
Capitulo Seis
No pude dormir en toda la noche.
Quizá sí, pero mi subconsciente no podía dormir pensando en el dulce beso de Dominick, en que no era humano, en la historia de los Kracks, pero mucho más… en el beso.
Estaba siendo asquerosamente cursi, lo sabía; y jamás pensé que un beso podía provocar tantas sensaciones.
En algún momento de la noche mi subconsciente se rinde ante el cansancio y sede.
Me encuentro corriendo en un campo abierto mientras Bill corre detrás de mí.
—Te voy a atrapar —gritaba con felicidad.
Aceleré el paso, pero no sabía si introducirme en aquél bosque tupido que veía a lo lejos, o correr hacia la carretera desierta, donde me podría ver con facilidad. Decidí correr hacia el bosque que tenía el color de ojos de Dominick. DOMINICK. ¿Dónde estaba?
Seguí corriendo, pero cometí el error de voltear a ver a Bill. Estaba muy cerca de alcanzarme, aceleré el paso. Siento que mi pie pisa mal y se tuerce en un ángulo antinatural. Caigo estrepitosamente y respiro con dificultad. Ahora que mi cuerpo ha experimentado el descanso aunque sea por unos segundos, se le hará difícil volver a pararse.
Veo un par de manos alzándome de forma agresiva. Me pongo de pie y me trato de zafar de su agarre.
—Suéltame, Billy—gruño.
Entonces veo el resplandor de un cuchillo en su mano derecha. Alza el cuchillo y entonces yo alzo la vista para verle la cara. Dominick me mira con rabia y el cuchillo acelera con fuerza hacia mi pecho. Cierro los ojos y grito.
Abro los ojos aterrorizada y con la respiración acelerada. Cierro los ojos y trato de calmarme.
Fue solo una pesadilla, murmuro, solo una pesadilla.
Abro los ojos y me percato que ya hay luz solar. Me levanto y comienzo mi rutina matutina.
La pesadilla me dejó atolondrada pero trato de olvidarme de eso. Dominick jamás me haría daño. Entonces recuerdo el beso de anoche y la cursilería vuelve a mí.
Cuando salgo de la casa diviso a Dominick apoyado en el capó de su auto impecablemente rojo. Paso de largo porque aún estoy resentida.
Me subo al auto en silencio. Él también sube al auto y siento su mirada sobre mí mientras me abrocho el cinturón. Mete la llave en el panel de conducción y hace que el motor vuelva a la vida. Veo de soslayo que me mira y Arranca el auto con un suspiro sin decir ni una sola palabra.
—Lo que hiciste ayer fue desesperante—explica después de unos minutos.
—Lo que sea— murmuro mirando por la ventana.
—No me vengas con esa actitud de niña resentida—replica con tono fastidiado.
—Mmmmh.
—Lo lamento, pero también tienes que lamentarlo tú—dice.
No digo nada y después de un largo e incómodo silencio él se ríe. Lo miro desconcertada.
—Es nuestra primera pelea, ya sabes, es tierno—me explica con una sonrisita.
Acelera el auto y la inercia me tira hacia atrás apegándome al asiento. Observo el medidor y ahogo un grito.
—Dominick—digo calmadamente— ¡¿Nos quieres matar?! —grito perdiendo la compostura.
— ¿Qué? Esto no es rápido—dice como si fuese obvio, mientras señala el medidor—apenas estamos en 120km ¿ves?
Miro por la ventana y no puedo distinguir mucho ya que todo pasa como un borrón. Al menos para mi.
—Dominick—advierto—me estás poniendo en riesgo—replico, ya que como todo esto parece un amor de libro, supongo que por protegerme, se detendrá.
Pero que equivocada estaba.
No. Claro que no.
Él no se detiene. ¿Qué clase de héroe inhumano es?
Él pisa el acelerador y llega a los 140km.
