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Capitulo Quince

Dominick.

Subo a la habitación de Bill y busco el Whisky Johnnie Walker que esconde. Tomo directamente del pico de la botella. Voy hacia la sala de estar y me siento con la botella en mano.

Me paso la mano por el cabello y gruño.

¿Por qué hago esto? ¿No debería estar buscando una solución?

Doy otro sorbo de whisky y voy en busca de mi mochila. En medio camino siento que alguien abre la puerta. Volteo por instinto.

Bill y April entran riéndose de quién sabe que. Me evalúan con la mirada y dejan de reírse.

— ¿Está todo bien? —rompe el silencio April.

Asiento.

—Bill, necesitamos hablar.

—Si —acepta—. Lo necesitamos. Luego seguimos conversando—oigo que le dice a la chica.

Subimos a nuestra pequeña habitación semivacía. Me volteo y lo miro fijamente.

— ¿Qué pasaba si se iba?

—No se iba a ir.

—Mira—digo enojado—, entiendo que quieras ligarte a April. Hace mucho tiempo que la buscas. Pero estamos haciendo algo muy arriesgado. ¿No podías llevártela en otro momento donde haya alguien cuidando a Antonella?

—Se supone que deberías haber estado aquí—susurra enfurecido—. ¿A dónde fuiste?

Carraspeo.

—No te importa.

—Pues tampoco me importa que se quede sola—concluye.

Camino con desesperación por el espacio que no ocupan las pequeñas camas.

—Bajé a hablar con ella—digo con un suspiro sentándome en la cama con derrota.

Se queda inmóvil.

—Mierda. ¿Qué te dijo?

—Me detesta, Bill. Me odia.

—Es comprensible, hermano—dice, y levanto la vista mirándolo. Él no me había llamado “hermano” desde hace muchos años—. Todo lo que le dijiste… ¿Qué le dijiste hoy? —pregunta con curiosidad.

—Que ella era una obsesión. Que probablemente nunca la haya querido—murmuro.

—Eres un imbécil—niega con la cabeza.

—Aún estoy resentido. Por todo—explico—. Es difícil olvidar cada pequeña cosa que ella me hizo—me excuso débilmente.

—Si es tan difícil olvidar las cosas que ella te hizo no ocupes tu mente tratando de olvidar esas cosas. Ocupa tu mente en olvidarla a ella.

Levanto la mirada y lo veo mirándome. Gruño sabiendo que tiene razón.

—Ahí abajo es frío y húmedo, deberíamos dejar que suba y vagabundee por la casa—propone—. Como distracción.

— ¿Qué? —Lo miro con sorpresa—. Definitivamente no. Es mejor cuando no la veo.

***

Antonella.

Siento que me sacuden pronunciando mi nombre. Doy un gruñido de respuesta.

—Antonella—reconozco a Bill—, hora de cenar.

Intento abrir los ojos esperando alguna luz que dañe mi retina, pero me encuentro en una oscuridad total. Se me olvida fácilmente que estoy oculta en un sótano oscuro como una rata. Reprimo un bostezo.

—Vale, ¿Dónde está mi bandeja? —murmuro incorporándome y buscando a tientas.

—Cenarás con nosotros—explica Bill.

Arqueo las cejas, incrédula.

—Disculpa, me parece no haberte escuchado bien—me burlo—. ¿Qué has dicho?

—Vale, déjate de payasadas y vamos que tengo hambre.

Me paro emocionada por conocer la casa y lo sigo dando pequeños saltitos. No todo puede ir mal.

— ¿Por qué llegaste aquél día a atarme en la silla? —le suelto de golpe recordando el día de mi ruptura con Dominick.

Se voltea sorprendido y rie entre dientes.

—Estaba aburrido—se encoge de hombros.

—Estabas aburrido—repito poco convencida.

—Si.

—Claro. Estoy aburrido, entonces iré a asustar a Antonella y la ataré en una silla forcejeando con ella—imito su tomo salvaje.

—Eres muy fuerte—dice riendo.

—Espero que eso si sea sincero—digo sarcástica.

—Totalmente.

