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Capitulo Veintiuno

— 8:53 pm. Apúrate Dominick—apremia Bill.

—Voy tan rápido como puedo.

Bill gruñe con frustración. Lo bueno es que ya estamos cerca. ¿Tengo miedo? No. No lo tengo. Estoy desesperada por llegar y arrancar a April de las manos de esos demonios. Al final de cuentas, hoy tendría que enfrentarme a ellos.

Al llegar, Bill salta del auto. A lo lejos, en el campo, veo una gran luz roja resplandeciente que ilumina una pequeña parte del cielo. Dominick y Bill se ponen dos pasos delante de mí. Me sitúo en el medio de ellos pero algo alejada. Yoona y Evelyn me franquean, y detrás de ellas se sitúan Jack y Jeremy.

—Tengan listas sus armas—dice Dominick.

—Nadie saldrá herido—continúa Bill—, si es que trabajamos en equipo. Procuremos hacerlo. Dominick y Yoona se quedarán protegiendo a Antonella, mientras los demás vienen conmigo y nos llevamos a April. En cuanto la tengamos, corran como si se les fuera la vida en ello.

—Un plan genial—murmura Evelyn con sarcasmo.

—Obviamente defendámonos—gruñe Bill.

Avanzamos juntos en un trote constante hasta entrar en el campo abierto. La escena era realmente espeluznante. Los bordes del lugar estaban repletos por antorchas altas encendidas. Se distinguían muchas personas vestidas de rojo, muy elegantes. El lugar parecía estar cubierto de sangre. Por donde se mirase había rojo. A lo lejos se distinguía una mesa, con velas encendidas en las cuatro puntas. Nos acercamos lo suficiente para que nos vieran.

El lugar quedó en total silencio.

April estaba arrodillada y encadenada al frente de la mesa. Un muchacho sostenía su cabeza alzada jalándola de los cabellos. La expresión de ella era indescifrable.

Bill dio un paso adelante. Dominick lo detuvo y avanzó.

—BIENVENIDOS, PARECE QUE A PESAR DE TODO LES QUEDA ALGO DE INTELIGENCIA—retumba una voz—. ENTREGUENNOS A LA CHICA, Y SE PUEDEN IR CON TOTAL TRANQUILIDAD. SIN REPESALIAS.

—Suelta a la chica—dice Dominick con una voz potente.

Se escucha una risa con tono burlón y estruendoso por todo el campo. El sonido manda un estremecimiento por todo mi cuerpo.

—Dominick, hijo mío. Sabía que volverías y traerías a la humana que necesitamos.

La silueta de un hombre bastante alto aparece al costado de April.

—Suéltala—ruge Bill.

< - Bill, cálmate -> trato de llegar a su mente.

— ¿Bill Evans? ¿Eres tú muchacho? —El hombre suelta un bufido. La luz del fuego de una antorcha lo alcanza y lo veo con claridad. Sus cabellos plateados dan reflejos alucinantes contra el fuego. Posee facciones respingadas y perfectas. La sombra que se proyecta en su cara por el ángulo de la luz, hace que se vea temerario. Cuando alza la mirada, me parece ver los mismos ojos de Dominick, pero opacados por maldad.

— ¡Que bello! —ríe—. Se han reunido todos mis traidores y han venido a visitarme. CRAS INTERDUM SOLLICITUDIN ANTE—grita.

Escuchamos un grito espeluznante de dolor que es interrumpido de golpe. A partir de eso, todo parece suceder en cámara lenta. Volteamos, porque el sonido proviene de nuestras espaldas. Evelyn yace tendida en el suelo con ambas manos ensangrentadas envueltas en su fino cuello. Sus ojos abiertos reflejan sorpresa y pánico.

Detrás de ella, Jack sostiene en su mano derecha un cuchillo ensangrentado que reconozco rápidamente. Es el mismo que vi clavado en el cuerpo de Renzo. Me sonríe maliciosamente. Vuelvo la mirada a Evelyn, pero está pálida tendida en el suelo, con la mirada vacía, y la boca llena de sangre.

— ¡Tú! —ruge Bill.

Jeremy trata de alcanzar a Yoona pero ésta es mucho más rápida y con una habilidad sorprendente clava de forma certera uno de nuestros cuchillos en su pecho. Se acerca a él antes de que se desplome y lo sostiene. Saca un cuchillo con tranquilidad de su cinturón.

Le susurra algo en el oído que no alcanzo a oír. Pasa el filo del nuevo cuchillo por su cuello, lenta y dolorosamente. Jeremy trata de gritar y retorcerse en vano. Para cuando ella ha terminado de torturarlo, él ya no da señales de vida.

Bill lanza dos cuchillos con total puntería hacia el corazón de Jack. Éste cae inmediatamente.

Un cuchillo aterriza a unos centímetros de mi pie y volteo. Varios cuchillos vienen volando hacia nosotros.

