6.|Inesperado
—¡Y Rika-chan no solo le quitó el borrador a Koji-chan, si no que también lo golpeó!
—¿Y luego?
—Se puso a llorar. Rika-chan le dijo que no volviera a molestarme porque se las vería con ella.
—Suena divertido.
—No lo es, da miedo.
Toya no estaba seguro de cuánto tiempo llevaba escuchando a su hermana narrar la pelea que hubo en su clase durante los cinco minutos que su profesora fué al baño. Pero algo que tenía claro era que le gustaría conocer a ese tal Koji, y no para hacerse amigos precisamente.
Habían pasado alrededor de tres semanas, tres semanas desde que había decidido no volver a cuidar de Shoto y Natsuo, por lo que durante cinco días a la semana desviaba su camino de la primaria directamente hacia el preescolar en el que su hermana estudiaba. El primer día tanto Fuyumi como su madre y Natsuo, con quienes se toparon de camino a casa, se sorprendieron.
Que Fuyumi le contará absolutamente todo lo que había hecho en el día se estaba haciendo una rutina. Aunque este día Toya no estaba del todo atento a las charlas de su hermana y sus respuestas eran muy vagas.
Todo porque esa mañana el albino de ojos turquesa se preguntó a si mismo que demonios estaba haciendo.
Exactamente había pasado un mes desde que despertó en su infancia.
Los primeros días estaba decidido en despertar, luego decidió comportarse como buen hijo para no tener que ver a sus hermanos llorar, a su madre siendo lastimada injustamente y a Enji gritar. De hecho el adulto no le dirigía la palabra y Toya estaba desinteresado en conseguir alguna charla, sabía perfectamente que él no era de interés de Endeavor.
Aunque consideraba una mierda tener que ir a la primaria, era irritante ver cómo varios de sus compañeros de clase seguían sin saber multiplicar o dividir. Ni siquiera tenía amigos, en parte agradecía eso, sería detestable tener que soportar a un idiota de ocho años, de por sí lo fastidiaba que sus compañeros se le acercarán para hablar de héroes, no soportaría tener un amigo de ocho años.
Pensó que dejarse llevar por el curso que estaba tomando aquel sueño eventualmente lo llevaría a despertar, lo cuál no pasó ni en un maldito mes.
Huir era inútil, la maldita conciencia lo detenía, algo estaba haciendo mal.
—¡Toya-nii!—. El abrupto grito de la pequeña Fuyumi lo sacó de su ensoñación, volteó aturdido hacia la menor, consiguiendo un resoplido de ella. —Lo sabía me estás ignorando.
—... ¿No?
—Si, lo haces. Te pregunté si te gustaría comer popó de perro y respondiste que sí. Y tampoco te das cuenta de que acabas de pisar popó de perro.
El ojos turquesa parpadeó unas cinco veces, procesando todo lo que había dicho la más pequeña, apenas se daba cuenta de que Fuyumi podía armar muy largas oraciones. Entonces el apestoso aroma se asomó por su olfato, observó sus pies, notando una pequeña mancha marrón, quizás amarillenta o naranja, no se atrevía levantar el pie y averiguarlo. Si rostro se contrajo en completa repulsión.
—¡Mierda, que asco!—. No le importaba si estaba estropeando el césped del parque por el que pasan, lo único que quería era quitar aquella asquerosidad de su zapato.
—Te lo mereces por ser grosero. No te daré papel para limpiar eso.
—O-oye Fuyumi, tú sabes que eres mi hermana favorita ¿verdad?
—¿En serio?
—Si, no tengo más hermanas niñas para escoger... ¡Fuyumi, espera! No puedes volver sola a casa...
—Si puedo.
Y así, fué como Toya se quedó al menos diez minutos usando el césped y la arena del piso para quitar el mal olor que su olfato le decía que no se iba.
Cuando corrió hacia casa en busca de Fuyumi, porque podría recibir un regaño de su Rei por dejarla volver sola a casa, encontró a la menor sentada detrás de un árbol del mismo parque. Fuyumi nunca se fué, se quedó y esperó a su hermano aunque esté había tardado una eternidad para limpiar su zapato.
—Apesta—. Susurró con burla.