— ¿Está April ahí arriba?

—Si.

— ¿Cómo es que ahora me dejan salir a la luz? La verdad que pensé que la próxima vez que me exponga a la luz solar, terminaría brillando—rio.

Él rie conmigo.

—Convencí a Dominick.

—Vale, convencí me suena a que él no quería dejar que yo saliera de ese hueco, ¿verdad?

Antes de que él pudiera responderme, aparece Dominick repentinamente.

—Sí, yo no quería dejarte salir de ese hueco—dice.

Carraspeo y miro hacia otro lado.

—Tengo hambre—le digo a Bill—. ¿Dónde queda el comedor?

—Eh… Claro, por aquí—indica que le siga.

Antes de avanzar, él y Dominick intercambian una mirada. Caminamos por los tablones crujientes de la casa descuidada. Las paredes tienen algunas manchas de humedad. No hay muchos muebles ni cosas electrónicas. Empiezo a preguntarme de dónde sacaron esta casa tan vieja. Avanzo detrás de Bill hacia donde creo que es un comedor. El lugar es bastante decente, iluminado por algunas lámparas antiguas clavadas en las paredes laterales. La mesa está iluminada por varias velas que le dan un toque fino y elegante. Las sillas son altas. Voy entendiendo la temática de la casa.

April está sentada en uno de diez lugares de aquella mesa. Jack y Jeremy están jugueteando entre ellos y riendo muy bajo en la extremo de la mesa. Cuando se dan cuenta que hemos ingresado a la habitación se hace un silencio incómodo. Bill se acerca y se sienta a la cabeza de la mesa, al lado de April, como si no se hubiese dado cuenta del silencio expectante de tenerme ahí presente.

Dominick me aparta suavemente y toma el lugar que está al frente de ella, y al costado derecho de Bill. Todos me miran. Camino despacio para sentarme en cualquier lugar. Cojo el asiento más lejano a Dominick y todos se quedan quietos como si estuviese a punto de hacer estallar una bomba. Hago lo mismo dejando la silla a medio arrastrar.

—Tu asiento es aquí—escucho a April mientras palmea el asiento de su costado.

Le sonrío agradecida y tomo mi lugar. Miro mi plato y agradezco que se vea apetitoso. Me doy cuenta que debo de haber bajado muchos kilos en aquellos tres días. Me sentía más ligera que de costumbre.

A mitad de la cena, se escucha una risa de mujer muy aguda y burlona. Todos palidecemos totalmente. Cuando Bill suelta su cubierto sobre el plato de golpe, haciendo repiquetear la vajilla, sé que esa risa no es buena. Dominick se levanta como un relámpago y me jala poniéndome detrás de él con una rapidez impresionante. Busco con la mirada a April y veo que está detrás de Bill. Jack y Jeremy se han arrinconado junto con nosotros franqueando nuestro pequeño grupo. Veo en sus manos cuchillos con aspecto amenazante.

Se escuchan pasos y risas. No de una sola persona, sino de varias. Estoy tan pegada a Dominick que siento cuando su cuerpo entero se tensa y su respiración se acelera.

— ¿Escuchas algo? —susurra Dominick.

—No—niega con la cabeza Bill.

—Yo tampoco—dice apretando su mandíbula—. Son ellos. Nos han encontrado.

—Pelearemos—responde Bill decidido.

De soslayo, veo que Jack asiente imperceptiblemente.

Al momento, por ambas entradas del comedor entran tres personas con pasamontañas. Bill avanza un paso, pero April lo tiene agarrado de la parte de atrás de su camiseta. Las aletas de la nariz de Dominick se mueven en gesto de furia y por puro instinto agarro también su camisa. No dejaré que él muera por mí. Él da un pequeño brinco producto de mi toque, pero finjo que no me di cuenta.

 - «Somos más, podemos darle lucha»- pienso para mí misma. Si alguien me escuchó, ignoró completamente mi comentario.