— ¡Cúbranse! —grito advirtiendo.

Trato de esquivarlos todos y me escabullo entre las antorchas. Avanzo hacia donde se encuentra April mientras ambos bandos se lanzan cuchillos unos a otros.

< -¿Qué demonios haces? -> grita Dominick en mi mente.

< - El plan no funcionó. Iré por April y saldremos de aquí. Ya he logrado escabullirme de todos. ->

Escucho gritar a Dominick de frustración. Lo tomo como un consentimiento. Lo veo lanzar cuchillos por todas partes con furia. Suspiro y sigo adelante. Después de unos minutos, siento un dolor punzante en la pierna.

La veo con horror. Un cuchillo está clavado en mi muslo derecho. Estoy a punto de tocarlo cuando recuerdo las quemaduras y cicatrices de la palma de mi mano. El veneno. Mierda. Sacudo la cabeza y me mentalizo en que no pasa nada. Con cada paso que doy gruño del dolor. Sigo avanzando tan rápido como me permite el cuchillo clavado en mi pierna.

< -¿Dominick? -> pienso desesperadamente. Necesito asegurarme que sigue bien antes de seguir avanzando. Volteo a buscarlo con la mirada. He avanzado aproximadamente veinte metros.

< -¿Por qué cojeas? -> pregunta alarmado.

< - Estoy bien -> lo tranquilizo.

Me esfuerzo por seguir. Esquivo los pocos cuchillos que llegan hasta mi ubicación. Me volteo y empiezo a lanzar cuchillos. Como todos están de espaldas, nadie me ve y le atino a un par. Calculo que son veinte muchachos contra tres que están lanzando cuchillos de nuestro bando.

-«Tienes que apresurarte, Antonella»

Un minuto después todos están combatiendo a mis espaldas. Llego cojeando junto a April.

—Dios mío—digo—. Disculpa por demorar.

Me acuclillo frente a ella y le quito la mordaza. Antes de que ella pueda decir algo, me agarran de las muñecas con una fuerza impresionante. Empiezo a retorcerme y a gritar.

— ¿Creíste que te habías librado de nosotros? —reconozco la voz del padre de Dominick. Aparece caminando con lentitud—. Creías que todo lo que hacía mi inexperto y rebelde hijo podría salvarte de tu destino—ríe totalmente divertido negando con la cabeza—. Hemos planeado tu captura por mucho tiempo. Ningún grupo de adolescentes rebeldes iba a arruinar nuestros planes—se acerca a April un paso más. Empiezo a dar patadas al aire para tratar de alcanzarlo.

—No te le acerques—mascullo.

< - Dominick -> pienso desesperada por escucharlo. Espero unos segundos < - Dominick, por favor contesta ->

< - Estamos bien, Ann -> responde < -Estamos acabando con ellos. Dime que la tienes, por el amor de dios ->

< - Me tienen -> suelto.

< -¿QUÉ? ->

< - Tu padre ->

< - Llegaré. Soporta, Ann ->

— ¿Puedes alejarla un poco más, Advel? —le ordena al sujeto que me sostiene, con un gesto de mano despectivo.

Advel lo hace.

—Un borreguito más de su colección—espeto.

—Así es—dice aquél muchacho con voz seductora. Muerde con fuerza el lóbulo de mi oreja. Aparto mi cabeza de golpe por propio instinto y siento un desgarro en la oreja. La sangre caliente empieza a pasearse por la herida recién hecha por sus dientes.

—Me desgarraste la oreja, cabrón—gruño.

—Es lamentable—dice el Sr. Pearson interrumpiendo al muchacho que iba a responderme—, como siete chiquillos han podido creer que podían detenernos—ríe—. Me es imposible de creer, en serio. Ya matamos dos. Quedan cinco—canturrea. Me sonríe con burla— ¿No tienes sentimientos de culpa o remordimientos? Tres jóvenes prometedores han muerto por tu culpa.

— ¿Tres? —susurro.

—Oh. Claro, lo olvidaba.

Entonces de acerca a April, levanta su cuello. Ella me mira con los ojos llorosos y aprieta los labios.

— ¡NO! —grito.

Y él pasa un cuchillo por su cuello, desgarrándolo. La sangre sale a borbotones y observo como su piel va palideciéndose. April cae se desploma sin vida, aún sujeta por las cadenas.

April estaba muerta.

Otra persona había muerto.

Mi mejor amiga estaba muerta.

Siento que voy a ahogarme mientras me retuerzo en el férreo agarre de Advel.

— ¡PORQUÉ LO HICISTE! —Grito—. YA ME TIENES. ERA INOCENTE.

—Fue su destino—me dice con un fingido pesar—. Pobre chica. Si no se hubiera metido en donde no debía, aún estaría viva.

Lágrimas de furia desbordan de mis ojos.

El padre de Dominick mira su reloj.