¿Qué mierda? Observo fijamente el parabrisas tratando de divisar algún auto con el que probablemente chocaremos. Digo, para tener tiempo de hacer alguna oración y pedir por nuestras almas, ya que dudo mucho que Dominick pueda frenar a tiempo si dicho auto se aparece.
Llegamos al instituto precipitadamente y demasiado temprano.
Bajo del auto con una furia dando un tremendo portazo que hace que todo el auto se estremezca.
— ¿Qué carajos te pasa? ¿En qué pensabas? —Grito histérica— ¡Pudiste matarnos!
—Cálmate Ann—exige Dominick mirando hacia los lados, dónde habían personas observando mi show— No nos quería matar, sé lo que hago— explica poniendo los ojos en blanco.
—Íbamos muy rápido— digo respirando fuerte.
Realmente es algo estúpido lo que hago, pero quiero una excusa para enfadarme aún más con él, porque aún siento lo del celular. Es una excusa para pelear. Dos peleas en un día. Soy una idiota. Una mala novia. ¿Novia? No soy ni siquiera eso.
—Relájate ¿quieres? —Sube un par de octavas su voz—tranquilízate por favor—murmura jalándome hacia su pecho, envolviéndome en sus brazos fuertes y seguros.
El abrazo me recuerda la razón por la cual no pude dormir. No sabía en qué situación estábamos. En dónde nos dejó aquél beso. Y eso me molestaba demasiado.
< -¿Situación? ¿No había quedado eso claro? -> me dice mentalmente. Claro que había leído mis pensamientos.
Lo miro, rodeo su cintura con mis brazos acercándolo más a mí y enarco una ceja.
< - Tienes que ponerme las cosas claras, chico ->
Mi mochila se aparta de mí flotando lentamente hacia el auto de Dominick, ingresando y depositándose en el asiento del conductor. Miro alrededor para ver si alguien vio eso, pero el parqueo del instituto estaba vacío.
< - No hagas eso -> reprocho.
< -¿Por qué? ->
Rio y no respondo porque estoy segura que escucho mis pensamientos ya que él también miro furtivamente el lugar en busca de algún testigo.
Niega la cabeza.
< - No me distraigas -> me reprocha.
Alzo ambas manos con las palmas abiertas para señalar rendimiento.
Observo a Dominick apoyar su pierna derecha en el piso frente a mí y tomar delicadamente mi mano como si fuese una bomba a punto de estallar.
Conecta sus profundos ojos verdes con los míos. Mi boca cae abierta por la sorpresa de lo que está haciendo y rio nerviosamente mientras niego imperceptiblemente con la cabeza.
Dios mío. Esto es tan cursi.
—Señorita Antonella, ¿Acepta usted ser mi novia eternamente? ¿forever? —Ríe mirándome — ¿always? — Dice en inglés — ¿Quieres ser mi Ann? Mi propio ángel — dice en un susurro. Lo miro directamente, veo su sonrisa tierna y sus hermosos ojos verdes sinceros.
Realmente siempre creí que algo así me haría arrojar todo lo ingerido veinticuatro horas antes, por tanto dulzor, claro. Que me volvería diabética.
Pero esto no es cursi, es tierno.
Demuestra que él no teme decir lo que siente.
Demuestra seguridad.
Siento en mi pecho aflorar un cariño hermoso hacia Dominick.
Una parte de mi cerebro empieza a entender por qué su afán de llamarme Ann. Soy su propio ángel.
Me tiro a sus brazos, golpeándome fuertemente las rodillas contra el pavimento. Mierda, eso dolió como el infierno. Contengo las ganas de llorar de emoción. O quizá quiero llorar por el golpe ¿quién sabe? Siento que mis ojos se llenan de lágrimas. Probablemente ambas emociones contribuyeron.
Que sensible resulté.
— ¿Eso significa que si? —ríe contra mi hombro.