—Que puto asco.
—¿Dónde aprendiste tantas groserías?—. Preguntó Fuyumi consternada.
Y Toya le dió la respuesta más creíble que se le ocurrió. —... De papá.
(…)
En el televisor se reportaba como un malvado villano fué atrapado por Endeavor, incluso habían grabaciones de él volando en los aires, recibiendo ayuda de otros héroes que evacuaban a los transeúntes que se aproximaban para ver en primera fila la pelea de un héroe contra un villano.
—Que idiotas—. Apagó el televisor, no había nada entretenido que ver, la mayoría tenía que ver con logros de héroes, ataques de villanos y gente estúpida que se creía inmortal como para acercarse a una pelea donde ni siquiera los héroes salian ilesos.
Resopló.
Era aburrido estar en casa, había pasado un año, aún así sus hermanos tomaban muchas siestas y él con su mente de adulto simplemente no podía distraerse con nada. Rei hacia demasiadas cosas en un solo día, sus momentos de descanso eran escasos así que no podía simplemente ir a interrumpir el poco tiempo libre que tenía su madre, Shoto ya se encargaría de eso en algún momento. Enji volvía para la cena y los domingos pasaba más tiempo entrenando que con su familia.
No recordaba que hacía a sus nueve años para no aburrirse. Entonces, la repentina idea de ir al Pico Sekoto se presentó. Durante su infancia, Toya solía ir muy seguido para entrenar después de que Endeavor se negó a entrenarlo.
Recordaba que tenía la tonta ilusión de que, si demostraba algo con su don, Enji volvería a entrenarlo para superar a All Migth.
Ya no tenía un objetivo ni nada, así que su vida se volvió monótona y aburrida.
Se levantó del sillón, dejó una nota en la cocina avisando que saldría al parque, que volvería después de dar un paseo y que no se preocuparan si no lo encontraban en casa.
Cogió la primera chaqueta que encontró y salió. Solo quería salir de su rutina por un momento. Aunque si fué al parque, eventualmente, sin darse cuenta, no estaba seguro de en dónde estaba.
Toya no era idiota como para perderse a sus veinticinco años, pero cuando era niño nunca pasó por aquellas calles, y era normal no reconocerla considerando que las calles cambiaban conforme los años, así que era imposible para él reconocer a perfección en donde se encontraba.
«Maldición debería volver a...»
—¿Estás bien? Que te pasa...
Escuchó, pensó que lo harían confundido con un niño extraviado, aunque no era contraria su situación estaba confundido de en donde estaba.
Volteó, con la idea de que podría preguntar en qué calle estaba, eso sería más... conveniente.
—L-... La abuela necesita… llegar a su oficina ahora.—. aquella voz repentinamente temblaba mucho. —Pero estoy segura de que un héroe, o un policía, o alguien... Vendrá pronto.
La mujer de cierta edad, cabello castaño con algunas canas y varias arrugas en su rostro se alejó, la mujer ni siquiera había dado oportunidad de hablar a la persona de la misma estatura de un niño que estaba frente a ella, el niño estaba algo pálido, por la distancia no podía ver su rostro, el cabello un poco crecido tampoco atribuía para ver el rostro del niño, aunque notó que no tenia zapatos.
Sintió un deja vú el momento en que vió al infante de cabellos maltratados rascarse el cuello con fuerza, como si pícara.
«¿Shigaraki?».
Como si el niño leyera su mente, o quizás solo sintió la mirada de Toya clavada en su nuca, volteó. Y como si fuera un recuerdo de sus crímenes, Toya se encontraba a solo dos metros de distancia de quien alguna vez sería el líder de la Liga de Villanos.
Como si su resignación a quedarse en ese estúpido sueño fuera decirle que dejara de estar tan cómodo.
___________
Por si no lo entendieron, pasó más de un año.
Es un pequeño salto temporal, porque Toya dejo su vida ir sin un rumbo definido y no pasó nada realmente interesante, por eso después de él recogiendo a Fuyumi, se salta a un año.
Habrá más saltos temporales así que no se sorprendan.
Tengo un gran lío sobre escribir está historia por las edades de los personajes ya que horikoshi no fue muy claro.
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