— ¡Oh por el santo demonio!, son las once y cuarto—dice sorprendido—. Que rápido pasa el tiempo cuando por fin conoces a tu nuera y mantienes una conversación amena con ella, ¿verdad querida? Prepara todo. Falta poco—le indica a Advel.

El muchacho me arrastra y me encadena muy cerca de él. Se dirige a una mesa de plata y comienza a limpiar una estaca de plata, con el mismo mango de los cuchillos, pero mucho más elegante. Trato de soltar las cadenas pero éstas hacen ruido.

—Quédate quieta si no quieres que te cede—me dice enseñándome una jeringa con una aguja de cuatro centímetros.

< -¿Amor? ->

Espero un par de minutos.

< -¿Dominick? ->

< - Dominick, contéstame ->

< - DOMINICK PEARSON -> grito mentalmente.

En un arranque desesperado empiezo a jalar las cadenas con desesperación para poder soltarme. Entonces siento un pinchazo en el brazo. Veo a Advel por última vez. Entonces todo se pone borroso y se desaparece.

Dominick.

— ¿Dominick? —escucho a Bill.

— ¿Antonella? —Grazno— ¿Dónde está?

—Sigue con ellos. Has estado inconsciente casi quince minutos. Tenemos que regresar por lla y por April.

— ¿Ya despertó? —oigo a Yoona preguntar.

—Sí.

— ¿Qué sucedió? —pregunto.

Lo único que recuerdo, es que corríamos porque nos habían superado en número. Nos adentramos en la espesura de los árboles… Luego nada.

—Estábamos corriendo, entonces tropezaste y te golpeaste la cabeza. No respondías. Te alcé sobre el hombre y hemos corrido hasta que los hemos perdido—suelta de sopetón.

—Parece que Ann me contagió su descoordinación al correr—murmuro.

Abro los ojos alarmado.

— ¡ANTONELLA! —grito.

—Shhhhhhhh—me callan ambos a la misma vez.

—Andando—susurra Yoona.

Me pongo de pie con cuidado y empezamos a correr por la negrura del bosque. Miro a Yoona y siento una pizca de lástima. En el último mes ha perdido a su hermano y a su pareja y mejor amiga. La única familia que tenía.

Llegamos al campo abierto y escuchamos el sonido de tambores. Retumban con su sonido parecido a un corazón acelerado. El sonido llega a ser hipnotizante si le prestas gran atención, por lo cual trato de prestar más atención a buscar a Antonella y a April.

Veo a mi padre con una capa negra. La mesa de sacrificio está ocupada por… Antonella. No veo movimiento alguno de ella y me asusto. Busco con la mirada a April y no la encuentro.

—Bill, ¿Qué hora es? —digo alarmado.

Después de varios segundos él se digna a responder.

— Once y cincuenta y cuatro —susurra.

Veo con el horror pintado en la cara, como mi padre se acerca a ella con la estaca destinada para el sacrificio sostenida por sus largos dedos en el centro de su tórax.

—IN NOMINE DIABOLI, HOC SACRIFICIUM OFFERO. UT SALVA TIBI SPECIES NOVA CREATURA—grita alzando la estaca con ambas manos por sobre su cabeza.

-« En el nombre del diablo, ofrezco este sacrificio. Con el fin de salvar a la nueva especie que has creado.» traduzco en mi fuero interno.

El redoble de tambores se hace más intenso por algunos segundos más, y luego se detiene. Cuando mi padre se dispone a clavar el cuchillo en el pecho de Antonella, salgo corriendo de mi escondite, lanzando cuchillos por todos lados, con una precisión sorprendente. Siento a Bill y a Yoona detrás de mí haciendo lo propio. Mi padre mira divertido.

Advel Hortbock se acerca a él y le susurra algo en el oído.

— ¡NO TE ATREVAS! —grito con todo el aire de mis pulmones.

Bill derriba al último Krack que se nos enfrentaba. Estoy a unos siete metros aproximadamente cuando mi padre toma el último aliento antes de disponerse a clavar la estaca. Saco un cuchillo y lo lanzo con toda la fuerza posible que tengo. Éste se clava en el centro del pecho de mi padre. Con las últimas fuerzas que le quedan mientras agoniza de pie frente a Antonella, toma fuerzas y hunde el cuchillo en el cuerpo de ella. Luego se desploma sobre ella. Ambos cuerpos inmóviles quedan sobre aquella mesa de plata.

El silencio se hace. No lo puedo creer. Me acerco corriendo al pequeño estrado y quito el cuerpo de mi padre con un solo movimiento.

El cuerpo de Antonella yace inmóvil y pálido con una estaca clavada en el lado derecho de su tórax. Escucho el grito de Bill y vuelvo a hacia a él, solo para verlo llorando sobre el cuerpo ensangrentado de quien me parece es April.

Me permito abrazar el cuerpo de Antonella y llorar desconsoladamente sobre ella.

No llegue a tiempo.

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