Los intrusos se sacan el pasamontaña con un movimiento rápido que nadie se lo espera. Atrae mi atención una melena rubia y larga. Observo las facciones de la mujer. Es una chica aproximadamente de veinte años, alta y despampanante. Su figura es de envidia. La forma de su cara es curiosa y única. Tiene una forma tan elegante que podría ser portada de una revista muy cara. Sus ojos azules son resaltados gracias a la luz de las velas.

Fijo la mirada en otra chica, esta vez morena pero igual de deslumbrante que la otra. Observo sus pequeños pero muy notables rasgos asiáticos. Es delgada pero no flacucha. Su cuerpo es como una escultura. Es un poco más baja que la otra, pero no tiene nada que envidiarle.

El último es un chico con cabellera ondulada y un poco abundante. Tiene unos ojos bastante grandes y de color café bastante claros. Noto que son casi amarillentos como los de un gato. Sus labios carnosos y atractivos resaltan en su cara perfilada y marcada. Es alto y delgado, pero noto sus músculos debajo de toda la ropa negra.

Los tres tienen un aspecto casi idéntico, como la forma de vestir. Y los ojos de todos ellos. Tan extraños, iguales y diferentes a la vez. Incluso los de Bill y Dominick.

—Evelyn, Yoona y Renzo—escucho a Bill.

— ¿Cómo nos han encontrado? —dice en voz alta Dominick.

—Parece que no han tenido mucho cuidado—dice la chica asiática que asumo es Yoona. Me mira y luego sonríe.

—No la pueden esconder por mucho tiempo—interrumpe el chico, Renzo. Hace un gesto con la cabeza en mi dirección mirándome fijamente.

Me intimido un poco por su mirada, pero Dominick se interpone e interrumpe la conexión. Bajo la vista avergonzada.

—Es nuestro problema—gruñe Dominick.

—Vaya, vaya—habla la rubia—. Arriesgando su vida por una simple y tonta humada. Cohesionados por un idiota enamorado—señala a Dominick antes de reírse burlona—. Cosas peores vienen, dicen.

Los tres ríen.

—Hemos venido para unirnos a su pandilla rebelde—toma la palabra Yoona.

—No hay vacantes—masculla April. Creo que ella no pretendió que todos escucháramos su comentario, pero las paredes extendieron el sonido por la habitación. La rubia dio un paso adelante. Renzo solo la mira y sonríe divertido.

—Qué pena—dice Yoona, entrecerrando los ojos.

— ¿Porqué? —retoma la palabra Bill.

—Lo cierto es que nos hemos aburrido del método estúpido y primitivo de El Jefe—dice Renzo con despreocupación—. Además, queríamos pertenecer a los rebeldes sin causa.

Observo como Jack y Jeremy se relajan y sonríen como si todo hubiese terminado. Bill va relajándose poco a poco, voltea a mirar a April y asiente tranquilizándola.

Dominick no mueve ni un músculo.

—No me convencen—gruñe.

—Cariño—dice la rubia—, a ti nunca nadie te ha convencido—me mira de pies a cabeza—. Excepto la humana, claro.

Bill se sienta en la mesa y jala de la mano a April animándola a hacer lo mismo. Despedaza un pan con sus largos dedos y se mete un trozo en la boca. Jack y Jeremy toman sus asientos y lo imitan.

—Creo que está bien—digo susurrando a Dominick y tocándole el hombro.

—Yo también lo creo, pero no quiero confiarme.

—Vale.

Coge mi mano y la aprieta. Empieza a caminar medio jalándome con él. Se sienta y me indica el asiento de su lado. Obedezco tranquila. April me pasa mi plato y le agradezco en un susurro. Ella me guiña el ojo.

Bill les indica a los invitados que pueden sentarse. Ellos toman los lugares que desean y se sientan.

< - Dormirás conmigo -> dice Dominick n mi cabeza.

< -¿Ya no más sótano? ->

< - Ya no más sótano -> confirma.

< - Estaré bien ahí abajo -> trato de convencerlo < - No es necesario que me protejas en todo momento, somos más ->

< - No es por protegerte. No soporto ni un minuto más sin ti ->

Sonrío para mis adentros. Las cosas se hacen mal una sola vez.

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