Asiento con la cabeza y rio contra él. Poso mi cabeza en el hueco de su cuello y aspiro su aroma. Pierdo la noción del tiempo que estamos ahí, en el piso, abrazados y arrodillados. En un silencio cómodo.
Alzo la cabeza y miro a nuestro alrededor.
< - La gente nos está mirando como si fuésemos locos -> pienso.
< - No me importa -> respondo
Pero aun así nos levantamos del suelo ignorando las miradas de la gente alrededor. Nos sacudimos las rodillas y empezamos a caminar de la mano.
Escucho derrapar un auto a metros de nosotros, el ruido de la frenada brusca que da el auto hace que voltee a verlo, lo que también hace Dominick.
No puede ser.
El Touring negro.
Del auto bajan tres muchachos de los cuales solo reconozco a uno. Respiro profundamente y exhalo.
—Ese es Billy, ¿no? —le susurro a Dominick.
—Bill —me corrige. Me acerco más a él y noto que todo su cuerpo está tenso—. Él era mi mejor amigo—susurra.
Asiento mientras proceso esa nueva información sobre su vida. Bill nos mira con una pequeña sonrisa.
—Dominick —dice prácticamente gritando mientras ríe y aplaude. Mira nuestras manos entrelazadas y ladea la cabeza observándome —. Antonella—me dice con una media sonrisa—, un gusto por fin conocerte—asiente.
—Bill—asiento hacia él—, las entradas de esa manera solo se le permiten a los estudiantes.
Él ríe y aplaude vigorosamente.
—Que hermosa actitud—dice—, con tu falsa valentía y seguridad pretendes asustarme. Pero tu mente habla de tu debilidad—dice suficientemente bajo como para que solo nosotros lo escuchemos—Tendrás que soportar nuestra entrada brusca todos los días desde hoy. Pertenecemos al grupito de estudiantes de este instituto.
< - Han venido por mí, Dominick -> pienso hacia Dominick.
< - No lo permitiré - >.
< -¿No pueden escucharnos ahora? -> le digo
< - No, los estoy bloqueando ->.
—Dominick, querido mío—dice sarcásticamente Bill— ¿Recuerdas a Sam y a Will? —señala a los dos chicos respectivamente detrás suyo, quienes dan un paso al frente. Los tres son muy parecidos en su vestimenta y corte de cabello. Pero ahí acaban las similitudes. Uno de ellos quien respondió al nombre de Sam, tiene piel oscura y ojos azules. Raro. Will es totalmente pálido como el mármol, pero tiene ojos color negro azabache. Súper raro.
— ¿Por qué no nos lo haces más fácil y nos dejas llevárnosla? —Dice Sam señalándome con la cabeza —haz algo por tu raza—escupe hacia nosotros. Escupe de escupir. Asqueroso. Felizmente no nos alcanzó.
—Olvídenlo—Dominick está ardiendo.
Hayley baja de un auto y se acerca a Bill, habla unos segundos con él, y luego se lanza a su cuello, abrazándolo. Esta chica sabe cómo acabar con los momentos de tensión. Me río bajo.
—Sabes que es este año Dominick, deja de hacerte el héroe—dice Bill mientras se aleja con Hayley a su costado y los dos muchachos atrás suyo.
La gente curiosa se dispersa rápidamente pues están a punto de empezar las clases. Cojo a Dominick del brazo y lo jalo hacia el edificio tratando de calmarlo con un suave roce constante en su brazo.
—Tranquilo—murmuro sin dejar de frotar su brazo en un gesto tranquilizador—no dejaremos que me tengan.
Sonrío, pero estoy segura que el gesto no llega a mis ojos y él lo nota.
—No los dejaré—dice duramente.
Asiento y lo detengo forzadamente. Me pongo de puntillas y lo beso cuidadosamente.
—Te veo más tarde— le susurro y me alejo rápidamente.
Lo que sí sé es que es inevitable que ellos me tengan. Ellos están decididos.
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