéndome patético.
¿Y si dejo de existir, el dolor también?
—¿Hola?
Esa voz la conozco. Al momento de oírla, me levanto con rapidez.
—¿Estás bien?
Es Rin, mi compañera de trabajo.
—Sí. Perdón, creo que me quedé dormido —digo, limpiando mis ojos.
—Perdón por despertarte entonces.
—No, no pasa nada. ¿Qué hora es?
—Son las cinco quince —. Rin observa su celular—. Voy tarde a la tienda.
Al escuchar la hora, me levanto con rapidez. Yo también voy tarde.
—"Vamos" —corrijo. Agarro mi mochila y devuelvo el libro en el estante—. Si quieres podemos irnos juntos.
—Yo puedo ir sola, en verdad... —dice.
Al fijarme en sus brazos noto que ella lleva varios libros.
—Vamos al mismo lado, si nos separamos va a ser ridículo. Y también te puedo ayudar con eso —digo, agarrando mi mochila. La cabeza sigue doliéndome, pero nada que no pueda soportar.
—Bueno.
Cuando salimos de la biblioteca, hay una fuerte nevada. Casi no hay nadie en las calles y dudo que tengamos clientes en la tienda de Mei. Aun así, es mi trabajo y no puedo faltar.
En el camino, todavía mantengo las palabras tan frías de Neru. Sí, ella está muerta. Tengo que continuar con o sin ella. Pero no puedo. He estado evadiendo tanto la realidad que simplemente no puedo escuchar su nombre, y más cuando yo soy el culpable directo de lo que sucedió.
—¿Alguien te pegó?
Rin me saca de mis pensamientos abruptamente. Me toco la mejilla donde siempre recibo las cachetadas de Neru.
—Una pequeña pelea —respondo.
—Nadie debe reaccionar así en una relación.
Tardo mucho en procesar que ella vio todo lo que pasó con mi novia. De seguro lo vio desde lejos.
—Perdón, no es de mi incumbencia —. Se voltea, con algo de vergüenza.
—¿Viste todo eso? —pregunto. Ella asiente.
—No lo pude evadir, es solo que me preocupé cuando ella te empezó a gritar —dice. Su expresión es todo un misterio. Suspira —. Sé que no es mi asunto pero ella no tiene ningún derecho de hacer eso.
—Solo fue una pequeña discusión. Mañana estaremos bien.
Justo llegamos a la tienda. Mei está ordenando varios papeles en el almacén.
La verdad ya no quiero que nadie hable del tema. Suficiente tuve con Kaito.
—¡Rin!, ¡Len! Hola, mis niños —nos saluda con un abrazo. Instintivamente sonrío. Mei es como mi segunda madre. Tiene más presencia en mi vida que mi mamá biológica. Además, en este momento lo que más quiero es el afecto de alguien.
—Len, estás ardiendo en fiebre —dice Mei, agarrando mis mejillas—. Tienes que ir al doctor.
—Estoy bien, no es nada. Se me va a pasar —digo, forzando una enorme sonrisa.
—No, no, no, ahora mismo te llevo al doctor.
—Enserio estoy bien —hablo, dejando mi abrigo en el mostrador.
Volteo a ver a Rin y ella no se quita nada de lo que lleva puesto, ignorando que aquí hace mucho calor. Pero supongo que le gusta ese abrigote.
—Bueno, cariño. Pero de todos modos te voy a dar un remedio. Además, dudo que hoy vayan allegar clientes. Con este frío no creo que la gente piense en salir a comprar guitarras —ella sube las escaleras, dejándonos solos a Rin y a mí.
Rin se aleja un poco hasta quedar en la silla frente al mostrador.
—Entonces, ¿Akita es tu novia?
—Sí —respondo, con seguridad—. Llevamos un poco más del año.
En ese momento llega Meiko. Tiene sándwiches y refrescos.
—En vista de que ninguno ha comido, vamos a sentarnos a tragarnos estos deliciosos bocadillos que hice yo. Ah, Len, también tómate esto —dice, dándome uno de sus remedios. Siempre que estoy enfermo me los da, aunque siempre termino con dolor de estómago. Aun así, siempre me los tomo porque sé que lo hace con buena intención.
De repente comienzo a marearme mucho. Caigo sentado en las escaleras y las chicas se acercan rápidamente a mí.
—¿Estás bien? —es lo último que alcanzo a escuchar antes de desmayarme.
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