Un cachorrito había sido abandonado con solo semanas de haber nacido. Dejado frente a la puerta de esa clínica, en altas horas de la madrugada. El frío azotaba y el pequeño podría morir pronto de no ser porque un Alfa que salía de su turno, ya que la operación se había extendido, miró extrañado la canasta frente a la clínica.

Con cuidado se acercó a la misma y su corazón se oprimió al ver al pequeño bebé dormir pero con su piel claramente pálida por el frío. Lo tomó en brazos y registró la canasta con esperanzas de hallar una nota o algo, para su suerte, el cachorro tenía acta de nacimiento.

Sonrió y llevó al bebé dentro de la clínica pidiendo que le hicieran los examenes correspondientes. Las enfermeras de pediatría se encargaron. El pequeño era un recién nacido, quizás solo tenía dos o tres meses a lo mucho.

El doctor suspiró, le envió un mensaje a su pareja para que no se preocupara, además del lazo tratando de transmitirle tranquilidad. Una de las enfermeras se acercó y le dijo que el pequeño estaría estable dentro de una o dos semanas, el Alfa asintió y salió de la clínica.

Dos semanas mas tarde llevaba al cachorrito en sus brazos, que por lo visto parecía olfatearlo con ganas.
Su pareja y él nunca habían podido tener hijos. La Luna no les dió tal privilegio. El bebé jugaba con sus manitas mientras el Alfa estacionaba su auto fuera de su hogar.

Su pareja, un Alfa igual que él, con emoción miró al cachorro, estaba enterado de su llegada, ellos serían los padres de ese pequeño ser...

La Luna lo había puesto en su camino, ellos iban a cuidarlo y protegerlo...